lunes, 14 de julio de 2025

Santo Evangelio 14 de Julio 2025



 Texto del Evangelio (Mt 10,34--11,1):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.



«El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí»


Rev. D. Valentí ALONSO i Roig

(Barcelona, España)

Hoy Jesús nos ofrece una mezcla explosiva de recomendaciones; es como uno de esos banquetes de moda donde los platos son pequeñas "tapas" para saborear. Se trata de consejos profundos y duros de digerir, destinados a sus discípulos en el centro de su proceso de formación y preparación misionera (cf. Mt 11,1). Para gustarlos, debemos contemplar el texto en bloques separados.

Jesús empieza dando a conocer el efecto de su enseñanza. Más allá de los efectos positivos, evidentes en la actuación del Señor, el Evangelio evoca los contratiempos y los efectos secundarios de la predicación: «Enemigos de cada cual serán los que conviven con él» (Mt 10,36). Ésta es la paradoja de vivir la fe: la posibilidad de enfrentarnos, incluso con los más próximos, cuando no entendemos quién es Jesús, el Señor, y no lo percibimos como el Maestro de la comunión.

En un segundo momento, Jesús nos pide ocupar el grado máximo en la escala del amor: «quien ama a su padre o a su madre más que a mí…» (Mt 10,37), «quien ama a sus hijos más que a mí…» (Mt 10,37). Así, nos propone dejarnos acompañar por Él como presencia de Dios, puesto que «quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado» (Mt 10,40). El efecto de vivir acompañados por el Señor, acogido en nuestra casa, es gozar de la recompensa de los profetas y los justos, porque hemos recibido a un profeta y un justo.

La recomendación del Maestro acaba valorando los pequeños gestos de ayuda y apoyo a quienes viven acompañados por el Señor, a sus discípulos, que somos todos los cristianos. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo...» (Mt 10,42). De este consejo nace una responsabilidad: respecto al prójimo, debemos ser conscientes de que quien vive con el Señor, sea quien sea, ha de ser tratado como le trataríamos a Él. Dice san Juan Crisóstomo: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacerían de él una infinidad de bienes».


Para evangelizar no se necesita mucha teoría o conceptos pastorales, se necesita rezar, dice León



 Para evangelizar no se necesita mucha teoría o conceptos pastorales, se necesita rezar, dice León

León rezando el Ángelus.

El Papa León XIV, durante el rezo del Ángelus del 6 de julio, el último antes de su marcha a Castel Gandolfo.

La mañana de este domingo 6 de julio, el Papa León XIV ha pronunciado su última reflexión y rezo del Ángelus antes de su traslado a Castel Gandolfo para pasar un tiempo de descanso que durará hasta el próximo 20 de julio. Es uno más de los gestos con los que León sigue mostrando su carácter y personalidad propias, retomando con su traslado una tradición que se vio interrumpida durante todo el pontificado de Francisco.

Tras un breve comentario al Evangelio de Lucas de este domingo, el pontífice observó que los hombres y mujeres de hoy, incluso cuando parecen abrumados por tantas otras cosas, siguen esperando “una verdad más grande”, buscando “un sentido más pleno para su vida”, desean justicia y anhelan interiormente la vida eterna.

Por ello se dirigió a todos los que, aún reconociendo “el buen grano listo para la cosecha”, son pocos los que van a trabajar al campo sembrado por el Señor.

“Hay algo grande que el Señor quiere hacer en nuestra vida y en la historia de la humanidad, pero son pocos los que se dan cuenta, los que se detienen para acoger el don, los que lo anuncian y lo llevan a los demás”, mencionó.

León recordó que la Iglesia y el mundo “no necesitan personas que cumplen sus deberes religiosos mostrando su fe como una etiqueta”, sino “obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión” y “discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que se encuentren”.

Asimismo, agregó, quizás no falten los “cristianos ocasionales”, que de vez en cuando dan cabida a algún buen sentimiento religioso o participan en algún evento; pero son pocos los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando en su corazón la semilla del Evangelio para luego llevarla a la vida cotidiana, a la familia, a los lugares de trabajo y de estudio, a los diversos entornos sociales y a quienes se encuentran en necesidad.

El pontífice recordó a todos la misión de transmitir el Evangelio, recordando que, para ello, “no se necesitan demasiadas ideas teóricas sobre conceptos pastorales; se necesita, sobre todo, rezar al dueño de la mies. Entonces Él nos convertirá en sus obreros y nos enviará al campo del mundo como testigos de su Reino”, concluyó.

Pésame por los fallecidos en Texas

Finalizado el comentario, el pontífice expresó su pésame a todos los que han perdido a sus seres queridos, especialmente dirigido a los menores que estaban de campamento en Texas y que fueron sorprendidos por las inundaciones del río Guadalupe, falleciendo al menos 28 adultos y 15 niños, que se suman a otras decenas de muertos en el estado. Por son un total de 52 los fallecidos por los que el pontífice eleva sus oraciones.

El pontífice recordó que “la paz es un deseo de todos los pueblos y es el grito doloroso de los que están desgarrados por la guerra”, y concluyó clamando por que el Señor “toque los corazones e inspire las mentes de los gobernantes, para que sustituyan la violencia de las armas por la búsqueda del diálogo”. 



domingo, 13 de julio de 2025

Santo Evangelio 13 de Julio 2025



 Texto del Evangelio (Lc 10,25-37):

 En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y para poner a prueba a Jesús, le preguntó: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’.

»¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo»

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«Un samaritano (...) tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas (...) y, montándole sobre su propia cabalgadura...»


Rev. D. Jordi POU i Sabater

(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Hoy, nos preguntamos: «Y, ¿quién es mi prójimo?» (Lc 10,29). Cuentan de unos judíos que sentían curiosidad al ver desaparecer su rabino en la vigilia del sábado. Sospecharon que tenía un secreto, quizá con Dios, y confiaron a uno el encargo de seguirlo... Y así lo hizo, lleno de emoción, hasta una barriada miserable, donde vio al rabino cuidando y barriendo la casa de una mujer: era paralítica, y la servía y le preparaba una comida especial para la fiesta. Cuando volvió, le preguntaron al espía: «¿Dónde ha ido?; ¿al cielo, entre las nubes y las estrellas?». Y éste contestó: «¡No!, ha subido mucho más arriba».

Amar a los otros con obras es lo más alto; es donde se manifiesta el amor. ¡No pasar de largo!: «Es el propio Cristo quien alza su voz en los pobres para despertar la caridad de sus discípulos», afirma el Concilio Vaticano II en un documento.

Hacer de buen samaritano significa cambiar los planes («llegó junto a él»), dedicar tiempo («cuidó de él»)... Esto nos lleva a contemplar también la figura del posadero, como dijo san Juan Pablo II: «¡Qué habría podido hacer sin él? De hecho, el posadero, permaneciendo en el anonimato, realizó la mayor parte de la tarea. Todos podemos actuar como él cumpliendo las propias tareas con espíritu de servicio. Toda ocupación ofrece la oportunidad, más o menos directa, de ayudar a quien lo necesita (...). El cumplimiento fiel de los propios deberes profesionales ya es practicar el amor por las personas y la sociedad».

Dejarlo todo para acoger a quien lo necesita (el buen samaritano) y hacer bien el trabajo por amor (el posadero), son las dos formas de amar que nos corresponden: «‘¿Quién (...) te parece que fue prójimo?’. ‘El que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’» (Lc 10,36-37).

Acudamos a la Virgen María y Ella —que es modelo— nos ayude a descubrir las necesidades de los otros, materiales y espirituales.

Cuando Kobe Bryant vivió su momento más bajo, acudió a un sacerdote católico buscando orientación

 


Cuando Kobe Bryant vivió su momento más bajo, acudió a un sacerdote católico buscando orientación

Si por alguna razón no sabes quién es Kobe Bryant, es nada menos que uno de los mejores jugadores de baloncesto de la historia. Y recientemente anunció que planea retirarse al final de esta temporada.

Lo que la mayor parte de la gente desconoce, sin embargo, es que es católico. Y que, según una reciente entrevista, su fe católica le ayudó a atravesar uno de los momentos más oscuros de su vida.

Una estrella desde el principio

Nacido en 1978 en Filadelfia, Kobe (se le conoce por su nombre de pila) creció en una familia católica. Cuando tenía seis años, su familia se trasladó a Italia, a una pequeña ciudad a una hora del centro de Roma. Por este motivo, Kobe habla hoy fluidamente el italiano.

Fue seleccionado para la NBA nada más abandonar la universidad [en 1996], siendo la primera vez que un escolta era elegido en el draft tan joven, y se convirtió rápidamente en una estrella. Pronto la gente empezó a especular si no sería "el próximo Michael Jordan".

Las cifras de Kobe son de impresión: toda su carrera en los Lakers, cinco anillos de la NBA, 17 partidos All-Star, 15 veces en el mejor equipo de liga, dos veces (2006 y 2007) máximo anotador y tercero de todos los tiempos por anotación, sólo por debajo de Kareem Abdul-Jabbar y Karl Malone, y por encima de leyendas como Michael Jordan y Wilt Chamberlain.

En 2001, cuando tenía 23 años, se casó con Vanessa Laine, de 19, también católica. La boda tuvo lugar en la iglesia católica de San Eduardo, en Dana Point (California). Dos años después, en 2003, nació su primer hijo.




El gran error de su vida

El año 2003 sucedió también algo que cambió su vida para siempre, y por lo que tendría que apoyarse en su fe: fue acusado de violar a una joven en la habitación del hotel durante una estancia en Colorado para operarse de la rodilla.

Avergonzado, Kobe admitió enseguida que había tenido sexo con la mujer y que había cometido adulterio contra su esposa. Pero sostuvo firmemente que no había violado a la mujer.

Además del grave daño que hizo a su familia, aquello tuvo importantes consecuencias para su carrera: sus principales patrocinadores le abandonaron, las ventas de la camiseta con su dorsal se desplomaron y obviamente su reputación general quedó severamente dañada.

Un año después, un juez desestimó los cargos por violación [al abandonar la acusación los abogados de la mujer, no llegó a haber juicio, n.n.]. La mujer emprendió también una causa civil contra Kobe, que se sustanció extrajudicialmente.

En julio de 2003, Kobe compareció ante los medios junto con Vanessa para pedir disculpas a su esposa por haberle sido infiel y para negar la acusación de violación.

En medio de todo esto, Kobe hizo una declaración pública en la que pedía disculpas a la mujer, a la familia de la mujer, a su propia familia y a la gente de la ciudad de Colorodado donde había tenido lugar el incidente.

La importancia de su fe

En una entrevista en GQ a principios de 2015, explicó cómo le sostuvo su fe católica para ayudarle a atravesar todo aquel desafío.

"La pérdida de los respaldos económicos fue realmente lo que menos me importó. ¿Que si tenía miedo de ir a la cárcel? Sí. Tenía 25 años, tío. Estaba aterrorizado. Lo único que realmente me ayudó durante aquel proceso (soy católico, me eduqué como católico, mis hijos son católicos) fue hablar con un sacerdote. En cierto modo fue divertido. Me mira y me dice: ´¿Lo hiciste?´. Le digo: ´Por supuesto que no´. Entonces me pregunta: ´¿Tienes un buen abogado?´. Y yo le digo algo como: ´Oh, sí, es fenomenal´. Así que se limitó a decir: ´Déjalo pasar. Sigue adelante. Dios no te va a dar nada que no puedas soportar, y ahora todo está en sus manos. Es algo que no puedes controlar. Así que déjalo pasar´. Y ése fue el punto de inflexión".

Kobe y su esposa siguieron juntos unos años después de las acusaciones, e incluso tuvieron un segundo hijo, pero en 2011 su mujer pidió el divorcio. Por fortuna, en 2013 anunciaron que se habían reconciliado y suspendido el divorcio.

Una ayuda siempre disponible

Es difícil saber la importancia que tiene la Iglesia en su vida diaria. Pero lo que sí sabemos es que creció como católico, se casó con una católica en una iglesia católica y que dice que educa a sus hijos como católicos. Y que cuando estuvo en su punto más bajo, fue a un sacerdote católico a quien acudió para pedir ayuda y orientación.

Ojalá todos recordemos que Cristo y su Iglesia están siempre ahí para nosotros, especialmente en los momentos más oscuros.

Publicado en ChurchPOP.

Traducción de Carmelo López-Arias para ReL.

sábado, 12 de julio de 2025

Santo Evangelio 12 de Julio 2025

 


Texto del Evangelio (Mt 10,24-33):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!

»No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos».



«No está el discípulo por encima del maestro»


P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP

(San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)

Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre la relación maestro-discípulo: «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo» (Mt 10,24). En el campo humano no es imposible que el alumno llegue a sobrepasar a quien le enseñó el abc de una disciplina. Hay en la historia ejemplos como Giotto, que se adelanta a su maestro Cimabue, o como Manzoni al abad Pieri. Pero la clave de la suma sabiduría está sólo en manos del Hombre-Dios, y todos los demás pueden participar de ella, llegando a entenderla según diversos niveles: desde el gran teólogo santo Tomás de Aquino hasta el niño que se preparara para la Primera Comunión. Podremos añadir adornos de varios estilos, pero no serán nunca nada esencial que enriquezca el valor intrínseco de la doctrina. Por el contrario, es posible que rayemos en la herejía.

Debemos tener precaución al intentar hacer mezclas que pueden distorsionar y no enriquecer para nada la substancia de la Buena Noticia. «Debemos abstenernos de los manjares, pero mucho más debemos ayunar de los errores», dice san Agustín. En cierta ocasión me pasaron un libro sobre los Ángeles Custodios en el que aparecen elementos de doctrinas esotéricas, como la metempsicosis, y una incomprensible necesidad de redención que afectaría a estos espíritus buenos y confirmados en el bien.

El Evangelio de hoy nos abre los ojos respecto al hecho ineludible de que el discípulo sea a veces incomprendido, encuentre obstáculos o hasta sea perseguido por haberse declarado seguidor de Cristo. La vida de Jesús fue un servicio ininterrumpido en defensa de la verdad. Si a Él se le apodó como “Beelzebul”, no es extraño que en disputas, en confrontaciones culturales o en los careos que vemos en televisión, nos tachen de retrógrados. La fidelidad a Cristo Maestro es el máximo reconocimiento del que podemos gloriarnos: «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32).


Gordon Hayward, NBA y converso, visita al Papa: «Dios es la única razón por la que llegué tan lejos»

 


Gordon Hayward, NBA y converso, visita al Papa: «Dios es la única razón por la que llegué tan lejos»

Gordon Hayward, saludando al Papa León XIV.

El alero All-Star de la NBA, Gordon Hayward, saludando al Papa León XIV.

A sus 34 años, Gordon Hayward lleva desde agosto de 2024 retirado de la NBA. Durante su estancia en la icónica liga de baloncesto, Hayward hizo historia como All-Star o llevando a su equipo, los Celtics, a “algo nunca visto” en décadas: antes de su victoria contra los Minnesota Timberwolves en 2018, el último en anotar 28 puntos para la agrupación de Boston fue Kevin MacHale, en 1990. En una reciente entrevista para Catholic Exchange tras visitar Roma por el Jubileo del deporte, Hayward expresó algunos detalles de su conversión y aseguró que “Dios es la única razón de haber llegado tan lejos”.

Recordando su entrada en el ámbito deportivo, recuerda que la búsqueda de la virtud ya fue una pieza fundamental cuando era un joven luterano en la Universidad de Butler, de la que fue conocida su filosofía The Butler Way.

“Sus cinco aspectos -humildad, pasión, unidad, servicio y verdad- son maneras de que los jugadores puedan reconocer sus fortalezas y debilidades y, a partir de ellas, interactuar eficazmente entre sí. Casi cualquier entrenador enfatiza el trabajo en equipo, pero se necesita alguien especial para que los jugadores lo vivan. Ese verdadero espíritu de equipo es lo que hizo tan exitosos a nuestros equipos de Butler”, detalla el exjugador de la NBA.

La familia, su razón para rechazar las olimpiadas

Uno de los momentos álgidos de la carrera de Hayward fue al ser seleccionado para la NBA All-Star en 2017, un año después de ser rechazar la nominación para integrar el equipo olímpico.

“Decidí quedarme en casa”, relata. “Las dos razones principales fueron que mi esposa estaba esperando nuestro segundo hijo y quería esforzarme más que nunca para prepararme para la siguiente temporada. Esa intensa concentración dio sus frutos y fui nombrado All-Star durante la temporada 2016-17”.

Si el entrenamiento y la familia fueron sus dos motivos para frenar en un principio su carrera, la fe fue después uno de sus principales impulsores de la misma.

Kobe Bryant falleció en accidente de helicóptero este domingo. Ha sido una de las estrellas más rutilantes de la NBA. En la imagen, el día de su último partido en competición, el 14 de abril de 2016: anotó 60 puntos frente a Utah Jazz.

Cuando Kobe Bryant vivió su momento más bajo, acudió a un sacerdote católico buscando orientación

El "don de Dios", la razón por la que llegó tan lejos

Tanto es así que él mismo reconoce que “la única razón por la que pude llegar tan lejos en el baloncesto fue el don que Dios me dio: la altura y el talento”.

Para Hayward, fe y deporte siempre estuvieron conectados, especialmente desde su conversión, que concluyó en 2024 tras años acercándose a la Iglesia.

“Siempre he tenido cierta apreciación teológica por el deporte, pero convertirme al catolicismo la ha profundizado. Los católicos consideran que lo material puede transmitir bienes espirituales -como los sacramentos- y el deporte puede ser una extensión de eso”, comenta.

La fe también le ha ayudado a asimilar que el deporte no debe ser el objetivo principal en su vida y que “hay realidades mucho mayores que esperan a quienes aman al Señor y guardan sus mandamientos”.

Católico por convicción, no apariencia

Hayward, criado como luterano, preparaba su boda en 2014 con su esposa Robyn, católica, cuando empezó a plantearse la conversión. “Si me hacía católico, no quería hacerlo por apariencia, sino porque realmente creía lo que la Iglesia cree”, le dijo al párroco.

León rezando el Ángelus.

Para evangelizar no se necesita mucha teoría o conceptos pastorales, se necesita rezar, dice León

Aunque todavía no se había convertido, aceptó que su familia creciese como tal, empezó a ir a misa con su mujer y sus hijos y entablar conversaciones con su entrenador de los Celtics, Joe Mazzulla, sobre la fe católica.

Este último, católico ferviente, mariano y devoto del rosario, le presentó a su vez al sacerdote Marcel Taillon, que guio a Hayward en sus últimos pasos hacia la Iglesia, poniéndole también en contacto con el arzobispo Timothy Broglio.

Confesión y gracia que eleva y transforma

De su recibimiento en la Iglesia recuerda especialmente su confesión, asombrado de “la bendición que es poder confesar los pecados y recibir el perdón de Jesús. Es mucho más que una simple y genérica petición de perdón. Elimina los pecados, nos da fuerza para ser más virtuosos y hace presente una sólida esperanza de vida eterna”.

Recuerda aquella primera confesión tras 34 años como “algo inigualable, una ligereza de cuerpo y alma, como si pudieras flotar directo al Cielo. El pecado nos oprime, pero la gracia nos eleva. De eso se trata la Iglesia Católica: de transformar nuestras almas para que seamos miembros dignos del cuerpo de Cristo”.

También la Eucaristía cobró para el exjugador de la NBA una importancia crucial al ser “la creencia central de la fe” que da sentido a todas las demás verdades, siendo para él “la razón por la que nos arrodillamos, por la que preparamos nuestras almas, por la que hemos construido magníficas iglesias a lo largo de los siglos y compuesto hermosos himnos como el Pange Lingua o por la que adoramos a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento”.

Sal Bando: «Recibir la Eucaristía una vez es mucho más que ganar tres Series Mundiales de béisbol»

El "fiat" de María que nunca podrá explicarse del todo

Para Hayward, una consecuencia directa de su admiración por la Eucaristía es el que también siente por la Virgen y su “fiat” que hizo posible la Encarnación, algo “profundamente hermoso y sorprendente que nunca podrá explicarse por completo”.

También su devoción mariana ocupa un lugar primordial en su vida como católico, reza el rosario y espera hacerlo pronto diariamente.

Al igual que las oraciones de la misa, expresa, “estoy empezando a rezarlo en su conjunto. Sé que los católicos experimentados consideran los Padrenuestros, Avemarías y Glorias como música de fondo o como banda sonora para su meditación sobre los misterios Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos, pero aún estoy reflexionando sobre el significado de cada una de ellas”, admite el jugador retirado, confiado en que adquirirá el hábito de oración diaria tras leer libros como La verdadera devoción a María de San Luis de Montfort o Las glorias de María de San Alfonso.

Stephen Curry.

Mi pasión por el deporte

Stephen Curry y unas zapatillas de baloncesto muy especiales

La misión: una familia seguidora de Cristo

Recientemente Hayward visitó Roma con motivo del Jubileo del Deporte, donde pudo asistir a una misa celebrada por el Papa León, a quien conoció en persona, y tomó conciencia de lo que implica la fe en su vida.

“Durante años he tenido un respeto por la Iglesia, pero ahora se ha vuelto más profundo. Quiero ser el mejor esposo y padre posible. Ahora tenemos cinco hijos -cuatro ya nacidos y uno por nacer-, así que mi trabajo es asegurarme de que se conviertan en los mejores seguidores de Cristo posibles”, concluye. 

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 11 de julio de 2025

Santo Evangelio 11 de Julio 2025



 Texto del Evangelio (Mt 10,16-23):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.

Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre».



«Seréis odiados de todos por causa de mi nombre»


P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat

(Montserrat, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio remarca las dificultades y las contradicciones que el cristiano habrá de sufrir por causa de Cristo y de su Evangelio, y como deberá resistir y perseverar hasta el final. Jesús nos prometió: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20); pero no ha prometido a los suyos un camino fácil, todo lo contrario, les dijo: «Seréis odiados de todos por causa de mi nombre» (Mt 10,22).

La Iglesia y el mundo son dos realidades de “difícil” convivencia. El mundo, que la Iglesia ha de convertir a Jesucristo, no es una realidad neutra, como si fuera cera virgen que sólo espera el sello que le dé forma. Esto habría sido así solamente si no hubiese habido una historia de pecado entre la creación del hombre y su redención. El mundo, como estructura apartada de Dios, obedece a otro señor, que el Evangelio de san Juan denomina como “el señor de este mundo”, el enemigo del alma, al cual el cristiano ha hecho juramento —en el día de su bautismo— de desobediencia, de plantarle cara, para pertenecer sólo al Señor y a la Madre Iglesia que le ha engendrado en Jesucristo.

Pero el bautizado continúa viviendo en este mundo y no en otro, no renuncia a la ciudadanía de este mundo ni le niega su honesta aportación para sostenerlo y para mejorarlo; los deberes de ciudadanía cívica son también deberes cristianos; pagar los impuestos es un deber de justicia para el cristiano. Jesús dijo que sus seguidores estamos en el mundo, pero no somos del mundo (cf. Jn 17,14-15). No pertenecemos al mundo incondicionalmente, sólo pertenecemos del todo a Jesucristo y a la Iglesia, verdadera patria espiritual, que está aquí en la tierra y que traspasa la barrera del espacio y del tiempo para desembarcarnos en la patria definitiva del cielo.

Esta doble ciudadanía choca indefectiblemente con las fuerzas del pecado y del dominio que mueven los mecanismos mundanos. Repasando la historia de la Iglesia, Newman decía que «la persecución es la marca de la Iglesia y quizá la más duradera de todas».