martes, 31 de julio de 2018

Santo Evangelio 31 de julio 2018


Día litúrgico: Martes XVII del tiempo ordinario

Santoral 31 de Julio: San Ignacio de Loyola, presbítero

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 

»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

«Explícanos la parábola de la cizaña del campo»



Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu 
(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, mediante la parábola de la cizaña y el trigo, la Iglesia nos invita a meditar acerca de la convivencia del bien y del mal. El bien y el mal dentro de nuestro corazón; el bien y el mal que vemos en los otros, el que vemos que hay en el mundo.

«Explícanos la parábola» (Mt 13,36), le piden a Jesús sus discípulos. Y nosotros, hoy, podemos hacer el propósito de tener más cuidado de nuestra oración personal, nuestro trato cotidiano con Dios. —Señor, le podemos decir, explícame por qué no avanzo suficientemente en mi vida interior. Explícame cómo puedo serte más fiel, cómo puedo buscarte en mi trabajo, o a través de esta circunstancia que no entiendo, o no quiero. Cómo puedo ser un apóstol cualificado. La oración es esto, pedirle “explicaciones” a Dios. ¿Cómo es mi oración? ¿Es sincera?, ¿es constante?, ¿es confiada?

Jesucristo nos invita a tener los ojos fijos en el Cielo, nuestra casa para siempre. Frecuentemente vivimos enloquecidos por la prisa, y casi nunca nos detenemos a pensar que un día —lejano o no, no lo sabemos— deberemos dar cuenta a Dios de nuestra vida, de cómo hemos hecho fructificar las cualidades que nos ha dado. Y nos dice el Señor que al final de los tiempos habrá una tría. El Cielo nos lo hemos de ganar en la tierra, en el día a día, sin esperar situaciones que quizá nunca llegarán. Hemos de vivir heroicamente lo que es ordinario, lo que aparentemente no tiene ninguna trascendencia. ¡Vivir pensando en la eternidad y ayudar a los otros a pensar en ello!: paradójicamente, «se esfuerza para no morir el hombre que ha de morir; y no se esfuerza para no pecar el hombre que ha de vivir eternamente» (San Julián de Toledo).

Recogeremos lo que hayamos sembrado. Hay que luchar por dar hoy el 100%. Y que cuando Dios nos llame a su presencia le podamos presentar las manos llenas: de actos de fe, de esperanza, de amor. Que se concretan en cosas muy pequeñas y en pequeños vencimientos que, vividos diariamente, nos hacen más cristianos, más santos, más humanos.

iEl contexto del Caso Galileo: el «derrumbamiento de un orden milenario»... y no era el de la Iglesia

Cyril Cusack en «Galileo» (1968), dirigida por Liliana Cavani. En el centro de la nueva visión del universo ya no iba a estar la Tierra, sino el Sol.

El aristotelismo era un modelo sólido, explica el astrofísico Marco Bersanell

iEl contexto del Caso Galileo: el «derrumbamiento de un orden milenario»... y no era el de la Iglesia

Cyril Cusack en «Galileo» (1968), dirigida por Liliana Cavani. En el centro de la nueva visión del universo ya no iba a estar la Tierra, sino el Sol.

Es el 12 de abril de 1615. Paolo Antonio Foscarini, sacerdote y científico, está teniendo problemas con el Santo Oficio por sostener la compatibilidad entre el sistema copernicano y la Biblia.

Recibe ese día una carta del cardenal Roberto Belarmino, inquisidor a la sazón, quien le expresa sus inquietudes: “Si hubiese una verdadera demostración de que el sol está en el centro del mundo y la tierra en el tercer cielo, de que el sol no rodea a la tierra sino la tierra al sol, entonces sería necesario andar con mucho cuidado al explicar las Escrituras, que parecen contrarias. Habría que decir que no las entendemos, más que decir que sea falso lo que está demostrado. Mas yo no creeré que exista tal demostración, mientras no me la muestren”. 


San Roberto Belarmino (1542-1621) no llegó a ver la condena de Galileo. Fue beatificado, canonizado y declarado Doctor de la Iglesia por Pío XI.

Este párrafo de San Roberto Belarmino expresa a la perfección la doctrina de la Iglesia sobre la unidad de la verdad: entre una verdad de fe y una verdad científica nunca ha habido ni podrá haber contradicción. Si la hay, una de las dos pretendidas verdades no es tal. Aquí no había una verdad de fe concernida, sino un problema de interpretación de las Sagradas Escrituras no sobre un punto teológico, sino sobre una cuestión física. El cardenal se muestra dispuesto a ponerla entre paréntesis en cuanto aquello que se presentaba como hipótesis científica, en pugna con las verdades -también científicas- comúnmente aceptadas, recibiese una comprobación palmaria.

Y eso tardó en llegar. Cuando el santo inquisidor escribe a Foscarini, han pasado seis años desde que Johannes Kepler publicara su Astronomia Nova (1609) y Galileo Galilei descubriese primero los montes lunares mediante la sombra del Sol, y después las lunas de Júpiter, deshaciendo así las objeciones más potentes al sistema que Nicolás Copérnico, un clérigo, había publicado en De revolutionibus orbium (1543). Por cierto que, si bien Copérnico “sabía que sus ideas también serían comprometidas por sus implicaciones teológicas... no se sentía especialmente intimidado en ese sentido, ya que justamente exponentes del mundo eclesiástico le habían apoyado y animado en su trabajo”, entre ellos el cardenal Nikolaus von Schönberg, quien “le animó muchas veces a completar y divulgar su obra”.


De izquierda a derecha, Nicolás Copérnico (1473-1543), Galileo Galilei (1564-1642) y Johannes Kepler (1571-1630).

El caso es que ni Copérnico ni Kepler ni Galileo habían conseguido demostrar la hipótesis heliocéntrica. En rigor, y aunque el modelo de Kepler se ajustaba tanto a las observaciones que las "pegas" se fueron esfumando, la demostración que pedía Belarmino no llegó hasta que Isaac Newton formuló la teoría de la gravitación universal en 1687. O, incluso, hasta que, en 1838, Friedrich Bessel pudo medir con éxito y precisión la paralaje estelar, un sueño perseguido y nunca logrado por varias generaciones de astrónomos, aunque para entonces ya nadie dudaba del fenómeno.

Galileo fue condenado en 1633. Un error que la Iglesia empezó a pagar caro en cuanto los filósofos de la Ilustración anticatólica repararon en su potencial propagandístico. Hoy sigue contaminando la mentalidad corriente con la idea de que la Iglesia ha perseguido la ciencia porque teme que acabe con la religión.

El desmoronamiento de una visión del Universo

Un reciente libro evidencia que no es así, aunque no sea ése su objeto. El gran espectáculo del cielo, de Marco Bersanelli (Encuentro), presenta ocho visiones del Universo desde la Antigüedad a nuestros días, en un extraordinario trabajo de divulgación. 


Bersanelli ha trabajado en varias universidades norteamericanas y participó en dos expediciones científicas a la Antártida para captar la radiación cósmica de fondo, ese espectro de microondas procedente de los límites del universo en expansión en cuyo estudio se ha especializado. En 2009 fue uno de los responsables del lanzamiento de la Misión Espacial Planck, sofisticado satélite de la Agencia Espacial Europea diseñado para penetrar en los grandes misterios del Big Bang.


Marco Bersanelli (izquierda) y George Smoot (derecha), en el lanzamiento de la Misión Planck desde la Guayana Francesa. Foto: Berkeley Lab.

En vez de asumir cómodamente lo que hoy sabemos y con ello ir analizando el pasado, el autor de El gran espectáculo del cielo le sitúa en la piel de las personas que, a lo largo de cada periodo histórico, elevaron sus ojos al cielo. Veían lo mismo que vemos nosotros y tantearon unas explicaciones que concordasen con aquello que veían. Bersanelli nos hace así recorrer el doble camino que sigue el conocimiento científico: la formulación de un modelo y su verificación con los datos empíricos. 

La resistencia al heliocentrismo

De esta forma, cuando llegamos al momento de examinar la aportación de Galileo, estamos en disposición de situarnos también en la piel del sabio pisano y de sus contemporáneos, y de entender cómo reaccionaron. Este libro no trata sobre el Caso Galileo. Dedica solo media página a describir el hecho en sí de su condena y de su revocación en 1820, con el Imprimatur a sus obras completas. Sin embargo, si queremos pensar el Caso Galileo a la luz de lo que Bersanelli nos ha ido relatando, lo veremos con unos matices que desmienten completamente la leyenda negra anticatólica.

Primero. La visión del universo que tenían los hombres de Iglesia entre mediados del siglo XVI y mediados del siglo XVII (el arco que va de Copérnico a Galileo) no era específicamente cristiana, ni siquiera específicamente bíblica, sino griega. Provenía del triunfo del modelo de Aristóteles (completado siglos después por Ptolomeo) sobre el modelo pitagórico de Filolao y Aristarco.

"La posición central de la Tierra y su absoluta inmovilidad estaban sostenidas por los filósofos más influyentes. Se había afirmado una visión del mundo alternativa a la pitagórica, destinada a dominar la imagen del cosmos durante los siglos siguientes: la de la escuela de Aristóteles”, explica Bersanelli. De las antiguas intuiciones de los pitagóricos solo sobrevivió la creencia en que el único movimiento posible para los cuerpos es el circular y uniforme: "Con este principio el sistema ptolemaico atravesaría toda la Edad Media, siendo el modelo cosmológico estándar hasta el umbral del siglo XVII”.


El Universo de Ptolomeo (c. 100- c. 170). Aunque incluía algunos prejuicios, no respondía a criterios apriorísticos, sino a la observación, y explicaba bastante satisfactoriamente los datos empíricos... hasta que dejó de hacerlo.

Podríamos preguntarnos por qué nadie retomó durante siglos el camino de los pitagóricos. La causa fue el "desinterés casi embarazoso por las ciencias naturales" del Imperio romano, unido al desconocimiento generalizado de la lengua griega en el mundo latino. En ese contexto de ausencia de una imagen del universo a la que se prestase la atención debida, la cultura cristiana emergente reintrodujo "elementos arcaicos recogidos de una interpretación semiliteral de los textos bíblicos”.

Sin embargo, cuando a partir del siglo XI empezaron a traducirse al latín los autores griegos (que sí habían conservado árabes y hebreos), “la Edad Media cristiana acogió con entusiasmo la ciencia griega y adoptó la visión ptolemaica del universo como modelo de referencia”.

Segundo. El auténtico quebradero de cabeza de los astrónomos desde la Antigüedad era encajar el movimiento de los planetas. Pues bien: el modelo planteado por Ptolomeo en su Almagesto, principal víctima de la revolución copernicana, resolvía los principales problemas que planteaba ese movimiento “con una precisión muy superior a la requerida para cualquier objetivo práctico, desde el agrícola hasta la navegación, desde el calendario hasta la astrología”.

Existe la tendencia de pensar que la imagen antigua del Universo es un mero constructo filosófico o teológico. Nada más lejos de la realidad, y en ese sentido los primeros capítulos de El gran espectáculo del cielo exponen muy bien cómo se fue ajustando ese modelo a las mediciones astronómicas. El modelo ptolemaico “seguía concordando con las observaciones” más de mil años después de formularse.

Tercero. La propaganda anticatólica, al explicar el conflicto entre geocentrismo y heliocentrismo, atribuye a la Iglesia una reticencia a que la Tierra abandonase su lugar central, porque ello implicaría degradarla. A Bersanelli le sorprende que “casi todos los libros de texto y de divulgación científica, e incluso científicos de un valor irrefutable”, repitan una idea que es exactamente contraria a la realidad de la cosmovisión medieval: “Según la física aristotélica, los cuerpos pesados caen porque tienen a su lugar natural, que en este caso es el fondo del universo“, de modo que no es que la Tierra tuviese, por ser central, una “posición privilegiada”, sino que “estaba colocada en el peor sitio del universo”.

“En la concepción medieval”, añade, “el punto medio del universo era el lugar más bajo y mezquino de toda la creación. Al quitar la Tierra del centro y hacerla correr por el cielo, Copérnico la estaba elevando a un rango de nobleza mayor. Nuestro planeta pasaba de ser como un desprendimiento que ha caído al fondo del valle cósmico a ascender a las altas cumbres del cielo”. De hecho, no solo Copérnico, sino también Galileo y Kepler destacaban “el sentido de elevación, no de degradación, que traía la nueva concepción”, al alzar la Tierra a la condición de cuerpo celeste.

Cuarto. No solo los genios de la revolución copernicana sabían que su modelo no estaba demostrado (aunque se adecuaba a los resultados experimentales que cuestionaban el modelo ptolemaico), sino que ellos mismos tenían sus dudas. No en vano, explica Bersanelli, "el escenario heliocéntrico chocaba con una física muy consolidada, que se enseñaba en las universidades más prestigiosas”. El mismo Copérnico “estaba convencido de la validez de las doctrinas aristotélicas”, por lo que se sentía inseguro en sus proposiciones, “un malestar que no le abandonaría en toda su vida”.

También Tycho Brahe, cuyos descubrimientos de estrellas y cometas cuestionaban la inmutabilidad del cielo y con ello la doctrina aristotélica, y que admiraba el sistema de Copérnico por su solidez matemática, “como casi todas las personas de aquel tiempo no conseguía creer, ver y concebir que la Tierra estuviera en movimiento”. Había intentado infructuosamente medir la paralaje. Y por eso rechazó el heliocentrismo, buscando un camino intermedio entre el geocentrismo y el sistema copernicano.

Por su parte, Galileo recibió con escepticismo la Astronomia Nova de Kepler y desdeñó su sugerencia de que las órbitas fuesen elípticas y no circulares, como propugnaba el sistema ptolemaico.

Quinto. La reacción contra la revolución copernicana, que encuentra en la condena de Galileo su momento más significativo, no nace de miembros de la Iglesia en cuanto tales, sino en su papel de partícipes activos (en la investigación y en la enseñanza) de una concepción del Universo que se estaba viniendo abajo. Las objeciones venían así tanto de los filósofos aristotélicos -católicos o no, pues en el ámbito protestante la reacción no faltó-, “que veían que su reputación académica se ponía en riesgo”, como de “algunas autoridades eclesiásticas que apelaban a algunos de los pasajes de las Escrituras que, interpretados de forma literal, parecían indicar la movilidad de la Tierra”.

Pero “no eran más que pretextos”, explica Bersanelli: “El verdadero problema, tanto para unos como para otros, era el derrumbamiento de un orden milenario, de un imaginario cósmico consolidado, apoyado plenamente por la ciencia oficial, incorporado desde hacía siglos a la visión religiosa y filosófica de toda una época y profundamente enraizado en la mentalidad común”. 

Y, sin embargo, durante décadas el debate permaneció abierto.

Esa reacción universitaria y eclesiástica no era generalizada, y otros profesores y otros eclesiásticos apoyaron a Copérnico primero y a Galileo después.


Incluso el arte más vinculado al Papa iba asumiendo los nuevos hallazgos sin mayor problema. En 1610, Ludovico Cardi, El Cigoli, pintó en Santa María la Mayor una Asunción a cuyos pies se ve claramente una luna rocosa, de superficie irregular, que respondía exactamente a la descripción de su amigo Galileo, quien, frente a la idea de una superficie lunar "lisa y pulida", pudo detectar sus rugosidades interpretándolas como sombras causadas por el Sol. Si una de las cuatro basílicas mayores de Roma asumía sin problema una de las imágenes características del nuevo paradigma geocéntrico, ¿qué podía temer de la Iglesia esa hipótesis?

Y, sin embargo, la Iglesia se equivocó. Eso es indudable. El 22 de junio de 1633, Galileo fue condenado por sostener “la falsa opinión de que el sol está en el centro del mundo y que no se mueve y de que la tierra no esté en el centro del mundo y que se mueva”, porque “dicha doctrina es contraria a la Sagrada Escritura”.

Los detalles del proceso no se abordan en El gran espectáculo del cielo. Tampoco hace falta. En este punto, como en todo el panorama histórico que traza Bersanelli desde el hombre prehistórico hasta las ultimísimas discusiones sobre la materia oscura que estamos empezando a conocer, lo que sí consigue el lector es un perfecto cuadro de lo que los hombres de las edades respectivas veían e interpretaban. En esa perspectiva, el error cometido al condenar a Galileo es claro, pero no significa absolutamente nada respecto a la actitud de la Iglesia ante la ciencia.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 30 de julio de 2018

Santo Evangelio 30 de julio 2018



Día litúrgico: Lunes XVII del tiempo ordinario

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Mt 13,31-35): En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.

«Nada les hablaba sin parábolas»

Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca 
(Valldoreix, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace, tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada hasta la que tenía menos luces.

«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí, la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.

Esta gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos, por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere hacer llegar a los humildes y sencillos.

Ojalá que cuando nos busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy agradecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San Agustín).

¿Cómo sobrevive una madre los primeros años de sus hijos en casa y sin ayuda?: 10 consejos prácticos


Se puede sobrevivir y ser totalmente feliz, pero hay que cambiar de mentalidad

¿Cómo sobrevive una madre los primeros años de sus hijos en casa y sin ayuda?: 10 consejos prácticos


Cuando trabajaba en una oficina tenía una niñera que cuidaba a mis dos hijos prácticamente todo el día. Yo llegaba en la noche. Si no era demasiado tarde alcanzaba a bañarlos y a acostarlos. La mayoría de veces simplemente los acostaba. Me perdí los primeros pasos y las primeras palabras de mi hija mayor, señala con tristeza Silvana Ramos en Catholic Link.

Las cosas cambiaron cuando decidimos que me quedaría en casa cuidando a los chicos. ¡Estaba tan ilusionada con la idea! ¡Por fin todo el día con mis bebés! Todo iba a ser maravilloso.

Por supuesto me leí algún libro con consejos para organizar la casa con niños pequeños, y compré algunos utensilios para tener todo “en orden”. Soy una persona organizada y me encantan los planes y los horarios (o al menos así era). Luego de terminar los trámites de la renuncia, llegó el tan ansiado día. Ya el levantarme y no tener quién viera a mis niños para darme un baño cambió cualquier idea que tenía sobre lo maravilloso que iba a ser quedarme en casa. Como podrán imaginarse ese fue un día bastante largo. Llegué a las 7 de la noche a duras penas y por supuesto sin bañarme. Los días continuaron y la cosa no se hizo más fácil, ni mis horarios ni mis planes funcionaban, y como si fuera poco, las discusiones con mi esposo aumentaban. Empecé a notar la pasta de dientes salpicada en el espejo, la tapa del baño sin bajar, el plato de comida en la mesa de noche. Me convertí en “la bruja” y lo peor de todo era que sabía que me estaba convirtiendo en esa mujer que siempre dije que no iba a ser. Por mi cabeza solo pasaban preguntas sin respuesta: ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo una madre sobrevive los primeros años de sus hijos en casa y sin ayuda? ¿Cómo es posible cuidar niños y a la vez cuidar tu matrimonio? En fin.

No voy a dar una fórmula exacta de lo que se tiene que hacer, ni mucho menos. Bien sabemos lo difícil que es la vida familiar. Simplemente quiero compartir lo que he aprendido en medio de algunas situaciones que antes me parecían caóticas y que hoy atesoro. Espero les sirva.

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1. Los juguetes en el piso, en el baño y hasta debajo de la almohada significan vida

Cuando eres mamá, el perfeccionismo y la preocupación desmedida por el orden no te llevan a ninguna parte. Es más, te hace perder tiempo y te hacen perder amor. Los juguetes en el piso (en el sillón y hasta debajo de tu almohada) me hablan de vida, son el rastro de mis pequeños niños, de sus risas, de sus llantos, de lo que han descubierto, y de lo que han aprendido. Es cierto que la estructura y las rutinas son importantes para los niños, les dan seguridad, pero, si no cumples los horarios al pie de la letra, un día o dos, no pasa nada. Si un par de juguetes quedan en el suelo no pasa nada. Entendí que es mejor estar con ellos enseñándoles y dándoles ternura, que enfocada en los horarios y en que mi casa parezca sacada de una revista. Ellos son un regalo, ¡hay que disfrutar y celebrar el regalo! Vengo intentando aprender a mirarlos con los ojos de Dios. Me imagino cómo Dios cuida de mí, con qué ternura y paciencia me forma, y perdona una y otra vez mis errores.

pataleta

2. Las pataletas se han convertido en la alarma que me recuerda que soy yo la responsable de sus vidas

El llanto de una pataleta puede ser realmente desesperante. Muchas veces lo he pensado (y algunas veces lo he hecho) en tirarme al piso y llorar a gritos junto a mis hijos. Las ideas se me acaban, los argumentos no existen, no hay consuelo en esta tierra que pueda calmarlos… provoca hacer todo lo que ellos quieran para que no lloren de esa manera. He aprendido que la decisión que tome en ese momento no debe reflejar mi deseo de paz y silencio sino de lo que es mejor para ellos. Soy yo la que los está formando, soy su madre y por más desesperada y agotada que esté mi labor no ha acabado y tampoco puede ponerse en pausa, continúa todo el día. Así que de tripas corazón y a acompañar esa pataleta con paciencia y amor. He visto que poco a poco van menguando.

nino

3. Su mal humor, la mayoría de las veces, es reflejo del mío

Llena de enfado alguna vez le he increpado a alguno de mis hijos: “¿Y ahora qué te molesta?”. Y de pronto veo la expresión de mi rostro reflejada con exactitud en el rostro de mi hija. Los sentimientos de mis hijos muchas veces hablan de los míos. Si están todo el día conmigo, aprenden de mí. El cómo me respondan o cómo reaccionan a muchas situaciones es reflejo lo que han aprendido. Mirarlos en esta edad es como mirarse a uno mismo. A través de ellos puedo conocerme, o por lo menos preguntarme qué es lo que me pasa.

paciencia

4. Todo lo hacen lento… y la paciencia ha sido la virtud que ha salido a mi rescate

Nunca he sido muy paciente, hoy reconozco que la paciencia es una virtud que en los padres debe estar a la mano todo el tiempo. En el mundo de hoy todo es rápido, todo sucede en minutos y muchas veces he querido llevar mi hogar a la velocidad que llevaba mi oficina. Mis pequeños están recién aprendiendo, cómo podría apurar la velocidad a la que lo hacen. Por fin entiendo que necesitan tiempo para abotonar un botón, para subir la escalera, para agarrar su botella de agua, lo que yo puedo hacer en un segundo es para ellos todo un logro. Reconocerlo y empezar a ejercitar la paciencia ha sido mi salvación. Mientras observo cómo lo hacen, he aprendido a ocuparme de algo más o de sentarme simplemente a ver, es casi un descanso. La paciencia me va dando esa tranquilidad de observar y esperar que las cosas sucedan con calma.

caos

5. La pasta de dientes en el espejo y la tapa del baño arriba, me recuerdan que vivo enamorada de alguien. El desorden se soluciona, la soledad no

En tono de broma me han preguntado: “¿Contra quién estás casada?”. Parece que lo usual es ver al esposo como el contrincante. La verdad es que mi esposo es el príncipe encantado que llega a salvar a la damisela. Cuántas veces he estado al borde del ataque de nervios y he sentido la llave en la puerta: “¡Ya llegueee!”. Los niños inmediatamente corren a abrazarlo y yo me puedo desplomar en el sitio por lo menos unos minutos. Un abrazo y un “ya estoy aquí” hace toda la diferencia. ¡Por fin puedo hablar con otro adulto! Y hasta una pila de platos sin lavar puede desatar la noche más romántica que haya tenido en meses. La pasta de dientes salpicada en el espejo se soluciona, la soledad no. Conversar, entender que somos un equipo, que amamos, que los hijos son nuestros y ayudarnos. Es en este punto en que la gracia de Dios recibida en el matrimonio se manifiesta: ¡cuántas discusiones!, ¡cuántos reclamos hemos podido sobrellevar, entender y solucionar! Creo que por nuestros propios medios nunca hubiéramos podido. Entender que somos un matrimonio unido para toda la vida porque nos amamos, hace toda la diferencia.


 cara

6. La cara lavada y el pelo atado es mi nuevo estilo

Mis tacos y vestidos de fiesta no son muy útiles a la hora de tirarse al piso a jugar. Casi siempre estoy con la cara lavada y con el pelo atado en una cola. Cuántas mañanas me he visto al espejo y casi no reconozco a la que está ahí. De pronto una vocecita me dice: “¡Mami eres la más linda del mundo!”. Mi cara se ilumina y descubro que la alegría es el mejor salón de belleza que puedes encontrar. No sé qué tan de acuerdo mi esposo esté, pero aún no he recibido quejas… ¡es momento de criar!

maternidad

7. La soledad de la maternidad es un lugar bello y seguro para estar

Con muy buena intención me han aconsejado tomar un tiempo para mí, para salir con amigas y distraerme, ¡suena maravilloso! Con tres niños pequeños es casi imposible. Muchas personas pueden decir que la maternidad trae soledad, y es cierto. Pero esa soledad no es tan mala. He empezado a tener tiempo para pensar en quién soy y qué quiero, descubrir talentos ocultos. Me he dado cuenta de que soy capaz de hacer más cosas de las que jamás imaginé que podía hacer. Ni en el más loco de mis sueños me imaginé siendo madre, y mucho menos imaginé todo lo que esto significaba. ¡Estoy segura de que si hubiera puesto el mismo empeño y esfuerzo que pongo en la maternidad en mi carrera, en este minuto sería el CEO de una compañía!

mirada

8. Las miradas de mis hijos luego de una travesura me van contando quiénes son

Desde mi primer embarazo me preguntaba cómo serían mis hijos. Sus travesuras me han sacado casi todas las canas que tengo y han colmado la poca paciencia que tenía, sin embargo, cuando todo pasa y en la noche repaso el día, esas travesuras, esas miradas de complicidad entre ellos me va contando quiénes son, qué les gusta, cuáles son sus inclinaciones, cuáles sus debilidades. Son pequeños, es verdad, pero hay tantas cosas que ya se ven con claridad, es un mundo que poco a poco voy descubriendo a la vez que los voy formando.

leer


9. Leer, leer y leer tiene sentido. Formarse para ser mamá no es una locura

El poco tiempo libre que tengo lo ocupo leyendo y no es solo porque me gusta leer, sino porque me apasiona esta tarea de ser mamá, de ser esposa, de formar una familia. Mi abuela me decía que estas cosas se aprendían sobre la marcha y puede que haya tenido razón, en algún sentido es así, pero en mi experiencia el saber las características de las edades y del desarrollo en los niños y de la misma convivencia matrimonial me traen calma, es como si tuviera mayor libertad para poder decidir y discernir mi actuar en el día a día.

 dios

10. Dios está más cerca de lo que crees, habla con Él

Dios es amor y la familia es el lugar donde el amor debe reinar. ¿Cómo puede reinar el amor si el hombre se empeña en vivir ajeno a Dios? La gracia que recibimos en el sacramento del matrimonio es esa ayuda vital para enfrentar la vida familiar con fortaleza, paciencia y alegría. Cultivar la oración significa aprender a hablar un mismo idioma. Mis hijos saben cuándo estoy agotada y alguna vez los he escuchado decir: “Dile a la Virgencita que te ayude mami”. Ellos lo creen y verdaderamente es así, María sale a mi encuentro y me enseña y me forma todos los días, a través del amor a mis hijos y la entrega a mi familia empiezo a conocer el corazón de Su Hijo.

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 29 de julio de 2018

Santo Evangelio 29 de julio 2018


Día litúrgico: Domingo XVII (B) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Jn 6,1-15): En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». 

Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 

Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.

«Mucha gente le seguía»

Rev. D. Pere CALMELL i Turet 
(Barcelona, España)

Hoy, podemos contemplar cómo se forja en nuestro interior tanto el amor humano como el amor sobrenatural, ya que tenemos un mismo corazón para amar a Dios y a los otros.

Generalmente, el amor va abriéndose paso en el corazón humano cuando se descubre el atractivo del otro: su simpatía, su bondad. Es el caso del «muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces» (Jn 6,9). Da a Jesús todo lo que lleva, los panes y los peces, porque se ha dejado conquistar por el atractivo de Jesús. ¿He descubierto el atractivo del Señor?

A continuación, el enamoramiento, fruto de sentirse correspondido. Dice que «mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos» (Jn 6,2). Jesús les escuchaba, les hacía caso, porque sabía lo que necesitaban.

Jesucristo siente un poderoso atractivo por mí y quiere mi realización humana y sobrenatural. Me ama tal como soy, con mis miserias, porque pido perdón y, con su ayuda, sigo esforzándome.

«Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo» (Jn 6,15). Les dirá al día siguiente: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Escribe san Agustín: «¡Cuántos hay que buscan a Jesús, guiados solamente por intereses temporales! (...) Apenas se busca a Jesús por Jesús».

La plenitud del amor es el amor de donación; cuando se busca el bien del amado, sin esperar nada a cambio, aunque sea al precio del sacrificio personal.

Hoy, yo le puedo decir: «Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre a tu lado, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos» (San Josemaría).

No era católico pero desde niño la Virgen siempre aparecía en su vida: convertido, hoy es sacerdote


John Nahrgang provenía de una familia metodista en EEUU

No era católico pero desde niño la Virgen siempre aparecía en su vida: convertido, hoy es sacerdote

John Nahrgang fue ordenado sacerdote el pasado 16 de junio en la Diócesis de Phoenix

John Nahrgang fue ordenado sacerdote el pasado 16 de junio en la Diócesis de Phoenix

Hay conversiones y vocaciones a las que la Virgen no sólo ha acompañado sino que ha sido parte central en este proceso. Es el caso, por ejemplo, de John Nahrgang, que primero se convirtió al catolicismo y luego se ordenó sacerdote el pasado 16 de junio gracias al “susurro constante” de María.

Según recoge The Catholic Sun, diario de la Diócesis de Phoenix, a Nahrgang la llamada al sacerdocio no le vino de una educación católica previa puesto que no pertenecía a la Iglesia.

Su primer encuentro con el catolicismo

Formado en la Iglesia Metodista, su primer encuentro con el catolicismo ocurrió a la edad de 10 años cuando fue a Misa con la familia de su amigo.

Cuando visitó la Universidad de Notre Dame en un viaje de regreso a Florida, vio la estatua dorada de la Virgen en lo alto del edificio principal. Se dio cuenta entonces que quería estudiar en este centro.


Su encuentro con la Virgen de Guadalupe

Mientras estaba en la universidad, donde estudio Finanzas y Español, curso un semestre en el extranjero en la ciudad mexicana de Monterrey, donde le hablaron de Nuestra Señora de Guadalupe y comenzó a investigar sobre ella.

Cuestionado por esta figura de la Virgen, decidió hacer una peregrinación al santuario en la ciudad de México y comenzó a rezar el Rosario. “Ella me capturó”, afirmó, que considera que su amor a la Iglesia “creció a partir de ahí”.

Más adelante decidió hacer un voluntariado durante medio año con las Misioneras de Caridad de la Madre Teresa en Chile, pese a que todavía seguía sin ser católico. Sin embargo, cada vez se sentía más atraído por el catolicismo.

Su bautizo y vocación

De vuelta a casa en Minnesota, después de graduarse de Notre Dame en 2005, ingresó en el programa de catecumenado de adultos RICA y, un año más tarde fue aceptado dentro de la Iglesia Católica en la Basílica de Santa María en Minneapolis, Minnesota. También aquí estaba presente la figura de la Virgen María.

Nahrgang comenzó a ir a la Adoración Eucarística y aproximadamente un año y medio después, aunque vivía un mal momento en su vida logró remontarlo gracias a rezar los diferentes misterios del Rosario.

Mientras discernía su vocación, visitó a un sacerdote y fue en este momento donde se dio cuenta de que había encontrado su vocación. Debido a su gran devoción a María, se unió a los Marianos de la Inmaculada Concepción en 2009.


El acompañamiento de la Virgen

“Dios me formó maravillosamente con ellos”, dijo el padre Nahrgang. Después de tres años con los Padres Marianos, a través de la guía de su consejero espiritual, eligió seguir el sacerdocio diocesano.

Se unió a la Diócesis de Phoenix en 2013 y fue “adoptado” por la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Glendale, luego ingresó al Colegio Pontificio Josephinum en Columbus, Ohio.

El padre Nahrgang sirve en la Catedral de los santos Simón y Judas, y está involucrado en el ministerio hispano. Aunque sus padres no son católicos, lo han apoyado en cada paso de su viaje, pero recordó que durante su tiempo en el seminario, se relacionó con muchos compañeros cuyos padres no los alentaron a ingresar al sacerdocio, a pesar de ser Católicos.

“Si ves a un joven que podría ser sacerdote, por favor díselo, porque solo Dios sabe”, dijo el padre Nahrgang. “Eso podría ser el Espíritu Santo”.

Publicado originariamente en Cari Filii News

Fuente; Religión en Libertad

sábado, 28 de julio de 2018

Santo Evangelio 28 de julio 2018


Día litúrgico: Sábado XVI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,24-30): En aquel tiempo, Jesús propuso a las gentes otra parábola, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’. Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero’».


«Dejad que ambos crezcan juntos»

Rev. D. Manuel SÁNCHEZ Sánchez 
(Sevilla, España)

Hoy consideramos una parábola que es ocasión para referirse a la vida de la comunidad en la que se mezclan, continuamente, el bien y el mal, el Evangelio y el pecado. La actitud lógica sería acabar con esta situación, tal como lo pretenden los criados: «¿Quieres que vayamos a recogerla?» (Mt 13,28). Pero la paciencia de Dios es infinita, espera hasta el último momento —como un padre bueno— la posibilidad del cambio: «Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega» (Mt 13,30). 

Una realidad ambigua y mediocre, pero en ella crece el Reino. Se trata de sentirnos llamados a descubrir las señales del Reino de Dios para potenciarlo. Y, por otro lado, no favorecer nada que ayude a contentarnos en la mediocridad. No obstante, el hecho de vivir en una mezcla de bien y mal no debe impedir el avanzar en nuestra vida espiritual; lo contrario sería convertir nuestro trigo en cizaña. «Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?» (Mt 13,27). Es imposible crecer de otro modo, ni podemos buscar el Reino en ningún otro lugar que en esta sociedad en la que estamos. Nuestra tarea será hacer que nazca el Reino de Dios.

El Evangelio nos llama a no dar crédito a los “puros”, a superar los aspectos de puritanismo y de intolerancia que puedan haber en la comunidad cristiana. Fácilmente se dan actitudes de este tipo en todos los colectivos, por sanos que intenten ser. Encarados a un ideal, todos tenemos la tentación de pensar que unos ya lo hemos alcanzado, y que otros están lejos. Jesús constata que todos estamos en camino, absolutamente todos.

Vigilemos para no dejar que el maligno se cuele en nuestras vidas, cosa que ocurre cuando nos acomodamos al mundo. Decía santa Ángela de la Cruz que «no hay que dar oído a las voces del mundo, de que en todas partes se hace esto o aquello; nosotras siempre lo mismo, sin inventar variaciones, y siguiendo la manera de hacer las cosas, que son un tesoro escondido; son las que nos abrirán las puertas del cielo». Que la Santísima Virgen María nos conceda acomodarnos sólo al amor.

«Ser exorcista significa ejercer un ministerio de misericordia, no somos una especie de magos»

César Truqui es uno de los cuatro exorcistas de la diócesis suiza de Chur

César Truqui, uno de los cuatro exorcistas de la diócesis de Chur, explica su misión

«Ser exorcista significa ejercer un ministerio de misericordia, no somos una especie de magos»

César Truqui es uno de los cuatro exorcistas de la diócesis suiza de Chur

César Truqui es uno de los cuatro exorcistas que hay en la diócesis suiza de Chur, que tiene casi 2 millones de habitantes, de los que 700.000 son católicos, algo más de un tercio de la población total. Es además un sacerdote muy activo y participa en los distintos cursos y conferencias sobre la influencia del demonio y sobre los exorcismos.

Él afirma ser muy feliz con su vocación, y con este ministerio, e intenta alejar la imagen que el cine y la cultura popular muestra acerca del exorcista. En una entrevista en el semanario Credere habla con naturalidad de su servicio afirmando que “ser exorcista significa ejercer un ministerio de misericordia. Es otra forma de acercarse a las personas que sufren, ya que estamos llamados a ejercer como sacerdotes en las muchas situaciones en las que se manifiesta la fragilidad humana”.

"No veo al diablo en todas partes"

El padre Truqui es discípulo del padre Amorth, que le presentó este ministerio cuando estudiaba en Roma en la Universidad Regina Apostolorum. Y siguiendo desmontando algunas creencias populares confiesa que “no veo al diablo en todas partes. Creo en su existencia, pero no abarca todo, ni siquiera en la vida de un exorcista”.

“La gente piensa que somos una especie de magos con poder para liberarlos al instante de los males que les aquejan, pero no es así, nunca es así”, agrega.

Este sacerdote de origen mexicano está destinado en Samedan, un pueblo cercano a la conocida localidad turística de Saint Moritz, donde está a cargo de la misión italiana, que está conformada por unos 3.000 italianos y 2.000 portugueses.

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“Me pareció importante aceptar el desafío de vivir y proclamar el Evangelio en un contexto en el que la secularización está más avanzada que en otros países europeos. En este país donde el nivel de vida es muy alto las personas tienen sed de hablar de Dios, incluso en contextos donde menos lo esperas”, explica el religioso.

Así es su labor como exorcista en Chur

Por tanto, la de exorcista es sólo una parte de la misión que ejerce en Suiza. Las personas de habla italiana llegan o son enviadas a su despacho por la diócesis en busca de ayuda contra el Maligno. Al ser muy extensa y también heterogénea, en esta diócesis hay cuatro exorcistas.

Según explica, por lo general su labor de exorcista se concentra durante los fines de semana pues son los días en la que los pacientes, afectados o los familiares que los acompañan tienen la disponibilidad necesaria al no ser días laborables.

Recibe una media de un caso a la semana

Durante los últimos cinco años, el padre Truqui ha recibido un promedio de un caso semanal, aunque asegura que rara vez se ha encontrado con una verdadera influencia maligna y que nunca se ha enfrentado a un caso genuino de posesión. “Incluso el padre Amorth –afirma este sacerdote- que realizó miles de exorcismos se enfrentó a muy pocos casos que cumplían los criterios para el reconocimiento de la posesión tal y como la define la Iglesia Católica”.

En base a su experiencia, este exorcista asegura que hay “gente que prefiere pensar que está bajo la acción del diablo en vez de mirar en su propio corazón y asumir la responsabilidad de lo que está mal en su vida”.

Cuenta ejemplos como padres que acuden a él porque sus hijos adolescentes se rebelaban contra las reglas familiares, tal y como ocurre habitualmente en esta edad. O como acuden también mujeres jóvenes que no consiguen tener una relación estable y que acaban acudiendo adivinos, brujos o al tarot abriendo así una ventana real al diablo, que no duda en aprovecharse a través de las debilidades humanas.

Un ministerio "particularmente delicado"

A continuación buscan  a un exorcista como “un mago bueno” que los libera de este “mal”. Por ello, cree que todavía hoy hay mucha confusión con el ministerio del exorcista, que es “particularmente delicado”.

A tenor de estos años en los que lleva ejerciendo este ministerio, “algunas veces la gente sólo necesita hablar sobre sus problemas y dudas, y después de una buena confesión regresar a casa aliviado”. Pero en otras ocasiones existen problemas físicos y psicológicos para los que es necesario otros especialistas adecuados, y no un exorcista.

Para saber más sobre este asunto visite nuestra sección de Exorcismos

También puede comprar AQUÍ el libro Así se vence al demonio, de José María Zavala

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 27 de julio de 2018

Santo Evangelio 27 de julio 2018



Día litúrgico: Viernes XVI del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 13,18-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».


«Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador»

P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat 
(Montserrat, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Dios como un agricultor bueno y magnánimo, que siembra a manos llenas. No ha sido avaro en la redención del hombre, sino que lo ha gastado todo en su propio Hijo Jesucristo, que como grano enterrado (muerte y sepultura) se ha convertido en vida y resurrección nuestra gracias a su santa Resurrección. 

Dios es un agricultor paciente. Los tiempos pertenecen al Padre, porque sólo Él conoce el día y la hora (cf. Mc 13,32) de la siega y la trilla. Dios espera. Y también nosotros debemos esperar sincronizando el reloj de nuestra esperanza con el designio salvador de Dios. Dice Santiago: «Ved como el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia las lluvias tempranas y tardías» (St 5,7). Dios espera la cosecha haciéndola crecer con su gracia. Nosotros tampoco podemos dormirnos, sino que debemos colaborar con la gracia de Dios prestando nuestra cooperación, sin poner obstáculos a esta acción transformadora de Dios.

El cultivo de Dios que nace y crece aquí en la tierra es un hecho visible en sus efectos; podemos verlos en los milagros auténticos y en los ejemplos clamorosos de santidad de vida. Son muchos los que, después de haber oído todas las palabras y el ruido de este mundo, sienten hambre y sed de escuchar la Palabra de Dios, auténtica, allí donde está viva y encarnada. Hay miles de personas que viven su pertenencia a Jesucristo y a la Iglesia con el mismo entusiasmo que al principio del Evangelio, ya que la palabra divina «halla la tierra donde germinar y dar fruto» (San Agustín); debemos, pues, levantar nuestra moral y encarar el futuro con una mirada de fe.

El éxito de la cosecha no radica en nuestras estrategias humanas ni en marketing, sino en la iniciativa salvadora de Dios “rico en misericordia” y en la eficacia del Espíritu Santo, que puede transformar nuestras vidas para que demos sabrosos frutos de caridad y de alegría contagiosa.

Transexual,violado desde niño y con 57 puñaladas: rescatado en Barcelona, en Medjugorje se convirtió

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Ahora Astrid Daniela ayuda a otros trans a salir de la calle

Transexual,violado desde niño y con 57 puñaladas: rescatado en Barcelona, en Medjugorje se convirtió

Astrid ha plasmado el testimonio de su dura y vida así como su encuentro con Dios en un libro editado por Freshbook

Astrid ha plasmado el testimonio de su dura y vida así como su encuentro con Dios en un libro editado por Freshbook

“Yo soy realista, me hice una operación pero en realidad soy un hombre”, asegura Astrid Daniela, un transexual con una vida llena de sufrimientos, abusos, agresiones, disparos y puñaladas, que acabó llevándole a una intervención de cambio de sexo y  a la calle.

En Barcelona, en una conocida zona de prostitución cerca del Camp Nou, tuvo un encuentro con un “ángel” que le cambiaría la vida para siempre. Aquella madrugada, Ignacio Sánchez Meya fue a esta zona tras decidir que hablaría de Dios a prostitutas y travestis. Y allí conoció a Astrid, al que entregó una estampa de la Virgen de Medjugorje y al que más tarde llevaría a este santuario.

Un testimonio demoledor

Su vida dio un giro de 180 grados, salió de la calle y ahora es un apóstol entre otros transexuales y personas de la calle, a los que acerca a Dios como antes hicieron con él.

Su impresionante testimonio ha quedado reflejado en el libro Transformada, de la sombra de Pablo Escobar a la luz de Medjugorje, editado por Freshbook. En él se recoge el testimonio de este transexual, y también recoge el de Ignacio Sánchez Meya, que cuenta los detalles de cómo conoció a Astrid y acabó ayudándole a salir de esta vida.

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Puede comprar el libro Transformada pinchando AQUÍ

En el prólogo, Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona, cuenta que “Astrid Daniela vino un día a verme, acompañada de buenos amigos, y me contó parte de lo que cuenta en este libro… Sentí que el Señor me la ponía en camino para que le mirara con afecto, con paternidad y para que me dejara  también amar por su ternura… El Señor la había preferido para decir una palabra al mundo, pero necesitaba una compañía, un hogar, una familia, necesitaba la Iglesia…”.

Hijo del cocinero de Pablo Escobar

Astrid reconoce que “Dios va poniendo en mi camino, que me han ido hablando de la luz y del amor de Dios y de nuestra Madre”, como Ignacio y otros compañeros que salieron a su rescate en Barcelona. “Ellos son los que me han acompañado en este mi camino hacia la conversión y se han convertido en las muletas que han permitido que me sostenga en las duras pruebas”, afirma. Sin embargo, confiesa que la gran fuerza para este cambio radical de vida la consigue en la adoración al Santísimo y en la Eucaristía.

Su nombre verdadero es Daniel Humberto y nació en Colombia. Desde el mismo momento de su nacimiento su vida estaría marcada por el sufrimiento. Su madre había tenido tres hijos, pero su padre quería tener una hija. Él había sido contratado por Pablo Escobar, el conocido narcotraficante colombiano, como su cocinero, y cuando vio que había nacido otro varón decidió abandonar a toda la familia. Su madre quedó sola con cuatro niños, y siempre responsabilizó al pequeño Daniel de haberse quedado sola.

La primera violación

A los cinco años su vida cambiaría para siempre cuando un hombre le ofreció un caramelo. Lo llevó a una zona solitaria y abusó sexualmente de él. Sería el primero de los cientos de abusos que sufriría durante su vida.

Nunca dijo a su madre lo que había ocurrido, pero por miedo decidió escaparse de casa. Acabó durmiendo en un convento de monjas, que pusieron un anuncio en la prensa para encontrar a su madre. “Vino mi madre y me llevaron a un reformatorio, luego a otro con 150 muchachos, en el que me violaban”, cuenta en un testimonio que recoge La Contra TV.

Volvió a escaparse, pero no quiso volver con su madre porque acabaría enviándole de nuevo a este mismo lugar, así que la calle se convirtió en su nuevo hogar. Sin embargo, allí otro hombre le violaba y con amenazas le obligaba robar para él.


La vida trans

En aquel entorno conoció a los primeros travestis, un grupo que le parecían “chicas muy bonitas, pero raras y con voces extrañas. Me gustaban porque eran muy chistosas”, así que este niño decidió irse a vivir a la calle a su zona, pues además le daban de comer.

De ahí pasó a vivir en la casa de los transexuales y supo por fin a qué se dedicaban. Mientras tanto, Daniel sobrevivía robando. En uno de estos hurtos robó a una mujer una bolsa. En su interior había un vestido y zapatos de charol, y además eran de su talla.

“Me lo puse, me quedaba bien, y me fui a la zona de las chicas raras”, cuenta Astrid. Así empezó este tipo de vida a la que se dedicó durante muchos años. Además, empezó a levantar envidias porque ganaba más dinero que los demás.

57 puñaladas y tres disparos

Recuerda que “no me daba miedo nada, mi madre se había suicidado. Tengo 57 puñaladas y tres disparos”. Ahora piensa que Dios la quería para una misión pues siempre acababa sorteando la muerte.

Era la década de los 80 y en esos años pasó varias veces por la cárcel. Su problema de afectividad fue tal que fue secuestrada y acabó enamorándose del que le había raptado. “Al tipo le mataron, y yo me entregué a la droga consumiendo pega de zapato y emborrachándome”. Podía estar varios días sin dormir.

La primera vez que oyó hablar de Dios y de la Virgen cuando estaba inmerso en esta vida se produjo cuando uno de los transexuales que conocía desapareció durante un tiempo. A los meses volvió a verlo muy cambiado, y este le dijo que había ido a ver a la Virgen.

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Nacho Sánchez Meya fue la persona que rescató a Astrid mostrándole una imagen de la Virgen

El cambio de sexo

Astrid decidió ir a ese mismo lugar mariano en Colombia. Una vez que salió de allí notó que no podía consumir droga porque no soportaba ese olor y vomitaba. Pero además pidió que le diera otra oportunidad, que pasaba por ir a Europa.

Consiguió el dinero y viajó a Europa recorriendo varios países. Pero finalmente acabó viajando a Tailandia para someterse a una operación de cambio de sexo. “No quería sentir nada. Lo único que sentía hacia los hombres era dolor por tantas veces que me violaron. Me cogía entre varios, y yo me defendía, así que no sólo me violaban sino que además me apuñalaban”.

La llegada a Barcelona y el encuentro con la Virgen

En medio de esta vida recordó de nuevo a la Virgen y visitó varios santuarios buscando “paz interior” y así fue como casi por casualidad acabó llegando a Barcelona. Primero en las Ramblas y luego cerca del estadio del FC Barcelona, zona en la que hay mucha prostitución.

Y fue entonces cuando Nacho Sánchez Meya irrumpió en su vida. Este católico ya participaba en un apostolado que consistía en ir por las noches a dar de comer a los pobres de Barcelona. Pero tras conocer a Salvador Íñiguez, un mexicano que evangelizaba con la Virgen entre prostitutas, travestis y chulos, quiso hacer lo mismo en Barcelona.

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Con una imagen de la Virgen de la Paz de Medjugorje se presentó en la zona de los travestis y entonces Astrid le dijo que conocía esa imagen. Ahí cambió su vida para siempre.

“Nunca pensé que una personas querría ayudarme a cambiar de vida”, cuenta Astrid, que habla de cómo Nacho le presentó a la Virgen y le invitó a ir Medjugorje.

"Dios nos quiere"

Allí tuvo un encuentro fuerte con Dios, a través de la Virgen, y pasó de la calle a ayudar a la gente de la calle que tenía una vida como ella. Su misión ahora es mostrar a los transexuales que hay otra vida y que el Señor quiere encontrarse con ellos.

“Dios nos quiere, sea cual sea la situación que tengamos, Dios nos acepta a todos en cualquier situación, nunca es tarde. Mientras, yo seguiré luchando con la vida que el Señor me permita, porque quiero salvar a mis amigas para que sientan lo que yo sentí”.

Sobre esta experiencia añade que “he cambiado, la Virgen me ayudó. No la vi pero la sentí, y se ha quedado dentro de mí. Ahora cada paso que doy no pienso en mí, pienso en que hay mucha gente que necesita saber esto para que les cambie la vida como a mí”.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 26 de julio de 2018

Santo Evangelio 26 de julio 2018


Día litúrgico: Jueves XVI del tiempo ordinario

Santoral 26 de Julio: San Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María

Texto del Evangelio (Mt 13,10-17): En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

«¡... dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!»



Rev. D. Manel MALLOL Pratginestós 
(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, recordamos la "alabanza" dirigida por Jesús a quienes se agrupaban junto a Él: «¡dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!» (Mt 13,16). Y nos preguntamos: ¿Van dirigidas también a nosotros estas palabras de Jesús, o son únicamente para quienes lo vieron y escucharon directamente? Parece que los dichosos son ellos, pues tuvieron la suerte de convivir con Jesús, de permanecer física y sensiblemente a su lado. Mientras que nosotros nos contaríamos más bien entre los justos y profetas -¡sin ser justos ni profetas!- que habríamos querido ver y oír.

No olvidemos, sin embargo, que el Señor se refiere a los justos y profetas anteriores a su venida, a su revelación: «Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron» (Mt 13,17). Con Él llega la plenitud de los tiempos, y nosotros estamos en esta plenitud, estamos ya en el tiempo de Cristo, en el tiempo de la salvación. Es verdad que no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, pero sí le hemos conocido y le conocemos. Y no hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí que hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da, aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con la verdad y, por eso, nos da la felicidad y la alegría.

Agradezcamos nuestra fe cristiana, estemos contentos de ella. Intentemos que nuestro trato con Jesús sea cercano y no lejano, tal como le trataban aquellos discípulos que estaban junto a Él, que le vieron y oyeron. No miremos a Jesús yendo del presente al pasado, sino del presente al presente, estemos realmente en su tiempo, un tiempo que no acaba. La oración -hablar con Dios- y la Eucaristía -recibirle- nos aseguran esta proximidad con Él y nos hacen realmente dichosos al mirarlo con ojos y oídos de fe. «Recibe, pues, la imagen de Dios que perdiste por tus malas obras» (San Agustín).

De familia judía, socialista, antirreligiosa... se hizo católico por su enseñanza sobre sexualidad

Herbert Ratner, en Montserrat en 1974, durante su presencia  en Barcelona para la reunión de la Federación Mundial de Asociaciones Médicas Católicas

Herbert Ratner fue un prestigioso médico y filósofo que no rehuyó la lucha 

De familia judía, socialista, antirreligiosa... se hizo católico por su enseñanza sobre sexualidad

Herbert Ratner, en Montserrat en 1974, durante su presencia en Barcelona para la reunión de la Federación Mundial de Asociaciones Médicas Católicas

Este miércoles se cumple el 50 aniversario de la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, uno de los textos más controvertidos y que más oposición suscitó en el seno de la Iglesia, donde un sector importante quería la aceptación de los anticonceptivos. Pese a todas las voces que se levantaron en su contra, en plena revolución sexual, el Pontífice se mantuvo firme dejando claro que los actos anticonceptivos son incompatibles con la fe y la espiritualidad y moral católica.

Los críticos con la encíclica afirmaban que con la moral sexual que enseñaba se alejaría a las personas de la Iglesia pues la considerarían una cárcel que cercenaba su libertad. Sin embargo, el texto simplemente seguía la línea magisterial utilizada hasta entonces.

La conversión de un prestigioso médico

Pero la realidad es que también hubo gente que llegó a la Iglesia Católica gracias a sus enseñanzas sobre la sexualidad. Uno de los ejemplos más claros fue el del conocido médico y filósofo Herbert Ratner, que se convirtió antes de la publicación de la Humanae Vitae, y que se acabaría convirtiendo en uno de sus grandes defensores.

Este influyente médico se convirtió al catolicismo en 1938 precisamente por lo verdadero que encontró en la Iglesia sobre estas enseñanzas. Ratner era de origen judío y sus padres eran ateos y socialistas acérrimos, tal y como recoge Angelus News.

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Ratner cuestionó y rebatió las teorías de Freud, en ese momento centro del debate intelectual

El padre de Herbert Ratner era un médico socialista con una aversión extrema a la religión. Su madre, por su parte, había atraído de joven la atención del líder revolucionario comunista León Trotski, quien se había enamorado de ella.

El joven Ratner estudió Medicina en la Universidad de Michigan, y se casó con Dorothy Smith, otra estudiante de esta especialidad. Además, empezó a estudiar Filosofía, lo que se convertiría en su gran pasión.

Críticas a las teorías de Freud

Ya entrenado en el debate público, entró de lleno en el contenido de las teorías de Freud, todavía vivo en aquel momento, y que centraba el debate entre los intelectuales de ambos lados del Atlántico. La eugenesia y el control de la natalidad eran temas habituales de discusión.

Ratner se unió al debate sobre el sexo abordando así los argumentos de Freud y otros intelectuales, pero sometiéndolos a una crítica rigurosa. Aficionado a Aristóteles, empezó a sentirse cada vez más identificado con los escritos de Santo Tomás de Aquino.

La atracción por el catolicismo

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Mientras acusaban a la Iglesia de perder el ritmo con el mundo en cuanto a la materia de moralidad sexual que se iba imponiendo, este joven médico se sentía cada vez más atraído por el catolicismo. Así fue como pidió el Bautismo en 1938.

Con la fuerza del converso, no rehuyó los debates sobre sexualidad ni en el ámbito médico, académico e incluso en el de los medios de comunicación.

Pero en las conferencias que impartía se sorprendió al descubrir que muchos laicos católicos no valoraban como él las enseñanzas de la Iglesia sobre el sexo. De ellos, había bastantes que aunque cumplieran con ellas lo veían como “una camisa de fuerza que les robaba muchos placeres en la tierra”. Pocos, muy pocos, comprendían genuinamente la doctrina y el razonamiento que hacía la Iglesia sobre la sexualidad.

La batalla contra la píldora anticonceptiva

Ratner se comprometió a difundir la verdadera visión de la sexualidad a la vez que iba siendo cada vez más reconocido en el ámbito médico. Fue profesor entre 1949 y 1974 en la Universidad de Loyola, editó el Boletín Médico de la Asociación Estadounidense de Médicos de Salud Pública, ayudó a fundar la Liga de la Leche para la promoción de la lactancia materna, e igualmente editó la revista Child and Family, muy reconocida en su ámbito.

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John Rock fue uno de los investigadores que desarrolló la píldora anticonceptiva

Sin embargo, a mediados de las década de los 50 surgiría otra batalla también histórica. Desde Harvard llegaban noticias de que habían desarrollado una píldora anticonceptiva. El director de la investigación, John Rock, se definía como católico y aseguraba que la píldora estaba en consonancia con la enseñanza católica porque a diferencia de otros métodos no interrumpía el acto sexual.

Ratner también entró de lleno en este debate y dijo públicamente una y otra vez que la píldora era un fracaso por motivos morales y también médicos. Decidió que nunca la prescribiría porque era “mala medicina”, y durante aquellos años se dedicó a contar las historias que otros ocultaban: las investigaciones que relacionaban la píldora con un mayor riesgo de cáncer, derrame cerebral o infertilidad permanente.

Sus advertencias fueron ignoradas por las autoridades estadounidenses, pero su testimonio sí que fue clave para que la píldora fuera prohibida en Japón en 1964.

El precio de la fidelidad

Al igual que años antes, Ratner observó como muchos intelectuales católicos y fieles justificaban las tesis favorables a la píldora, quedando él en el pequeño grupo de los fieles, tildados de “reaccionarios”.

Llegó así el Concilio Vaticano II, que decidió no abordar la cuestión. Ya en aquel momento este médico converso observó el claro nexo que existía entre el impulso a favor de la legalización del aborto y la aceptación de la contracepción.

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Poco después llegaría por fin la Humanae Vitae, que suponía un claro respaldo a los argumentos que durante décadas había defendido Herbert Ratner. Pero al igual que le ocurrió a Pablo VI, este médico se encontró en muchas ocasiones sólo y arrinconado por defender estos posicionamientos.

Aún siendo una voz minoritaria en su ámbito, siguió proclamando las verdades que contiene la Iglesia sobre la sexualidad y lo contenido en la cuestionada encíclica. Y así lo hizo hasta su muerte en 1997.

Lo que anunció se acabó cumpliendo

Muchos de los males ya instaurados a su muerte los había predicho muchas décadas antes, junto a su admirado Pablo VI: el invierno demográfico, la epidemia del divorcio, las enfermedades de transmisión sexual…

“Mientras que Dios siempre perdona, y el hombre a veces perdona, la naturaleza nunca perdona. La amarga lección de la experiencia humana es que cuando uno frustra la naturaleza, la naturaleza responde, toma represalias y contraataca”, dio en un discurso en 1979.

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