sábado, 30 de junio de 2018

Santo Evangelio 30 de junio 2018


Día litúrgico: Sábado XII del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado. 

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».


«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano»

Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé 
(Lleida, España)

Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.

«Dios no abandona a sus hijos». Cuando el Papa se lo recuerda a Emanuele, nos lo recuerda a todos nosotros

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«Dios no abandona a sus hijos». Cuando el Papa se lo recuerda a Emanuele, nos lo recuerda a todos nosotros



Escrito por
Silvana Ramos



Me ha sido imposible controlar las lágrimas luego de ver a este niño llorar por su padre.

Emanuele, tiene 10 años y perdió a su padre hace poco. Durante la visita del Papa a la parroquia de San Pablo de la Cruz, en el barrio de Corviale, en la periferia de Roma, este niño le preguntó al Papa al oído y sin poder contener las lágrimas. «¿Está mi padre en el cielo?»

Muchos de nosotros, así como Emanuele, nos hemos hecho esa pregunta sobre el destino final de nuestro seres queridos y hemos llorado con amargura por no saber la respuesta. ¿Cómo podríamos imaginar una felicidad eterna sabiendo que la eternidad la pasaremos sin aquel al que tanto amamos?



Dar respuesta a esta última pregunta es casi una osadía, pero a la vez es absolutamente válido que nos lo preguntemos. Es fácil caer y juzgar por sus acciones a los que ya no están, pero no olvidemos que el único con ese poder es Dios. Más importante aún, no olvidemos que su misericordia es infinita, mucho más grande de lo que siquiera podamos intentar comprender.

El amor de Dios es un amor personal, y es esto lo que el Papa Francisco nos comunica con la respuesta que le da a este niño: «Dios no abandona a sus hijos». Y a esto podría yo agregarle: Dios no abandona a sus hijos incluso cuando ellos escojan abandonarlo. Dios no se cansa de llamarnos, de atraernos a Él una y otra vez. La misericordia de Dios es infinita y solo Él conoce lo que verdaderamente está dentro de nuestro corazón.

Entender el misterio de Dios es imposible, y sin embargo es casi un deber esforzarnos por conocerlo cada vez más, aún sabiendo que nuestra razón limita con su inmensidad.

Que estas palabras que el Papa Francisco responde a Emanuele, nos sirvan de consuelo y esperanza para continuar esforzándonos por confiar en el amor de nuestro Padre. Recemos por los que ya partieron a su encuentro.

viernes, 29 de junio de 2018

Santo Evangelio 29 de junio 2018


Día litúrgico: 29 de Junio: San Pedro y san Pablo, apóstoles

Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».


«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»

Mons. Jaume PUJOL i Balcells Arzobispo de Tarragona y Primado de Cataluña 
(Tarragona, España)

Hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron fundamentos de la Iglesia primitiva y, por tanto, de nuestra fe cristiana. Apóstoles del Señor, testigos de la primera hora, vivieron aquellos momentos iniciales de expansión de la Iglesia y sellaron con su sangre la fidelidad a Jesús. Ojalá que nosotros, cristianos del siglo XXI, sepamos ser testigos creíbles del amor de Dios en medio de los hombres tal como lo fueron los dos Apóstoles y como lo han sido tantos y tantos de nuestros conciudadanos.

En una de las primeras intervenciones del Papa Francisco, dirigiéndose a los cardenales, les dijo que hemos de «caminar, edificar y confesar». Es decir, hemos de avanzar en nuestro camino de la vida, edificando a la Iglesia y confesando al Señor. El Papa advirtió: «Podemos caminar tanto como queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, alguna cosa no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, esposa del Señor».

Hemos escuchado en el Evangelio de la misa un hecho central para la vida de Pedro y de la Iglesia. Jesús pide a aquel pescador de Galilea un acto de fe en su condición divina y Pedro no duda en afirmar: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Inmediatamente, Jesús instituye el Primado, diciendo a Pedro que será la roca firme sobre la cual se edificará la Iglesia a lo largo de los tiempos (cf. Mt 16,18) y dándole el poder de las llaves, la potestad suprema.

Aunque Pedro y sus sucesores están asistidos por la fuerza del Espíritu Santo, necesitan igualmente de nuestra oración, porque la misión que tienen es de gran trascendencia para la vida de la Iglesia: han de ser fundamento seguro para todos los cristianos a lo largo de los tiempos; por tanto, cada día nosotros hemos de rezar también por el Santo Padre, por su persona y por sus intenciones.

La inspiradora historia de Alcindo: el deporte, la naturaleza y el encuentro

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La inspiradora historia de Alcindo: el deporte, la naturaleza y el encuentro

AMOR Y AMISTAD,TESTIMONIALES
MAYO 30, 2018


Escrito por
Franco Lanata



Te presentamos a continuación un testimonio sorprendente. En Santa María, una playa ubicada en Sal Island, isla que pertenece al archipiélago de Cabo Verde, ubicado frente a la costa de Senegal, vive Alcindo Almeira Soares. Es un hombre de 43 años que se dedica a pintar en trabajos de construcción. Desde pequeño fue un aficionado al deporte, especialmente al fútbol, al que se quiso dedicar profesionalmente. Ahora sabe que es demasiado tarde para eso, pero mantiene una gran vitalidad y un espíritu magnánimo. En este video te darás cuenta por qué. Luego de ver su historia brotan reflexiones que pueden ayudar mucho para nuestra vida. Ellas se podrían separar en tres dimensiones: la relación con nosotros mismos, la relación con los demás y la relación con la naturaleza.

Desde la relación con uno mismo Alcindo nos demuestra la importancia de preocuparse por la propia salud, la necesidad de trazarse metas, de seguir los propios sueños, de perseverar en tareas emprendidas, de hacer pequeños sacrificios para fortalecer el cuerpo y la voluntad, de mantener un equilibrio en la vida, de dedicarse con empeño a un trabajo y, sobretodo, de dirigir nuestros afanes y talentos hacia causas comunes y solidarias.



Para él un día en el que trabaja, luego entrena y finalmente nada en el mar representa un tipo de día completo. Sin embargo, no vive pensando en sí mismo, en sus horarios, sus músculos o propia imagen, sino que se abre a pensar en las necesidades de los demás y se esfuerza en compartir con otros aquello que a él le hace tanto bien. Y es aquí que Alcindo se convierte en un ejemplo de relación con los demás. Sabe que en su pueblo hay muchas personas que no pueden acceder a un gimnasio por la falta de recursos, así que encontró la genial idea de construir un gimnasio público en la playa. Y no lo hizo con materiales comunes o los implementos que se utilizan en todos los gimnasios sino que lo construyó con materiales reciclados que se dedica a recoger de las playas para mantenerlas limpias, para cuidar el entorno y favorecer al turismo, principal fuente de ingresos para Santa María. Muchos se vienen favoreciendo del gimnasio gratuito y abierto para todos que Alcindo ha construido. Tremendo ejemplo concreto de lo que podría ser una civilización del amor. Uno de sus principales sueños es mejorar y embellecer el gimnasio para integrarlo al turismo del lugar.

Como parte de un círculo virtuoso, todo el proyecto de Alcindo está en perfecta armonía con el entorno y la naturaleza. No solo se dedica a recoger la basura de las playas, como se dijo, sino que decidió instalar el gimnasio frente al mar para que la gente practique deportes en la naturaleza, bajo el sol, en la playa y con aire fresco: una combinación formidable.

El testimonio de Alcindo nos impulsa a salir al aire libre, salir de nuestras perezas, de nuestros egoísmos y de nuestros ambientes encerrados para encontrarnos con la maravilla de la naturaleza y del encuentro con los demás. Además nos recuerda aquello que alguna vez dijo San Juan Pablo II sobre el deporte y que dejamos para tu propia reflexión:

«Todo tipo de deporte lleva consigo un rico patrimonio de valores, que se debe tener presente siempre, para ser realizados: el entrenamiento a la reflexión, el uso justo de las propias energías, la educación de la voluntad, el control de la sensibilidad, la preparación metódica, la perseverancia, la resistencia, el soportar la fatiga y las contradicciones, el dominio de las propias facultades, la fidelidad a las tareas, la generosidad hacia los vencidos, la serenidad en la derrota, la paciencia con todos…: son un complejo de realidades morales que exigen una verdadera ascética y contribuyen válidamente a formar el hombre y el cristiano».



jueves, 28 de junio de 2018

Santo Evangelio 28 de Junio 2018


Día litúrgico: Jueves XII del tiempo ordinario

Santoral 28 de Junio: San Ireneo de Lyon, obispo y mártir

Texto del Evangelio (Mt 7,21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’. 

»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.


«No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos»

Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu 
(Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy nos impresiona la afirmación rotunda de Jesús: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo menos, esta afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de cristianos, al mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de la fe.

Edificar la casa sobre roca es una imagen clara que nos invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse solamente a bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las obras, impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda la vida de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera».

La palabra clara, con la fuerza de la caridad, manifiesta la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus conciudadanos: «La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra plegaria y contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria: ¿cómo hablo y actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio? ¿Cómo concreto el mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral, etc.? No son las palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino el trabajo por vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería expresar siempre nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto que reconocemos nuestra debilidad.

-Señor, que nuestra oración esté siempre acompañada por la fuerza de la caridad.

5 inspiradoras historias de héroes anónimos que dieron su vida por los demás

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5 inspiradoras historias de héroes anónimos que dieron su vida por los demás

AMOR Y AMISTAD,SANTIDAD,TESTIMONIALES,VALOR DE LA VIDA HUMANA


Escrito por
Andrés D' Angelo



El Comandante de un avión “ameriza” en el río Hudson con los motores apagados y Hollywood hace una película sobre el héroe de nervios de acero que salvó las vidas de cientos de pasajeros y tal vez la de miles de neoyorkinos. Y no está mal. Un barco es asaltado por piratas somalíes, y también hacen otra película, sobre cómo un hombre puede ser crítico para evitar catástrofes. Los héroes anónimos son increíblemente inspiradores. Gente común, haciendo su trabajo de todos los días, que de pronto destacan por actos osados, valientes, arriesgados, o por hacer una diferencia en el mundo. Hollywood sabe eso, y por esta causa, hay muchas películas de gente ordinaria que puesta en situaciones extraordinarias reacciona de un modo extraordinario.

Y uno de los modos de la santidad es ese: el poder marcar la diferencia en la crisis, el ser la persona que “salva el día”, el estar cuando los demás lo necesitan, el ser un ejemplo de alguna virtud en grado heroico. Hay muchos, muchísimos héroes, muchísima gente que cuando fue puesta a prueba, por una gracia de Dios especialísima, actuó “como Dios manda”. Acá les dejamos algunos ejemplos 😉


1. La virtud del perdón: Immaculée Ilibagiza


Immaculé era la hija de un matrimonio de maestros en la Ruanda de 1994. Su vida transcurría apaciblemente entre sus estudios universitarios y su familia, cuando el horror se desata: muere el presidente en un accidente aéreo, y los Hutus (una división tribal) deciden atacar a los Tutsis acusándolos del crimen. A lo largo de los siguientes días, mueren alrededor de 1.300.000 personas, entre ellas toda la familia de Immaculée. Para salvarse ella permaneció durante 91 días escondida, en un espacio estrecho y oscuro. Durante su encierro Immaculée rezaba todos los días el Rosario, pero cuando llegaba al “como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, no podía rezar. Pidió a Dios fuerzas para poder perdonar a los que estaban matando a su tribu y la querían matar a ella, y Dios se la concedió. Tiempo después de salir de su escondite, se encontró con uno de los asesinos de su familia y lo perdonó.

2. Ignacio Echevarría: defender la vida


Ignacio era un empleado bancario originario de España que trabajaba en Londres. De camino a su casa presenció como unos terroristas  estaban apuñalando a una mujer junto al Borough Market. Sin dudarlo un segundo, corrió en defensa de la mujer con la única arma que tenía a mano: su monopatín. Atacó a los terroristas golpeándolo en la cabeza, pero no se dio cuenta que los otros venían por detrás y lo atacaron. De ese modo, la mujer y muchas otras personas pudieron escapar y dar aviso a las autoridades. Ignacio murió en el ataque, pero gracias a los dos minutos de forcejeo con los terroristas la policía pudo intervenir y salvar a muchísima gente.

3. Anas Al Basha: la alegría en medio de las bombas


Anás era un joven que trabajaba en una fundación que llevaba alivio a los niños hospitalizados en Alepo, Siria. A sus 24 años decidió quedarse, a pesar del recrudecimiento de los ataques de las milicias de ISIS, a brindarle alegría a los pequeños hospitalizados por los ataques. Toda su familia ya se había retirado de Alepo y él recorría las calles desiertas, aun a riesgo de su propia vida, para llegar al hospital, disfrazarse de payaso y llevarle un momento de alegría a los pequeños hospitalizados. El payaso Anás murió durante un bombardeo el 1 de diciembre de 2016.

4. Soledad Cullen: dar la vida por los otros


Soledad era la madre de 3 niños y se encontraba de visita en la casa de su hermana para celebrar el primer cumpleaños de su madre luego de haber enviudado. La casa comenzó a incendiarse mientras dormían. El incendio fue muy fuerte, prácticamente no quedó nada por rescatar de la casa donde ocurrió. Al reconstruir los hechos se supo que Soledad estaba en la parte todavía segura de la casa en llamas, al lado de sus hijos, a los que instó a saltar por la ventana. Pero ella no saltó. Su ahijado de seis años había quedado tras las llamas y no podía salir. Ella fue a buscarlo. No pudo salvarlo y ambos murieron en el incendio. Los encontraron abrazados, el chiquito no tenía ninguna marca porque Soledad lo tenía cubierto con su cuerpo.


5. Arnaud Beltrame: cumplir el deber por amor


Arnaud Beltrame era un teniente coronel de la Gendarmería francesa que murió en un atentado tras haber cambiado su vida por la de una rehén en un supermercado en Trebes. Un hombre entró al supermercado y mató a dos personas, un cliente y un empleado de la tienda, antes de tomar a varias personas como rehenes. Fue en este punto, que el gendarme de 45 años se ofreció como voluntario para tomar el lugar de la rehén, dejando su teléfono móvil en una mesa con una línea abierta para que la policía pudiera monitorear la situación. Cuando la policía oyó disparos, un equipo táctico ingresó al supermercado. El atacante fue abatido y el gendarme Arnaud Beltrame resultó gravemente herido y luego murió.


El Papa Benedicto XVI dijo:

«Pero permanece la pregunta: ¿cómo podemos recorrer el camino de la santidad, responder a esta llamada? ¿Puedo hacerlo con mis fuerzas? La respuesta es clara: una vida santa no es fruto principalmente de nuestro esfuerzo, de nuestras acciones, porque es Dios, el tres veces santo (cf. Is 6, 3) quien nos hace santos; es la acción del Espíritu Santo la que nos anima desde nuestro interior; es la vida misma de Cristo resucitado la que se nos comunica y la que nos transforma. Para decirlo una vez más con el concilio Vaticano II: “Los seguidores de Cristo han sido llamados por Dios y justificados en el Señor Jesús, no por sus propios méritos, sino por su designio de gracia. El bautismo y la fe los ha hecho verdaderamente hijos de Dios, participan de la naturaleza divina y son, por tanto, realmente santos. Por eso deben, con la gracia de Dios, conservar y llevar a plenitud en su vida la santidad que recibieron”».

Estos héroes cotidianos, estos santos todavía no canonizados, son los que hacen la diferencia en las grandes crisis. Son llamados por Dios a servir en un momento crítico, en un testimonio valiente, y ellos responden con generosidad, a riesgo de su propia vida, con una enorme confianza en Dios. Su testimonio de vida, y especialmente su testimonio en el momento de ofrecer la vida o el perdón nos inspiran a seguir confiando en que siempre los planes de Dios son mejores que los nuestros, aun cuando no lo podamos ver.

Y tú, ¿conoces algún otro héroe cotidiano?

miércoles, 27 de junio de 2018

Santo Evangelio 27 de junio 2018



Día litúrgico: Miércoles XII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 7,15-20): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis».


«Por sus frutos los reconoceréis»

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret 
(Vic, Barcelona, España)

Hoy, se nos presenta ante nuestra mirada un nuevo contraste evangélico, entre los árboles buenos y malos. Las afirmaciones de Jesús al respecto son tan simples que parecen casi simplistas. ¡Y justo es decir que no lo son en absoluto! No lo son, como no lo es la vida real de cada día.

Ésta nos enseña que hay buenos que degeneran y acaban dando frutos malos y que, al revés, hay malos que cambian y acaban dando frutos buenos. ¿Qué significa, pues, en definitiva, que «todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17)»? Significa que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y... vuelve a empezar.

¡Ah! Y lo hace, entre otras razones, porque sabe que si no da buen fruto será cortado y echado al fuego (¡el santo temor de Dios guarda la viña de las buenas vides!), y porque, conociendo la bondad de los demás a través de sus buenas obras, sabe, no sólo por experiencia individual, sino también por experiencia social, que él sólo es bueno y puede ser reconocido como tal a través de los hechos y no de las solas palabras.

No basta decir: «Señor, Señor!». Como nos recuerda Santiago, la fe se acredita a través de las obras: «Muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).

La vida no es corta, empezamos tarde a vivirla. El inspirador testimonio de Anthony Freeman

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La vida no es corta, empezamos tarde a vivirla. El inspirador testimonio de Anthony Freeman


Escrito por
Silvana Ramos


Hace algunos días, en medio de las celebraciones y la alegría de la Pascua, nos enteramos de la noticia del fallecimiento del hermano Anthony Freeman, religioso perteneciente a la congregación los Legionarios de Cristo. Muchos recordarán a Anthony por su intensa actividad en redes sociales.

Su página oficial de Facebook, Catholic Life Coach, nos da una idea del ardor y el ingenio apostólico de este joven millenial que había elegido seguir los pasos de Cristo en esta vida sirviéndolo como su sacerdote. Mientras el momento de la ordenación llegara (iba a ser ordenado diácono este próximo 7 de Julio), el hermano Anthony se dedicó a inspirar a muchos con su propia vida para seguir a Cristo. Consciente de nuestros tiempos y sus dificultades, este joven apóstol se las ingenió para publicar “One Step Closer” una especie de “manual motivacional de santidad para millenials”.

Con tantos planes en mente y un vida sacerdotal fructífera por delante, el Señor decidió llevárselo a la gloria el domingo de Pascua, luego de haber pasado una intensa semana de ejercicios espirituales y haber servido en la misa pascual junto al Papa. ¿Por qué llevarse a un joven con tanto por entregar? No es la misma pregunta que nos hacemos cuando muere un niño, una madre joven, un adolescente. ¡Tanto por hacer y su vida quedó truncada!

El dolor de la promesa de una vida plena que no se lleva a cabo, nos deja desconsolados. Una vez más nos asemejamos a aquellos discípulos de Emaús que retornaban tristes, sin comprender la grandeza de lo ocurrido. La muerte de una vida joven con tanto por delante nos recuerda que:

1. La muerte no tiene victoria


El no entender que Cristo ha resucitado y que la vida plena no es de este mundo, nos deja sin sentido cuando una vida se apaga. La muerte es difícil de entender, más aún, cuando toma por sorpresa la vida de alguien que recién empezaba. Estos golpes tan terribles, tan incomprensibles, encierran un misterio de amor y de esperanza que el tiempo mismo nos va revelando. Dios no es un castigador, es un Padre amado que nos llama una y otra vez, y otra vez más, hasta que definitivamente estemos a su lado.

2. La promesa de la vida eterna es real y pronta


La vida eterna no es algo por lo cual esperaremos eternamente. ¡No! Es algo real y tangible. La vida eterna la empezamos a vivir desde aquí, es por eso que no podemos poner el cielo en espera, así como algunas veces dejamos planes o proyectos “on hold” para poderlos terminar luego. Necesitamos vivir preparados, no con la angustia de que moriremos, sino con la alegría de estar haciendo las cosas para las que fuimos pensados. Esa es la clave de la felicidad. Si quieres profundizar en este tema sería bonito que escuches esta conferencia.

3. Los tiempos de Dios no son los nuestros


Aunque nosotros tengamos nuestros planes y nuestros tiempos, que son válidos, entendamos que Dios también tiene los suyos y no necesariamente son iguales a los que tenemos nosotros. Es casi imposible en nuestros tiempos no soñar con ser exitosos, con conquistar el mundo, y aunque estos pensamientos son criticados, creo que detrás de estas ambiciones se esconde la más grande ambición: la grandeza de una felicidad eterna. Nuestros planes pueden ser hermosos y seguro que Dios los mira con agrado, pero de vez en cuando recordemos que Él tiene los suyos…



4. Dios no debería ser nuestra última opción

Si el camino que seguimos como cristianos tiene en la meta a Dios, no podemos dejarlo como nuestra última opción. Parafraseando a Anthony: mucha gente encuentra a Dios cuando toca fondo. Cuando todas sus opciones se le acabaron y no tienen donde apoyarse. Ahí aparece Dios, como Aquél que rescata y renueva.  Pero, en realidad Dios no es una opción, Dios es una certeza. El siempre estuvo ahí incluso antes de que tocaras fondo. Dios nos ayuda siempre a afrontar las tempestades (si tener esta experiencia de Dios en tu vida haz click acá). Tener a Dios como prioridad implica que tienes una relación con Él, una relación que funciona en todo momento, no solo en tiempo de dificultad y de dolor.

5. Amigos hasta el cielo


El hermano Anthony afirma lo siguiente en su libro: «La amistad es un aspecto muy importante en nuestras vidas. Muchas veces preferimos confiar en la opinión de un amigo que en la opinión de un experto» y continúa, «Así como no hacemos el viaje a este mundo solos, así tampoco tendremos que hacer el viaje a la eternidad solos». Los amigos que nos adelantan el camino hacia lo eterno serán amigos siempre, amigos hasta el cielo. Las amistades que nos acercan a Cristo son un verdadero tesoro. No nos olvidemos que los que nos quedamos atrás seguimos también siendo amigos y ayudamos desde acá con nuestra plegarias y oraciones por ellos.

«La alegría y la tristeza y la esperanza en la vida a veces están condensadas en pequeños momentos. ¡Esto fue eso para mí espiritualmente esta vivencia de la Pasión y la Resurrección de nuestro Señor! ¡Esto es lo que le da a estos momentos su pleno significado y expresión! (Anthony Freeman, LC).

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martes, 26 de junio de 2018

Santo Evangelio 26 de junio 2018


Día litúrgico: Martes XII del tiempo ordinario

Santoral 26 de Junio: San Josemaría, presbítero

Texto del Evangelio (Mt 7,6.12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran».

«No deis a los perros lo que es santo»

Diácono D. Evaldo PINA FILHO 
(Brasilia, Brasil)

Hoy, el Señor nos hace tres recomendaciones. La primera, «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos» (Mt 7,6), contrastes en que los “bienes” son asociados a “perlas” y lo “que es santo”; y, por otro lado, los “perros y puercos” a lo que es impuro. San Juan Crisóstomo nos enseña que «nuestros enemigos son iguales a nosotros en su naturaleza pero no en su fe». A pesar de que los beneficios terrenales son concedidos de igual manera a los dignos e indignos, no es así en lo que se refiere a las “gracias espirituales”, privilegio de aquellos que son fieles a Dios. La correcta distribución de los bienes espirituales implica un celo por las cosas sagradas.

La segunda es la llamada “regla de oro” (cf. Mt 7,12), que compendiaba todo lo que la Ley y los Profetas recomendaron, tal como ramas de un único árbol: El amor al prójimo presupone el Amor a Dios, y de Él proviene.

Hacer al prójimo lo que queremos que nos hagan implica una transparencia de acciones para con el otro, en el reconocimiento de su semejanza a Dios, de su dignidad. ¿Por qué razón deseamos el Bien para nosotros mismos? Porque lo reconocemos como medio de identificación y unión con el Creador. Siendo el Bien el único medio para la vida en plenitud, es inconcebible su ausencia en nuestra relación con el prójimo. No hay lugar para el bien donde prevalezca la falsedad y predomine el mal.

Por último, la "puerta estrecha"... El Papa Benedicto XVI nos pregunta: «¿Qué significa esta ‘puerta estrecha’? ¿Por qué muchos no pueden pasar por ella? ¿Es un pasaje reservado para algunos elegidos?». ¡No! El mensaje de Cristo «nos dice que todos podemos entrar en la vida. El pasaje es ‘estrecho’, pero abierto a todos; ‘estrecho’ porque es exigente, requiere compromiso, abnegación, mortificación del propio egoísmo».

Roguemos al Señor que realizó la salvación universal con su muerte y resurrección, que nos reúna a todos en el Banquete de la vida eterna.

Testimonio de Chris Pratt

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Chris Pratt nos sorprende con su testimonio de fe en los premios MTV

APOSTOLADO,DIVERTIDAS,TESTIMONIALES

JUNIO 21, 2018


Esta semana Chris Pratt, uno de los actores más populares del momento, (“Guardianes de la Galaxia”, “Avengers”, “Jurassic World”) acaba de recibir el premio MTV Generation Award. Este galardón reconoce la trayectoria artística, la variedad de roles que han dejado marca así como también la calidad personal y profesional, y por supuesto el impresionante nivel artístico. Los premios MTV se han ganado la fama de ser de alguna manera la “voz” y el termómetro de los adolescentes y la juventud en general. Chris Pratt ha sabido aprovechar esta plataforma y “asumir la responsabilidad como mayor” de dejar un mensaje a la siguiente generación.

Algunos lo han calificado de loco y excéntrico, mientras que otros tantos hemos quedado impresionados por la valentía y firmeza de su mensaje.



Algunos podrán objetar alguno que otro consejo, pero si miramos un poco más allá del sentido de humor y complicidad, veremos que el discurso en general habla de tomarse la vida en serio y salir de uno mismo al encuentro de los demás, con respeto y consideración, pero sobre todo y en más de una ocasión, nos invita a mirar más allá de nosotros, a reconocer que somos más que un cuerpo, que tenemos un alma que necesita ser cuidada, que no somos los perfectos dueños del mundo, que somos imperfectos y que hemos sido diseñados así con un propósito. Que Dios es real y que nos ama infinitamente.

Chris no ha dado un discurso para ser aplaudido (y bien que lo fue) ha dado un discurso desde su experiencia de vida para llevarlo en el corazón y darnos cuenta que el éxito es mucho más que dinero y belleza. Un discurso que ha partido de alguien que no simplemente vive el éxito sino que la ha sufrido y ha estado en casi la miseria. Que nos habla de la necesidad de ser salvados, de que el éxito se trata de amor, de mucho esfuerzo y de valentía, la valentía de reconocerse pequeño y necesitar indiscutiblemente de Dios. Todo esto frente de una audiencia que hoy por hoy niega su existencia o simplemente quiere vivir de espaldas hacia El.

«La gracia es un regalo, como la libertad que disfrutamos en este país. Esa gracia fue pagada con la sangre de otra persona. No lo olvides, no lo tomes por hecho» (Chris Pratt).


lunes, 25 de junio de 2018

Santo Evangelio 25 de junio 2018



Día litúrgico: Lunes XII del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano».


«Con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá»

Rev. D. Jordi POU i Sabater 
(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Hoy, el Evangelio me ha recordado las palabras de la Mariscala en El caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal: «En el cómo está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual.

Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza.

Pero todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).

Si estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2).

ESTHER (MONJA DE CLAUSURA) Testimonio

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¿CÓMO VIVO MI FE?” TESTIMONIOS DE FE

Hemos preguntado: “¿Y tú, ¿cómo vives tu fe…?” a diversas personas cristianas. Aquí tienes el resultado. ¿Cuál te dice más? ¿Cuál sería el tuyo? ¿Qué añadirías…?


ESTHER (MONJA DE CLAUSURA)


Llevo varios días pensando qué es la fe, preguntándome: ¿es lo mismo la fe en el Dios de Jesús o la fe en cualquier otra religión?, ¿de qué hablamos cuando decimos “tengo fe en esta persona, en la ciencia o en cualquier otra cosa…”?

Y, lógicamente, se me llena la cabeza de respuestas y de nuevas preguntas, de definiciones y de enrevesados pensamientos… Pero cuando me quedo cara a cara con el evangelio, la fe se pone cómoda, se quita el traje y se viste con su bata y sus zapatillas de andar por casa, deja de ser algo distante, extraño y se confunde entre mis cosas, en mi día a día.

La fe en Jesús y en el Dios que vino a mostrarnos no parte de lo que “no se ve”, sino justamente lo contrario, atraviesa la vida, la cotidianeidad.

El mensaje de Jesús es tan simple como reconocer que Dios está presente y nos hace presentes a nosotras, las personas. Porque el anuncio de Jesús no es del pasado, ni para el futuro, es para aquí y para ahora. ¡Fácil! Pero incómodo, porque nos saca de esa falsa nostalgia que nos hace creer que antes (cuando era más joven, cuando empecé…) todo era bueno. Y nos roba también el falso idealismo que nos hace creer que todo irá mejor (cuando pase la crisis, cuando cambie de trabajo…).

Curioso, pero la fe en Jesús, en el Dios de Jesús y en su Reino, nos roba las “creencias” y nos empuja a vivir la evidencia: “Quien dice que ama  a (cree en) Dios a quien no ve y no ama (cuida, perdona, ayuda, cree) a su hermano/a a quien ve, es un mentiroso/a”.

Por todo eso, para mí, creer, tener fe es, sencillamente, vivir, responder a mi día a día desde este Monasterio Trinitario en Suesa. Compartir con mis hermanas dificultades y alegrías, disfrutar de un día de sol o de lluvia, soñar juntas, celebrar la eucaristía, reír mientras charlamos, pasar una tarde junto a la chimenea, cantar un salmo, acoger a quienes se acercan a rezar con nosotras…, y, por la noche, recoger el día y ponerlo en manos de nuestro Dios Trinidad con confianza, sin miedo.

Y así es como las experiencias de fe brotan de lo cotidiano y se visualizan fácilmente cuando una está conectada, en línea. Se ve en los ojos de quienes rezan el Padre nuestro desde el corazón, las lágrimas de quienes se descubren amadas por ese Dios a quien han estado rechazando demasiado tiempo… Podría contar tantas experiencias profundas que reflejan el encuentro con Dios como personas se acercan a rezar con nosotras.

Dicen que hay igual número de formas de amar como corazones, y lo mismo sucede con la experiencia de Dios, tantas como personas, y, aun con todo, ni el amor ni la relación con Dios (¿serán cosas diferentes?) se agotan por ello.

La fe va de la mano de la confianza, es el “dejarse caer” sabiendo que alguien te recogerá, sabiendo, incluso, que si no te recoge nadie es lo mejor, aunque no se entienda. Como Jesús, que decidió entregar su vida, despojarse de ella y dársela al Padre, aceptando lo que sucediera a partir de entonces.

La palabra fe se pasea por nuestro vocabulario con cierta facilidad y no siempre somos conscientes de su profundidad. “Ten fe, ten fe”, escuchamos o pronunciamos sin ahondar demasiado en ello. Pero… tener fe es amar hasta la exageración, mirar con la mirada de Dios.

¿Fe en Jesús? Sí, siempre, un sí incondicional, a veces temeroso, pero sincero. ¿Adónde iré si no creo en ti? Sólo tú tienes palabras de vida eterna…


domingo, 24 de junio de 2018

Santo Evangelio 24 de junio 2018



Día litúrgico: 24 de Junio: El Nacimiento de san Juan Bautista


7-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados. 

Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.


«El niño crecía y su espíritu se fortalecía»

Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel 
(Barcelona, España)

Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.

Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).

Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.

Juan fue fiel a la misión que Dios le había encomendado

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JUAN FUE FIEL A LA MISIÓN QUE DIOS LE HABÍA ENCOMENDADO

Por Antonio García-Moreno

1.- EL ORGULLO DIVINO.- El profeta va dibujando en Is 49 la figura del Siervo de Yahvé, y a través de diversos poemas va trazando los perfiles de ese personaje que ha de salvar al pueblo de Dios. Hoy nos dice que ese Siervo es el orgullo de Yahvé, su mayor motivo de gloria. Se refiere a Cristo, al Verbo encarnado, a Jesús de Nazaret, él es, efectivamente, el mayor reflejo de la grandeza de Dios, es su imagen perfecta, es la manifestación mejor conseguida del amor divino, ese que nos tiene el Padre eterno.

Y nosotros, los cristianos, como Juan el Bautista hemos de ser testigos de Jesús, sobre todo plasmando en nuestras vidas la figura entrañable de Cristo. Ser también manifestación del amor de Dios y motivo de orgullo para el Señor. Para conseguirlo sólo tenemos un camino, el de identificarnos con Cristo. Hemos de esforzarnos para imitarle, para vivir como él vivió, para morir como él murió, para ser como él es: reflejo de la bondad de Dios, orgullo del Padre eterno.

El Siervo de Yahvé congregaría al resto de Israel, a lo que había quedado de la casa de Jacob, aquellos hombres desperdigados por el mundo entero, aquellos que habían conservado en sus corazones la sencillez y la esperanza. Son los que la Biblia llama "pobres de Yahvé". Pero Cristo no se limitaría a reunir a ese "resto" preanunciado por los profetas. Él vino con una misión universal, él será, es la luz para todas las naciones. Y entre todos los pueblos habrá muchos que sigan a Cristo, atraídos por la luminosidad de su palabra.

También en esto hemos de asemejarnos a Cristo. Siendo como luces encendidas en medio de nuestro oscuro mundo. Y es que la misión de Cristo se prolonga en los que le siguen. Los que creemos en él somos, hemos de ser, una llamada a la esperanza. Y así cada cristiano que viva seriamente sus compromisos será como un punto de luz. De esta forma, todos encendidos, construiremos un mundo mejor, iluminado por el resplandor del amor de Cristo.

2. EL CORDERO DE DIOS.- Las orillas del Jordán bullían de muchedumbres venidas de todas las regiones limítrofes. La fama del Bautista se extendía cada vez más lejos. Su palabra recia y exigente había llegado hasta las salas palaciegas, hasta el castillo del rey a quien recriminaba públicamente su conducta deshonesta. Al Bautista no le importó el peligro que aquello suponía. Por eso hablaba con claridad y con valentía a cuantos llegaban. A veces eran los poderosos saduceos, en otras ocasiones fueron los fariseos pagados de sí o los soldados que abusaban de sus poderes. Para todos tuvo palabras libres y audaces que denunciaban lo torcido de sus conductas y que era preciso corregir. Qué buena lección para tanto silencio y tanta cobardía como a menudo hay entre nosotros.

Juan fue fiel a la misión que se le había encomendado: preparar el camino al Mesías. Ello supuso el fin de su carrera, dar paso a quien venía detrás de él, ocultarse de modo progresivo para que brillara quien era la luz verdadera. Sí, el Bautista aceptó con generosidad su papel secundario y cuando llegó el momento se retiró, no sin antes señalar con claridad a Jesús como el Mesías anunciado, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Desde entonces su figura ha quedado vinculada a la del Cordero. Un título cristológico que encierra en sí toda la grandeza del Rey mesiánico y también su índole kenótica o humillante. El Cordero es, en efecto, la víctima inmolada en sacrificio a Dios que Juan contempla en sus visiones apocalípticas desde Patmos. Así en más de una ocasión nos presenta sentado en el trono a ese glorioso Cordero sacrificado, ante el que toda la corte celestial se inclina reverente, y canta gozosa y agradecida.

Por tanto, es a Jesucristo, víctima inmolada y Señor glorioso, al que se representa con el Cordero. Todo un símbolo que se repite una y otra vez, sobre todo en la liturgia eucarística, para que en nuestros corazones renazca el amor y la gratitud, el deseo de corresponder a tanto amor como ese título de Cordero de Dios implica. Es, además, todo un programa de vida, un itinerario marcado con decisión y claridad por los mismos pasos de Jesús. Aceptemos, pues, la parte de dolor y de sacrificio que nos corresponda en la vida y en la muerte. Ofrezcamos nuestros cuerpos como víctima de holocausto que se quema, no de una vez sino día a día y momento a momento, en honor y gloria de Dios. Si vivimos, así la esperanza renacerá siempre en medio de las dificultades, nos sentiremos vinculados al sacrificio de Cristo y, por consiguiente, asociados también a su triunfo.

sábado, 23 de junio de 2018

Santo Evangelio 23 de junio 2018


Día litúrgico: Sábado XI del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 6,24-34): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? 

»Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».


«Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura»

P. Jacques PHILIPPE 
(Cordes sur Ciel, Francia)

Hoy el Evangelio habla claramente de vivir el “momento presente”: no darle vueltas al pasado, sino abandonarse en Dios y su misericordia. No atormentarse por el mañana, sino confiarlo a su providencia. Santa Teresita del Niño Jesús afirmaba: «Sólo me guía el abandono, ¡no tengo otra brújula!».

La preocupación jamás ha resuelto ningún problema. Lo que resuelve problemas es la confianza, la fe. «Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?» (Mt 6,30), dice Jesús.

La vida no es por sí misma demasiado problemática, es el hombre quien carece de fe… La existencia no siempre es fácil. A veces es pesada; con frecuencia nos sentimos heridos y escandalizados por lo que sucede en nuestra vida o en la de los demás. Pero afrontemos todo esto con fe e intentemos vivir, día tras día, con la confianza en que Dios cumplirá sus promesas. La fe nos llevará a la salvación. 

«No os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal» (Mt 6,34). ¿Qué quiere decir esto? Hoy, busca vivir de manera justa, según la lógica del Reino, en la confianza, la sencillez, la búsqueda de Dios, el abandono. Y Dios se ocupará del resto…

Día a día. Es muy importante. Lo que nos agota a menudo son todas esas vueltas al pasado y el miedo al futuro; mientras que cuando vivimos en el momento presente, de manera misteriosa, encontramos la fuerza. Lo que tengo que vivir hoy, tengo la gracia para vivirlo. Si mañana debo hacer frente a situaciones más difíciles, Dios incrementará su gracia. La gracia de Dios se da al momento, día a día. Vivir el momento presente supone aceptar la debilidad: renunciar a rehacer el pasado o dominar el futuro, contentarse con el presente.

La Iglesia y el profesor, testimonio

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La Iglesia y el profesor
Tomado de Voxfidei.com

Cortesía de This Rock
por Robert Ian Williams

¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Es en serio tu conversión? ¿Y ahora idolatras a María? ¿Cómo le puedes contar tus secretos más íntimos a otro hombre en la confesión? ¿Por qué te converstiste? ¿Cómo puedes aceptar enseñanzas que no están en la Biblia?

Esas son algunas de las preguntas con las que me han asaltado desde que fui recibido en la Iglesia Católica. A medida que pasan los años se han hecho mas frecuentes, así que he decidido poner pluma al papel para informar a los curiosos. Espero que este somero recuento ayude a los católicos a entender la mentalidad "evangélica" y que tambien ayude a los evangélicos a pensar un poco sobre el problema central que yace en el corazón de este asunto: la autoridad.

Mi entrada en la Iglesia Católica no fue una conversión paulina, como la ocurrida en el camino a Damasco. Aunque es cierto que Dios puede hacer cosas así, mi camino a la fe de las edades fue una experiencia educativa y gradual. La conversión es, en suma, un asunto espiritual, pero muchos factores pueden contribuir a que ocurra. Mi desagrado por la confusión en que se encuentra la cristiandad evangélica fue el punto de partida. Creo que fue la gracia de Dios lo que me permitió discernir la debilidad de ese sistema religioso.

Antes que mi insatisfacción se hiciera sentir me sentía muy feliz en el cristianismo evangélico. Confiaba en Cristo, creía que mis pecados serían perdonados y pensaba que conocía los Evangelios y el Nuevo Testamento. Tambien pensaba que todas las demás religiones estaban equivocadas y veía a la Iglesia Católica como una iglesia apóstata llena de corrupción medieval, que oscurecía el Evangelio para ruina de las almas. Estaba convencido que la Palabra de Dios en la Biblia era la única autoridad para el creyente (Sola Scriptura) y que yo era justificado solamente por mi fe y nada mas que mi fe (Sola Fide). Estos eran para mí los principales lemas de batalla de la Reforma. Cuando me encontraba algún católico trataba de mostrarles la "verdad" y llevarlos al conocimiento de Cristo. Eran tan anticatólico que me negaba a orar en la capilla del capellán en la universidad donde enseñaba. Sabía que la Unión Evangélica Cristiana buscaba convertir a los católicos y pensaba entonces que todo el asunto católico era nada mas que pura hipocresía.

Pero la gracia de Dios comenzaba a operar en mi corazón. Todo comenzó con el asunto del bautismo. Los cristianos evangélicos están muy divididos en esto. Algunos aceptan el bautismo de infantes y otros creen que el bautismo es solo para el creyente adulto. Estudié los hechos y no pude encontrar ninguna referencia explícita al bautismo de infantes en el Nuevo Testamento, así que decidí averiguar cuándo había comenzado esta práctica entre los cristianos. ¿Podría ser que se remontara hasta los tiempos de los apóstoles o se había filtrado en la Iglesia durante los primeros siglos? A su tiempo encontré que el bautismo de infantes estaba claramente apoyado por el registro histórico. Si hubiera sido una innovación debiera entonces haber alguna huella de protesta contra su introducción en la Iglesia. No pude encontrar ni un solo grupo cristiano anterior al siglo XVI que rechazara el bautismo de niños. Y hasta descubrí que estos primeros cristianos bautistas tan sólo salpicaban la cabeza del adulto al bautizarlo. Hallé que la inmersión (que también era un punto importante para algunos evangélicos) no comenzó hasta el siglo XVII. Encontré entonces que las iglesias bautistas se quedaban cortas en lo que toca al rigor y la continuidad histórica.

Por lo tanto rechacé el bautismo de “exclusivamente adultos.” Para mí esta era una parte crucial de la verdad y traté de convencer a los evangélicos bautistas ahora que conocía del error de sus creencias. Algunos me dijeron que me estaba obsesionando con un asunto de importancia secundaria. Esto me chocó ¿Cómo podía ser que un mandamiento solemne de Jesucristo fuera considerado como de importancia secundaria? Me asombré cuando el renombrado líder evangélico Martyn Lloyd-Jones es su libro “What Is an Evangelical?” (¿Qué es un evangélico?) comentó sobre el asunto de la desunidad en las iglesias evangélicas diciendo: “Otro asunto que debemos poner en la misma categoría es la edad y el modo del bautismo: la edad del candidato y el modo de administrar el rito del bautismo. Debo ponerlo entonces en la categoría de cosas que no son esenciales porque no se puede probar ni uno ni otro usando solamente las Escrituras. He leido libros sobre el tema por cuarenta y cuatro años y creo que se menos ahora de lo que sabía antes de comenzar. Por lo tanto, mientras afirmo junto con todos nosotros que creo en el bautismo por lo que es evidentemente una orden de Dios, no debemos separarnos en lo que toca a la edad del candidato y el modo de administrarlo.”

Aquí tenemos un hombre que creyendo en la autoridad de la Biblia como sola guía para el creyente no pudo establecer el patrón bíblico para el bautismo. Esto lo llamo “aprender y NO llegar al conocimiento de la verdad”. Irónicamente en la misma obra Lloyd-Jones enseña la suficiencia de la Escritura y que ¡el evangelicalismo es mucho mas claro en su razonamiento que el catolicismo! Esto me ayudó a enfocar mi mente en otros desacuerdos que existen entre los evangélicos. Si fueran simplemente asuntos secundarios no habría necesidad de tener denominaciones separadas cada una esgrimiendo diferentes teorías sobre el retorno del Señor, el significado de la Cena del Señor y si el creyente puede o no perder su salvación, o la disputa sobre los dones carismáticos. La lista es larga.

Mi formación académica es como historiador, y como tal me he concentrado en la historia de la Iglesia. No podía salir de mi asombro cuando vi que no podía encontrar una sola huella de cristianismo evangélico en la Iglesia con anteriordad al siglo XVI. Ni los valdenses ni los seguidores de Wyclif tenían idea de la salvación por fe solamente. Ambos grupos participaban en los sacramentos de la Iglesia Católica y comenzaron como movimientos de reforma dentro de la Iglesia y no como iglesias separadas. Ni uno de los Padres de la Iglesia predicó la salvación por fe solamente. ¡Wyclif mismo murió mientras atendía una Misa, sin haberse bautizado como creyente y contento con su bautismo católico como infante!

La teoría de que la conversión del emperador romano Constantino en el siglo IV comenzó la corrupción de la Iglesia es aún más increíble. Encontré que la Iglesia temprana creía en el bautismo de niños, en la regeneración bautismal, obispos, sucesión apostólica, la presencia de Cristo en la Eucaristía, el sacerdocio sacrificial, oraciones por los muertos y un papel especial para el obispo de Roma. Todo esto se halla claramente siglos antes de Constantino. En las palabras del Cardenal Newman “quien se sumerge en la Historia, deja de ser protestante.” No pude encontrar una sola huella de evangélicos bíblicos, un puñado de fieles que se aferraran a las creencias que distinguen a los evangélicos de hoy día: solo la Biblia y justificación solamente por fe. El tratamiento evangélico de la historia de la Iglesia es superficial: nos habla de gente como Ambrosio, Agustín, Atanasio como si fueran cristianos “sola Biblia” ignorando completamente el contexto católico en el que ellos vivieron. Encuentro que esto es intelectualmente deshonesto.

He hallado que la historia de los evangélicos está asentada en mitos. La Iglesia Católica, me informaban, había quemado las copias de la Biblia. Por el contrario comprobé que la Iglesia Católica ha preservado la Biblia, definiendo su canon y sí, ha quemado y prohibido la lectura de ediciones que eran traducciones inexactas y heréticas. Por ejemplo, Biblias como la traducción de Tyndale que ostentaba notas al pie atacando a la Iglesia y al Papa. Tambien he encontrado versiones traducidas a los idiomas vernáculos presentadas años y años antes de la reforma alemana ¡Los Evangelios habían ya sido traducidos al anglosajón mucho antes de que el idioma inglés fuera formado!

Tambien encontré que el famoso “Libro de los mártires” de John Foxe, un católico apóstata del siglo XVI, era inexacto. Muchos de los “mártires” durante el reinado de María Tudor eran antiortodoxos que hubieran sido quemados durante el reino de la protestante reina Isabel. De hecho, Foxe apoyó a un régimen que torturó y mató católicos que simplemente querían vivir en la fe de sus ancestros. ¡Tambien apoyó a un régimen que quemó a cristianos evangélicos como los bautistas! Fueron cristianos protestantes los que persiguieron a los padres del puritanismo en la Inglaterra del siglo XIX y ese grupo, a su vez, una vez que se establecieron en América participó en perseguir a sus propios compañeros en la fe.

Yo había aceptado la falsa idea perpetuada por Lloyd-Jones y otros maestros evangélicos, que los católicos creen en la revelación continua. Encontré, muy por el contrario, que la doctrina católica enseña que la revelación pública termina con lo recibido por los apóstoles y que la fe fue entregada una vez a los santos. Es el deber de la Iglesia com “pilar y fundamento de la fe” (1 Tim 3:15) el interpretar y discernir el depósito original de la fe. La Iglesia Católica no ha inventado la transubstanciación en el siglo XII como tampoco inventó el dogma trinitario en el siglo IV. Como evangélico me encontraba perplejo al encontrarme en la misma definición de los Testigos de Jehová que arguyen que la palabra “Trinidad” no está en la Biblia. Yo pensaba que la enseñanza estaba allí y que la palabra sencillamente la definía. Pero entonces tenía el problema de que no podía usar ese argumetno con un católico al discutir el purgatorio. Mi respuesta era que el caso del purgatorio no podía ser definido claramente. Esta era una respuesta mas bien débil desde el momento en que era subjetivamente evangélica. Después de todo Lutero, Calvino, Wesley y una cantidad de otros reformistas podían “ver” el bautismo de infantes mientras que Spurgeon, Billy Graham y otros muchos no lo podían encontrar en la Biblia. La enseñanza católica era más lógica: Dios ha establecido una Iglesia como árbitro final y no se lo puede culpar por la confusión. El desarrollo de la doctrina es como el revelado del filme fotográfico. La imagen está en el filme, pero a medida que el tiempo y las circunstancias cambian la imagen se hace mas visible.

No pude encontrar un solo texto que afirmara que la Biblia sola era suficiente. El famoso pasaje en donde se afirma que la Escritura es provechosa (2 Tim 3:16) significa claramente que es una ayuda pero no que es suficiente. Asi como es provechoso para mi salud el beber agua regularmente pero no es suficiente como alimentación completa. No pude encontrar un solo versúculo en el cual se enseñara que la Palabra de Dios tuviera que ser exclusivamente la palabra escrita. Encontré que Jesús había honrado las tradiciones de la fe judía de su comunidad que no se encontraban en la Escritura. Su condenación de las falsas interpretaciones de tradiciones dadas por los fariseos no era una condena de la tradición en si misma ya que la Iglesia que El fundó sobre los apóstoles ha aceptado tanto los escritos como la tradición oral.

En un momento decidí reexaminar mi creencia en Cristo ¿Es posible que uno pudiera haber sido engañado? ¿Es posible que Cristo fuera un falso Mesías? Después de todo los judíos lo habían rechazado ¿Pudiera suceder que el pueblo más brillante y duradero en el mundo se equivocara? Por lo tanto comencé a leer apologética judía en contra del cristianismo que centraba sus ataques mayormente en afirmar que las profecías sobre el Mesías no se han cumplido. Afirman tambien que Jesús nunca declaró ser Dios y que los seguidores gentiles agregaron “conceptos paganos” como el del Nacimiento Virginal y la Encarnación. Esto me fascinaba porque se parecía mucho a las acusaciones de los anticatólicos que afirman que esas mismas cosas son agregados paganos. Comencé a ver esto como la culminación lógica de la teoría evangélica: si el paganismo contaminó al cristianismo entonces ¿cómo puede ser una enseñanza divina y permanente comparable a la incorruptible Torah? Otro libro anticristiano me llevó aun mas en esa dirección al preguntarme: si la religión de Cristo es la verdad, ¿por qué hay tantas diferentes iglesias cristianas? Así el intelecto judío ve al cristianismo, como un fracaso.

Entonces me volví a observar nuevamente a Cristo. No podría rechazar su divinidad. Podría ver que el Nuevo Testamento enseñaba que El es Dios, y esto no era un agregado pagano. El judaísmo moderno no era igual que el judaísmo del tiempo de Nuestro Señor. Era algo que se había desarrollado con el tiempo y que se había dividido en sectas. Incluso dentro de judaísmo ortodoxo hay interpretaciones rabínicas que están en conflicto. Continué aferrándose a mi creencia en el cristianismo “solamente la Biblia.” La forma de vida y la comunidad evangélicas son muy acogedoras y a mi vista los servicios católicos parecían fríos en comparación. Al mismo tiempo me desilusionaba cada vez más de la apologética anticatólica. Los libros como “Catolicismo Romano” de Loraine Boettner (un clásico anticatólico) presentaba gruesas distorsiones de la realidad de la doctrina y de la historia. Recuerdo haber leído un libro por un evangélico que ridiculizaba la doctrina católica de la intención sacramental. De hecho él ridiculizaba una mala representación de esa doctrina. La interpretación evangélica clásica de los textos petrinos cruciales, tales como Mateo 16, se fundamentaban en una visión defectuosa y ya entonces yo podía verlo claramente. El juego de palabras entre 'Petros' y 'petra' era periférico, pues Nuestro Señor hablaba arameo. La mayoría abrumadora de eruditos evangélicos de hoy acepta que Pedro es la roca y que él fue el recipiente de las llaves de autoridad de una manera especial. Pues así como los reyes antiguos de Israel delegaron sus llaves de autoridad a su ministro principal o visir, Jesús había designado a Pedro como su representante o vicario. Las llaves, en cualquier cultura civilizada representan poder. Me di cuenta que se forzaban a propósito los escritos de los Padres de la Iglesia para hacerlos entrar en el molde anticatólico.

Hay quienes proponen que los Padres de la Iglesia están en desacuerdo con la idea de que Pedro es la Roca de la que se habla en Mateo XVI. Un examen cuidadoso de los escritos patrísticos revela que se estan refiriendo a diversos aspectos y significados de las Escrituras así como una casa se construye sobre una serie de cimientos los escritores patrísticos observan los diferentes sentidos de la Escritura sin contradecirse en absoluto.

Contra lo que anunciaba el mito evangélico, allí encontré evidencia histórica abundante para la estancia de Pedro en Roma y del establecimiento de su obispado. Al escuchar a Nuestro Señor decir quea carne y sangre no le habían revelado su divinidad, se puede ver el regalo de Dios que es el papado en una forma embrionaria si se quiere. Me sorprendió encontrar ya desde el primer siglo (cuando el apóstol Juan todavía estaba vivo) que el obispo de Roma escribiera a la iglesia de Corinto, dando instrucciones y advertencia a sus miembros que, el no hacer caso de su consejo las implicaría un grave peligro. Con el progreso de los siglos la evidencia para el papado crece, y encontré que había respuestas razonables a las objeciones evangélicas. Recuerdo muy bien el comentario que leí en un libro de visitas en cierta iglesia anglicana, estaba escrito obviamente por un visitante católico y decía “Donde está Pedro allí está la Iglesia.” Esas palabras que se grabaron en mi mente, eran las palabras de Ambrosio dichas en el siglo IV. La iglesia anglicana puede haber conservado los edificios católicos construidos antes de la reforma pero ciertamente no ha conservado la antigua fe. A pesar de su pátina de catolicismo la iglesia anglicana del siglo XIX es protestante. Eso se manifiesta en la ordenación de mujeres y otras aberraciones que en ella han tomado forma. El papel de Pedro llegó a estar tan claro para mí que ni siquiera podía considerar la pretensión de las iglesias ortodoxas de oriente de ser la verdadera Iglesia de Cristo. En esas iglesias (o, mejor dicho, en esas comuniones) pude apreciar una hermosa liturgia pero tambien una falta de claridad magisterial. Por ejemplo, hasta los años de 1930 las iglesias cristianas rechazaron claramente la anticoncepción como una cosa intrínsecamente inmoral. En 1930 la iglesia anglicana la aprobó y otras han seguido desde entonces. Eso incluye a los ortodoxos que también aceptan el divorcio y casamiento posterior. Solamente la Iglesia Católica ha tendio una posición firme en estos asuntos y eso al costo de perder a Inglaterra en el siglo XVI.

Los ortodoxos abandonaron al sucesor de Pedro para plegarse al poder imperial de Constantinopla. Habiendo puesto su confianza en príncipes han cosechado finalmente un fracaso. Mientras que todas estas cosas me indicaban sin dudas que la roca de la Iglesia Católica era firme, el liberalismo de algunas gentes dentro de la Iglesia me perturbaba. Entonces, al leer la parábola de la casa construída sobre la roca, me dí cuenta que la lluvia y el viento la estropean tambien. Los excéntricos y los disidentes no pueden demoler la casa. Podrán sacarle pedazos a la roca pero no la pueden destruir. Así fue como encontré que, paralelamente a lo sucedido a Nuestro Señor, la oposición se concentra en tres áreas principales.

Durante su ministerio terrenal, las autoridades religiosas se horrorizaron ante sus declaraciones de ser Dios, el hecho de que perdonara los pecados y Su declaración de que, para tener vida eterna, había que comer de Su cuerpo y de Su sangre. Esto continúa siendo la razón de una oposición virulenta entre los evangélicos. Recuerdo muy bien que cuando era evangélico desdeñaba la enseñanza católica de la confesión a un sacerdote, la creencia de la transubstanciación, la Misa y la infalibilidad del Papa y de la Iglesia. Recuerdo haber replicado que solamente Dios puede ser infalible.

Mi examen detenido de las Escrituras me demostró también que la doctrina católica de María se arraiga en la Palabra de Dios y no es importada del paganismo. El hecho de que los paganos tuvieran diosas no invalida la creencia en María como el hecho de que los paganos hicieran sacrificios no invalida los sacrificios ordenados en la Biblia. Pude ver que los católicos no la adoran mas de lo que los anglicanos adoran a Oliver Cromwell cuando le dejan una guirnalda al pie de su estatua en los dias de fiesta.

La doctrina católica de la comunión de los santos llegó a ser para mí una verdad establecida. Si “la oración del justo tiene mucho poder” entonces lo que han muerto en el Señor, siendo espíritus perfectos de hombres justos tienen que tener un valor superlativo para nosotros. Esto se ilustra perfectamente en el capítulo cinco de Revelación (Apocalipsis) en el que los veinticuatro ancianos representan a los santos que ofrecen sus oraciones a Dios. Antes de entrar en la Iglesia Católica, una de las últimas líneas de resistencia del evangélico es aducir que las vidas de ciertos católicos son en muchos casos desastrosas. Esa objeción me fue contestada al leer a Ronald Knox. Knox fue criado en un hogar fuertemente evangélico y luego se convirtió al catolicismo. Una vez dijo que si él se olvidara el paraguas a la entrada de un templo metodista, al volver lo encontraría allí, pero que no se podía asegurar que ocurriera lo mismo en un templo católico. Los metodistas usaron muchas veces esa frase en contra de él pero en realidad es un testimonio en contra de ellos. Cristo vino a salvar a pecadores y la red de la Iglesia esta echada para todos los hombres y mujeres. La iglesia no es un club para lectores de la Biblia de clase media, la Iglesia de Jesucristo es una poción mezclada y el error de los reformistas fue creer que la Iglesia debe estar compuesta ciento por ciento por los elegidos de Dios.

Nuestro Señor dijo claramente que "muchos son llamados pero pocos son los elegidos." Si bien es cierto que he conocido a algunos católicos que estan bastantes desviados de la fe, tambien es cierto que la gran mayoria de los católicos son personas de bien que tratan de vivir la vida de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. El hecho de que muchos católicos desobedecen las enseñanzas de la Iglesia confirma las palabras de Nuestro Señor que "a quienes más les es dado, más les será exigido." Son los católicos los que tendrán el juicio más severo que comienza por la Casa de Dios cuando el Señor al final de los tiempos separe el trigo de la cizaña.

Comencé a darme cuenta que, como los fariseos del tiempo de Jesús, los evangélicos tenían un punto de vista superficial de la adoración de Dios. Esto puede sonar un poco áspero, pero en efecto muchos cristianos "sola Biblia" han acumulado una serie de reglas que condenan comportamientos ciertamente inofensivos como si fueran algo anticristiano. Primero se favorece la opinión de que beber alcohol es un pecado y luego se enseña que Nuestro Señor bebió solamente zumo de uvas y que el vino del milagro de Caná era jugo sin alcohol. A otro le puede parecer que bailar es abominable. Se puede hacer una larga lista de costumbres parecidas. Hay evangélicos que piensan que fumar es evidencia de que uno no es un creyente pero Spurgeon, el comentarista bautista del siglo XIX, fumaba. Otros no compran billetes de lotería pero invierten su dinero en la bolsa. Es casi imposible crear un estereotipo del creyente evangélico pero se puede decir con seguridad que la gran mayoría cree en la anticoncepción. Dan el diezmo de sus ganacias a Dios, (el evangelismo no le sale barato a nadie) pero no de sus cuerpos. El entero sistema de “solo la Biblia” es subjetivo. Se cuenta una historia sobre un señora a quien alguien le preguntó si creía realmente que ella y su criado eran los únicos cristianos, a lo que ella respondió: “Bueno… no estoy muy segura si Jaime lo es.”

No estoy solo y en años recientes muchos evangélicos tradicionales se han pasado a la fe católica. Lo han hecho aunque el camino a la Iglesia estuviera bloqueado por falsas representaciones sembradas por la oposición. Esto es seguramente una gracia de Dios pues siempre habrá oposición para quienes quieren cumplir perfectamente con las palabras de Nuestro Señor. La oposición viene de las fuerzas del secularismo, del materialismo del modernismo y de otras filosofías. Todos ellos rechazan las enseñanzas que son peculiares de la Iglesia Católica. La Iglesia es la piedra pequeña predicha por el profeta Daniel que romperá la imagen falsa. Es la semilla que crece hasta ser un árbol poderoso.. Es el camino que Isaías profetizó y que los hombres no podrán dejar de encontrar. Es la casa fundada sobre la roca.

El Cardenal Herbert Vaughan (1832-1903) lo resumió en muy sabias palabras qu usaré como corolario:

"Es práctica común de los opositores de la Iglesia Católica el tratar de frenar a las almas por medio de presntarles una multitud de dificultades y objeciones contra las doctrinas de la Iglesia. Sobre esto se pueden decir dos cosas. Primero, sería muy fácil examinar esta lista de dificultades y publicar un examen de las mismas, ya hecho por doctos católicos en grandes obras. Pero es obvio que para contender con tales problemas habría que ser un teólogo o pasarse la vida entera investigando ya que es necesario contestar todos los cargos. Por otro lado tenemos los trabajos de los escritores anticatólicos, escritos para cegar o confundir el camino. Obras compuestas de calumnias, citas alteradas y una mezcla cuidadosamente dosificada de error y verdad. Estas intentan al mismo tiempo golpear y alienar tanto el sentido moral como el sentido intelectual. Si no tienen éxito completo de esta manera, al menos pueden sembrar perplejidad, ansiedad y retardar el camino del que busca a Dios. Pero en vez de entrar en un laberinto sembrado de dificultades y un rompecabezas de objeciones, la via mas corta y satisfactoria debiera ser elegida. Primero, encontrad al divino maestro, el pastor supremo, el Vicario de Cristo. Concentre todas sus facultades mentales y morales en la cabeza terrestre de la Iglesia de Dios. Esa es la clave para resolver esta situación.”

Traducción por Ignacio de Argenzola