En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».
Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.
«Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír»
Rev. D. David AMADO i Fernández
(Barcelona, España)
Hoy, «se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Lc 4,21). Con estas palabras, Jesús comenta en la sinagoga de Nazaret un texto del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido» (Lc 4,18). Estas palabras tienen un sentido que sobrepasa el concreto momento histórico en que fueron pronunciadas. El Espíritu Santo habita en plenitud en Jesucristo, y es Él quien lo envía a los creyentes.
Pero, además, todas las palabras del Evangelio tienen una actualidad eterna. Son eternas porque han sido pronunciadas por el Eterno, y son actuales porque Dios hace que se cumplan en todos los tiempos. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, hemos de recibirla no como un discurso humano, sino como una Palabra que tiene un poder transformador en nosotros. Dios no habla a nuestros oídos, sino a nuestro corazón. Todo lo que dice está profundamente lleno de sentido y de amor. La Palabra de Dios es una fuente inextinguible de vida: «Es más lo que dejamos que lo que captamos, tal como ocurre con los sedientos que beben en una fuente» (San Efrén). Sus palabras salen del corazón de Dios. Y, de ese corazón, del seno de la Trinidad, vino Jesús —la Palabra del Padre— a los hombres.
Por eso, cada día, cuando escuchamos el Evangelio, hemos de poder decir como María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38); a lo que Dios nos responderá: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Ahora bien, para que la Palabra sea eficaz en nosotros hay que desprenderse de todo prejuicio. Los contemporáneos de Jesús no le comprendieron, porque lo miraban sólo con ojos humanos: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22). Veían la humanidad de Cristo, pero no advirtieron su divinidad. Siempre que escuchemos la Palabra de Dios, más allá del estilo literario, de la belleza de las expresiones o de la singularidad de la situación, hemos de saber que es Dios quien nos habla.
En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
«No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños»
Rev. D. Valentí ALONSO i Roig
(Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).
Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.
Para terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios. Como dice san Asterio de Amasea: «La parábola de la oveja perdida y el pastor nos enseña que no hemos de desconfiar precipitadamente de los hombres, ni desfallecer al ayudar a los que se encuentran con riesgo».
En aquel tiempo, cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan Bautista, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras Él viniendo a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida». Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer». Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Él dijo: «Traédmelos acá».
Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
«Levantando los ojos al cielo...»
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano
(Cervera, Lleida, España)
Hoy, el Evangelio toca nuestros “bolsillos mentales”... Por esto, como en tiempos de Jesús, pueden aparecer las voces de los prudentes para sopesar si vale la pena tal asunto. Los discípulos, al ver que se hacía tarde y que no sabían cómo atender a aquel gentío reunido en torno a Jesús, encuentran una salida airosa: «Que vayan a los pueblos y se compren comida» (Mt 14,15). Poco se esperaban que su Maestro y Señor les fuera a romper este razonamiento tan prudente, diciéndoles: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14,16).
Un dicho popular dice: «Quien deja a Dios fuera de sus cuentas, no sabe contar». Y es cierto, los discípulos —nosotros tampoco— no sabemos contar, porque olvidamos frecuentemente el sumando de mayor importancia: Dios mismo entre nosotros.
Los discípulos realizaron bien las cuentas; contaron con exactitud el número de panes y de peces, pero al dividirlos mentalmente entre tanta gente, les salía casi un cero periódico; por eso optaron por el realismo prudente: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces» (Mt 14,17). ¡No se percatan de que tienen a Jesús —verdadero Dios y verdadero hombre— entre ellos!
Parafraseando a san Josemaría, no nos iría mal recordar aquí que: «En las empresas de apostolado, está bien —es un deber— que consideres tus medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2...». El optimismo cristiano no se fundamenta en la ausencia de dificultades, de resistencias y de errores personales, sino en Dios que nos dice: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
Sería bueno que tú y yo, ante las dificultades, antes de dar una sentencia de muerte a la audacia y al optimismo del espíritu cristiano, contemos con Dios. Ojalá que podamos decir con san Francisco aquella genial oración: «Allí donde haya odio que yo ponga amor»; es decir, allí donde no salgan las cuentas, que cuente con Dios.
En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.
«Nada les hablaba sin parábolas»
Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca
(Valldoreix, Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace, tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada hasta la que tenía menos luces.
«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí, la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.
Esta gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos, por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere hacer llegar a los humildes y sencillos.
Ojalá que cuando nos busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy agrad
ecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San Agustín).
En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
«Has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños»
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP
(San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)
Hoy, el Evangelio nos ofrece la oportunidad de penetrar, por así decir, en la estructura de la misma divina sabiduría. ¿A quien entre nosotros no le apetece conocer desvelados los misterios de esta vida? Pero hay enigmas que ni el mejor equipo de investigadores del mundo nunca llegará siquiera a detectar. Sin embargo, hay Uno ante el cual «nada hay oculto (...); nada ha sucedido en secreto» (Mc 4,22). Éste es el que se da a sí mismo el nombre de “Hijo del hombre”, pues afirma de sí mismo: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11,27). Su naturaleza humana —por medio de la unión hipostática— ha sido asumida por la Persona del Verbo de Dios: es, en una palabra, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, delante la cual no hay tinieblas y por la cual la noche es más luminosa que el pleno día.
Un proverbio árabe reza así: «Si en una noche negra una hormiga negra sube por una negra pared, Dios la está viendo». Para Dios no hay secretos ni misterios. Hay misterios para nosotros, pero no para Dios, ante el cual el pasado, el presente y el futuro están abiertos y escudriñados hasta la última coma.
Dice, complacido, hoy el Señor: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños» (Mt 11,25). Sí, porque nadie puede pretender conocer esos o parecidos secretos escondidos ni sacándolos de la obscuridad con el estudio más intenso, ni como debido por parte de la sabiduría. De los secretos profundos de la vida sabrá siempre más la ancianita sin experiencia escolar que el pretencioso científico que ha gastado años en prestigiosas universidades. Hay ciencia que se gana con fe, simplicidad y pobreza interiores. Ha dicho muy bien Clemente Alejandrino: «La noche es propicia para los misterios; es entonces cuando el alma —atenta y humilde— se vuelve hacia sí misma reflexionando sobre su condición; es entonces cuando encuentra a Dios».
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre».
«Seréis odiados de todos por causa de mi nombre»
P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat
(Montserrat, Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio remarca las dificultades y las contradicciones que el cristiano habrá de sufrir por causa de Cristo y de su Evangelio, y como deberá resistir y perseverar hasta el final. Jesús nos prometió: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20); pero no ha prometido a los suyos un camino fácil, todo lo contrario, les dijo: «Seréis odiados de todos por causa de mi nombre» (Mt 10,22).
La Iglesia y el mundo son dos realidades de “difícil” convivencia. El mundo, que la Iglesia ha de convertir a Jesucristo, no es una realidad neutra, como si fuera cera virgen que sólo espera el sello que le dé forma. Esto habría sido así solamente si no hubiese habido una historia de pecado entre la creación del hombre y su redención. El mundo, como estructura apartada de Dios, obedece a otro señor, que el Evangelio de san Juan denomina como “el señor de este mundo”, el enemigo del alma, al cual el cristiano ha hecho juramento —en el día de su bautismo— de desobediencia, de plantarle cara, para pertenecer sólo al Señor y a la Madre Iglesia que le ha engendrado en Jesucristo.
Pero el bautizado continúa viviendo en este mundo y no en otro, no renuncia a la ciudadanía de este mundo ni le niega su honesta aportación para sostenerlo y para mejorarlo; los deberes de ciudadanía cívica son también deberes cristianos; pagar los impuestos es un deber de justicia para el cristiano. Jesús dijo que sus seguidores estamos en el mundo, pero no somos del mundo (cf. Jn 17,14-15). No pertenecemos al mundo incondicionalmente, sólo pertenecemos del todo a Jesucristo y a la Iglesia, verdadera patria espiritual, que está aquí en la tierra y que traspasa la barrera del espacio y del tiempo para desembarcarnos en la patria definitiva del cielo.
Esta doble ciudadanía choca indefectiblemente con las fuerzas del pecado y del dominio que mueven los mecanismos mundanos. Repasando la historia de la Iglesia, Newman decía que «la persecución es la marca de la Iglesia y quizá la más duradera de todas».
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».
«Vino la luz al mundo»
Fr. Damien LIN Yuanheng
(Singapore, Singapur)
Hoy, ante la miríada de opiniones que plantea la vida moderna, puede parecer que la verdad ya no existe —la verdad acerca de Dios, la verdad sobre los temas relativos al género humano, la verdad sobre el matrimonio, las verdades morales y, en última instancia, la verdad sobre mí mismo.
El pasaje del Evangelio de hoy identifica a Jesucristo como «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Sin Jesús sólo encontramos desolación, falsedad y muerte. Sólo hay un camino, y sólo uno que lleve al Cielo,que se llama Jesucristo.
Cristo no es una opinión más. Jesucristo es la auténtica Verdad. Negar la verdad es como insistir en cerrar los ojos ante la luz del Sol. Tanto si le gusta como si no, el Sol siempre estará ahí; pero el infeliz ha escogido libremente cerrar sus ojos ante el Sol de la verdad. De igual forma, muchos se consumen en sus carreras con una tremenda fuerza de voluntad y exigen emplear todo su potencial, olvidando que tan solo pueden alcanzar la verdad acerca de sí mismos caminando junto a Jesucristo.
Por otra parte, según Benedicto XVI, «cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,32)» (Encíclica "Caritas in Veritate"). La verdad de cada uno es una llamada a convertirse en el hijo o la hija de Dios en la Casa Celestial: «Porque ésta es la voluntad de Dios: tu santificación» (1Tes 4,3). Dios quiere hijos e hijas libres, no esclavos.
En realidad, el “yo” perfecto es un proyecto común entre Dios y yo. Cuando buscamos la santidad, empezamos a reflejar la verdad de Dios en nuestras vidas. El Papa lo dijo de una forma hermosísima: «Cada santo es como un rayo de luz que sale de la Palabra de Dios» (Exhortación apostólica "Verbum Domini").
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído».
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
«Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados»
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García
(Tremp, Lleida, España)
Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.
Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica Dives in misericordia, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.
La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros.
Kénosis, ¿un nuevo Hakuna? Un apostolado juvenil que crece con música, adoración y evangelización
Integrantes de el ministerio Kénosis.
"Hemos aprendido que la música hay que compartirla con el mundo y que tenemos la obligación de poner al servicio de los demás los dones que Dios nos da", dice Leticia Noriega en nombre del ministerio y grupo Kénosis.
La música de oración y evangelización vive una hora dorada en España. Atrás quedaron los tiempos en que tener un buen micro y un vídeo del que sentirse orgulloso fuese algo inalcanzable para cualquier coro de parroquia. Hakuna es la muestra más visible de esta tendencia, pero hay más casos interesantes.
Los nuevos hitos de música de fe y oración, desde Tuyo hasta Luispo o Trigo 13 tienen algo en común: un sonido limpio y moderno, una estética cuidada a la perfección y pasión por una fe que no quieren esconder.
Kénosis es uno de esos nombres que cada vez suena más en la escena musical evangelizadora. Surgió en 2021, cuando un nutrido grupo de jóvenes estrechó lazos en las Horas eucarísticas que cada jueves organiza Regnum Christi en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid.
Conforme crecía su amistad y sus deseos de mejorar las canciones dedicadas al Santísimo, los jóvenes plantearon que constituirse como una agrupación dedicada por entero a la evangelización desde la música “quizá era algo de Dios”. No tardaron en organizarse, comenzar a dar orden a sus composiciones y, sobre todo, en “escuchar al Espíritu”.
Adoración de Regnum Christi en la UFV.
Una de las horas santas organizadas por los jóvenes de Regnum Christi en la Universidad Francisco de Vitoria.
¿Grupo de música o apostolado?
En 2022, el ministerio o apostolado -no se consideran un grupo de música- ya tenía su primer sencillo profesional en Spotify, Resucitados. Pronto alcanzaron hitos como la final del Madrid Live Talent con su Mateo, Pedro y Juan y participaban en eventos como el Body Fest de 2023 en Madrid o la Jornada de Pastoral Juvenil de Zamora el mismo año. Mientras, el apostolado consolidaba la misión principal para la que nacieron, “servir a Cristo a través del Regnum Christi” y reforzar sus eventos, especialmente las adoraciones de los jueves UFV, explica la coordinadora Leticia Noriega.
Una de las primeras cosas que se preocupa en remarcar es que Kénosis, más que un grupo de música, se trata de “un ministerio que reza por la asamblea a través del canto”, pero admiten haber “rezado” y bebido de grupos cristianos como Tuyo, Hakuna, Elevation Worship o Barak.
“Lo que hemos aprendido de estos grupos es que la música también hay que compartirla con el mundo y que tenemos la obligación de poner al servicio de los demás los dones que Dios nos da”, explica.
Integrantes de Kénosis, durante su participación en The body fest.
100% Regnum Christi
Algo que diferencia netamente a Kénosis de otras propuestas musicales es su total vinculación a una realidad de la Iglesia como es Regnum Christi, lo que llevan con orgullo al destacar que “Kénosis es Regnum Christi 100%”.
¿Significa eso que solo -o que todos- los miembros de Regnum Christi pertenecen a Kénosis? Para nada, responde Noriega. Desde el mismo momento en que algún asistente a las adoraciones se muestra interesado en colaborar más activamente, los responsables le invitan a acudir con frecuencia a las horas santas una hora antes, donde se le va enseñando el funcionamiento del ministerio, sea o no de Regnum Christi.
“Ve que rezamos antes de las adoraciones, como organizamos las voces… También hacemos eventos para explicar quiénes y qué somos, a finales de enero tenemos una convivencia a la que hemos invitado a los nuevos… No es necesario asociarse a Regnum Christi para cantar en Kénosis, pero sí tenemos claro que el apostolado, el carisma y la forma de evangelizar también son propias de Regnum Christi. Nuestra misión siempre serán los eventos de Regnum Christi, y si nos piden cantar en una boda pero hay misa de Cristo Rey, iremos a la misa”, explica la joven.
Leticia Noriega, integrante de Kénosis.
Acoger a todo el que quiera evangelizar desde la música
El ejemplo no es baladí, pues son muchos los encargos que les hacen desde todo España de cara a los sacramentos. Por el momento, Kénosis se encuentra consolidado en los grupos de Madrid y Barcelona, pero también hay colaboradores de la agrupación desperdigados por toda la península, esperando a ser activadas cuando el ministerio se dirige a alguna localidad.
En este sentido, su servicio a Regnum Christi es total y cada año se dirigen en varias ocasiones allí donde se les necesita.
“En 2023 fuimos a Zamora, a la Universidad Católica de Valencia a un programa de adoraciones para animar a rezar, varias bodas… Si en RC necesitan refuerzos para algún evento, allí vamos”, enumera.
Aunque la iniciativa se encuentra en vías de consolidarse a nivel nacional, Noriega no esconde que el objetivo de Kénosis y RC es acoger a modo de “paraguas” a todos los que se dediquen a la música dentro del movimiento.
Kénosis, con "Mateo, Pedro y Juan" en la final del Madrid Live Talent:
Primeros pasos: de "Resucitados" a "Cuando Él reina"
Kénosis gira en torno a las horas santas que Regnum Christi organiza en la Universidad Francisco de Vitoria. Para ellos, todo gira en torno a la oración.
“Es lo central e intentamos que nuestra música sea siempre litúrgica. Ensayamos normalmente una hora antes de adoraciones de los jueves, no solo las canciones que cantamos en las horas santas, también aprendemos repertorio nuevo. Y para los eventos que nos salen `de repente´, usamos otras sedes de varios lugares en función de lo que necesitamos”, explica.
La evolución de Kénosis comenzó según Noriega en un esporádico encuentro de oración de jóvenes donde nació Resucitados. Fue su primer sencillo en Spotify. Actualmente el grupo se encuentra preparando Don y tarea, su primer disco completo del que ya se puede escuchar Cuando Él reina y a partir de este 23 de enero, la segunda pieza del disco, Cómo me miras.
Basado en la evangelización, la oración y las Escrituras
Si hay algo que une todas estas canciones y proyectos es, según la joven coordinadora de Kénosis, la oración y las Escrituras.
De hecho, explica, “Cuando Él reina nace de un encuentro con Cristo que tuvieron en 2021 algunas de nuestras chicas en el que meditaron la parábola del joven rico. A raíz de ese encuentro, una de ellas compuso la canción que es una invitación a dejar nuestra seguridad depositada en las cosas terrenas y responder al llamado que nos hace el Señor poniendo los dones que Él nos presta a su servicio, con la responsabilidad de responder al llamado pero sabiéndonos en sus brazos”.
Noriega valora esta evolución como “un camino en el que todos hemos ido descubriendo y entendiendo que no solo tenemos un don en cuanto a la música, sino que somos puro don de Dios y por lo tanto tenemos la tarea de llevarle a Él a todos los demás”.
Cristo, protagonista de Kénosis y su mejor público
Pese a su creciente importancia, los integrantes de Kénosis no pierden de vista ese origen y misión centrado en la oración y el servicio. Su mismo nombre significa “abajamiento” en griego, para recordar que “estamos llamados a eso, a hacernos pequeños, nos ayuda a tener siempre presente que Él es el verdadero protagonista de este apostolado”.
Precisamente para mantener su visión y que el éxito “no se suba a la cabeza”, Noriega cuenta que en Kénosis la oración está muy presente, especialmente antes de cantar.
“Le pedimos al Espíritu Santo que nos quite cualquier tentación de lucirnos y que purifique nuestro ego para que todo lo que salga, sea para su Gloria. Tenemos muy claro que esto no es nuestro, es del Señor y que aunque suene bien, si no ayuda a la gente a rezar, no sirve para nada. Hemos comprobado que cuando no cantamos estando en oración, porque hay ruido en nuestros corazones o porque no hemos cuidado ese ambiente, suena mucho peor. Al final nosotros solo somos instrumento, el que toca es el Señor”, asegura.
Noriega espera que muchos puedan ser “tocados” por Kénosis, asegurando haber conocido varios casos que muestran la influencia de su música en el día a día de la gente, como el de una persona que escribió al grupo tras la última JMJ.
“Daba gracias a Dios por su proceso de sanación y también nos contaba cómo nuestra música había sido un instrumento clave en el proceso”, relata.
Por el momento, Kénosis ya ha tocado ante escenarios llenos, con el foco apuntándoles y el público coreando sus canciones. Ellos admiten que, si solo pudiesen elegir a una persona como público, ese sería “Cristo Eucaristía”. “Es Él quien sale a nuestro encuentro, nos revela su amor, nos reúne, nos forma y nos acompaña en ese camino de evangelización y en nuestro propio camino hacia la santidad”, concluye Noriega.
La Iglesia en Corea crece mucho pero «se habla poco del pecado, de la muerte y de la vida eterna»
El catolicismo es allí muy pujante, pero la sociedad sufre graves males de secularización.
Celebración de la misa en un hogar católico coreano.
Celebración de la misa en un hogar católico coreano.Captura Catholic Korea CPBC
La Iglesia crece con fuerza en Corea del Sur, pero se enfrenta al reto de una sociedad muy secularizada y decadente, caracterizada por el suicidio y la baja natalidad. Un reportaje de Federica Di Vito en el nº 247 (febrero de 2025) de Il Timone nos acerca a su emergente catolicismo.
Luces (y sombras) de Corea del Sur
Corea del Sur ha aparecido recientemente en muchos titulares de los medios de comunicación de todo el mundo. Desde la ley marcial, posteriormente retirada, del presidente Yoon Suk-yeol (que ahora está detenido y no lo está pasando nada bien) hasta la catástrofe aérea de Jeju Air (cuyo único dato cierto son las 179 víctimas), parece que es difícil dormir tranquilo.
De hecho, si paramos en la capital, Seúl, tenemos realmente la impresión de estar en una ciudad que nunca duerme. Una metrópolis de diez millones de habitantes, que fácilmente se elevan a 25 si se incluye toda el área metropolitana. Al pasear por la ciudad, se alzan ante nosotros vertiginosos rascacielos, pero si doblamos la esquina, nos perdemos en los inmensos mercados tradicionales en busca de sabores y olores auténticos.
Por la noche, nos sorprenderá el despliegue de cruces brillantes y coloridas: muestra del alto porcentaje de protestantes, que representan el 20% de los coreanos, frente al 11% de católicos.
Nación en alza
Corea del Sur ostenta el récord de dos de las tasas más infelices del mundo: la de suicidios y la de más baja fertilidad. Desde 2003, el país registra una de las tasas de suicidio más altas del mundo, con unas 36 personas que acaban con su vida cada día. Si para Italia hablamos de un invierno demográfico, para Corea del Sur es más apropiado hablar de una "extinción demográfica": según los datos publicados por Kostat, la agencia nacional de estadística, la tasa total de fecundidad cayó hasta 0,65 en el último trimestre de 2023.
La unidad de medida de toda la sociedad parece ser la perfección. Tras años de aislamiento y atraso, aproximadamente desde la década de 1960 Corea del Sur ha emprendido una carrera incesante hacia la perfección y el éxito, convirtiéndose en uno de los países más avanzados del mundo.
Sin embargo, este crecimiento repentino ha pagado un precio muy alto en términos humanos. De hecho, desde una edad temprana se transmiten e imponen normas muy estrictas en todos los ámbitos, empezando por el escolar. No es una fake news cuando leemos que los jóvenes renuncian a dormir para estudiar y que consumen su vida entre escuelas, bibliotecas y hagwon, las academias privadas a las que acuden los alumnos hasta las diez de la noche (para poder adelantar el temario y profundizar en las asignaturas). La ecuación es sencilla: en la sociedad, uno es juzgado por sus logros académicos, por lo que apostarlo todo en la preparación es esencial para ser "feliz", es decir, tener un buen trabajo para ganar mucho dinero.
Todo esto produce también un ansia obsesiva de perfección en el plano físico. En Seúl, las cirugías estéticas alcanzan la cifra per cápita más alta del mundo. Solo hay que pensar que el regalo más popular de los padres a sus hijos, cuando estos cumplen 18 años, es la cirugía ocular, para eliminar la peculiar forma almendrada y parecerse a los gustos occidentales.
Auge de fieles
En este contexto, ¿qué papel desempeñó y desempeña hoy la Iglesia católica? En la historia contemporánea de Corea, la década de 1980 se abrió con el movimiento de democratización conocido como Gwangju. Desde el golpe militar encabezado por Chun Doo-hwan, al pueblo se le ha impuesto continuamente un gobierno dictatorial con régimen militar. Mientras el gobierno reprimía los movimientos antigubernamentales deteniendo y torturando a los disidentes, la Iglesia apoyaba directamente el movimiento de democratización enfrentándose a los dictadores. Durante este periodo de agitación social, la Iglesia católica ganó mucho reconocimiento y apoyo de la sociedad.
De los 23 nuevos sacerdotes ordenados en Seúl tres partirán directamente como misioneros a América Latina / Archidiócesis de Seúl
Corea, una potencia vocacional: Seúl ordena a 23 nuevos sacerdotes y envía ya a 3 a Hispanoamérica
En la década de 1980, la tasa de crecimiento anual de católicos fue del 7,54%, veinte veces superior a la de los años sesenta y setenta y muy superior a la de las iglesias protestantes u otras religiones. En 1989, había 2.610.000 católicos, es decir, el 6% de la población. "Muchas conversiones han sido políticas, pero la fe de la Iglesia coreana se basa en la sangre de los primeros mártires", nos dice el padre Fabiano Rebeggiani, originario de Roma pero ordenado y misionero en Seúl desde hace diez años: "Es interesante que en la Iglesia coreana coexistan siempre estas dos almas: la que procede de la raíz de los mártires y la que ha pasado por diversos acontecimientos políticos, desde el periodo colonial japonés, hasta la guerra civil y las dictaduras, es decir, el alma que más apunta a la justicia social".
Después del covid
Según el Informe Estadísticas de la Iglesia católica coreana 2023, publicado por la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, la asistencia de fieles a la misa dominical alcanzó una media anual del 13,5%, lo que supone un aumento del 1,7% respecto a 2022. Sin embargo, en 2019, antes de que comenzara la pandemia, esa cifra era del 18,3%.
Estadísticas de la Iglesia coreana.
Porcentaje de católicos coreanos que van a misa los domingos (azul) y que se confiesa en Cuaresma (rojo) y Adviento (negro punteado): cifras muy superiores a la mayor parte de los países occidentales. Los confinamientos gubernamentales de 2020 causaron una caída de casi el 50% que aún no se ha remontado.Conferencia Episcopal de Corea / Il Timone.
"El covid ha provocado un descenso drástico de la participación a la misa y los sacramentos", continúa el padre Fabiano, que tras haber sido párroco se dedica ahora a la pastoral juvenil, colaborando en particular en la organización de la JMJ que se celebrará en Seúl en 2027. "Vimos que la fe era muy superficial, a la primera dificultad la población asistente bajó un 30%. Sobre todo los jóvenes, una vez que se fueron, no volvieron nunca más. Por eso el arzobispo de Seúl ha luchado para que la JMJ se celebre aquí, porque siente la necesidad de estimular la pastoral juvenil".
Los problemas que experimenta hoy la Iglesia coreana son, en cierta medida, corolario de las exigentes demandas de la sociedad. Normalmente, los que asisten asiduamente a misa tienen más de 50-60 años, pues representan el segmento de la población que ahora está fuera del sistema productivo del país. "Por ejemplo, durante la preparación del Suneung", el terrible "examen de bachillerato" en el que parece basarse toda la futura vida profesional de los jóvenes y durante el cual las obras en las ciudades paran y se suspenden el despegue y aterrizaje de los aviones para evitar distracciones, "a misa no viene nadie", nos cuenta el padre Fabiano.
Bautizo de adultos en Corea - en esta foto es un grupo de 60 refugiados norcoreanos en Seúl
Con conversos, la Iglesia en Corea ha crecido casi un 50% en veinte años, pero está bajando el ritmo
Temores de sacerdotes y obispos
"La Iglesia coreana está viva. El primer impacto que se tiene al entrar en una parroquia coreana es ver la misa de los días laborables generalmente llena de gente. La Sunday School [sistema heredado de la pastoral juvenil estadounidense dirigido a niños, adolescentes y jóvenes] está muy bien organizada", pero -observa el padre Fabiano haciendo una comparación con Occidente- "mientras que la sociedad occidental todavía tiene, a nivel cultural, residuos de valores cristianos, aquí la fe es joven y todavía superficial. El temor de sacerdotes y obispos es que ahora que la secularización empuja con fuerza también aquí, el declive podría ser rápido y fatal". Por eso, el arzobispo de Seúl, monseñor Peter Soon-taick Chung, quiere que los jóvenes sean protagonistas de la próxima JMJ, para hacer crecer su fe y convertirlos en piedras angulares de la Iglesia del futuro.
Así se presenta la Iglesia coreana, en un vídeo de su conferencia episcopal.
Según el citado Informe de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, el número de nuevos bautizados fue de 51.307, lo que supone un aumento del 24% respecto al año anterior. Los bautizos se dividieron en tres tipos: recién nacidos (25%), adultos (67,3%) y moribundos (7,7%).
"Me bauticé en segundo de bachillerato", cuenta Yunhee Kim, una chica de 35 años de Jeju pero residente en Seúl desde hace 15 años: "Mis tíos se acercaron al Camino Neocatecumenal de Jeju cuando yo era pequeña. Siempre que les visitaba me gustaba ir a la iglesia con ellos. Veía que ese ambiente era bueno. Luego entré en un instituto dirigido por los salesianos. En el segundo curso preguntaron a los alumnos si alguien deseaba hacerse católico y yo, recordando mi infancia, me di cuenta de que podía ser una oportunidad para mí".
Emilio Mangano, misionero en Corea del Sur, que dejó Viterbo en 1994 con su mujer Annalisa Elisa y sus hijos, explica así el fenómeno de los bautizos en edad adulta: "Aunque las cosas han cambiado mucho desde el covid, lo que es bueno es que los católicos, por amistad, sigan invitando a los no católicos a venir a la Iglesia y bautizarse. Es un milagro que esto ocurra".
Se busca formación
Jacho Lee, seminarista coreano de 26 años, nos cuenta las reacciones ante su vocación: "En Corea todavía hay poca gente que conozca realmente el catolicismo. El desconocimiento, las diferencias de valores y la falta de puntos en común no permiten una comunicación fácil y hay que tener cuidado para no crear malentendidos. Por ejemplo, las generaciones adultas y jóvenes tienen percepciones diferentes sobre los seminaristas".
De hecho, es fácil que las personas mayores muestren una especie de reverencia hacia los seminaristas y los sacerdotes, debido también a la filosofía confuciana, que sigue siendo muy influyente hoy en día y que incluía la división en clases y un complejo código de rituales: "La generación más joven, en cambio, no está muy interesada en los seminaristas y sacerdotes. Influidos en gran medida por el materialismo y la ciencia, en general ven a los católicos como un grupo silencioso que no impone nada a la sociedad y que al final no cuenta".
Ciertamente no nos podemos ceñir sólo a los números; la mejor perspectiva para la Iglesia coreana es aceptar los retos del presente y volver a convertir en central la predicación del Evangelio, afirma además Emilio: "Hace unos años se hablaba de querer llegar al 20% de los católicos. ¡Si miramos las cifras, entonces es que Jesucristo ha fracasado! La presencia sobre el terreno es importante, pero lo son más la formación del clero y los temas de predicación: se habla poco del pecado, de la muerte y de la vida eterna. No hay formación sobre los problemas existenciales. Hay mucho trabajo que hacer al respecto, y con buenos resultados para el futuro, porque aquí la gente sigue yendo a la iglesia y está sedienta".
Kénosis, ¿un nuevo Hakuna? Un apostolado juvenil que crece con música, adoración y evangelización
Integrantes de el ministerio Kénosis.
"Hemos aprendido que la música hay que compartirla con el mundo y que tenemos la obligación de poner al servicio de los demás los dones que Dios nos da", dice Leticia Noriega en nombre del ministerio y grupo Kénosis.
La música de oración y evangelización vive una hora dorada en España. Atrás quedaron los tiempos en que tener un buen micro y un vídeo del que sentirse orgulloso fuese algo inalcanzable para cualquier coro de parroquia. Hakuna es la muestra más visible de esta tendencia, pero hay más casos interesantes.
Los nuevos hitos de música de fe y oración, desde Tuyo hasta Luispo o Trigo 13 tienen algo en común: un sonido limpio y moderno, una estética cuidada a la perfección y pasión por una fe que no quieren esconder.
Kénosis es uno de esos nombres que cada vez suena más en la escena musical evangelizadora. Surgió en 2021, cuando un nutrido grupo de jóvenes estrechó lazos en las Horas eucarísticas que cada jueves organiza Regnum Christi en la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid.
Conforme crecía su amistad y sus deseos de mejorar las canciones dedicadas al Santísimo, los jóvenes plantearon que constituirse como una agrupación dedicada por entero a la evangelización desde la música “quizá era algo de Dios”. No tardaron en organizarse, comenzar a dar orden a sus composiciones y, sobre todo, en “escuchar al Espíritu”.
Adoración de Regnum Christi en la UFV.
Una de las horas santas organizadas por los jóvenes de Regnum Christi en la Universidad Francisco de Vitoria.
¿Grupo de música o apostolado?
En 2022, el ministerio o apostolado -no se consideran un grupo de música- ya tenía su primer sencillo profesional en Spotify, Resucitados. Pronto alcanzaron hitos como la final del Madrid Live Talent con su Mateo, Pedro y Juan y participaban en eventos como el Body Fest de 2023 en Madrid o la Jornada de Pastoral Juvenil de Zamora el mismo año. Mientras, el apostolado consolidaba la misión principal para la que nacieron, “servir a Cristo a través del Regnum Christi” y reforzar sus eventos, especialmente las adoraciones de los jueves UFV, explica la coordinadora Leticia Noriega.
Una de las primeras cosas que se preocupa en remarcar es que Kénosis, más que un grupo de música, se trata de “un ministerio que reza por la asamblea a través del canto”, pero admiten haber “rezado” y bebido de grupos cristianos como Tuyo, Hakuna, Elevation Worship o Barak.
“Lo que hemos aprendido de estos grupos es que la música también hay que compartirla con el mundo y que tenemos la obligación de poner al servicio de los demás los dones que Dios nos da”, explica.
Integrantes de Kénosis, durante su participación en The body fest.
100% Regnum Christi
Algo que diferencia netamente a Kénosis de otras propuestas musicales es su total vinculación a una realidad de la Iglesia como es Regnum Christi, lo que llevan con orgullo al destacar que “Kénosis es Regnum Christi 100%”.
¿Significa eso que solo -o que todos- los miembros de Regnum Christi pertenecen a Kénosis? Para nada, responde Noriega. Desde el mismo momento en que algún asistente a las adoraciones se muestra interesado en colaborar más activamente, los responsables le invitan a acudir con frecuencia a las horas santas una hora antes, donde se le va enseñando el funcionamiento del ministerio, sea o no de Regnum Christi.
“Ve que rezamos antes de las adoraciones, como organizamos las voces… También hacemos eventos para explicar quiénes y qué somos, a finales de enero tenemos una convivencia a la que hemos invitado a los nuevos… No es necesario asociarse a Regnum Christi para cantar en Kénosis, pero sí tenemos claro que el apostolado, el carisma y la forma de evangelizar también son propias de Regnum Christi. Nuestra misión siempre serán los eventos de Regnum Christi, y si nos piden cantar en una boda pero hay misa de Cristo Rey, iremos a la misa”, explica la joven.
Leticia Noriega, integrante de Kénosis.
Acoger a todo el que quiera evangelizar desde la música
El ejemplo no es baladí, pues son muchos los encargos que les hacen desde todo España de cara a los sacramentos. Por el momento, Kénosis se encuentra consolidado en los grupos de Madrid y Barcelona, pero también hay colaboradores de la agrupación desperdigados por toda la península, esperando a ser activadas cuando el ministerio se dirige a alguna localidad.
En este sentido, su servicio a Regnum Christi es total y cada año se dirigen en varias ocasiones allí donde se les necesita.
“En 2023 fuimos a Zamora, a la Universidad Católica de Valencia a un programa de adoraciones para animar a rezar, varias bodas… Si en RC necesitan refuerzos para algún evento, allí vamos”, enumera.
Aunque la iniciativa se encuentra en vías de consolidarse a nivel nacional, Noriega no esconde que el objetivo de Kénosis y RC es acoger a modo de “paraguas” a todos los que se dediquen a la música dentro del movimiento.
Kénosis, con "Mateo, Pedro y Juan" en la final del Madrid Live Talent:
Primeros pasos: de "Resucitados" a "Cuando Él reina"
Kénosis gira en torno a las horas santas que Regnum Christi organiza en la Universidad Francisco de Vitoria. Para ellos, todo gira en torno a la oración.
“Es lo central e intentamos que nuestra música sea siempre litúrgica. Ensayamos normalmente una hora antes de adoraciones de los jueves, no solo las canciones que cantamos en las horas santas, también aprendemos repertorio nuevo. Y para los eventos que nos salen `de repente´, usamos otras sedes de varios lugares en función de lo que necesitamos”, explica.
La evolución de Kénosis comenzó según Noriega en un esporádico encuentro de oración de jóvenes donde nació Resucitados. Fue su primer sencillo en Spotify. Actualmente el grupo se encuentra preparando Don y tarea, su primer disco completo del que ya se puede escuchar Cuando Él reina y a partir de este 23 de enero, la segunda pieza del disco, Cómo me miras.
Basado en la evangelización, la oración y las Escrituras
Si hay algo que une todas estas canciones y proyectos es, según la joven coordinadora de Kénosis, la oración y las Escrituras.
De hecho, explica, “Cuando Él reina nace de un encuentro con Cristo que tuvieron en 2021 algunas de nuestras chicas en el que meditaron la parábola del joven rico. A raíz de ese encuentro, una de ellas compuso la canción que es una invitación a dejar nuestra seguridad depositada en las cosas terrenas y responder al llamado que nos hace el Señor poniendo los dones que Él nos presta a su servicio, con la responsabilidad de responder al llamado pero sabiéndonos en sus brazos”.
Noriega valora esta evolución como “un camino en el que todos hemos ido descubriendo y entendiendo que no solo tenemos un don en cuanto a la música, sino que somos puro don de Dios y por lo tanto tenemos la tarea de llevarle a Él a todos los demás”.
Cristo, protagonista de Kénosis y su mejor público
Pese a su creciente importancia, los integrantes de Kénosis no pierden de vista ese origen y misión centrado en la oración y el servicio. Su mismo nombre significa “abajamiento” en griego, para recordar que “estamos llamados a eso, a hacernos pequeños, nos ayuda a tener siempre presente que Él es el verdadero protagonista de este apostolado”.
Precisamente para mantener su visión y que el éxito “no se suba a la cabeza”, Noriega cuenta que en Kénosis la oración está muy presente, especialmente antes de cantar.
“Le pedimos al Espíritu Santo que nos quite cualquier tentación de lucirnos y que purifique nuestro ego para que todo lo que salga, sea para su Gloria. Tenemos muy claro que esto no es nuestro, es del Señor y que aunque suene bien, si no ayuda a la gente a rezar, no sirve para nada. Hemos comprobado que cuando no cantamos estando en oración, porque hay ruido en nuestros corazones o porque no hemos cuidado ese ambiente, suena mucho peor. Al final nosotros solo somos instrumento, el que toca es el Señor”, asegura.
Noriega espera que muchos puedan ser “tocados” por Kénosis, asegurando haber conocido varios casos que muestran la influencia de su música en el día a día de la gente, como el de una persona que escribió al grupo tras la última JMJ.
“Daba gracias a Dios por su proceso de sanación y también nos contaba cómo nuestra música había sido un instrumento clave en el proceso”, relata.
Por el momento, Kénosis ya ha tocado ante escenarios llenos, con el foco apuntándoles y el público coreando sus canciones. Ellos admiten que, si solo pudiesen elegir a una persona como público, ese sería “Cristo Eucaristía”. “Es Él quien sale a nuestro encuentro, nos revela su amor, nos reúne, nos forma y nos acompaña en ese camino de evangelización y en nuestro propio camino hacia la santidad”, concluye Noriega.
Un 25% de católicos adultos solo va a misa en Navidad: 7 ideas para que vuelvan a ser practicantes
Una parroquia llena.
“Si bien los sitios web parroquiales y las plataformas digitales pueden ayudar en la comunicación, el enfoque siempre debe permanecer en la conexión humana y el crecimiento espiritual”, recomienda el experto Paul Knickelbein.
Según un informe del prestigioso Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA), algo más del 25% de los católicos adultos acude a misa únicamente en algunas fechas señaladas del año como Pascua o Navidad. El perfil, conocido como “catolicismo cultural” y denominado en inglés “creaster” -Christmas Easter- ha sido recientemente analizado en Catholic Exchange por el especialista en generación de impacto de la Iglesia en el mundo, Paul Knickelbein, que busca un modo de fomentar la práctica religiosa de este grupo.
El emprendedor reconoce que, si esta elevada cifra de católicos adultos acude a misa, por ejemplo, en Navidad, es porque reconoce su significado espiritual, pero por el lado contrario, el porcentaje es un claro llamado de atención sobre la “profunda oportunidad para la evangelización” que suponen estas fechas.
Hablando únicamente de la Navidad, cita otro estudio elaborado por Lifeway Research que concluye que en Navidad se concentra la asistencia a misa tanto de los católicos practicantes como la de los “creaster”. Sin embargo, una vez concluido el Año Nuevo, la asistencia a misa vuelve a disminuir drásticamente.
Ofrecer el crecimiento espiritual y estrategias para alcanzarlo
Knickelbein encuentra multitud de razones que explican este fenómeno. De entre ellas, se detiene en lo que considera una “falta de difusión y participación de la parroquia” tras las misas de Pascua y Navidad.
“Los asistentes se van con frecuencia sin una comprensión clara de la comunidad y la misión de la parroquia, lo que hace que sea menos probable que regresen. Sin embargo, con este enfoque en mente, existen herramientas y estrategias que podemos emplear para crear un impacto significativo, mejorar la comunicación y alentar la participación activa entre los asistentes ocasionales”, asegura.
En su opinión, buena parte de la estrategia debe buscar que los asistentes, especialmente los muy ocasionales, se sientan llamados a redescubrir la riqueza de la fe.
Al establecer conexiones únicas y compartir la belleza de la Iglesia, asegura, “las parroquias pueden ayudar a llevar a estas personas a una comunión más plena con Dios y sus sacramentos”.
Para Knickelbein, es posible paliar o reducir la inasistencia de este sector de católicos a los sacramentos, para lo que propone una estrategia centrada en las necesidades de los propios fieles -permanentes u ocasionales-, el realismo de lo que la parroquia puede hacer y la necesidad de centrarse en lo que puede ser realmente importante para uno de esos católicos -contar con una comunidad que le ayude a perseverar- frente a lo que la parroquia considera que es importante para ellos.
Recogemos algunas de las propuestas estratégicas de Knickelbein para fomentar la práctica de este sector de católicos -que no debe confundirse con el de los llamados “católicos ateos”, con razones distintas respecto a su práctica-:
1º Priorizar la construcción de relaciones sobre programas
Para el vicepresidente de gestión de relaciones en ParishSOFT de Ministry Brands, la percepción de que la Iglesia está alejada o fuera del alcance de la gente es una “barrera crítica” a abordar. Para ello, aboga por implantar “un enfoque pastoral que enfatice la compasión, la comprensión y la invitación a crecer espiritualmente. Los líderes parroquiales deben priorizar la construcción de relaciones por sobre los programas, centrándose en el poder transformador de Cristo en lugar de en los procesos administrativos”.
Paul Knickelbein, especialista en la generación de impacto de la Iglesia en el mundo.
2º Primero la conexión humana y espiritual, después lo digital
“El corazón de cualquier esfuerzo exitoso de divulgación es la conexión personal. Si bien herramientas como los sitios web parroquiales y las plataformas digitales de divulgación pueden ayudar en la comunicación, el enfoque siempre debe permanecer en la conexión humana y el crecimiento espiritual”.
3º Un simple gesto puede atrapar la atención de un fiel ocasional
Uno de los llamados del especialista está dirigido a los párrocos y consiste en una simple bienvenida cálida a los fieles en la puerta de la Iglesia. Eso y una homilía sincera que hable de los desafíos y alegrías de la vida cotidiana puede dejar un impacto duradero, explica. Entre otros elementos que pueden contribuir a captar su atención es la existencia de una figura similar a la del recepcionista, que pueda presentar a los visitantes a otros fieles y hacerlos sentir como en casa.
4º Estar disponible para los fieles y visitantes de cualquier forma
“También es importante conocer a los feligreses donde estén y conectarse con aquellos que pueden ser más expertos en tecnología. Las redes sociales, las aplicaciones móviles y los sitios web actualizados pueden ser herramientas poderosas (y a menudo pasadas por alto) para presentarles a los visitantes la misión, los valores y la comunidad de la parroquia. Estas plataformas permiten a las parroquias compartir mensajes motivadores o inspiradores, resaltar historias de la comunidad y brindar información importante como los horarios de misa”.
5º Conseguir sus datos y hacer un seguimiento
Prosiguiendo con la tecnología, Knickelbein propone hacer uso de herramientas como los códigos QR o los formularios de registro online. Así, las parroquias pueden conseguir los detalles de contacto que podrán usar más adelante para mostrar su disponibilidad a los visitantes o incluso realizar invitaciones personalizadas para ocasiones concretas que, según su experiencia, se traduce en incrementos notables en la asistencia a misa.
6º No depender solo de la tecnología
Las parroquias deben centrarse en el alcance personal en lugar de depender solo de la tecnología. Una nota escrita a mano del cura, una llamada telefónica de seguimiento o una invitación a un próximo evento pueden mostrar a los visitantes que son miembros valiosos de la comunidad. Este enfoque intencional puede ayudar a cerrar la brecha entre la asistencia ocasional y regular.
7º Ofrecerles un crecimiento espiritual real
También explica que los visitantes tienen más probabilidades de volver si ven oportunidades claras de crecer en su fe. Para ello, las parroquias pueden ofrecer información sobre estudios bíblicos, grupos de oración u oportunidades de asistencia social y caritativa, lo que ayuda a profundizar en la fe y fomenta un sentido de pertenencia y propósito dentro de la comunidad parroquial:
“Para involucrar eficazmente a los visitantes y alentar su regreso, las parroquias deben tener la intención de comprender quiénes entran por sus puertas. Al realizar un seguimiento de la asistencia, las donaciones y la participación en eventos, los líderes parroquiales pueden identificar a quienes asistieron a los servicios y eventos festivos pero que aún no han regresado. Por ejemplo, saber qué eventos o apostolados atraen a la mayoría de los recién llegados puede guiar a las parroquias a concentrar sus recursos en las iniciativas más impactantes que sirven mejor a los miembros de la parroquia”.
Iglesia vieja sin agua, luz, lavabos... en cinco años, ya envía evangelizadores y forma a curas
Una ceremonia en la parroquia de Ramintoja, una iglesia evangelizadora en Vilna
Al padre Algirdas Toliatas le encargaron la iglesia de la Ramintoja (la Pacificadora, un título de la Virgen) en Vilna, la capital lituana. Construida en 1768, los soviéticos la habían troceado en tres pisos y la usaron muchos años como almacén de verduras. La Iglesia no la recuperó hasta después de la caída de la URSS en 1991.
Lo que encontró el padre Algirdas hace seis años fue un edificio sin electricidad, sin agua, sin lavabos, con desconchados, con grietas... Pero "alguien me pasó un poema sobre esta iglesia, y me inspiró", dice en un vídeo para Cursos Alpha.
Y las grietas y suelos ruinosos y paredes sin pintar siguen ahí, pero ahora se enseña la Palabra, se alaba a Dios, se celebra misa y se forma a evangelizadores que invitan a más personas. Hay bautizos de adultos y conversiones y una comunidad viva.
Ni calefacción, ni lavabo... y lanzaron un Alpha
"La primera actividad que hicimos fue un Curso Alpha. No teníamos un equipo con experiencia, y las condiciones eran lamentables: sin agua, ni lavabo ni calefacción", explica Zaneta, la responsable de Alpha en la parroquia.
"Sólo teníamos un deseo ardiente de evangelizar". Y había demanda: cien personas pidieron acudir a ese Curso Alpha en 2018 y hubo que dejar algunas fuera.
En 2023 hicieron ya su cuarto Curso Alpha. Su mensaje es hoy "no tengáis miedo": en Ramintoja animan a avanzar y aprender haciendo camino.
En el último Curso Alpha, el 60% de sus asistentes se identificaban como no creyentes al empezar. Ahora organizan dos tandas de Alpha al año y siempre quedan personas en lista de espera.
Del mero mantenimiento a ser misioneros
Algirdas repite su lema: "lo más importante para nosotros, para nuestra comunidad, es cómo pasar del mantenimiento a la misión".
Para renovar la Iglesia, universal o local, entiende que se hace "a través del Espíritu Santo, no viene de nuestra capacidad; es como la Eucaristía, estar siempre en contacto con esta experiencia del Espíritu Santo que actúa; si no, nos convertimos en consumidores espirituales".
Valdas Adamkus, que fue dos veces presidente de Lituania, en misa en la parroquia de la Ramintoja, Pacificadora
Algirdas investigó los métodos de renovación pastoral y parroquial de Una Renovación Divina, del Padre James Mallon, y los aplica, acompañado de Zaneta y Vilma, sus colaboradoras. Zaneta leyó y resumió el libro de Mallon con sus tres puntos clave: la primacía de la evangelización, el poder del Espíritu Santo, mejorar el liderazgo.
En 2022 acudieron a Reino Unido a recibir la formación de Divine Renovation. Eran los pioneros en Lituania en esta formación.
Ahora Zaneta y Vilma no son ya voluntarias, sino personal estable de la iglesia. Ahora, el equipo de liderazgo (o servicio) de Alpha pasó de 20 a 32 personas.
En vez de seleccionar exquisitamente, forman y preparan a todos los que muestran algún interés, y los ponen a colaborar en Alpha. Los conversos rápidamente quedan integrados en Alpha y las actividades parroquiales.
Se rompió la idea de que los "evangelizadores" eran un club especial y cerrado: más de la mitad de los parroquianos en grupos pequeños reciben formación de Renovación Divina para ser evangelizadores. Eso son un centenar de personas en grupos pequeños de discipulado.
Alpha dice el sacerdote, ayuda a las personas "a tener una experiencia de Cristo; sin esto no se puede pasar de consumidor a donante". Ahora, esta parroquia que en 2018 estaba prácticamente cerrada, envía a 4 personas a impartir Cursos Alpha a otras parroquias.
Oración de alabanza en la parroquia de la Ramintoja en Vilna, Lituania.
Los suelos siguen con desconchados y grietas, pero ya envían evangelizadores.
En la iglesia de la Pacificadora también están entrenando a más pastores para realizar este cambio de mentalidad: por el momento han pasado por su formación 35 sacerdotes, incluyendo dos obispos.
La santa insatisfacción: querer cambiar las cosas
Todo empieza, como insiste el padre Mallon, con una "santa insatisfacción". Son cristianos o pastores que ven que la fe se apaga y las iglesias envejecen y los practicantes en realidad no sirven y aman a Jesús, sino que solo son consumidores de "servicios rituales". Esta insatisfacción es lo que mueve a cambiar, con Alpha como un punto de inicio.
Algirdas tiene una visión ambiciosa, quiere que muchos sitios se renueven así, y admite que “esta misión es más grande que nosotros” y requiere orar con insistencia al Espíritu Santo.
Según el Censo de 2021, hay casi 2,1 millones de personas que dicen ser católicos en Lituania, son el 74% de la población. Hay también unos cien mil ortodoxos, unos 20.000 protestantes y unos 170.000 "sin religión" (6% de la población).
Lituania mantuvo su cultura católica bajo el Imperio Ruso zarista, que primaba la ortodoxia, y bajo la URSS, que cerró los monasterios y persiguió la religión. Pero hubo un nivel de descristianización, y más con el consumismo actual. Hay mártires y confesores de los que aprender, pero la renovación parroquial pasará por convertir a los fieles en discípulos evangelizadores e invitar a los alejados, que son muchos.
Vídeo de 3 minutos con el padre Algirdas y su iglesia sin pintar y llena de desconchados, pero acogedora: