Marlène Goulard, actriz y artista «carmelita» que sabe dar buenos consejos para la vida espiritual
Marlène Goulard, en una entrevista de KTV sobre su vida de fe.
Para empezar, habría que pedir disculpas a Marlène Goulard por poner la expresión "carmelita" entre comillas, pues lo es de pleno derecho de la tercera orden de la reforma de Santa Teresa de Jesús. Pero no es monja, sino una artista muy versátil que ha destacado en tres campos: en el cine como actriz y directora de cortos, en la música con instrumentos de cuerda y en el teatro como realizadora.
Un temprano deseo de Dios
Nació en 1991 y desde muy niña mostró una sensibilidad especial hacia el arte. Empezó a trabajar como adolescente en cine y televisión, al tiempo que concluía el bachillerato. Se formó como actriz con actores de la Comédie Française, como violinista con grandes maestros como Renaud Capuçon y Didier Lockwood, solista de jazz quien le enseñó el arte de la improvisación. Atraída por la composición, es autora asimismo de numerosas partituras y ha ofrecido algunos conciertos.
Marlène Goulard, vestida de época en una de las películas en las que ha participado.
La de Marlène no es solo una historia de éxito profesional, es también una historia de fe, que ella misma contó en el programa Un Coeur qui écoute [Un Corazón que escucha], que dirige Cyril Lepeigneux en KTV.
Nació en un hogar de artistas donde se le hablaba de Dios, de Cristo y de la Virgen María: "Desde muy pequeña tuve un gran deseo de Dios", que le llevaba a llorar por no poder comulgar ni ir a misa tantas veces como quería. Tanto, que a los 14 años quiso ser religiosa y se inscribió en un retiro de discernimiento donde le aconsejaron -con buen criterio, comprende ella ahora- terminar antes el bachillerato.
La religión del trabajo, un novio tóxico...
Lo hizo y luego comenzó sus estudios de interpretación y música, pero le absorbían tanto que la religión pasó a un segundo plano. Se perdía misas dominicales, pero no por diversión sino por trabajo y agotamiento: "Trabajábamos siete días a la semana, así que el domingo dormía. En el teatro donde yo estaba, la religión era el teatro mismo, ¡había ocupado el lugar de Dios!".
Le llovían los proyectos, pero ella veía una disonancia entre todo aquello que le proponían y su fe cristiana: "Era difícil vivir, porque me sentía en un lugar equivocado y no sabía qué hacer". Sus padres intentaban animarla a volver a misa dándole autores espirituales, pero ella prefería otras lecturas.
A los veinte años se enamoró de un joven manipulador que llegó a producirle alguna "crisis de angustia", con lo que perdió diez kilos. Pero...
"Cristo vino a salvarme", confiesa. Hizo un retiro espiritual de cinco días del cual salió con una determinación: "Ser auténticamente yo misma, ya fuese en una relación amorosa o en las relaciones profesionales".
Rompió con su novio después de un año pero, sobre todo, cambió su perspectiva de las cosas y abandonó "una visión un poco ilusoria de la vida": "Tuve que sacrificar mis sueños", dice. Los cambió por cosas más reales y por ser fiel a la "sed de Verdad" que había experimentado desde niña.
Considera importante aquella etapa de alejamiento, porque pudo experimentar lo que es "una vida sin Dios, una vida donde se busca la salvación en uno mismo o en Dios".
En aquella época sus padres frecuentaban la orden carmelita seglar, y fue así como ella empezó a hacerlo también y a conocer y vivir la espiritualidad teresiana.
El giro que dio a su vida no le ha impedido realizar su vocación artística primigenia, cuajada en creaciones con las que busca también "anunciar la Buena Nueva" con el lenguaje del arte escénico.
'Le songe [El sueño]', un corto dirigido e interpretado por Marlène Goulard.
Consejos de vida espiritual
De hecho, en su propio testimonio ofrece inadvertidamente diversos buenos consejos para la vida espiritual.
"Un cristiano aislado es un cristiano en peligro", señala recordando el bien que le hizo juntarse con personas que compartían su fe y de las que su novio la había apartado.
Reservar media hora diaria a la oración, una costumbre que aprendió en el ámbito carmelita. A veces Dios puede parecer ausente, pero hay que perseverar porque "si uno siente la ausencia de Dios, ese deseo de presencia implica que no está ausente del todo", y "aunque aparentemente no pase nada durante el tiempo de oración, el día quedará iluminado".
Cuando la sequedad en la oración persiste, Marlène acude al Rosario. El cual ha sido para ella, en algún periodo de su vida en el que luchó contra el insomnio, un método para no perder ese valioso tiempo. Su truco fue aprenderse el Padrenuestro y el Avemaría en seis idiomas: "Eso me ayuda a rezar porque pienso en cada palabra con mayor atención, ya no es una oración automática".
Por último, tiene un consejo para quien quiere encontrar a Dios, pero no sabe por dónde empezar: "El deseo de conocer a Dios ya es conocerle un poco. Así que le invitaría a sentarse, hablarle y escuchar. Como haría con un amigo, simplemente".
No hay comentarios:
Publicar un comentario