Comedores parroquiales y Biblias para Venezuela: el obispo Bravo y Ayuda a la Iglesia Necesitada«No alimentamos a los pobres a favor o en contra del Gobierno, sino porque es la opción de Jesús»
El obispo Juan Carlos Bravo explica a ReL las circunstancias de miseria extrema que atraviesa el pueblo venezolano - la Iglesia necesita ayuda para dar alimentos y medicinas
Desde 2015 Juan Carlos Bravo Salazar es el obispo de Acarigua-Araure, en Venezuela. Pastorea una diócesis de 600.000 persomas con la ayuda de unos 30 sacerdotes. Y la situación en Venezuela es extrema e insólita: un país rico en recursos donde prácticamente todo el mundo es terriblemente pobre. "No sólo tenemos inflación en bolívares, la tenemos en dólares, algo que creo que no se da en ningún lugar más del mundo: lo que hace un año costaba 100 dólares ahora cuesta 300", señala. Ayuda a la Iglesia Necesitada ha traído al obispo a España para que explique lo que se vive allí en una campaña de información y apoyo.
La diócesis de Acarigua-Araure, en Venezuela
Para entenderlo, hay que usar un par de números. Entre la población que trabaja, el sueldo medio al mes es de 5 dólares. En las tiendas, un cartón de huevos cuesta 3,5 dólares. La cesta básica para sobrevivir un mes es cuesta 300 euros. ¿Cómo se sobrevive? Con la ayuda de los parientes en el extranjero. "Dicen que hay 4 millones de venezolanos fuera del país, pero yo creo que son 6 millones: uno, por cada familia", calcula el obispo. Y ayudan los comedores de la Iglesia, con fondos de Cáritas, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, de otras entidades católicas...
Al principio las parroquias hicieron el esfuerzo de repartir 1 comida a la semana; después, dos; después ya tres o cuatro. Por toda Venezuela, algunas parroquias reciben 150 comensales al día, otras reciben 600.
La colecta de cualquier parroquia: 3 dólares en todo el mes
Juan Carlos Bravo tiene 54 años y es uno de los obispos más jóvenes del país. Empezó como "párroco en moto" en una región remota, con una parroquia del tamaño de la provincia de Ávila o de Valladolid. Estudió en Caracas, en Estados Unidos y en Jerusalén. Pero ahora que es obispo en tiempos de crisis explica a ReL que en su opinión "ahora no es momento de salir a estudiar al extranjero. Como obispo tengo que atender a mis curas. Todo lo que me dan, en Ayuda a la Iglesia Necesitada o en otros sitios, lo comparto con mis sacerdotes. ¡Las colectas en una parroquia son de 3 dólares al mes! Quiero tener autoridad moral para decirles a mis curas: 'si quieres salir del país por economía, te recuerdo tu opción por Jesús; ahora no es el momento de salir'. Nuestro destino es el de la gente, como decía San Óscar Romero. Pero puede haber casos especiales, temas de salud. Tenemos un sacerdote misionero de Palencia, España, prestado 'fidei donum'. Enfermó, tiene alzheimer, cáncer y hemos pedido que lo cuiden en Palencia, porque nosotros no podemos. Por cuestiones médicas puede salir alguno".
Juan Carlos Bravo, obispo de Acarigua-Araure, en Venezuela
El Gobierno induce a la corrupción y a la mentira
El obispo explica a ReL que "el Gobierno actual usa dos mecanismos para mantenerse: inducir a la corrupción, y a sus seguidores, inducirles a la mentira. Por ejemplo, el Gobierno dice que tenemos el mejor sistema de salud del mundo... ¡aunque ni tenemos especialistas ni funcionan los hospitales, ni siquiera hay medicinas! Los jóvenes se han ido, a los maestros no les pagan... y dice el Gobierno que nuestro sistema educativo es bueno. Pero yo no diría que este sistema es realmente comunismo. Es, simplemente, una mafia de malandros y bandidos".
La relación de la Iglesia con el régimen es peculiar. La Iglesia habla con libertad, denuncia, protesta... y "la cúpula de Maduro y su banda responde insultando públicamente a los obispos. Pero no hay una persecución directa. A veces me preocupan más los alcaldes de mi diócesis", detalla.
- Deje de hacer lo que hace, señor obispo -dicen ellos, molestos.
- ¿Y qué es eso que hago yo? -plantea el obispo.
- Juega usted con los niños, visita el hospital, visita a los ancianos...
"¡Saben todo lo que hago! Y saben que repartimos medicamentos y alimentos que ayudan al pueblo. Y por eso tienen miedo a la Iglesia y no la persiguen más. De hecho, ninguna institución tiene prestigio en Venezuela: ni los gremios, ni el Ejército, ni los tribunales, ni los políticos... sólo la Iglesia tiene prestigio porque está de verdad con el pueblo que sufre. Y, la realidad, es que los mismos oficiales del Gobierno, cuando necesitan medicinas, vienen a buscarlas a nuestras parroquias", señala.
Durante el siglo XIX y XX, el comunismo mundial siempre criticó que la Iglesia aliviar a los pobres. La acusaban de impedir que su rabia y desesperación los llevara a la revolución. En Venezuela, donde los pobres los causa el gobierno de Maduro, se quejan de eso algunos del bando contrario. "Un cura me decía: 'no deberíamos dar ayuda a la gente, al final eso favorece al Gobierno'. Le dije: '¿eres un político de la oposición? Esa no es una postura evangélica. La Iglesia no da comida a los pobres para ir contra o a favor del Gobierno, sino porque Jesús optó por los pobres y enfermos”.
Los más pobres son muy chavistas... pero con matices...
Otro ejemplo de la peculiar situación del país lo nota cuando visita los barrios de basureros, algo que hace desde hace años. "Hay un barrio donde 2.500 personas viven de lo que sacan en la basura. Y son chavistas, completamente chavistas. Yo voy allí y les digo: 'yo también soy profundamente chavista', y repito los eslóganes: 'leales siempre, traidores nunca'. Y más adelante matizo: 'soy chavista, no madurista'. Y entonces ya me dicen: 'tiene usted razón', y ya me hablan de lo que está mal, como 'camaradas'."
"Pero las bolsas de comida que da el Gobierno, las reparten sus afines, y pueden no darlas a los que no son de los suyos. Y hoy vemos a todos muy tranquilos y silenciosos, cuando hace pocos años las peleas por política dividían a las familias. Ahora ya ni discuten: todos somos ya pobres. Pero cuando esto pase... ¿habrá revanchismo? Hay sentimiento profundos de venganza que se están larvando. Y cuando me acuesto por la noche rezo: 'Señor, que esta noche no pase nada'. Me da miedo que la gente se harte tanto que entre a romper casas y a matar personas, que estalle el desorden social sin control". La Iglesia tiene que trabajar desde ya para tender lazos en una cultura de humanidad y perdón.
Añade que por el lado político hay pocas esperanzas de mejora. "En Venezuela no hay estado de derecho. Los tribunales y organismos superiores, la fiscalía, todo está en manos del Gobierno, no hay donde ir a reclamar. El Gobierno las usa para una sola cosa: mantenerse en el poder. Si alguien roba comida o medicinas, las autoridades no investigan el robo, ¡investigan a los que lo denuncian o se quejan!", explica el obispo.
La gente también está desanimada con los políticos opositores: muchos acabaron siendo comprados por el régimen, otros se corrompieron de distintas formas. "Hoy los venezolanos quieren un cambio ya, y un cambio tranquilo, y que un mesías político lo arregle… pero eso es casi imposible y mas bien parece que el cambio, de llegar, será largo, duro y difícil", advierte el obispo.
Cuando no puedes distinguir hombres de buitres
El obispo explica en exclusiva a ReL una experiencia que vivió y le entristeció mucho. "Dos personas de Ayuda a la Iglesia Necesitada vinieron a mi diócesis y me dijeron: 'llévenos al lugar más pobre de aquí'. Y fuimos al basurero. Y allí vimos llegar un camión que arrojó su basura, y en la montaña de basura se mezclaban las personas y las aves carroñeras buscando algo y no podías ni distinguirlas. Y me impactó y entristeció ver ese nivel de deshumanización: ¡ver juntos buitres y seres humanos y no poder distinguirlos!"
"Otros momentos duros los vives en el hospital, cuando acompañas una familia y mueren niños por falta de antibióticos. Pero la gente agradece que estuviste con ellos, aunque no pudieras hacer nada. Es como cuando se te muere un pariente: no puedes evitarlo pero a todos nos ayuda el compartir", añade.
Un grupo bíblico parroquial con las Biblias que entrega Ayuda a la Iglesia Necesitada en la diócesis de Acarigua-Araure; la Biblia da esperanza y crea comunidad en circunstancias muy duras
Algo que alimenta almas y esperanzas: la Biblia
En la diócesis de Acarigua se multiplican los comedores parroquiales, como en todo el país. Pero no sólo se reparte comida, sino algo que da fuerza y esperanza y transforma vidas y sociedades: la Palabra de Dios en la Biblia.
"Hemos pedido Biblias a Ayuda a la Iglesia necesitada. ¡Allí no hay ni papel para imprimir! Y encontré una señora de un grupo de estudio bíblico de nuestras parroquias y me dijo: 'voy a veces a casas de familias ricas, que tienen la Biblia abierta en casa, pero llena de polvo, no la leen. ¡Pero la Biblia es para leerla, porque con Jesús superamos las dificultades!'". Conozco a esta señora, muy pobre, que trabaja tejiendo gorritos para mantenerse. Su hijo se ahorcó, desesperado por la pobreza, tratando de alimentar a su madre, a su esposa y sus tres hijos. Esta señora descolgó su cadáver de la cuerda. Pero no se ha hundido, ha encontrado su fuerza en Dios y en su Palabra. Eso lo vi hace dos semanas, y me enseña que el pueblo puede encontrar a Jesús y, con Él, superar las dificultades".
Es posible ayudar a la Iglesia y el pueblo venezolano a través de la Campaña de Ayuda a la Iglesia Necesitada por Venezuela: haga CLIC AQUÍ.
En Madrid, este jueves 12 de diciembre, gran evento de entrada libre organizado por Ayuda a la Iglesia Necesitada en apoyo a los católicos de Venezuela, en la Universidad Pontificia Comillas (Aula Magna); C/Alberto Aguilera, 23; Madrid. Abierto a todo el mundo.
En Barcelona, este viernes 13 de diciembre, hay una misa por Venezuela presidida por el obispo de Sant Feliu, Agustín Cortés, con testimonios, a las 19h en la parroquia de San Ramón de Peñafort (Rambla Cataluña 115, Barcelona)
El obispo Bravo cuenta más cosas en esta entrevista del programa "Perseguidos pero no Olvidados" de Ayuda a la Iglesia Necesitada
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