miércoles, 24 de julio de 2019

Deja su vida de ingeniero para ser misionero: «Antes trabajaba por dinero y ahora lo haré por amor»

Javier Martínez es un joven de Baza, de 33 años, y parte como misionero de la Diócesis de Guadix (Andalucía)

Javier, de 33 años, irá a Honduras al proyecto que dirige un sacerdote español

Deja su vida de ingeniero para ser misionero: «Antes trabajaba por dinero y ahora lo haré por amor»

Javier Martínez es un joven de Baza, de 33 años, y parte como misionero de la Diócesis de Guadix (Andalucía)

Javier Martínez es un joven de Baza, de 33 años e ingeniero de profesión, que ha tomado la decisión de darle otro rumbo a su vida: lo deja todo para dedicarse a ayudar a los demás como misionero. Y lo hará junto a Patricio Larrosa, en Tegucigalpa, en la misión que este sacerdote de la diócesis de Guadix tiene emprendida desde hace más de 25 años. Cuando ya prepara las maletas, le hemos entrevistado.

- Cambias de manera radical en tu vida: lo dejas todo y marchas a Honduras como misionero. ¿Por qué?

- Me he dado cuenta que el mundo en el que vivimos es muy distinto al que nos intentan vender. La inmensa mayoría de la gente pasa hambre, no pueden estudiar, hay muchísimas desigualdades y cuando viajas a países tercermundistas y convives con estas personas te das cuenta de que, a pesar de tanta pobreza, se respira más amor que en el primer mundo, por lo que esto no es una decisión de sólo ayudar sino de intentar ayudar a integrarse sin perder ese amor por los demás. Al fin y al cabo, los niños no tienen culpa de haber nacido en esos países con tantísimas desigualdades.

- ¿Tu paso por Centroamérica como ingeniero suscitó en ti una vocación misionera?

- Por supuesto, el vivir entre familias con escasos recursos me hizo ver el verdadero mundo en el que vivimos. Somos seres humanos llenos de amor, pero que intentan despojarnos de él para así no tener sentimientos por el resto y que sea más fácil mirar hacia otro lado. No se entiende igual ver a los inmigrantes desde un país primermundista que desde uno tercermundista. Cualquiera podríamos haber nacido en un país de éstos y entonces, seguro, lo veríamos distinto.


- ¿Cómo se toma una decisión así, dejarlo todo e irse tan lejos? Imagino que no es fácil

- La verdad que no, han sido muchas horas pensando y dando vueltas. Esto es un estilo de vida. Antes trabajaba por dinero y ahora lo haré por amor. No es fácil de entender y menos cuando estamos acostumbrados a que nuestra meta sea tener una casa, dos coches y una vida en la que no te falte nada material, pero creo que me llenará mucho más el que un niño, en vez de llegar a ser sicario, sea un profesional intentando sacar su país adelante y sobre todo, repartiendo amor, porque ahí es donde creo que está la clave de la vida.

- Tu familia, tus padres, tus amigos ¿cómo ven esta decisión tuya?

- Es una decisión muy difícil para todos, no es fácil de entender, dejarlo todo para irte a ayudar sabiendo que además es un lugar muy peligroso, pero lo aceptan y me apoyan al 100%. Saben que no cualquiera hace esto y más por amor a los más desfavorecidos, por lo que están muy orgullosos a pesar de todo.

Por quien me duele más es por mis sobrinos, se me parte el corazón saber que no podré verlos tan continuo…. los amo.

- Vas a la misión que tiene Patricio Larrosa en Tegucigalpa ¿Cómo conociste a Patricio? ¿Qué esperas encontrar allí?

- A Patricio lo conocí estando en Honduras, cuando intentaba recaudar fondos para arreglar unas escuelas en la montaña. Contacté con un antiguo profesor mío de religión, Ángel Bocanegra, para pedirle ayuda a ver si había alguna forma de recaudar fondos de la Cruz Roja u otro organismo y entonces él me facilitó el contacto de Patricio.

Ya conozco la situación que vive Honduras por lo que no creo sorprenderme cuando llegue. Sí es verdad que ahora trabajaré mucho más cerca de las zonas más desfavorecidas, lo que me hace muy feliz el saber que tendré medios y tiempo para dedicarme a ellos plenamente.

- ¿Tu labor como misionero en qué consistirá, cuando llegues?

- Yo soy de campo, la montaña me apasiona y por tanto voy para intentar echar una mano en las zonas más alejadas de la ciudad, haciendo reparto de material escolar, colaborando con un proyecto ya existente, “maestro en casa”, el cual intenta escolarizar a todos aquellos que por sus medios económicos no pueden, y en definitiva, ayudar en todo lo que pueda y sea beneficioso para los más necesitados.

- ¿Vas por un tiempo o piensas que puede ser una decisión para toda la vida?

- Esto no lo sé, sólo Dios sabe… La vida da muchas vueltas y lo que hoy crees que puede ser definitivo mañana no lo es, por eso aprendí a vivir el día a día repartiendo el máximo amor y dejando que todo fluya. Sí es verdad que esto de ayudar me apasiona y más aún el hecho de intentar que las personas cada día sean más buenas, difundir los valores que hoy en día se están perdiendo por culpa de la envidia, el egoísmo, etc.

- ¿Cuándo marchas? ¿Estás nervioso o con ganas de estar ya allí? ¿Llevarás algo especial en la maleta?

- No llegaré a Honduras hasta mediados de agosto. Ahora me voy a EEUU para comprarme una moto e irme hasta Honduras en ella, ya que esta será mi medio de transporte principal. Así que, esta aventura no puede empezar mejor, realizando un sueño que tengo desde niño, viajar en moto.

Estos últimos días se me están haciendo bastante difíciles, despedirte de la gente que quieres no es fácil y más cuando no sabes la fecha de regreso.

Lo que me llevo especial es haberme encontrado con Dios. Después de haber recorrido muchos lugares perdidos y haber conocido muchísima gente de distintas clases sociales sé que, si todos repartiésemos más amor, otro mundo habría.

Publicado en la web de la Diócesis de Guadix

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