Sois mis amigos
Hola amigo. No te extrañe que te llame amigo. Tú ya sabes que a mis discípulos les dije que desde aquel momento los llamaría amigos, pero tenían que seguir mis indicaciones. Yo quiero que tú seas mi amigo. Tal vez te extrañe si te digo que Yo, el Hijo de Dios, Jesucristo, teniéndolo todo porque soy Dios, necesito amigos. Sí, me hacen falta amigos, porque no olvides que soy el Amor, y se ama a personas concretas como tú. Además, he querido someter las tareas del Reino en este mundo a la libre colaboración de mis amigos.
Ya sabes que cuento contigo. Y te enviaré cada semana una carta en la que quiero reflejar mis sentimientos, y decirte lo que pienso, y lo que me preocupa, y lo que me hace sonreír. Sí, has oído bien, he dicho sonreír, porque a mi Padre y a Mí, y al Espíritu Santo nos gusta sonreír, valoramos mucho la alegría. El Reino de los Cielos está lleno de sonrisas. Te puedes creer que aquí se está bien, se disfruta como niños con juguetes nuevos. Los tristes no entienden nada de Mí, no entienden nada de Dios. El mundo de hoy no Me entiende, no Me busca, no Me valora… Y es que el mundo de hoy ha confundido la alegría con la diversión, con el placer, con la evasión… Y va comprando sonrisas por los mercadillos de la calle. Y sólo encuentra carcajadas, bufonadas, tonterías sin sentido. Me da un poco de pena. Por eso no me entienden, y no me buscan como Amigo, y lo pasamos mal ellos y Yo.
Tengo un amigo al que quiero de un modo especial, y se llama Juan Pablo II. Me dirás ¡claro, como es el Papa! No lo quiero sólo porque sea el Papa. Juan Pablo II es un hombre excepcional. Te lo digo Yo, Jesús. Tenía que ser el Papa para estos tiempos. Ha gastado su vida heroicamente en darme a conocer. ¡Cuantos amigos tengo Yo por la labor tan fenomenal que está haciendo desde que lo llamé para que me siguiera! Muchos no saben lo que la Iglesia y el mundo tiene con la grandeza y la maravilla de este hombre santo. ¡Cuantas gracias tenemos que darle cada día! Mi Madre María no sabe donde ponerlo. Siempre está a su lado. Bueno, estamos todos, pero ella es Madre y su corazón tiene sus debilidades.
Algún día la historia os dirá quien es Juan Pablo II, qué ha supuesto este Papa para estos tiempos tan difíciles. Estaba pensado para ahora, y no nos ha fallado. Pero, ¡cuántas cabezas duras, y cuántos corazones de piedra todavía no le han entendido! No sé si se puede hablar más claro. Y que sepas que todo lo que dice se lo dicto Yo desde el Sagrario en donde le acompaño todo el día. ¡Lastima que se nos esté gastando! Estos días lo tenemos un poco averiado, ¡Si supierais lo que sufre él! ¡Y si supieras lo que a Mí me duele! Pero la naturaleza humana es así. Y si no que me lo digan a Mí cuando pasé lo tú ya sabes.
Juan Pablo II está dando la gran lección de la entrega total, sin reservas, sin regateos, consumiéndose por el dolor que ofrece por toda la Iglesia. Pero no creas que lo que le duele es el cuerpo, no. Lo que realmente le duele es el alma, porque la suya es muy grande, y su corazón es semejante al mío. Y sufre por el mundo, por la Iglesia, por los problemas humanos, por las infidelidades, por los escándalos, por los atentados contra el ser humano, por el descreimiento de esta generación como la tuya que se ha creído dueña y señora de la vida. Sí, a Mí me han echado de muchos sitios. A muchos les gustaría que mi nombre desapareciera del lenguaje diario, y de la historia, soy para muchos un estorbo… Por eso necesito amigos como el Papa, y como tú, para que me hagáis un poco de compañía, y le digáis a los demás que están equivocados. Que sólo hay un Dios. Todo lo demás son criaturas, ilusiones, sueños, imágenes, creencias vanas…
Te voy a pedir un favor: acompaña al Papa con tu afecto y con tu oración. Yo estoy a su lado, pero tú también debes estarlo. Ya no le queda mucho que estar en este mundo, pero la humanidad entera debe estar agradecida porque un día la Santísima Trinidad hicimos un regalo a los hombres de buena voluntad para que defendiera su dignidad en el fragor de una batalla solapada, y a veces manifiestamente pública, que trata de eliminar nuestra imagen en la tierra, que sois vosotros. Confío en ti, amigo mío. Ama a Juan Pablo II, mi mejor amigo.
Por la trascripción
Juan García Inza
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