viernes, 19 de abril de 2024

Santo Evangelio 19 de Abril 2024

 


Texto del Evangelio (Jn 6,52-59):

 En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.



«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros»


Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch

(Salt, Girona, España)

Hoy, Jesús hace tres afirmaciones capitales, como son: que se ha de comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre; que si no se comulga no se puede tener vida; y que esta vida es la vida eterna y es la condición para la resurrección (cf. Jn 6,53.58). No hay nada en el Evangelio tan claro, tan rotundo y tan definitivo como estas afirmaciones de Jesús.

No siempre los católicos estamos a la altura de lo que merece la Eucaristía: a veces se pretende “vivir” sin las condiciones de vida señaladas por Jesús y, sin embargo, como ha escrito San Juan Pablo II, «la Eucaristía es un don demasiado grande para admitir ambigüedades y reducciones».

“Comer para vivir”: comer la carne del Hijo del hombre para vivir como el Hijo del hombre. Este comer se llama “comunión”. Es un “comer”, y decimos “comer” para que quede clara la necesidad de la asimilación, de la identificación con Jesús. Se comulga para mantener la unión: para pensar como Él, para hablar como Él, para amar como Él. A los cristianos nos hacía falta la encíclica eucarística de Juan Pablo II, La Iglesia vive de la Eucaristía. Es una encíclica apasionada: es “fuego” porque la Eucaristía es ardiente.

«Vivamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15), decía Jesús al atardecer del Jueves Santo. Hemos de recuperar el fervor eucarístico. Ninguna otra religión tiene una iniciativa semejante. Es Dios que baja hasta el corazón del hombre para establecer ahí una relación misteriosa de amor. Y desde ahí se construye la Iglesia y se toma parte en el dinamismo apostólico y eclesial de la Eucaristía.

Estamos tocando la entraña misma del misterio, como Tomás, que palpaba las heridas de Cristo resucitado. Los cristianos tendremos que revisar nuestra fidelidad al hecho eucarístico, tal como Cristo lo ha revelado y la Iglesia nos lo propone. Y tenemos que volver a vivir la “ternura” hacia la Eucaristía: genuflexiones pausadas y bien hechas, incremento del número de comuniones espirituales... Y, a partir de la Eucaristía, los hombres nos aparecerán sagrados, tal como son. Y les serviremos con una renovada ternura.


Un colegio con pantallas en Infantil va «contra la salud pública»: L'Ecuyer refuta 3 «tecnomitos»

 


Un colegio con pantallas en Infantil va «contra la salud pública»: L'Ecuyer refuta 3 «tecnomitos»

Alumnos usando tablets. 

La especialista en educación llama a enfrentar el avance de la industria tecnológica, "una de las más poderosas de nuestros tiempos".

Cuando el uso de las nuevas tecnologías y pantallas en el aula era todavía un dogma indiscutible de la innovación pedagógica y educativa, la voz de Catherine L'Ecuyer era de las pocas que se alzaban alertando de sus riesgos. Hoy, con las consecuencias desvelándose en toda su crudeza, se cuentan por miles los que compran y difunden las tesis enunciadas durante años por la doctora canadiense en Educación y Psicología y directora de la Fundación CLE.

L'Ecuyer es una de las principales referencias en lo que a educación clásica se refiere. Junto con su propia Fundación, la investigadora canadiense es autora un amplio elenco de libros, artículos y publicaciones y frecuenta como invitada y columnista espacios de grandes medios de comunicación nacionales.

El pasado 13 de marzo compareció ante la Comisión de estudio para abordar el uso de la tecnología por la infancia y la adolescencia en la Comunidad de Madrid. En su ponencia, la también colaboradora de la Universidad de Navarra no solo refutó un amplio listado "tecnomitos" orientados a la promoción de las pantallas en las aulas. También desplegó una amplia batería de argumentos para repensar el sentido de las mismas en la educación, ofreciendo soluciones profundas y concretas bajo una clara advertencia: la retirada de las pantallas en la infancia "no es una sugerencia o un consejo educativo", sino una "recomendación de salud pública" cuyos estragos son cada vez más visibles.

La experiencia virtual conlleva un déficit de aprendizaje

Durante su intervención, L'Ecuyer remarcó la importancia de la franja entre los 0 y los 6 años para el aprendizaje, cuando el pensamiento aún está en desarrollo. Por este motivo, los niños "no pueden aprender a través de las pantallas", lo que evidencia la literatura pediátrica sobre el llamado efecto deficitario del vídeo, que recoge la dificultad que tiene un niño para trasladar una imagen en dos dimensiones a un plano de tres. Como explica profusamente en su web, los niños no solo "no aprenden idiomas por CD o DVD", sino que estos medios pueden incluso "contribuir a la reducción del vocabulario. Estudios sobre el Video Deficit Effect (efecto deficitario del vídeo) confirman que existe un déficit de aprendizaje cuando un niño aprende a través de la pantalla en vez de `en directo´".


Por "salud pública": "Las pantallas deberían prohibirse en Infantil"

L'Ecuyer cita la "impulsividad, disminución de atención o vocabulario" entre los inconvenientes de la exposición de los niños a pantallas en edad temprana. Por esa razón, dice, "la Academia de Pediatría recomienda cero tiempo ante la pantalla entre los 0 y los 2 años, y menos de una hora al día entre los 2 y los 5 años". Esta sentencia, junto con la de la Asociación Canadiense de Pediatría de que "ninguna evidencia apoya la introducción de la pantalla en la infancia", sugiere que la recomendación de restringir las pantallas "no es un consejo educativo, sino recomendaciones de salud pública. Los criterios educativos deberían ser más restrictivos, pues la educación no busca evitar daño, sino aportar excelencia. Un colegio con pantallas en Infantil no es un colegio de calidad y el recurso a las pantallas debería estar prohibido en esta etapa".



Una industria poderosa que controla el lenguaje y las emociones

Para L'Ecuyer, que el acceso de niños a las pantallas sea "una cuestión de salud pública tan clara" y que encuentre la oposición "refractaria" de la opinión general solo tiene una explicación: "Estamos ante una de las industrias más poderosas de nuestros tiempos, con presupuesto ilimitado para hacernos pensar que sus productos contribuirían al buen desarrollo de nuestros hijos". Algo que se ha logrado con una forma "muy hábil" de introducirse en el lenguaje, mediante términos como "realidad digital, salud digital, nativo digital, brecha digital o paternidad digital".  De forma similar, esa gran industria y empresas tecnológicas "difunden su cara amable y las bondades de sus productos" con el mismo lenguaje y discurso de "salud digital" o tópicos como "la tecnología es neutra, depende de cómo se use" o que "no  se pueden poner puertas al campo".  

Tu hijo no es más listo por saber usar una tablet

En varias ocasiones, L'Ecuyer hizo referencia a cómo la industria tecnológica cuenta con "las mentes más brillantes, psicólogos e ingenieros que saben incorporar mejoras tecnológicas como el scrolling infinito o contenidos adictivos para retener la atención el máximo tiempo posible". Por eso se sorprende cuando alguien le dice que su hijo es muy listo al utilizar una tablet con 2 años. "Si su hijo sabe, no es que sea muy listo, es que el ingeniero que lo ha diseñado es muy listo"; responde ella.

Ni progre ni conservador: "Proteger al niño" es transversal

La llamada de L'Ecuyer es la de "proteger a la infancia de una industria cuyos intereses no coinciden con lo que reclama su naturaleza". Para ella, delegar en las tecnológicas la decisión de "lo que debe o no debe entrar en los hogares y en las aulas" es comparable a que una cadena de pizza a domicilio "elabore el menú de las casas o comedores escolares". E impedirlo "no es progresista ni conservador".

Una medida que no ha sido avalada

Si las grandes tecnológicas "no tienen saber pedagógico" y los dispositivos "no son métodos educativos", para la especialista la pregunta ya no se limita a si hay que sacar o no los dispositivos del aula. La pregunta, dice, "es por qué entraron al aula y cómo entraron. Se debía haber hecho una doble prueba -que den mejores resultados que el papel y que no conlleven prejuicios-  pero no solo no se hizo, sino que siguen sin existir un conjunto de pruebas contundentes que establezcan la superioridad del dispositivo sobre la educación analógica". De hecho, sucede lo contrario y "cada vez salen más estudios que hablan de los inconvenientes en el contexto educativo".



No es tecnofobia, solo esperar a que "tengan la madurez necesaria"

L'Ecuyer conoce el sentir de "cientos de miles de padres que no tienen voz", ya sea en la privada, pública o concertada. Por eso sabe que sus opiniones no representan un "planteamiento antitecnológico". Para ella "es innegable" que hijos y alumnos acabaran usando las tecnologías. La cuestión, dice, es que lo hagan "cuando las necesiten y tengan la madurez para poder hacer uso de ellas de forma responsable".

¿Brecha digital o cultural? "Carne de cañón para la manipulación"

El verdadero problema antes que la "brecha digital" es, según L'Ecuyer, la "lingüística y cultural". En este sentido, citó un reciente estudio del Journal of the American Medial Association (JAMA) que recoge que los niños que pasaban cerca de tres horas diarias frente a una pantalla, perdían hasta 1,139 nuevas palabras, dejan de usar 843 palabras y tenían 194 conversaciones menos. Esa "brecha cultural" que comienza en Infantil "acaba afectando a todas las materias" más tarde y, en el futuro, acaban siendo "carne de cañón para el abandono escolar" y, en último término, "para la manipulación, el populismo y las noticias falsas". "Ante la necesidad de expresar malestar por una injusticia, un joven sin recursos llamará la atención autolesionándose o incendiando las calles", concluye.

Antes de concluir, L'Ecuyer refutó tres "tecnomitos" difundidos por la industria:

1º "La tecnología es neutra y depende del uso que se haga de ella"

"Un cuchillo es neutro, podemos usarlo para matar o para hacer tortilla, pero en manos de un niño no es neutro. Los dispositivos tecnológicos son aún menos neutros, porque están diseñados con una intencionalidad, enganchar al usuario el mayor tiempo posible ante la pantalla".

2º "Se puede educar en el uso responsable"

"¿Podemos hablar de responsabilidad en una mente inmadura que no tiene consolidadas las funciones ejecutivas, la fortaleza, la templanza, el locus de control interno, la capacidad de inhibición? ¿Podemos pedir que distingan lo verdadero y falso cuando apenas tienen edad para distinguir ficción y realidad? Introducir la tecnología en la vida de un niño podría asemejarse a pedirle que beba de una boca antiincendios y que lo haga sin salpicarse".

3º "Los nativos digitales, mejor preparados"

"[La afirmación de que] por haber estado en mayor contacto con la tecnología se aprende mejor a través de ella no es cierta ni tiene respaldo de investigaciones. Sería más bien lo contrario. Según el informe The Google Generation, el concepto de nativo digital está sobrevalorado y se afirma que los jóvenes dependen demasiado de los motores de búsqueda y carecen de competencia para entender el valor y originalidad de la información. La generación Google no alcanza el nivel de alfabetización que se le atribuye".

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 18 de abril de 2024

Santo Evangelio 18 de Abril 2024

 


Texto del Evangelio (Jn 6,44-51):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».



«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo»


Rev. D. Pere MONTAGUT i Piquet

(Barcelona, España)

Hoy cantamos al Señor de quien nos viene la gloria y el triunfo. El Resucitado se presenta a su Iglesia con aquel «Yo soy el que soy» que lo identifica como fuente de salvación: «Yo soy el pan de la vida» (Jn 6,48). En acción de gracias, la comunidad reunida en torno al Viviente lo conoce amorosamente y acepta la instrucción de Dios, reconocida ahora como la enseñanza del Padre. Cristo, inmortal y glorioso, vuelve a recordarnos que el Padre es el auténtico protagonista de todo. Los que le escuchan y creen viven en comunión con el que viene de Dios, con el único que le ha visto y, así, la fe es comienzo de la vida eterna.

El pan vivo es Jesús. No es un alimento que asimilemos en nosotros, sino que nos asimila a nosotros. Él nos hace tener hambre de Dios, sed de escuchar su Palabra que es gozo y alegría del corazón. La Eucaristía es anticipación de la gloria celestial: «Partimos un mismo pan, que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, para vivir por siempre en Jesucristo» (San Ignacio de Antioquía). La comunión con la carne del Cristo resucitado nos ha de acostumbrar a todo aquello que baja del cielo, es decir, a pedir, a recibir y asumir nuestra verdadera condición: estamos hechos para Dios y sólo Él sacia plenamente nuestro espíritu.

Pero este pan vivo no sólo nos hará vivir un día más allá de la muerte física, sino que nos es dado ahora «por la vida del mundo» (Jn 6,51). El designio del Padre, que no nos ha creado para morir, está ligado a la fe y al amor. Quiere una respuesta actual, libre y personal, a su iniciativa. Cada vez que comamos de este pan, ¡adentrémonos en el Amor mismo! Ya no vivimos para nosotros mismos, ya no vivimos en el error. El mundo todavía es precioso porque hay quien continúa amándolo hasta el extremo, porque hay un Sacrificio del cual se benefician hasta los que lo ignoran.


El camino de Ignacio Echeverría hasta ser «el héroe del monopatín»: «Su meta siempre fue el Cielo»

 


El camino de Ignacio Echeverría hasta ser «el héroe del monopatín»: «Su meta siempre fue el Cielo»

Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín. 

El pasado sábado se clausuró la gira del musical Skate Hero, relato de las últimas 24 horas de Ignacio Echeverría, el héroe del monopatín.

A casi tres años de su estreno en junio de 2021, la gira de Skate Hero regresó este sábado a su alma mater en Las Rozas para su última representación. El musical ha llevado a más de 30.000 personas en España y Reino Unido las últimas horas de vida de Ignacio Echeverría, cuando el 3 de junio de 2017 se enfrentó con su skate a los islamistas que atentaron en el Borough Market de Londres, salvando la vida de una joven francesa y otros peatones y perdiendo la suya tras ser acuchillado.

El acto de altruismo hizo que Echeverría fuese conocido desde entonces como "el héroe del monopatín". Cerca de cumplirse siete años de la tragedia, Palabra ha publicado la primera biografía autorizada de Ignacio Echevarría. El héroe del monopatín, escrita por la editora Julia Moreno y el director del musical Skate Hero, Javier Segura.

En poco menos de 150 páginas, Moreno y Segura completan la primera biografía autorizada de Echeverría, que dividen en su infancia, juventud y adultez y concluyen con una cuarta parte titulada Eternidad, en referencia a un legado que ha supuesto la apertura de su causa de canonización.

La meta, ir al Cielo

Una causa que, como muestra el libro, no solo se fundamenta en las circunstancias de una muerte que Moreno define como "el mayor acto de amor de Echeverría", sino también en una práctica cotidiana de la virtud y una meta que "Ignacio siempre buscó": ir al Cielo.

La fe de Ignacio se forjaría desde su nacimiento y educación en el matrimonio católico de Joaquín y Ana, siendo además sobrino nieto del obispo y misionero Antonio Hornedo.



Puedes obtener la primera biografía autorizada de Ignacio Echeverría en Palabra.

Si hay una virtud en Ignacio que destacan los biógrafos por encima de cualquier otra, esa es la de "no mostrarse impasible ante la injusticia". Hizo gala de ello en numerosas ocasiones y desde muy temprana edad "fue capaz de distinguir lo que estaba bien y lo que no. No entendía el silencio ante un agravio y siempre fue voz para que las quejas de otros no quedarán impunes. Sus convicciones se tornaron tan férreas que el ser fiel a sí mismo, en ocasiones, le hacía ser políticamente incorrecto. Pero él solo quería llevar la verdad por delante".

Ignacio Echevarría. El héroe del monopatín. 

Puedes obtener un ejemplar de Ignacio Echevarría. El héroe del monopatín en Ediciones Palabra. 

Precisamente la búsqueda de la justicia supuso en no pocas ocasiones que Ignacio hallase lo contrario, como fue tener que repetir una asignatura y alargar un año sus estudios en La Sorbona por recriminar a su profesora que adoctrinase en el aula. Aunque nada pudo impedir su determinación de graduarse, el esfuerzo, la soledad y la angustia por los estudios le harían adelgazar tanto que quedó plagado de estrías. En 2001 se terminó graduando en Derecho Hispano-Francés.

La fe, muy por encima de la fiesta

Echeverría no era un "bicho raro". Sus amigos cuentan que de joven lo pasaba de noche como él mejor, pero en ningún momento eso le llevó a descuidar sus responsabilidades o convicciones, ya fuese cuidando a familiares que lo necesitaban, echando una mano en la barra o anteponiendo la amistad o su fe al ambiente, como cuando le invitaron a celebrar Halloween y respondió "torciendo el gesto, pues no le parecía apropiado ni ético". Lo cierto, dice el libro, "es que por sus creencias no le gustaba celebrar esta fiesta".

Siempre tuvo las reglas claras

También pervive el recuerdo modélico de Ignacio en su vivencia de la castidad y aunque no faltaron chicas interesadas en él, nunca estuvo dispuesto "a establecer una relación saltándose pasos. Ignacio, relatan los testimonios recabados por Moreno y Segura, "siempre vivió teniendo claras las reglas y su unión con una mujer pasaba exclusivamente por el matrimonio".

Lejos de dejarlo a la teoría, se describen varios casos de cómo alguna chica que le gustaba se le insinuaba al punto de que, tras haber bebido, le decía: "Hoy es el día que me acuesto con Ignacio". La respuesta de este cuando su padre le preguntaba era firme: "Por supuesto que no. Yo no me puedo acostar con una mujer por las buenas, aunque me guste, no es la forma de empezar una relación".

La justicia, antes que una prometedora carrera

La búsqueda de justicia que comenzó a mostrarse en su infancia le persiguió hasta la edad adulta, con consecuencias "nefastas" en lo laboral. Muestra de ello fue cuando, ya inmerso en el sector de la banca, fue inflexible a la hora de dar vía libre a operaciones de dudosa moralidad y que se encontraban en el límite del delito. "Tú eres el director, dale paso a lo que quieras", le decía a su jefe cuando este le  advertía sobre su continuidad laboral. Por ese motivo perdió varios empleos y un futuro prometedor. 

Oración y skate en Las Rozas de Madrid



Si hay una imagen que define a Echeverría es la de su característico ollie sobre el skate. También cuando se entregaba a este hobbie buscaba la justicia. Como cuando la policía requisó su tabla y las de sus amigos por patinar en la calle al no disponer de skate park. En lugar de resignarse, acabó yendo a la casa del alcalde de Las Rozas y entablando una auténtica negociación que concluyó con todos los skates devueltos y la creación del skatepark -más tarde rebautizado- Ignacio Echeverría.

Aunque el entorno skate nunca fue predominantemente cristiano, Echeverría supo mantenerse fiel a sus convicciones y su fe. 

Pero había algo que para el héroe del monopatín estaba por encima del skatepark de Las Rozas. La parroquia de San Miguel fue durante buena parte de su vida la iglesia que le vio crecer, donde recibió la catequesis, la confirmación y donde aprendería de la formación que impartía su madre catequista para imitarla años después, en Londres.

"Siempre intentaba perfeccionarse desde la fe"

Los autores del libro atestiguan que Ignacio siempre llevó una vida consecuente con su fe. Para él, ir a misa cada domingo "solo o acompañado era una prioridad",  y las fiestas o viajes no eran obstáculo para que a primera hora se despertase a ir a misa de la mañana. Aunque sorprendidos en ocasiones, "sus amigos comprendieron que la Iglesia era su casa y respetaban el compromiso que mantenía con ella, tanto espiritual como económicamente".

"Él siempre intentaba perfeccionarse a través de la fe. La cruz era parte de su vida y una de las que llevaba a su espalda eran las numerosas discusiones que mantenía con su padre sobre la Iglesia. `Una cosa es este obispo y otra es la Iglesia, y los estas mezclando´, le decía.

También la formación cristiana era determinante en su vida. Como asistente a las reuniones y catequesis de Acción Católica en San Miguel de Las Rozas, no dejó de ir  un solo lunes hasta que marchó a Londres, estudiando el magisterio y doctrina de la Iglesia para poder transmitirlo.

En defensa del débil, hasta dar la vida

Contratado por el prestigioso banco HSBC, el sábado 3 de junio de 2017 llevaba un año y cuatro meses trabajando en Londres. Hacía buen día y había salido a patinar antes de ir a cenar con su hermana. De camino, sobre las diez de la noche, se sorprendió yendo en sentido contrario a una multitud que corría despavorida.

Cuando llegó a la escena del atentado islamista, había dos policías heridos y una mujer siendo apuñalada. Lo que sucedió después es historia que relata El héroe del monopatín:

"Con su monopatín como única arma, se lanzó hacia los terroristas y consiguió hacer frente a los dos primeros que le salieron al paso, golpeándolos en la cabeza y posteriormente a un tercero, que también se incorporaba. Aprovechando su superioridad numérica, lo rodearon, pero se defendía con bravura de todos ellos con su tabla, hasta que en uno de los ataques, Ignacio notó el frío del filo de un cuchillo entrando por su cuerpo. Aprovecharon para  arrojarlo al suelo, donde recibió una nueva puñalada. Herido de muerte, empleó sus últimas fuerzas en defenderse con su monopatín, su fiel compañero".

Ignacio Echeverría. 



`La Iglesia era su casa´ y su meta, `ir al Cielo´, dicen los autores de El héroe del monopatín.

Ejemplo de quien da la vida

El último capítulo, La eternidad, cuenta que días más tarde, con su cuerpo ya en España y durante el entierro, el ataúd albergó numerosas medallas de reconocimiento a su actitud heroica. "Pero la medalla de su madre, la medalla de la Madre, es prenda de eternidad. En ella, como un epitafio a la vez que una premonición, aparecen simplemente tres palabras: `Vámonos al Cielo´".

Los meses y años que siguieron a su asesinato acogieron campañas de conmemoración y homenaje, su historia y silueta protagonizó los espacios en grandes medios de comunicación, programas e influencers, viñetas y documentales, libros, musicales como Skate Hero e incluso marcas de ropa. Considerado modélico para los jóvenes de hoy, El héroe del monopatín concluye con una pregunta que orienta el estado de su causa , "¿el santo del monopatín?", y finaliza con una comparación: "Era un ejemplo de alguien que da la vida por los demás, como lo hizo el propio Jesucristo".

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 17 de abril de 2024

Santo Evangelio 17 de Abril 2024



 Texto del Evangelio (Jn 6,35-40):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».



«El que venga a mí, no tendrá hambre»


Fr. Gavan JENNINGS

(Dublín, Irlanda)

Hoy vemos cuánto le preocupan a Dios nuestro hambre y nuestra sed. ¿Cómo podríamos continuar pensando que Dios es indiferente ante nuestros sufrimientos? Más aún, demasiado frecuentemente "rehusamos creer" en el amor tierno que Dios tiene por cada uno de nosotros. Escondiéndose a Sí mismo en la Eucaristía, Dios muestra la increíble distancia que Él está dispuesto a recorrer para saciar nuestra sed y nuestro hambre.

Pero, ¿de qué "sed" y qué "hambre" se trata? En definitiva, son el hambre y la sed de la "vida eterna". El hambre y la sed físicas son sólo un pálido reflejo de un profundo deseo que cada hombre tiene ante la vida divina que solamente Cristo puede alcanzarnos. «Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna» (Jn 6,39). ¿Y qué debemos hacer para obtener esta vida eterna tan deseada? ¿Algún hecho heroico o sobre-humano? ¡No!, es algo mucho más simple. Por eso, Jesús dice: «Al que venga a mí no lo echaré fuera» (Jn 6,37). Nosotros sólo tenemos que acudir a Él, ir a Él.

Estas palabras de Cristo nos estimulan a acercarnos a Él cada día en la Misa. ¡Es la cosa más sencilla en el mundo!: simplemente, asistir a la Misa; rezar y entonces recibir su Cuerpo. Cuando lo hacemos, no solamente poseemos esta nueva vida, sino que además la irradiamos sobre otros. El Papa Francisco, el entonces Cardenal Bergoglio, en una homilía del Corpus Christi, dijo: «Así como es lindo después de comulgar, pensar nuestra vida como una Misa prolongada en la que llevamos el fruto de la presencia del Señor al mundo de la familia, del barrio, del estudio y del trabajo, así también nos hace bien pensar nuestra vida cotidiana como preparación para la Eucaristía, en la que el Señor toma todo lo nuestro y lo ofrece al Padre».

Ofrecida al demonio por su padre, libra desde niña el combate espiritual: la pintura, su arma de luz

 


Ofrecida al demonio por su padre, libra desde niña el combate espiritual: la pintura, su arma de luz

María Camila Clavijo. 

María Camila Clavijo -en la imagen, elaborando su oleo sobre liennzo de La última cena- se dedica hoy profesional y vitalmente al arte sacro, desarrollando además su vocación evangelizadora desde el arte.

A sus 32 años, la colombiana María Camila Clavijo sabe lo que es mirar al mal cara a cara. También a Dios. No alcanzaba los diez años y ya conocía a la perfección las implicaciones del satanismo en su familia, así como las oraciones, compañías y hábitos necesarios para combatirlo. Tras una vida que define como un combate espiritual continuo, ha contado su historia al canal El rosario de las 11. Advierte que aún está incompleto, pero confía en que tarde o temprano concluirá con la conversión de quien una vez fue su padre y la consagró al demonio.

Como la primera hija, nieta y sobrina, María recuerda los primeros años de su infancia repletos de felicidad y acogida. La familia estaba volcada en ella, también por padecer extraños achaques y enfermedades sin que los médicos fuesen capaces de elaborar un diagnóstico claro.

Con continuas recaídas, la pequeña solo encontraría refugio en la pintura, que pronto contemplaría como "un escape dado por Dios, como la luz en medio de una oscuridad" que aún estaba por llegar.

Con 4 años, conforme su hermano pequeño comenzaba a mostrar dificultades en su desarrollo, sin caminar ni hablar, su madre empezó a percibir "cosas extrañas" en la casa donde vivían.

Ofreciendo y llevando a sus hijos a rituales: los signos de alerta

"Mi padre tenía comportamientos muy raros, empezó a cambiar en la casa. Decía mentiras, mi madre notaba su adicción a la pornografía, veía que llegaba tarde con aromas que no eran normales y le vio ofrecer a mi hermano frente a una ventana, de noche, viendo películas de terror", relata María Camila.

Cuando el hermano pequeño tenía dos años, nació la tercera hija, Daniela. La familia se mudó mientras su madre, María Elena, confiaba en que el nuevo hogar traería paz a la familia.

Ahora la afectada fue María Camila, a quien le aparecían "quemaduras en la piel y enfermaba mucho. Empecé a tener pesadillas, se me aparecían monstruos o demonios de noche en mi cuarto y vivía con mucho miedo, callada y enferma".

Su madre contemplaba impotente cómo los sucesos aumentaban en gravedad y "el infierno comenzaba a revelarse". La joven describe el momento en que su madre encontró algo similar a un enterramiento con fotos de la familia en el jardín o como los extraños episodios de su padre se hacían más evidentes cuando encerraba a los niños en los cuartos y los "ofrecía al demonio".

A ello le siguió el maltrato hacia la madre y toda la familia, mientras ponía películas de terror y pornografía continuamente. 

"Vuestra vida peligra"

Cuando María Elena pidió ayuda a la madre superiora de una congregación amiga, esta no dudó en emitir un diagnóstico alarmante: "Su vida peligra, su esposo es miembro de una secta satánica".


"Señor, si existes, sálvame", rogó la madre de familia antes de comenzar toda una batalla legal y espiritual con su marido. María Camila tenía nueve años cuando, aconsejada por los sacerdotes ante un evidente riesgo vital, su madre inició la separación. "Tú y los niños tenéis que salir de ahí", le decían.

"Nos fuimos a casa de mi abuela. Pensábamos que ya íbamos a descansar, pero no sabíamos lo que se nos venía encima", recuerda ella.

Desde entonces, la joven colombiana no recuerda un fin de semana en mucho tiempo en que, con su madre y hermanos, no estuviesen "pegados" a los sacerdotes, la ayuda espiritual, misas de liberación, los rosarios y las horas santas. En todo ello, María Camila vio "el rostro de un Jesús misericordioso que siempre estaba dispuesto a rezar con nosotros".

En guerra espiritual y legal

Para ella fueron las armas de una guerra espiritual pero también legal, en el que su padre Edgar buscaba por todos los medios quedarse con la custodia de sus hijos para maltratarles.

"Cada vez que le veíamos volvíamos tristes, enfermos y peleando con mi madre. Mi padre nos negaba el pan y la comida, nunca nos daba de comer y había mucha violencia, pero él iba con la mejor ropa y los mejores coches", relata.

Conforme pasaban los años, la joven empezó a ser consciente de lo que hacía su padre. Uno de los momentos más traumáticos en su vida fue cuando, fingiendo jugar al escondite, el padre abusó sexualmente de la hermana pequeña ante la mirada atónita del mediano.

Edgar amenazó a los niños con matarles si hablaban de lo sucedido, pero su madre se enteró e interpuso una demanda que casi le cuesta la vida. Nada más llegar del trabajo, recuerda, llegaron dos hombres, la pegaron y dispararon al aire mientras ella perdía la conciencia y se quedaba tirada  en el suelo.

A los 15 años María Camila decidió no volver a ver a su padre. Por el contrario, prosiguió con diligencia su "lucha espiritual" en la que "conocer a Dios y la fe, la misa y el Santísimo, el rosario, ayuno, las eucaristías de sanación y liberación fueron siempre fundamentales y nunca lo sacamos de nuestra vida".

Viendo a Dios y al mal "cara a cara"

Recuerda que "el peso del mal" en la casa era tan fuerte que, cuando entró un exorcista, todo empezó a caerse al suelo solo con su presencia.

"Vimos el mal cara a cara, pero también a Dios. Sin su gracia nunca nos habríamos podido salvar", asegura.

Concluidos los pleitos, la ley quitó la patria potestad a Edgar, lo que confirmarían los hijos más adelante quitándose el apellido de su padre.

Ya comenzando la etapa universitaria, María Camila siguió refugiándose en el arte y la pintura, especialmente tras recibir el "regalo de Dios" de poder estudiar Artes Plásticas en la Sorbona de París y más adelante en Florencia, la cuna del arte renacentista.

En Francia, vivió con una familia muy católica, con un padre, madre y siete hijos. Aquello le "acercó más a Dios", pues lo interpretó como el aprendizaje de lo que suponía una familia con un padre presente. "Siempre me dieron apoyo y amor y vi en ellos el rostro de Jesús", expresa agradecida.



María Camila Clavijo. 

María Camila Clavijo, durante la elaboración del retablo del altar de la procatedral de San José, en Nueva Jersey. 

También pudo acceder a unas amistades basadas en la fe, como fue el caso del grupo católico de la Sorbona, y más tarde en Florencia conocería todo el proceso evangelizador a través del arte. Todo fue "un regalo gigante" que agradece hasta el día de hoy.

Una invitación a dejarlo todo para seguir a Dios

Su formación concluyó con una llamada urgente de su madre desde Colombia. Su abuela estaba falleciendo. De inmediato cogió un avión y se despidió de su abuela, que falleció día y medio después. La vuelta a Florencia se complicaba por momentos. Pronto comprendió que "Dios no quería que volviese".

De la noche a la mañana, se encontró viviendo un "doble duelo" en el que junto a su abuela, había perdido una vida, "como si Dios dijese que lo dejase todo y le siguiese".

María Camila lo superó como si de una depresión se tratase. Abandonó la pintura, se preguntaba continuamente `¿por qué a mí?´, y la vida "era una constante pelea". Algo que cambió cuando invitaron a los tres hermanos a una Hora Santa repleta de jóvenes de Effetá, Regnum Christi o El cielo, movimiento que frecuentaría desde entonces y le ayudaría a "crear amistades en Dios", pero también a entender los "porqués" de los horrores de su infancia.

Un día, al confesarse, Camila recibió la penitencia de pintar un cuadro de Santa Rita de Casia, que retrasó varios meses. Con la entrega, empezó a recibir multitud de pedidos de sacerdotes, fieles y particulares que aumentaron tanto en cantidad como en exigencia técnica. Así, dice, "entendí que era lo que Dios quería y por qué me había preparado de esa forma, para evangelizar por medio de la pintura". A día de hoy se dedica al arte sacro a tiempo completo y admite que cuando pinta, no es ella "quien mueve el pincel, sino el Espíritu Santo".



El retablo de la procatedral de San José.  

El retablo de la procatedral de San José, obra de María Camila Clavijo. 

Una experiencia eucarística: "Era Jesús, diciéndome que no dudase"

Tras una vida con más lucha que paz, nunca olvidará el "regalo" que recibió la víspera del domingo de ramos de hace dos años, cuando fue a comulgar y el sacerdote dejó la hostia paralizada a escasos centímetros de ella.

"Me lo mostró y cuando dijo `el cuerpo de Cristo´, vi que la hostia estaba manchada de sangre. Me quedé asombrada, pero sabía que lo que estaba viendo era lo que veía. La hostia sabía a metal, a sangre, fue como Jesús diciéndome que no dudase. Me sentí agradecida, como si fuese  una gracia incalculable, pero me pregunté: ¿Por qué yo y por qué ahora Señor? ¿Vendrá un tempo de purificación?".

Así fue. Recuerda que en poco tiempo, aumentaron los "ataques" y pruebas de fe a través de la enfermedad, de pérdidas de amistades y de una traición que la marcaría por completo. También los consuelos, pues otras nuevas amistades y oportunidades aparecían, como fue el encargo de pintar un altar en Estados Unidos durante dos meses, "entrando en comunión y pintando junto a Él devolviéndole los dones que había recibido".

Un día, postrada ante el Santísimo, María Camila se rindió ante el dolor y la  dificultad de perdonar la traición de su amiga.

"Detrás de mí estaba ella. Pasaron solo tres segundos cuando me dijo que quería pedirme perdón. No podía creerlo", relata.

Pidiendo la intercesión de San Bartolo Longo, exsatanista

Días más tarde, en un retiro de sanación, recuerda recibir un torrente de imágenes en su cabeza y supo que era Dios, mostrando "los porqués de mi comportamiento y de mi dolor. Acabé entendiendo que fue el peso del satanismo y la brujería lo que hacía que enfermara. Entendí muchas cosas de mi vida, también el porqué de esa hostia sangrando. Fue como un recordatorio de que en los abusos de mi padre, cuando llevaba a mi hermano a ritos, ahí estaba Él, sufriendo por mí, por mi padre, por mi familia".

"Ahí empecé a entender el misterio del dolor y creo que nunca sentí tanta libertad en mi vida como cuando Dios me mostró la verdad de mis recuerdos. Cuando entendemos eso y le ofrecemos el dolor y el sufrimiento es más fácil seguirlo y seguir confiando", subraya.

María Camila reconoce que a día de hoy sigue rezando con toda su familia por su padre y confía en que para Dios "no hay nada imposible". "Está esperando que vuelva, y nosotros también. Ese sería el testimonio completo, que se convierta, y lo esperamos por intercesión de María y de un santo, San Bartolo Longo, exsacerdote satánico que llegó a santo. No hay nada imposible para Dios, y sabemos que lo logrará", concluye. 

María Camila Clavijo expone multitud de sus obras en su portfolio, así como en su cuenta artística de Instagram. 

Fuente: Religión en Libertad

martes, 16 de abril de 2024

Santo Evangelio16 de Abril 2024



Texto del Evangelio (Jn 6,30-35):

 En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».



«Es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo»


Rev. D. Joaquim MESEGUER García

(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, en las palabras de Jesús podemos constatar la contraposición y la complementariedad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: el Antiguo es figura del Nuevo y en el Nuevo las promesas hechas por Dios a los padres en el Antiguo llegan a su plenitud. Así, el maná que comieron los israelitas en el desierto no era el auténtico pan del cielo, sino la figura del verdadero pan que Dios, nuestro Padre, nos ha dado en la persona de Jesucristo, a quien ha enviado como Salvador del mundo. Moisés solicitó a Dios, a favor de los israelitas, un alimento material; Jesucristo, en cambio, se da a sí mismo como alimento divino que otorga la vida.

«¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?» (Jn 6,30), exigen incrédulos e impertinentes los judíos. ¿Les ha parecido poco el signo de la multiplicación de los panes y los peces obrada por Jesús el día anterior? ¿Por qué ayer querían proclamar rey a Jesús y hoy ya no le creen? ¡Qué inconstante es a menudo el corazón humano! Dice san Bernardo de Claraval: «Los impíos andan alrededor, porque naturalmente, quieren dar satisfacción al apetito, y neciamente despreciar el modo de conseguir el fin». Así sucedía con los judíos: sumergidos en una visión materialista, pretendían que alguien les alimentara y solucionara sus problemas, pero no querían creer; eso era todo lo que les interesaba de Jesús. ¿No es ésta la perspectiva de quien desea una religión cómoda, hecha a medida y sin compromiso?

«Señor, danos siempre de este pan» (Jn 6,34): que estas palabras, pronunciadas por los judíos desde su modo materialista de ver la realidad, sean dichas por mí con la sinceridad que me proporciona la fe; que expresen de verdad un deseo de alimentarme con Jesucristo y de vivir unido a Él para siempre.