El secreto de las dominicas de Nashville: por qué les llegan vocaciones jóvenes incluso desde Europa
La oración, la adoración eucarística, los sacrificios y penitencias, la entrega a los demás en sus necesidades y su vocación a una enseñanza de identidad católica plena: razones por las que no faltan vocaciones a las dominicas de Santa Cecilia.
Irene nació en Bolonia (Italia), y actualmente es novicia en las Dominicas de Santa Cecilia en Nashville (Tennessee), donde se forma en el espíritu de la congregación: alegría, oración y fidelidad. Con motivo de haber hablado con su compatriota, Ermes Dovico explica en Il Timone cuáles son los atractivos de esta comunidad:
La secularización avanza y a muchas órdenes religiosas les cuesta atraer nuevas vocaciones, sufriendo desde hace decenios un descenso, a veces drástico, de las mismas, hasta casi desaparecer. Sin embargo, en este escenario desolador, hay una institución, con 160 años de vida a sus espaldas, que rema totalmente en sentido contrario: se trata de las Dominicas de la Congregación de Santa Cecilia, conocidas como "Dominicas de Nashville", nombre de la capital del estado de Tennessee, donde tiene su sede la casa madre. Presente también fuera de Estados Unidos, la congregación consta de casi 300 religiosas, el número más alto en su historia, con un crecimiento igual a dos tercios de 2000 a hoy. Edad media: más o menos 40 años.
Los orígenes
En la primavera de 1860, el obispo de Nashville, James Whelan, le pidió a las Dominicas de Santa María de las Fuentes, con sede en Ohio, si podían enviar algunas hermanas a su ciudad para crear una escuela de enseñanza superior para chicas y mujeres jóvenes, especializada en música y bellas artes. El 17 de agosto, después de un largo viaje en diligencia, barco a vapor y tren, llegaron a Nashville cuatro religiosas. En 1862 nació la Saint Cecilia Academy, en honor de la mártir romana patrona de la música. Los primeros años de la nueva comunidad, entre la Guerra de Secesión y distintos problemas económicos, fueron sumamente difíciles. En el momento más crítico, la fe en la Providencia y 30 días consecutivos de rosarios completos (15 misterios) salvaron la escuela.
Mientras tanto las religiosas se desvivieron atendiendo a los huérfanos; y durante la epidemia de cólera que asoló Nashville en 1886, asistieron a los enfermos, ganándose la gratitud de la población. Lo mismo hicieron más tarde, heroicamente, con los habitantes de Memphis: mientras miles de personas abandonaban la ciudad debido a la misma epidemia, 50 religiosas prestaron su servicio como enfermeras, 30 de las cuales murieron. A caballo entre los siglos XIX y XX la congregación se expandió, asumiendo la dirección de varias escuelas, y en 1913 se afilió formalmente a la Orden Dominica.
Fidelidad a la oración
Con toda probabilidad, muchas de las buenas semillas plantadas en los primeros cien años de las Dominicas de Nashville se habrían frustrado si la congregación no hubiera encontrado una guía llena de virtud como fue, en la época conciliar y posconciliar, la madre Marie William MacGregor (priora de 1964 a 1976).
La Madre Marie William McGregor: su claridad de ideas durante la confusión postconciliar salvó la congregación y la proyectó hacia el futuro. Pocas asociaciones religiosas anteriores al Concilio pueden presumir hoy de tener más miembros que entonces.
Esto escribía a sus hermanas de comunidad en 1969: "Os ruego que intensifiquéis vuestra vida de oración. No evitéis los sacrificios y las mortificaciones. La Congregación ha prosperado gracias a ellas: ha crecido y se ha desarrollado a pesar de los obstáculos insuperables que han ido surgiendo [...]. En la tensión de la Guerra Civil, en los dolorosos desastres económicos, en la peste, en los interminables y agotadores días y noches, la Congregación se ha mantenido fiel a la oración. En la vigilia de su nacimiento, las hermanas se dirigieron a la Virgen del Rosario y siempre han puesto este lugar bajo su amparo. Hermanas, si se lo permitimos, esta comunidad aún produce santas. De hecho, vivimos en medio de ellas y estoy convencida de que he enterrado a algunas. Que siempre pueda ser así".
Por consiguiente, en la época del decreto conciliar sobre la renovación de la vida religiosa, Perfectae Caritatis (1965), que las órdenes acogieron de manera distintas, la madre Marie William -fiel al carisma de Santo Domingo-, instó a sus hermanas a no dejar nunca de cultivar la devoción a la Virgen y el espíritu contemplativo. "Sobre todo", escribía en una carta a la comunidad, "cultivad una confianza constante y firme en la Presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento". Adoración eucarística y centralidad de la misa son los pilares de la congregación. La madre Marie Williams insistía, además, en otro aspecto: el hábito religioso, que "es un símbolo de nuestra consagración de por vida [...]. Es nuestra responsabilidad hacer de él un signo eficaz, un signo digno de Aquel al que significa".
Un apostolado fecundo
Otros rasgos dominicos custodiados por esta comunidad son el estudio y la reverencia al Magisterio de la Iglesia, con el consiguiente apostolado según la máxima de Santo Tomás: "Contemplar y transmitir a los demás las cosas contempladas". Hoy, las dominicas de Nashville enseñan, desde la primaria a la universidad, en 43 escuelas de Estados Unidos y en otras 15 de Australia, Canadá y Europa, donde están presentes en Irlanda, Holanda, Escocia e Italia (en Bracciano).
El buque insignia de la congregación es el Aquinas College de Nashville, donde la teología y la filosofía son centrales y cuyo objetivo es formar a los profesores del futuro. Su identidad católica es un punto de fuerza, también a nivel de atracción: entre 2011 y 2016 los estudiantes católicos aumentaron del 35% al 63%, a pesar de que el College se encuentre situado en una zona donde los católicos son apenas el 6%. El enfoque es considerar que "la enseñanza es más que una elección de profesión", decía sor Mary Sarah Galbraith en 2017: "Es tanto un don como una misión". Estas religiosas, como ha dicho Jeannette Wolfe, directora de una escuela católica, al National Catholic Register, "están siempre alegres -sonríen mucho-, son pacientes, sabías y es inherente en ella un sentimiento de paz".
La vocación
Esa alegría es lo que más ha atraído a una joven de Bolonia, Irene Taioli, de 28 años, que el 8 de agosto de 2019, fiesta de santo Domingo, recibió el hábito de las novicias y adoptó su nuevo nombre: sor Caterina Joy. Il Timone habló con ella el 9 de marzo, pocos días después del tornado que asoló Tennessee causando 26 muertos y daños graves, de los que la casa madre de las dominicas "milagrosamente se ha salvado, porque el tornado ha pasado muy cerca de nosotras". Pero, ¿cómo ha acabado sor Caterina Joy en Nashville? "La primera vez que vi a una dominica de Santa Cecilia fue en YouTube, mientras miraba un canal de homilías de un sacerdote estadounidense. Esa vez él había invitado a sor Maris Stella y ella, de manera muy sencilla, contó su vida y su vocación. Recuerdo que me quedé muy sorprendida".
En ese momento Irene, que ha crecido en una familia devota vinculada a Comunión y Liberación, estaba en Nottingham, haciendo un doctorado en Literatura Inglesa Medieval. Fue en Nottingham, precisamente, donde poco antes ("yo tenía 24 años"), había descubierto la riqueza de la adoración eucarística, que "para mí fue una revelación porque cambió totalmente mi vida. El capellán de la universidad nos hizo esa propuesta en Cuaresma. Yo no sabía qué era la adoración eucarística, pero poco a poco descubrí la presencia tangible de Jesús y para mí fue impresionante ver a tantos jóvenes de mi edad -ingleses como procedentes de otros lugares-, permanecer tanto tiempo de rodillas delante de Jesús, enamorados de Él".
Después de escuchar el testimonio de sor Maris Stella y por una serie de coincidencias, Irene llegó a conocer a la pequeña comunidad de Dominicas de Santa Cecilia presentes, desde 2013, en Elgin (Escocia) y "allí encontré la respuesta al deseo que siempre había tenido, el de pertenecer totalmente a Jesús". A partir de ese momento, guiada por un director espiritual, hizo un breve pero intenso retiro vocacional en Nashville y tomó la decisión de abandonar su sueño, la carrera universitaria, porque "no conseguí resistirme a Su Amor".
Sor Caterina Joy, una de las 36 postulantes, novicias y profesas no perpetuas de 1º y 2º año que hay hoy en Nashville, nos revela que "una de nuestras oraciones más recurrentes es la que hacemos por las vocaciones. Para mí fue decisivo ver la alegría de estas religiosas, hoy mis hermanas de comunidad; verlas tan llenas de deseo por la salvación de las almas, ver su fidelidad a la Iglesia y la belleza de pertenecer al Señor. Esta ha sido la atracción fundamental".
Traducido por Elena Faccia Serrano.
Fuente: Religión en Libertad
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