domingo, 3 de junio de 2018

Celebrar la Fiesta del Corpus



CELEBRAR LA FIESTA DEL CORPUS ES CELEBRAR LA FIESTA DEL CUERPO GLORIOSO Y DEL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO

Por Gabriel González del Estal

1.- Que la lengua cante al cuerpo glorioso de Cristo. Así rezamos en las vísperas del día de la Fiesta del Corpus y así lo hemos cantado (pange lingua gloriosi corporis misterium) miles y miles de veces los cristianos en procesiones solemnes, o arrodillados ante el Santísimo Sacramento. El cuerpo glorioso de Cristo es el cuerpo de Cristo resucitado; es realmente la persona de Cristo, tal como vive junto al Padre, después de haber resucitado. Es un cuerpo que ya no está sometido a las leyes físicas del tiempo y del espacio, ni de la carne, ni de la sangre, un cuerpo inmortal y glorioso. No resulta fácil a nuestros sentidos corporales, físicos y carnales, imaginar, ni entender, cómo es y cómo vive este cuerpo glorioso, por eso decimos en el mismo himno religioso que “la fe debe suplir el defecto de los sentidos”. Pero para nosotros es suficiente con que cada vez que adoramos a Cristo en la Eucaristía sepamos y creamos que estamos adorando al mismo Cristo que vivió, murió y resucitó aquí en nuestra tierra, para redimirnos, para salvarnos y para enseñarnos el camino que debemos seguir para llegar hasta Dios, nuestro Padre. Es nuestra fe, más que nuestros sentidos corporales, la que debe alimentar nuestra unción y nuestro agradecimiento cada vez que adoramos al Cuerpo, a la persona de Cristo, en la eucaristía. No importa tanto lo que vemos, es fundamentalmente lo que creemos lo que debe dirigir nuestras celebraciones del cuerpo glorioso de Cristo.

2.- El pan que partimos nos une a todos en el cuerpo místico de Cristo. Según san Pablo el mismo cuerpo glorioso de Cristo es, para todos los cristianos, el cuerpo místico de Cristo, del que todos formamos parte. Es decir, que cuando comulgamos con Cristo estamos comulgando con todos los miembros de Cristo, con todos los cristianos. Por eso, san Agustín les decía a sus fieles que cuando después de comulgar respondían <amén>, estaban diciendo que ellos eran lo que respondían, es decir, el cuerpo de Cristo. No se puede comulgar con Cristo, si no se comulga al mismo tiempo con los hermanos de Cristo. Por esta razón san Pablo se enfadó tanto con los cristianos de Corinto cuando le llegaron noticias de que se reunían para celebrar la cena del Señor y los más ricos no compartían su comida con los más pobres. Estáis profanando, les dijo, el cuerpo de Cristo. Esto debe hacernos pensar seriamente a nosotros si cuando celebramos nuestras eucaristías no estamos dispuestos a compartir nuestros bienes con los más necesitados. Es verdad que hoy nuestras comunidades cristianas están organizadas y estructuradas de una manera muy distinta a como lo estaban en tiempos de san Pablo. Realmente nuestras eucaristías dominicales y festivas hoy son demasiado multitudinarias y los que participamos apenas nos conocemos unos a otros. Nos unen más nuestra misma fe y los ritos, que los bienes que cada uno de nosotros tenemos. Pero esto en ningún caso nos dispensa de pensar que comulgar con Cristo nos obliga a estar dispuestos a comulgar con nuestros hermanos en lo que somos y en lo que tenemos.

3.- El que me come vivirá por mí. El sacramento de la eucaristía no es un sacramento estático, sino dinámico. Comulgar con Cristo, comer a Cristo, supone dejar que sea Cristo el que dirija mi vida. Si cuando salimos del templo, después de comulgar, no salimos con la decidida intención de que sea Cristo el que dirija y gobierne nuestra vida, es que no hemos comulgado conscientemente con Cristo. Comulgar con Cristo y con los hermanos es mucho más que tragar y comer la forma consagrada. La comunión no termina con el acto físico de comer el pan consagrado, sino que supone un esfuerzo continuado de vivir con Cristo y con los hermanos de Cristo, con nuestros hermanos, especialmente con los más necesitados. Ya sé yo que esto lo sabemos todos los cristianos, en teoría, pero no está mal que en este día de la fiesta del Corpus Cristi lo pensemos una vez más y tratemos de llevarlo a la práctica.

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