viernes, 26 de mayo de 2017

«Encontré la paz»: Sofía cuenta a su madre, la escritora Carmen Posadas, su conversión en Medjugorje



Estaba «rebotada» y en pleno proceso de divorcio cuando accedió a ir a una peregrinación

«Encontré la paz»: Sofía cuenta a su madre, la escritora Carmen Posadas, su conversión en Medjugorje

Carmen Posada ha preguntado a su hija sobre su conversión y cómo vive la fe en este momento



La hija de la escritora y ganadora del Premio Planeta, Carmen Posadas, se convirtió en Medjugorje y su vida cambo para siempre. La madre de Sofía Ruiz de Cueto está encantada pues ella es católica y Cari Filii News recoge la entrevista que Posadas ha realizado a su hija en Mater Mundi TV sobre este proceso que le ha llevado a Dios:

Estaba en el peor momento de su vida
Sofía tuvo una conversión total en Medjugorje, precisamente en un momento muy complicado en su vida y mucha culpa de esto la tuvo su socio, que le insistió una y otra vez durante meses en que tenía que ir a aquella peregrinación que finalmente ha cambiado su vida.

“No tenía deseo de ir porque el viaje surgió en una época muy mala, cuando me estaba divorciando. Esto me había llevado a alejarme mucho y si ya no tenía una fe muy grande pues me hizo distanciarme con bastante enfado y rabia”, contaba Sofía a su madre.



“La Virgen te está invitando”
En medio de la vorágine laboral y del divorcio, con niños pequeños de por medio, su socio insistía en que fuera. Pero ella se negaba recordando con enfado a su compañero que “era el puente de mayo, tengo a mis hijos, tengo una agenda llena de pacientes, un congreso y además es el día de la madre y me estoy divorciando”.

“La Virgen te está invitando”, le contestó su socio. “Y ante semejante frase no conseguí encontrar otra que sonara bien que dijera no y entonces le dije que iría”, recordaba la hija de Carmen Posadas.

Accedió a ir aunque “seguía rebotada”
Al final el camino para ir se allanó completamente. Los niños no fueron problema, la agenda se vació aunque “yo seguía rebotada”. Y así fue como llegó a Medjugorje.

Además, los primeros momentos en este pueblo bosnio no fueron fáciles. Según llegaron había misa y adoración. “Salí furiosa, me fui a la cama sin cenar”, contaba.

Pero al día siguiente sería el inicio de su nueva vida. La jornada empezaba con una explicación histórica para Medjugorje, lo cual no le produjo rechazo y accedió a ir. Y después tocaba subir al monte de las apariciones. Se subió rezando el Rosario y una persona llevaba cada misterio.



El punto de inflexión
Cuando tocaba el quinto misterio, su socio le dio el Rosario para que lo llevara ella y no supo decir que no. “Recé y empecé a llorar, llorar y a llorar, y a partir de ese momento me entró paz. Se me fue la ira y la rabia y me entró un sosiego increíble”.

Sofía explicaba que el gran cambio en su vida no se produjo en ese momento sino ya en Madrid, con el mantenimiento de esta gracia. Un sacerdote les advirtió durante el Viacrucis en Medjugorje sobre la vuelta a la realidad y el día a día pues en la peregrinación es muy fácil estar en una nube pero una vez en Madrid, puso como ejemplo, te encuentras un semáforo en rojo y pierdes la paz por ello.

En Medjugorje aprendió a rezar
“Esto me sirvió, fue poco a poco. Cada vez que veía un semáforo en rojo me acordaba de Dios”, afirmaba. Por ello, explicaba que “una vez que lo encuentras de verdad te crea un anhelo y empiezas a querer más y a rezar más. Y a raíz de Medjugorje he aprendido a rezar y el poder de la oración”.



Su vida ha cambiado. Así lo confiesa Sofía. Antes de la peregrinación apartaba aquello que “no era tangible” porque era una mujer muy “autosuficiente y orgullosa”. Pero ahora, se ha dado cuenta “que siempre ha estado ahí dispuesto a ayudarme”.

“Mucha ciencia nos devuelve a Dios”
Ella como médico y directora de una clínica hace suya la cita de Louis Pasteur: “un poco de ciencia nos aleja de Dios, mucha ciencia nos devuelve a Dios”.

Para Sofía, “cuanta más ciencia tienes más acabas llegando a Dios” y en el ámbito de la medicina donde se ve tanto sufrimiento tiene ya la certeza de que “cuando la persona encuentra a Dios ese sufrimiento es otro. No lo hay como tal pues puedes tener dolor o puedes sufrir dolor pero cuando una persona está con Dios este sufrimiento o dolor no lo sufre”. “Dios ayuda a muchísimo a quitar este sufrimiento, ves la mano de Dios”, sentencia.

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