Armando Cester, autor de Servicio a los empobrecidos y evangelización
«Los pobres dicen que la Iglesia les atiende muy bien, pero les gustaría oír hablar más de Cristo»
Cáritas es la propia Iglesia en acción al servicio de los más vulnerables
«Además de ayudar con obras de misericordia a los empobrecidos, hay que transmitir el amor de Dios», explica Armando Cester, ex presidente de Cáritas en Aragón y La Rioja, en esta entrevista a la agencia SIC
Armando Cester lleva subido a una ambulancia más de treinta años. Y es que, desde 1983, es el jefe del Servicio Médico del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza. “Estar en una UVI móvil te cambia la vida”, asegura, al tiempo que explica cómo las emergencias vitales están más relacionadas de lo que parecen con el mundo de la exclusión: “Ambas realidades te ayudan a ser mejor seguidor de Cristo, porque tocas las llagas y logras entrar en el corazón del Evangelio”.
Quizá por ello, durante toda su vida ha combinado el trabajo como médico con el servicio en Cáritas, donde –entre otras responsabilidades– ha asumido la presidencia de la asociación en Aragón y La Rioja (2006-2010). Ahora, fruto de su labor sociocaritativa en la Iglesia y de una tesis doctoral en Teología, acaba de publicar el libro Servicio a los empobrecidos y evangelización. Una obra que reflexiona desde el servicio a los necesitados cómo hacer llegar la propuesta del Evangelio a nuestros contemporáneos.
- ¿Cómo se lleva el mensaje de Cristo a los pobres?
- La caridad guarda una estrecha relación con la evangelización, es decir, con el anuncio explícito del mensaje de Cristo. Además de ayudar con las obras de misericordia a los empobrecidos, resulta necesario transmitir el amor de Dios, que es lo que nos mueve a la acción. Eso sí, sin caer en el proselitismo ni cambiar el pan por fe.
- ¿Hay alguna receta para conseguirlo?
- Rezar mucho (risas). Lo que distingue a la caridad cristiana es vivirla desde una espiritualidad, desde un seguimiento de Cristo. Y eso es lo que da radicalidad, generosidad, gratuidad, esfuerzo sin límites, amor sin juzgar… Por más que haya mucha acción, sin contemplación ni oración, no haríamos nada. En la Eucaristía nace la fuerza para hacer la caridad. En este contexto, Cáritas es la propia Iglesia en acción al servicio de los más vulnerables.
- El libro recoge sed de Dios…
- En efecto. A veces, los propios excluidos dicen que la Iglesia les ha atendido muy bien, que les ha ayudado a vivir mejor, pero que les habría gustado que les hubieran hablado más de Dios y de Cristo.
- ¿Cuál es el balance del estudio?
- Más del 90% de los atendidos piensa que Cáritas ha dignificado su vida y un 6% dice haberse incorporado a la comunidad cristiana. Ahí no están aquellos que, sin llegar a frecuentar los sacramentos, experimentan un proceso que –no lo olvidemos– también es evangelización: hacerle ver a una persona que puede ayudar a otra, invitarle a preguntarse sobre el sentido de la vida y la existencia de Dios… Todo ese proceso forma parte del anuncio.
- ¿Quién evangeliza a quién?
- Los resultados del libro reflejan que no sólo los voluntarios evangelizamos a los excluidos, sino que los excluidos nos evangelizan. Cuando tratas de hacer actual a Cristo ayudando a los demás, te das cuenta de que el que eres evangelizado eres tú: por lo que ellos te enseñan, cómo te lo agradecen, cómo viven sus inquietudes y dificultades de vida. Esas personas ablandan tu corazón, hacen que aparezca lo mejor de ti. Podemos decir, sin duda, que recibimos más que damos.
- ¿Qué sería de la sociedad sin Cáritas?
- Ya en el año 2003, descubrimos que la labor sociocaritativa de la Iglesia alcanzaba el 70% sólo en la ciudad de Zaragoza. Si la Iglesia se retira, que no puede ocurrir porque forma parte de su misión, muchas personas en exclusión se quedarían sin ayudas.
Fuente: Religión en Libertad
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