Sufrió abusos, fue drogada y violada, pero ella tuvo su bebé, lo dio en adopción y defiende la vida
Elizabeth Reed sufrió abusos de niña y fue violada de adolescente, pero siempre optó por la vida y defiende a los bebés
Desde su gestación la vida de Elizabeth Reed estuvo en permanente riesgo y sus derechos más esenciales fueron pisoteados. Primero porque su gestación llegó inesperada y el amante de su madre, quien era un hombre casado y con hijos que había embaucado a la jovencita de 18 años, presionó para que se practicara un aborto.
Aunque se salvó de ser eliminada, su madre y ella misma habrían de toparse con otros abusadores en el camino. La madre de la pequeña se casó y le dio un padre adoptivo, pero al poco tiempo se divorció. Luego, cuando Elizabeth cumplía recién ocho años su madre comenzó a convivir con otro hombre que abusó sexualmente de la pequeña hasta que cumplió los once años de edad…
“Sólo años después de que aquel malvado desapareciera de mi vida me vi con fuerza para revelar aquel horror sufrido y todavía tendrían que pasar unos cuantos años más para que, tanto mi madre como yo, encontráramos la paz que tanto ansiábamos”.
Venciendo el silencio de los abusadores
Perdida y desorientada como su madre, dice Elizabeth, fue presa fácil de otros abusadores… “Con apenas 15 años empecé a salir con un muchacho. Me drogó y se aprovechó sexualmente de mí”.
Como es normal en estos casos, del momento en que su ‘amigo’ puso droga en su bebida y de la violación tiene apenas vagos recuerdos y lo agradece… “Lo que sí recuerdo es que seis semanas después de lo acontecido me di cuenta de que estaba embarazada. Recuerdo quedarme petrificada, especialmente porque debía contárselo a mi madre. Creía que no podía decírselo a nadie, y teniendo en cuenta los abusos pasados, pensaba que aquello debía ser lo más normal. Así que decidí quedarme callada".
El abusador se ofrece a pagar el aborto
El descaro del abusador llegó al punto de que su propio padre –quien era el abuelo del bebé en gestación- ofreció pagar el aborto. Pero Elizabeth estaba acostumbrada a tomar en solitario sus decisiones y antes de acudir a la cita en la clínica de abortos, decidió ir a un Centro de Ayuda para mujeres embarazadas y allí le realizaron un examen de ultrasonido...
“Bump” “bump” “bump”
“Todo se paró a mi alrededor. Me faltaba aire. Cada fibra de mi ser se puso en guardia. ¿Era aquello un latido? La recepcionista de la clínica abortista y todos aquellos a los que confíe mi situación me decían que llevaba simplemente un puñado de células. Y yo sabía que un simple tejido no tiene latidos. Algo no encajaba. Querían engañarme. Tuve claro que no podía abortar. A mis 15 años desconocía muchas cosas pero sabía que no podía detener aquel corazón al que oí latir con tanta fuerza”, recuerda Elizabeth.
Pero en esta batalla estaba sola y en los meses siguientes la pasó de casa en casa de amigas.
Protestando a Dios... que escucha
También fue un tiempo de protestarle a Dios por todo lo que había padecido desde su gestación. Dios continuó dándole respuestas, como las del ultrasonido, sólo que esta vez fue explícito en voz de una mujer que le citó a Elizabeth una frase de la Sagrada Escritura que dice… “Si tu madre o tu padre te abandonasen, yo nunca te olvidaré”.
“A pesar de mis dudas –recuerda Elizabeth- aquella tarde me rendí. Terminaron mis pesares y lloré con el consuelo de saber que Dios me amaba con predilección. Le dije: «De acuerdo, Señor, Tú ganas. Ayúdame, puesto que no sé qué debo hacer. Llevo en mi seno esta vida que Tú creaste. Si tienes un plan para ella, por favor, dime cuál es».
Entonces, como si de un relámpago se tratara, oí la palabra «adopción», tan claramente como si hubiera oído a mi madre pronunciar mi nombre desde el otro lado de la habitación. Quedé petrificada pero aquel mensaje dejó claro lo que debía hacer”.
La pequeña nació prematura un mes después; quienes serían sus padres acompañaban a Elizabeth en el momento del parto que sucedió por una cesárea de urgencia. Agradeció a Dios por todo ello, dice, pues a su lado la madre adoptiva “rezó en todo momento para que tuviera un buen parto”, puntualiza.
…De pronto oímos el gemido de un recién nacido. Inmediatamente aquella buena mujer y yo misma quedamos sumidas en un silencio que podía cortarse. Nunca en mi vida había oído un sonido tan bello como el de aquella niña”.
Cinco días después Elizabeth y su hija abandonaban el hospital. Desde que entregó a la niña en adopción ha dedicado su vida al activismo que defiende la vida del no nacido y es bloguera en Savethe1.com, desde donde proclama: “El aborto estuvo a punto de silenciarme dos veces, pero no he vivido esta historia para permanecer callada sino para compartirla y no me detendré hasta que todos los niños sean protegidos”.
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