«¿Vivo, ¿quién anda ahí?», el documental que da a conocer Hakuna y las conversiones que propicia
José Pedro Manglano en plena consagración
José Pedro Manglano en uno de los fotogramas del documental Vivo sobre Hakuna
Hakuna es ya una realidad en la Iglesia española. Cada vez más jóvenes se van uniendo a este grupo que une música, adoración, formación y evangelización, y que recibieron el Premio Religión en Libertad en su primera edición.
Para mostrar un poco mejor la realidad que se vive en Hakuna, pronto verá la luz el documental Vivo, ¿quién anda ahí?, dirigido por Jorge Pareja y distribuido por Bosco Films.
Han sido tres años de preparación del documental y según cuentan no puede llegar en momento más apropiado: 4 historias de vidas transformadas cuando ni lo querían...ni lo esperaban. En él se contarán historias reales con nombre y rostro: Jaime, Carlos, Andrea, Antonio y Sonsoles, donde aseguran que Dios está “vivo” y les ha devuelto la vida.
El sacerdote José Pedro Manglano, rostro visible de Hakuna, asegura que “teníamos ganas de contar algo increíble: ¡jamás hubiésemos pensado que un trozo de pan escondiese un misterio tan profundo…y con tanto poder! Hemos convivido con cientos de personas que delante de ese pan blanco, han vivido experiencias liberadoras.
“Jesús decía que él da paz: son tantos los que han recibido una paz que no es de este mundo. No se trata de ninguna persuasión: muchos no sabían siquiera qué era ese pan, ni lo que los cristianos creemos: que es el Cuerpo de Cristo Vivo. Aquí no hay ficción ni actores. Queremos contar historias de hoy. Nos parece que es interesante, muy interesante, para creyentes y no creyentes: a todos nos gusta saber los lugares donde se encuentran poderes especiales, energías sanadoras. Hemos tenido que escoger, y estas son sólo cuatro de las miles de historias anónimas tan apasionantes como desconcertantes con las que nos encontramos semana tras semana. Teníamos que contarlas”, agrega.
Por su parte, el director del documental, Jorge Pareja, explica que “durante dos años me han abierto las puertas de su mundo y he podido documentar lo que allí estaba pasando. Todo empezó cuando asistí a la primera Hora Santa y presencié algo que no esperaba. Yo recordaba las misas de mi infancia como algo vacío, artificial y automático. Pero lo que había allí era algo totalmente distinto.
Y señala también que para él ha sido “una experiencia absolutamente enriquecedora conocer a personas que se entregan a los demás, con gran capacidad de sacrificio, generosas y con una sonrisa que nunca se borra”.
Fuente: Religión en Libertad
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