Baptista y estrella del country, sólo una duda, una misa y una muerte podían hacerle católico
Collin Raye ha conseguido 16 números uno en su carrera.
Collin Raye nació en 1960 en De Queen (Arkansas), un pueblo de cinco mil habitantes que le tiene a él como gran celebridad local. En pleno Bible belt [cinturón de la Biblia], esto es, el gran núcleo evangélico de los Estados Unidos, fue educado como baptista y como tal dio sus primeros pasos en la música country, estilo en el que se ha convertido en una de las referencias nacionales, logrando hasta diez nominaciones a vocalista masculino del año.
Sin embargo, su conversión al catolicismo fue relativamente temprana, y coincide con sus primeros pasos en un terreno donde, por razones sociológicas, la presencia protestante es abrumadoramente mayoritaria. En 1983 empezó a cantar profesionalmente en grupo, y ya como solista logró en 1991 su primer número uno, Love, Me, tema en el que recordaba la muerte de su abuela y el amor que le profesó su abuelo, y que desde entonces se ha convertido en habitual en la selección musical de funerales y homenajes a los seres queridos.
Una duda y una misa
Justo al cumplir los 23 años Collin dio el gran paso que cambió su vida espiritual. Él mismo ha explicado el proceso. Educado como protestante en una familia de larga raigambre musical, amaba las Sagradas Escrituras y nunca cuestionó la existencia de Dios. Pero tenía una duda: se sentía incómodo con la creencia "salvado una vez, salvado para siempre" que caracteriza el evangelismo protestante del Sur, y que en la práctica relativiza la vida espiritual y la hace reposar sobre factores externos más que de conversión interior.
Mientras ese cuestionamiento le roía sus convicciones, un día notó que una mujer que acudía siempre con su marido a sus conciertos llevaba un crucifijo al cuello. Le sorprendió y preguntó por ello, y descubrió que eran católicos. Por curiosidad asistió en su compañía a misa un domingo... y quedó fascinado "por la belleza del templo y de la liturgia". El resto lo hizo la gracia de Dios, y en 1983 se hizo católico.
"Vosotros, católicos de toda la vida, que habéis crecido en la Iglesia, os acostumbráis a las cosas santas porque las veis todos los días y las dais por hechas", dijo hace dos años durante un coloquio en la universidad franciscana de Steubenville (Ohio) para explicar el impacto que le causó aquella vez primera en que conoció la Eucaristía.
Hayley, su nieta: la última gran prueba
Raye vivió una segunda "conversión" en 2010 a raíz de la muerte de su nieta Hayley, de diez años de edad, tras un largo periodo de padecimiento de una rara enfermedad degenerativa. Su fe se vio tentada: "No recibíamos nada en respuesta a nuestras oraciones. Provengo de un ámbito protestante, donde se te enseña que Jesucristo curaba cuando estaba en este mundo, así que también te va a curar a ti".
Incluso amigos y familiares de ese entorno evangélico le hacían sufrir diciéndole que la pequeña no se curaba porque él no tenía una fe suficientemente fuerte: "Yo respondía ´El Señor sabrá´, pero en el fondo creía que Él la curaría cuando llegase el momento". Pero, aunque les habían dado una esperanza de vida hasta los 15 ó 16 años, Dios se la llevó mucho antes.
Y entonces comprendió: "Vi cosas que Dios había preparado para mí ahora, y que no había visto antes". Le esperaba un giro a su carrera. En 2011, movido por el impulso religioso de ese dolor, sacó el primer álbum puramente espiritual de su carrera, His Love remains [Su Amor {de Jesús} permanece], que rápidamente alcanzó el número 1 en Amazon en esa categoría. La muerte de la pequeña Hayley hizo que su música se centrara más en Dios.
"Dios tenía un propósito más amplio, todo consiste en conformarse a la voluntad de Dios. Debes rezarle independientemente de que haga o no lo que tú quieres que haga. Raras veces hará lo que tú quieres que haga... ¡y hay que dar gracias a Dios por eso!". Y añade: "Mi vida me ha enseñado algo que quiero compartir con vosotros, y espero que no os lleve tanto tiempo comprenderlo como a mí: que cuanto antes aprendáis a guardar silencio para escuchar a Dios, y al rezar, decid sólo: ´Señor, haz conmigo lo que quieras´".
Con Terri Schiavo
Antes y después de eso, Collin ha sido siempre un gran promotor de las causas sociales de los desfavorecidos, prestando su ayuda a una veintena de organizaciones que atienden de enfermos de sida a víctimas de la violencia doméstica, pasando por Cáritas. Cuando murió Hayley, él y su hija -madre de la pequeña- crearon una fundación para ayuda a niños discapacitados. Y en septiembre de 2011 fue el conductor del encuentro anual que mantiene viva la memoria de Terri Schiavo, la joven a quien en 2005 se dejó de alimentar para que muriera de hambre y sed porque se la consideraba en muerte cerebral, y que desde entonces es símbolo de la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte y la exclusión.
En abril publicó su autobiografía, A voice undefeated [Una voz invicta], donde recuerda las tragedias que le han rodeado, desde el drama de su nieta a las graves enfermedades de su mujer y su hija, la ruptura de su matrimonio e incluso la bancarrota. "¿Soy yo tan importante como para escribir un libro sobre mí mismo?", se pregunta, según recoge Catholic News Service: "Creo que Dios quiere que lo haga porque he pasado por altos y bajos y he atravesado circunstancias extraordinarias. Espero que sea un libro que Él use para bien, porque todo se trata de eso".
"The Cross", una canción para acudir a la Cruz y "encontrar la paz del alma"
Esta canción, The Cross [La Cruz], es un canto al amor matrimonial, a la pérdida de la madre y a la fuente de todos los consuelos en las dificultades: «He aprendido a contar cada día las bendiciones recibidas, y cuando necesito encontrar la paz del alma, acudo a la Cruz».
Religión en Libertad
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