miércoles, 22 de junio de 2016

Cada vez más laicos toman responsabilidades evangelizadoras en las ciudades: son misioneros urbanos

Cada vez más laicos toman responsabilidades evangelizadoras en las ciudades: son misioneros urbanos

párrocos deben encauzar los dones que Dios da a sus feligreses

Cada vez más laicos toman responsabilidades evangelizadoras en las ciudades: son misioneros urbanos

Las parroquias necesitan laicos que complementen la labor espiritual que los sacerdotes realizan con las personas


Cada vez son más los laicos que ayudan en sus parroquias y a los párrocos, con las tareas de evangelización: catequesis, grupos y forman parte de asociaciones eclesiásticas. La Revista Misión recoge algún testimonio de estos laicos. El objetivo es poner al servicio de la Iglesia los dones de cada uno para mostrarlos a los demás.

Evangelizadores urbanos
“Ir a las periferias existenciales” es la frase que mejor resume el carisma de los Misioneros Urbanos de Jesucristo (MUJ), una asociación pública de fieles cuyo objetivo es formar orientadores parroquiales que “acompañen a las almas en las parroquias y complementen la labor espiritual que los sacerdotes realizan con las personas”, señala Carlos Vázquez, iniciador de los MUJ.

"Ayudamos a todo aquel que se acerque a la parroquia a que pueda cumplir la voluntad de Dios para su vida, y esto pasa por amar a Dios sobre todas las cosas”.

Los MUJ y los orientadores formados por ellos para este cometido son personas que saben comprender en nombre de Jesucristo, consolar en nombre de Jesucristo –lo cual despierta, poco a poco, en el orientado, la esperanza– y, finalmente, acompañar en nombre de Jesucristo. Para lograrlo, Vázquez explica que los MUJ “les ayudan a vivir la verdadera caridad”. 

En España, la asociación está ya presente en Madrid, Málaga, Valencia y Valladolid. En el resto del mundo, se encuentra en Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, Italia, México, Panamá y Puerto Rico.

Los laicos en la Iglesia
Este protagonismo de los laicos tiene que ver, por un lado, con que “los sacerdotes, llegamos hasta donde llegamos”, reconoce Alfredo Jiménez, párroco de Nuestra Señora del Buen Suceso, en Ma drid. Por eso, señala que la comunión entre el equipo de sacerdotes es crucial, pero también lo es con la comunidad parroquial. Así, la parroquia se trasforma en una auténtica “familia de familias” –como la ha denominado el Papa Francisco en Amoris laetitia– “donde se armonizan los aportes de las pequeñas comunidades, movimientos y asociaciones eclesiales” (n. 202).


Por otro lado, el Concilio Vaticano II tornó los papeles en la Iglesia. Desde entonces, el sacerdote, considerado el protagonista de la evangelización, pasa a ser el servidor del Pueblo de Dios, cuya misión es ser luz en medio del mundo. El Papa Francisco lo recuerda en Evangelii gaudium (n.120): “La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización”. Por tanto, el sacerdote, como pastor, guía y orienta la diversidad de dones que nutren la parroquia, mientras que los laicos desempeñan tareas como, por ejemplo, atender a las personas que acuden a Cáritas.

A ello se dedica precisamente Carmen Rosa, voluntaria de Cáritas en la parroquia del Buen Suceso donde se asiste a más de 200 familias necesitadas. Ella se puso al servicio de su párroco hace treinta años, por su inquietud misionera, para “lo que mandara”, pero también porque “es en la Iglesia donde he recibido todo apoyo a lo largo de mi vida”.

 Poner los dones al servicio de la comunidad
“Cualquier don que tenga una persona es una necesidad para la parroquia”. Lo afirma el padre Daniel Navarro, vicario de la parroquia de San Germán, en Madrid, quien está convencido de que, para que las parroquias de nuestro tiempo sean luz en el barrio, necesitan de laicos y de familias que estén al servicio de la comunidad.

Porque, según Navarro, el papel de todo cristiano consiste en “llevar su amor al resto de la gente de cien mil formas diversas”. A estas “cien mil formas” se refiere el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii gaudium (n. 130): “El Espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas. Son dones para renovar y edificar a la Iglesia. No son un patrimonio cerrado”. Al contrario: hacen posible la misión evangelizadora del Pueblo de Dios.


Descubrir la voluntad de Dios
“Todo compromiso nace del encuentro con Jesucristo. Algunas personas no se dan cuenta: el Señor apela a su responsabilidad, a sus sentimientos…; en todo caso, es de su encuentro con el Señor de donde brota toda colaboración”, añade Navarro.

Es el caso de Mateo, un feligrés de la parroquia de San Germán, que cuenta que, tras participar en un retiro de Emaús, “mi vida se transformó” y ahora, dedica su tiempo a atender a todo aquel que pasa por la recepción. Su párroco, don Enrique González Torres, añade el ejemplo de un feligrés que se dedicaba a las finanzas y a quien el encuentro con el Resucitado le suscitó la puesta en marcha de un economato.

Pero, para esta entrega generosa, en muchas ocasiones, es el párroco quien tiene que “despertar en sus fieles la llamada concreta de Dios para una misión”, señala el padre Gabriel Benedicto, párroco de la Virgen de la Paloma y san Pedro el Real, quien recuerda las preguntas de san Ignacio de Loyola: “¿Qué estoy haciendo por Cristo?, ¿qué debo hacer por Cristo?”.

El padre Benedicto opina que esta es la pregunta que debe hacerse todo laico para ayudar a la evangelización. “Se trata de que cada persona descubra que Dios la llama a hacer su voluntad y esa voluntad de Dios es que todos los hombres se salven; así, con este convencimiento, el que limpia, lo hace sabiendo que esta es su misión, igual que el que lee y el que canta en misa”.

Esta multiplicidad de dones visibles en una parroquia tiene su reflejo en los numerosos carismas que el Espíritu continúa suscitando en la Iglesia universal con el fin de renovarla y edificarla. Insertados en la vida de la parroquia, movimientos como Renovación Carismática, Camino Neocatecumenal, Legión de María, Vida Ascendente, Comunión y Liberación, o Acción Católica dan vida a las parroquias a la vez que muestran que en la casa del Padre tienen cabida todos sus hijos.


 
Todos caben en la Iglesia
En parroquias como la Virgen de la Paloma, los laicos están al frente de los grupos de catequesis para niños, jóvenes y adultos; de los cursillos de novios; de la pastoral de posconfirmación y del coro, así como del servicio de Cáritas, que, entre otros servicios, da apoyo escolar a jóvenes de familias sin recursos. “Como de la Iglesia nacen nuevas formas de divertirse”, señala el padre Gabriel Benedicto, la parroquia proponen a los jóvenes ligas deportivas, excursiones a la montaña o sesiones de cine. 

Este templo, ubicado en el centro de Madrid, cuenta con una “pastoral de acogida”, en la que los feligreses encargados reciben a todo turista que se acerque y le ofrecen un recorrido cultural y catequético por la parroquia.

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