lunes, 21 de enero de 2013

Dales tú de comer




DALES TÚ DE COMER



                  Hola, amigo.  De nuevo me dirijo a ti para compartir mis inquietudes, que pienso que deben ser las tuyas si te consideras cristiano. Hay un problema que me preocupa mucho. Siempre me ha preocupado. Se trata del tremendo contraste que existe entre un mundo opulento, que no le falta de nada, que incluso se puede permitir el lujo de derrochar y tirar lo que otros no tienen, y esa inmensa masa de hermanos míos, y tuyos, que no tienen qué comer. Cada día han de vivir la terrible aventura de encontrar el modo de llevarse algo sano y nutritivo a la boca. Y no siempre es posible. Esto que te digo está a la vista.

         Y lo curioso es que de esta injusticia cometida contra gran parte de la humanidad por unos pocos pueblos ricos, le echan la culpa a Dios. Parece que Nosotros lo tenemos que arreglar todo con milagros para que no sufran los que tenéis el trozo más grande de la tarta, la mayor parte del pan. Sobra de todo en el mundo, la Creación sigue prodigándose con increíble generosidad, pero las manos de unos pocos egoístas lo acaparan todo y se llenan los bolsillos para que nos les falte. No importa que a su lado alguien se esté muriendo de hambre. Y Dios da la tierra, y la semilla, y el agua, y el sol, y todos los recursos para alimentar a la gran familia humana. Pero no hay manera de que los pobres “Lázaros” se puedan sentar dignamente en la mesa del “Epulón” de turno. Ni siquiera las migajas que sobran, lo que queda en los platos, lo que increíblemente se le echa a los perros o se tira a la basura. A nada de eso tienen acceso los pobres. Y te quedas tan tranquilo, y te indignas cuando ves a los niños esqueléticos en las imágenes de la televisión. Y miras a otra parte, echando la culpa a los demás. Y preguntas: -¡¿Cómo Dios puede consentir eso?! .- Algunos hasta dudan de la existencia de un Dios que permite tales calamidades.

         Y YO ¿qué quieres que te diga? Lo mismo que le dije a los apóstoles cuando querían que la multitud se fuera a buscar comida por los campos y los pueblos: “¡DADLES VOSOTROS DE COMER!”. Y te lo vuelvo a repetir a ti: DALE TÚ DE COMER A ESE POBRE QUE SE CRUZA EN TU CAMINO. A ESE QUE REBUSCA ENTRE LA BASURA UN POCO DE MISERIA QUE LLEVARSE A LA BOCA. SÍ, TU QUE GASTAS LO QUE QUIERES EN CAPRICHOS, QUE NO TE FALTA EL PLATO SABROSO EN TU MESA LIMPIA. Tú que te permites el lujo de comer manjares prohibitivos para muchísima gente. Que disfrutas de la bebida fresca, el pan blando, el capricho para picar, la buena carne y el buen pescado. Sí, a ti te lo digo, que tal vez te sobra peso en tu cuerpo y grasa en tu sangre. Dale de comer a tu hermano. No te va a faltar a ti de nada. Te sentirás feliz., porque compartir es reconfortante, es humano, es cristiano.

         Se acabaría el hambre en el mundo si todos tuvieran trabajo y supieran, y pudieran, explotar sus riquezas naturales. Si no existieran tantos pillos y ladrones que se llevan lo que no es suyo. Si hubiera más honradez. Si en el reparto del mundo entraran todos, porque el mundo es de los que en él vivís. ¡Por favor, no echar la culpa a Dios del mal que cometéis los hombres! Desde siempre lo hemos dicho claro, y YO lo he repetido hasta la saciedad: AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS… DAD DE COMER AL HAMBRIENTO, DAD DE BEBER AL SEDIENTO, VESTIR AL DESNUDO… Ya sé que tú solo puedes poco, pero puedes lo que a ti te corresponde. Busca a un pobre de verdad y dale de comer. Intenta, si te es posible, que el se pueda ganar el pan de cada día. Si cada empresa contratara a un pobre, aunque fuese para un trabajo humilde, el mundo andaría mejor. Ya sé que las leyes, y los seguros, y tantas cosas lo ponen difícil, pero abunda el dinero, sobra el dinero, se gasta mucho en lujos, mientras que otros se vuelven locos porque no saben qué hacer para sacar adelante a su familia, para poder subsistir. Y claro, tienen que venir de fuera buscando el pan. Y sabes ya de sobra lo que ocurre. Se les trata, muchas veces, como si no tuvieran alma y corazón como los demás.

         En estos momentos en que te escribo esta carta, viendo a tantísima gente que se marcha a disfrutar merecidamente unos días de vacaciones, a veces con lujos excesivos, yo te invito a pensar en todos aquellos que tienen que seguir pensando bajo el sol veraniego cómo llevarse un poco de pan ese día, cada día,  a la boca. No alimentéis vagancias y abusos, pero no dejar a los pobres de verdad sin un plato de comida que le dé fuerza para seguir pidiendo mientras no encuentre un lugar donde ganarse el pan con el sudor de su frente.

         Perdona si te he amargado un poco las vacaciones. Pero no puedo dejar de pensar en mis hermanos los pobres, y tú tampoco. Abre la mano y comparte al menos un poco de lo que tengas. Es posible que hayas logrado que alguien sonría, al menos por un día. Y tú también sonreirás, y YO contigo.



 Jesús

 Por la trascripción
Juan García Inza

No hay comentarios:

Publicar un comentario