Los Hogares Lázaro, la comunidad de jóvenes que comparten su vida y su casa con personas sin hogar
El Papa ha recibido algunos miembros de los Hogares Lázaro
Los Hogares Lázaro celebran este año el X Aniversario de su fundación. Desde 2011, Lázaro ha estado creando un hermoso espacio de acogida y de amistad entre jóvenes profesionales y personas que han pasado por la dura experiencia de la calle, ofreciéndoles apartamentos para compartir juntos la vida y la amistad.
Todo comenzó en París. Dos jóvenes amigos de 29 años se sintieron conmovidos e interpelados viendo a las personas sin hogar que dormían en la calle y decidieron invitar a algunas de ellas a vivir con ellos. Pronto otros jóvenes quisieron compartir su experiencia. Uno de estos dos jóvenes se sintió llamado a abrir nuevos hogares fuera de París. Así surgieron los Hogares Lázaro, primero en varias ciudades de Francia, y ahora también en España, en otros países de Europa y en México.
Lázaro con el Papa Francisco
Para celebrarlo teníamos previsto una audiencia con el Santo Padre, el Papa Francisco, en torno a Pentecostés. Participaríamos unos 200 peregrinos de Francia, Bélgica y España. La pandemia del Covid-19 impidió que pudiéramos celebrarlo con él como lo teníamos previsto con una peregrinación de todos nuestros hogares. Ante la imposibilidad de estar todos con él, cambiamos el formato del encuentro. El Santo Padre tuvo la audacia de aceptar un encuentro con todos nuestros hogares a través de videoconferencia y responder a nuestras preguntas.
El viernes 29 de mayo de 2020 una delegación de Lázaro lo ha podido visitar en la Casa de Santa Marta. Desde allí el Papa Francisco mantuvo con nuestros hogares una videoconferencia. A través de ella pudimos compartir con él nuestras experiencias en Lázaro, dirigirle nuestras preguntas y escuchar sus respuestas.
El padre Álvaro Cárdenas es presidente de Lázaro España
Acompañó nuestra delegación el arzobispo emérito de Lyon, el cardenal Philippe Barbarin.
El diario L’Osservatore Romano del Vaticano se hizo eco de nuestro encuentro en su edición del 30 de mayo, publicando una foto del Papa con la delegación Lázaro que le visitó e informando de que el Papa “respondió ampliamente a las preguntas de los presentes” y que “estableció un diálogo con ellos sobre diversos temas”.
Sin otra pretensión que vivir juntos con sencillez
Al inicio del encuentro, presentamos al Papa los Hogares Lázaro y su finalidad: Lázaro promueve pisos compartidos entre personas de la calle y jóvenes profesionales sin más pretensión que la de vivir juntos, con sencillez, como señaló Loic Luisetto, presentador del encuentro.
En nuestros hogares, el abismo que separa a las personas por sus orígenes sociales es superado por nuestra vida compartida. También recordó que más allá de los dramas sociales que vemos en las noticias y de la pandemia que nos ha golpeado hay una pregunta que se plantea a nuestra generación: ¿quién aceptará vivir con los que están sufriendo? Quienes comparten piso en Lázaro no sólo comparten un poco de su tiempo, comparten su vida, su piso, la cocina, el baño. ¡Es una vida compartida en la sencillez y en la alegría de la amistad!
Testimonio de dos acogidos en Lázaro
Antes de presentarle nuestras preguntas al Papa, el Santo Padre escuchó el testimonio de Charlotte y de Alain, dos amigos nuestros que estuvieron viviendo en la calle y que fueron acogidos en nuestros hogares.
Éste fue el testimonio de Charlotte:
“Me encontraba sin hogar y sin trabajo. Llegué a Lázaro hace un año y medio. Para mí, Lázaro representa escucha, seguridad y fuerza. En Lázaro no sólo encontré compañeros de piso, sino también una verdadera familia. Me siento escuchada y comprendida, sin que se me juzgue. Con estos pilares pude reconstruirme. Tras quince años de tratamiento ya no tomo nada, ni medicinas, ni hospitalización. He encontrado una actividad profesional. Lázaro es crear futuro y vivirlo”.
Alain compartió también con el Santo Padre y con nosotros su testimonio:
“Lázaro me acogió tras cinco años durmiendo en la calle. Gracias a Lázaro me recuperé de mis problemas de pulmón. Porque al dormir durante mucho tiempo en una tienda de campaña, un ganglio me impedía respirar. ¡Hoy puedo respirar de nuevo! Descubrí un piso con paredes blancas, limpio, cuyo suelo me encanta limpiar. Durante el confinamiento he aprendido a conocer mejor a mis compañeros de piso, su espíritu cristiano. Uno de ellos fue contagiado por el Covid-19, pero hemos estado muy unidos con él. Mis cinco compañeros de piso tienen un carácter fuerte, pero me gusta conocer cada vez mejor su personalidad y su voluntad de salir adelante”.
Otro de nuestros amigos, acogidos en Lázaro, le dio gracias al Santo Padre en nombre de todos los que formamos Lázaro por inspirar el estilo sobrio y sencillo de nuestro Hogares:
“Sí, Santo Padre, querido Papa Francisco, muchas gracias por ser un Papa pobre para los pobres. Usted, que siempre ha compartido su sueño de una Iglesia pobre para los pobres, inspira el estilo de nuestros hogares, porque nos gusta la sobriedad y la sencillez”.
Firme compromiso de Lázaro
En este encuentro con el Papa, nuestros amigos de Lázaro Francia que en nombre de todos le visitaron le expresaron el firme deseo y compromiso de Lázaro de salir de la comodidad de nuestros sofás, llegar a las periferias existenciales de todos los Lázaros de nuestro tiempo, saborear así la alegría del Evangelio y desmentir la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, construyendo en esta hora puentes que nos salven, y salven a nuestra sociedad, del abismo que nos separa de los pobres y que nos encierra en nuestras seguridades, comodidades y egoísmos.
Concluyeron este compromiso, uniéndose a San Francisco de Asís y al Papa Francisco en una alabanza tomada del cántico de las criaturas: “Loado seas, mi Señor, por quienes perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación. ¡Felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación!”.
Respuestas del Papa a nuestras preguntas
A continuación, se estableció un caluroso diálogo entre los residentes de los Hogares Lázaro y el Papa Francisco. En este diálogo, el Santo Padre respondió a 10 preguntas que le fueron dirigidas. Estas son algunas de ellas:
-Timothée, de Nantes, Francia: Santísimo Padre, buenos días, y sobre todo, muchas gracias de parte de todos los compañeros de piso de Nantes. El nombre de nuestro proyecto hace referencia a la parábola del pobre Lázaro y del rico explicada por Jesús. ¿Qué significa Lázaro para usted?
- Papa Francisco: En la parábola en la que Jesús habla de Lázaro, éste es el único que tiene nombre. También tiene nombre nuestro padre Abraham. Pero los demás, tienen adjetivos no tienen nombre: el rico, los que iban al banquete, los que tenían de todo… Todos adjetivos. El perro, no sabemos cómo se llamaba tampoco. Pero todos ellos son gente sin nombre. El único que tiene nombre es Lázaro. Lázaro para mí significa el ofrecimiento. El ofrecimiento de la humanidad, de lo mejor que tiene, la conciencia de los límites. Y uno de los límites es el desprecio, la pobreza, el ser tenido de lado. Por eso, para mí, Lázaro significa la capacidad de una persona de encontrarse con un nombre. Yo mismo me pregunto: ¿Dónde está en mí Lázaro? ¿El que llevo dentro, el auténtico? Es la búsqueda del propio nombre en el límite. Y es curioso, generalmente, cuando estamos en el límite, en la periferia –digámoslo así– somos capaces de encontrar el verdadero nombre que tenemos. Eso es lo que significa Lázaro para mí.
-Alexis de Toulouse, Francia: Querido Francisco, ¿cómo podemos vivir con dignidad cuando tenemos una enfermedad mental que nos impide traer al mundo lo que nos gustaría traer (por ejemplo, me gustaría trabajar, pero mi capacidad de concentración es demasiado débil, la percepción de la realidad demasiado parcial, las percepciones físicas demasiado inciertas como para permitirme trabajar sin herirme, etc.)? ¿Ser débil y enfermo es una vocación en sí misma?
- Papa Francisco: "Hay dos palabras en tu pregunta que me tocan, ¿no? Enfermedad, enfermedad mental, o enfermedad que te impide hacer lo que todos hacen. Primera palabra. Y segunda palabra: dignidad. Y la dignidad es la condición para vivir bien estando sano o enfermo. Tú puedes estar sano, puedes ser el mejor deportista, tener una salud de hierro, pero si no tienes dignidad, no vales. La dignidad es la clave para vivir bien cualquier estado de vida físico: la salud o la enfermedad. Y yo mismo, cuando a la noche, rezo y trato de examinar mi consciencia, de que pasó durante el día, cómo viví el día, una pregunta que siempre me viene es: ¿viví dignamente el día? ¿Viví con dignidad? Pues la pregunta es: ¿Qué es la dignidad? ¿La dignidad es vestirse dignamente? ¿Tener un roce social elevado? ¿Tener títulos universitarios? ¿Tener fortuna? ¿Tener un lugar muy importante en la sociedad política? ¿Eso es la dignidad? ¡No! Todas estas personas pueden ser dignas, pueden tener dignidad, pero no necesariamente, por hacer eso que hacen, tienen dignidad.
La dignidad, para explicarlo sencillamente, es un modo de vivir delante de Dios y de los demás. Y la dignidad significa sentido de la realidad de las cosas, humildad, necesidad de los otros. Vivir dignamente es vivir el don, el regalo que hemos recibido. Y ese don y ese regalo es ser hijo de Dios: vivir con dignidad la riqueza, la pobreza, la vida larga, la vida corta, la salud, la enfermedad. Pero vivirlo como hijo de Dios. Con toda la fuerza interior que te da ser hijo de Dios. Pero también con la humildad de saber que vos no sois el padre de Dios. Me pareció que tu pregunta más que responder con el punto del “¿cómo con la enfermedad se puede?” era mejor responderla por lo que da sentido a todo que es el regalo de la dignidad.
Cuando, yo, a la noche, encuentro que me comporté indignamente, siento vergüenza. Y la vergüenza es una gracia que tenemos que pedir. En mi tierra, a una persona que no le importa nada, decimos que es un “sin vergüenza”. La gracia de la vergüenza. Es lo que sintió san Pedro, la noche del Jueves Santo, después que negó tres veces a Jesús y se encontró con Jesús con la mirada. Y dice el Evangelio que lloró amargamente. Falta de dignidad, vergüenza, y llorar lágrimas. La vergüenza y el llanto por la vergüenza son una gracia de Dios".
-Félicie de Vaumoise, Francia: Santísimo Padre, buenos días y muchas gracias. Tenemos un compañero de piso que ha vivido en la calle varios años. Perdió la confianza en Dios y en los hombres. ¿Cómo puede mantener la esperanza y conseguir perdonar?
- Papa Francisco: "Empiezo por el final: perdonar. Perdonar es una cosa muy difícil. Yo tengo 83 años y todavía no pudo perdonar algunas cosas. Pido la gracia de poder hacerlo. Permíteme la palabra: es un defecto de fábrica que tenemos. La incapacidad de perdonar. Porque el odio, el rencor, el no poder perdonar es una riqueza. Pero ¡una riqueza mala! ¡Una riqueza que no te enriquece! No obstante, tenemos que convivir lamentablemente con este límite durante mucho tiempo hasta que nuestro corazón vaya cambiando.
A mí me ayuda pensar todas las veces que me perdonaron a mí. Pienso “Bueno, Dios me perdonó esto, aquella persona me perdonó aquello otro, la sociedad me perdonó esto; ¡algo tendría que perdonar yo!”. Este razonamiento me ayuda mucho. Pero es un pensamiento que tiene que entrar en la consciencia como el agua de la lluvia mansa, tranquila. Y a veces perdonar lleva toda una vida. Por eso lo importante es caminar los caminos del perdón. Es decir, caminar el camino de la confianza de que fui perdonado. Y caminar por el mismo camino de pedir la capacidad de poder perdonar. Cuando rezamos el Padre Nuestro, decimos “Perdóname mis pecados como yo perdono a los otros lo que me hicieron”. Es como un billete de ida y vuelta. Perdonar para ser perdonado. Soy perdonado, me da alegría y eso me lleva a perdonar. Y eso lleva toda la vida. Es un camino humilde, sereno, pero que cura el corazón.
Esto es lo que se me ocurrió decirte sobre el perdón. Y a propósito, salgo del libreto, y me vienen tres palabras mágicas. Cuando vienen las parejas de recién casados, acá, a visitar al Papa, me preguntan: “¿Cómo podemos llevar adelante, bien, la vida matrimonial?” Les digo: “Mira, hay tres palabras mágicas, que ustedes deben decir y vivir todos los días. La primera: permiso, ¿puedo? La segunda: gracias. Y la tercera: perdón. La primera: pedir permiso para no ser invasivo en la vida matrimonial. La segunda – gracias – porque eso abre el corazón: la gratitud entre los esposos. Entre paréntesis: ustedes vieron que, en la vida, hay gente que no sabe decir gracias. Y la tercera palabra: perdón por una cosa que hice mal, o que me porté mal, o después de una discusión”. Y todos me dicen: “La tercera palabra es la más difícil.” Y a alguno le pregunto: “Y ¿por qué es difícil?” “Porque quizás tuvimos una discusión este día” .
Yo les digo: “Discutir es normal en un matrimonio. Y discutir calorosamente también es normal. Y si vuelan los platos alguna vez también es normal. Pero a condición de que se haga la paz antes de que termine el día. Esto quiere decir: pedir perdón”. “Sí Padre, pero eso me da vergüenza pedir perdón. ¡No sé como hacerlo!”. “¡Hazlo sin palabras! Una caricia, y ¡basta!”.
Es importante hacer la paz antes de irse a dormir porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. Por eso es tan difícil pedir perdón dicen ellos. Pero hay otra condición. En los matrimonios cuando litigan. ¡Nunca discutan delante de los niños! Ustedes no se imaginan la angustia que siente un niño cuando ve discutir a sus padres.
Hay una película italiana –vieja ya– de Vittorio de Sica. Se llama: I bambini ci guardano. Se llama: Los niños nos ven. Bueno, pero me fui por otro lado. Volvemos al perdón. Perdonar es un camino de toda la vida. Me extendí mucho".
-Marie-Germain de Lyon, Francia: Buenos días Santo Padre. Tenemos 3 peticiones en Lyon. La primera es pedir la sanación de Christine. La segunda es: ¿Cómo hacer para ser felices en un departamento Lázaro?, ¿qué consejo nos daría para ser verdaderos testigos de Jesús hoy en día en 2020?
Papa Francisco: "Creo que lo que dije sobre las tres palabras mágicas puede servir también como consejo. Respetar a los demás. Es importante cambiar ideas, pero con respeto, sin agresión. Paso a la segunda pregunta que hiciste. ¿Cómo ser testigo de Jesús en el siglo XXI? La palabra lo dice todo: ser testigo.
La vida del cristiano es ser testigo. Vivir con el Evangelio en la mano y en el corazón. Una vez en la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia, en un almuerzo con quince jóvenes de todas las partes del mundo, un joven universitario me preguntó: “Yo tengo algunos compañeros ateos. ¿Qué tengo que decirles para que crean en Jesús?”. Yo le contesté: “La última cosa que tienes que hacer es decir algo. Tú tienes que vivir con el estilo del Evangelio. Dar testimonio”. Y entonces te preguntarán: “¿por qué vives así?”. Y allí, recién, puedes decir algo. Hablarle del porque vivís así.
Por eso la palabra testigo, dar testimonio es muy importante. Porque la Iglesia crece no por proselitismo sino por testimonio. Esto lo dijo el Papa Benedicto XVI. Vivir con el Evangelio en el corazón y en la mano. Hace unos días se anunció la canonización de Charles de Foucauld. Este hombre militar hizo la campaña del Norte de África, se encontró con Jesús y el resto de su vida vivió según el Evangelio. Testigo, esa es la palabra".
-Santísimo Padre, tenemos una décima pregunta. ¿Tiene usted alguna pregunta que hacer a los compañeros de piso de Lázaro?
- Papa Francisco: "Una pregunta que se la tiene que responder cada uno en su corazón. No hace falta que la digan acá. Cada uno de ustedes tuvo una experiencia de vida de periferia. Y ahora, tienen experiencia de vida en los grupos y en los hogares Lázaro.
Mi pregunta: ¿Cómo es mi generosidad, para con los hogares Lázaro, para con mi hogar Lázaro, para con todos estos amigos de la familia Lázaro? Amor, con amor se paga. Y esa es la pregunta que les hago. ¿Cómo está mi generosidad, cómo está mi amor para dar a la generosidad que recibí, para dar al amor que recibí?".
*El padre Álvaro Cárdenas es presidente de Lázaro España
Fuente: Religión en Libertad
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