aportación de España y México a la Iglesia: Roma reconoce «virtudes heroicas» de tres fundadores
De izquierda a derecha: Joachim Masmitjá i Puig, José Antonio Plancarte y Labastida, José Pío Gurruchaga Castuariense
La Santa Sede ha promulgado este viernes el Decreto de la Congregación para las Causas de los Santos entre los que hay varios mártires españoles tanto en España como en América, sacerdotes y religiosas que realizaron una importante labor y también destaca la presencia de varios fundadores de congregaciones e instituciones religiosas.
Precisamente, estos fundadores son dos españoles y un mexicano, todos ellos sacerdotes del siglo XIX y XX que crearon instituciones femeninas que todavía hoy siguen vivas y que están repartidas por numerosos países.
El primero de ellos es el sacerdote Joachim Masmitjá i Puig (1808-1886), que natural de Olot fue canónigo de la catedral de Gerona y fundador de la Congregación de las Misioneras del Corazón de María.
En vida del fundador esta congregación nacida en Cataluña se fue extendiendo por el resto de España y se estableció en Estados Unidos en 1871. Tras su muerte abrieron casas en Cuba (1911), México (1917) y Chile (1954). Ahora también están en Francia. En estos momentos, la congregación cuenta con unas 140 religiosas en 28 casas repartidas por estos países. El carisma que exprimió el padre Joachim se centraba en la educación cristiana de la juventud y la asistencia social a través de sus colegios y por medio de la catequesis.
Esta congregación también tiene mártires de la guerra civil, como estas tres jóvenes religiosas, beatificadas en 2007
Recibió la ordenación sacerdotal en 1834, y siendo una persona con una cabeza brillante rechazó varias cátedras e incluso renunció al obispado de Gerona. En 1844 le confiaron la parroquia de San Esteban de Olot, que ya había regentado en 1840. Allí trató con un gran santo, Antonio María Claret, en el verano de 1848, durante la misión que éste dirigió. En 1849 fue nombrado cura párroco de la Catedral de Gerona y cuatro años después, previa oposición, obtuvo la canonjía de penitenciario de dicha catedral.
El 1 de julio de 1848 fundó en Olot la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento y del Inmaculado Corazón de María, hoy día denominadas Misioneras del Corazón de María, que tenían como fin la catequesis y la educación cristiana. Sus constituciones fueron aprobadas por el obispo de Gerona en 1852; por la Santa Sede como instituto de derecho pontificio el 14 de diciembre de 1901 y Pío X aprobó sus constituciones el 21 de enero de 1907.
Una importante obra en México
Otro de los fundadores a los que han reconocido sus virtudes heroicas ha sido al sacerdote mexicano José Antonio Plancarte y Labastida, que creó el Instituto de las Hermanas de María Inmaculada de Guadalupe, que a día de hoy está conformado por más de 600 religiosas en México y distintos países de Iberoamérica.
El padre Plancarte (1840-1898) ha tenido un papel muy importante en el catolicismo mexicano pues fue el estableció en el país la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento, lo que hoy es la Adoración Nocturna Mexicana.
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Pero además gracias a su papel como abad de la Colegiata de la Basílica del Tepeyac se pudo cumplir uno de los grandes sueños de los católicos de los católicos mexicanos: la coronación pontificia de Nuestra Señora de Guadalupe.
Sacerdote de gran talla intelectual, primero estudió en Inglaterra como seglar y ya para sacerdote fue enviado a Roma, residiendo en la Academia Eclesiástica y siendo ordenado allí sacerdote regresando a México en 1865.
Pero su gran obra fue la fundación en Jacona (Michoacán) de la Congregación de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, siendo esta una de las primeras congregaciones nacidas en México.
El 2 de febrero de 1878 hicieron su primera profesión religiosa 7 jóvenes bajo el mandato evangélico de “id y enseñad a todas las gentes”. El carisma –afirman estas religiosas- “es seguir a Cristo Jesús a ejemplo de María Inmaculada de Guadalupe, que nos ayuda con su presencia evangelizadora a ser apóstoles”.
Una obra para ayudar a parroquias y sacerdotes
El tercero de los fundadores a los que se la han reconocido las virtudes heroicas es al sacerdote vasco José Pío Gurruchaga Casturiense, que nació en Tolosa el 5 de mayo de 1881 y murió en Bilbao el 22 de mayo de 1967.
Este sacerdote diocesano fue el fundador de la congregación de la Ayuda Parroquial de Cristo Sacerdote. Este carisma se dedica como su nombre indica en la atención a las actividades pastorales parroquiales tanto en el campo de la educación, catequesis, formación y ayuda a los sacerdotes. Actualmente, la sede central se encuentra en Palencia y hay unas 100 religiosas distribuidas en casas en España, Italia, Argentina y México.
Tal y como refleja la semblanza que realiza la Real Academia de Historia, este sacerdote hacía una labor tan favorable a favor de las misiones que, el 27 de junio de 1922, la Congregación de Propaganda Fide le nombra primer director nacional de la Obra de San Pedro Apóstol para el Clero Indígena.
Toda esta actividad la llevó a la fundación de esta congregación religiosa para ayuda del sacerdote en el apostolado de la parroquia. La constante referencia a la necesidad de esta ayuda la recogieron tres militantes de la Acción Católica femenina, que secundaron incondicionalmente la idea de esta vocación y asimilan mejor el espíritu sacerdotal llevando a la práctica las iniciativas propuestas.
Se agolparon las dificultades e incomprensiones, pero ellas, superaron los escollos y fueron configurando la realidad de la vida religiosa que en el futuro profesarán. El apostolado agrupó ya a siete jóvenes y el día 6 de febrero de 1927 se inaugura el primer oratorio en Irún, quedó reservado Nuestro Señor Jesucristo en el Sagrario, y empezaron la vida en comunidad de este instituto religioso que inicialmente recibió el nombre de Pía Unión de Hijas de la Unión Apostólica.
El consejo del fundador de “mirar siempre a Cristo como Sacerdote” impulsó a cada miembro de estas comunidades de hacer ofrenda de “todo su ser” por la santificación de los sacerdotes y el “quehacer” está vinculado a colaborar, tanto en lo material como en lo moral, en las actividades de la parroquia. El 14 de marzo de 1978 se les reconoció como congregación religiosa de Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote, de Derecho Pontificio.
Fuente Religión en Libertad
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