Testimonio Sanación:
Nombre: Sra. Clarivel Peña
Lugar: Comunidad de Oración Nuestra Señora de la Altagracia
Tipo de Testimonio: Sanación Leucemia, Sanación Hemoglobina, Sanación Enfermedad de la Sangre
Mi nombre es Clarivel Peña, dominicana y residente en Staten Island, NY. Mi vida siempre ha corrido por fe. En 1984 Dios me da la dicha de ser madre de una hermosa niña, Gloria del Carmen, después de haber perdido 5 embarazos de 4 meses y un niño que nació de 7 meses que también murió. Luego de 6 embarazos, la doctora le había dicho a mi esposo que no iba a tener más niños y vino Gloria del Carmen a dar luz a mi vida.
Cuando la niña tenía 9 meses me diagnostican leucemia. Yo lloré y le pregunté a Dios porqué me dejo tener una hija si la iba a dejar huérfana tan chiquita. Peleé con El; pero luego El me hizo comprender que quería que yo supiera lo que era ser madre antes de morir. Le pedí perdón y le di gracias. Luego fui de nuevo donde el doctor y le pregunté cuánto tiempo me queda de vida. El doctor me dijo que eso sólo Dios lo sabe. Me puse en tratamiento y en lista de espera para un trasplante de medula ósea. El doctor quiso mandarme a la casa, yo le dije: ”si me manda a la casa yo muero más rápido”. Le dije, déjeme seguir trabajando, el día que yo no pueda le dejo saber y entonces usted me manda a la casa.
Yo iba dos veces a la semana al hospital, me hicieron dos transfusiones de sangre. En 1986 me querían hacer otra transfusión, pero yo sentía que mi cuerpo no la necesitaba. Le dije al doctor que no y él me dijo: “el médico soy yo”. Yo le contesté, pero yo no me siento débil y voy a buscar una segunda opinión. El me dijo que estaba en mi derecho. Me fui a Santo Domingo donde una doctora que yo conocía, me hicieron todos los exámenes y me dijo por ahora no necesitaba la transfusión. Vine a NY de nuevo con los papeles traducido en ingles y se los enseñé al doctor. El me dijo que él no estaba de acuerdo, me fui al NYU Hospital y busque otra opinión, siempre con Dios por delante. En NYU me dieron la misma opinión que en Santo Domingo.
Me quedé con el doctor Williams Smith, Dios me envió para allá, a los 6 meses de estar con él, en febrero de 1987 apareció un donante compatible conmigo. Teníamos que viajar a Vermont. Yo no tenía dinero para eso, ni para pagar en el hospital. Sólo dije si Dios hizo que apareciera el donante que era lo más difícil, Dios va hacer que el dinero aparezca. El doctor hizo gestiones y consiguió que AA donara su pasaje y el mío. El del donante, el hospital me lo financió y fui pagando de a poco. El doctor no me cobro por su trabajo. Una amiga que se llama Norma fue conmigo a cuidarme en el hospital porque mi mamá estaba enferma. Sólo había una de mis hermanas aquí, ella tenía que quedarse cuidando a mi gorda (su hija) y a mi mamá.
Luego del transplante, el doctor decía que no había tenido una paciente con tanta fe como yo, tan alegre y que siguiera trabajando. Cada vez que iba donde él yo le decía, Papa Dios me tiene que dejar hasta que mi Gloria se gradué de Kinder. Cuando llegó a Zinder yo le decía, Dios me tiene que dejar que yo vea a mi gorda haciendo su primera comunión. Siempre tenía un motivo para pedirle a Dios y tengo motivo cada día para darle gracias. En 1990 Dios me dio la dicha de mandarme a Mercedes, mi otra hija.
En 1999 tuve una recaída, todos creían que me iba. Me rezaron, vino el padre de la iglesia más cerca a mi casa, Gloria lo buscó. Mi hemoglobina estaba en 2.5, el doctor me preguntaba cómo caminaba en la calle. Así dure 5 meses en la casa, dando viajes al hospital porque no quería internarme para no dejar a mis hijas. Yo decía, Dios mío recuerda que vienen los 16 de Gloria y yo la quiero ver graduarse de bachiller. Dios; tú sabes que ella se merece su fiesta de cumpleaños, porque ella ha sido una buena hija y si yo no estoy en la tierra yo quiero que ella la haga. Un día sentí mi cuerpo posado en la cama, pero yo me sentía flotando en el aire. Le dije a Gloria, llama la ambulancia que me voy, me voy, me voy… Recuerdo que repetía esas palabras. Mi familia venia todas las noches a mi casa, estaban esperando el desenlace. Ya no pensaba en mis hijas sólo en Dios. Cuando me llevaron al hospital tuve una especie de revelación o sueño, "yo estaba acostada vestida de novia, me levanté, me quité el traje blanco, lo puse en la cama, vi una luz brillante, fui detrás de esa luz, sentía que si miraba para atrás me podía quedar, porque atrás sólo había oscuridad. Cuando desperté tenía un doctor a mi lado que me dijo, todavía Dios no te quiere allá, tú tienes que hacer todavía muchas cosas aquí. No se qué doctor era, no le vi el nombre, si recuerdo su cara. Las enfermeras nunca me supieron decir su nombre y como no era mi hospital, se me hizo difícil averiguar.
En septiembre 2005 mi hemoglobina de nuevo bajo a 5. El doctor me mandó por dos meses para la casa y luego subió a 9. Le pedí que por favor me dejara trabajar, que yo me sentía bien. Me dijo, voy a confiar en ti. Luego de eso me sentí débil, pero no fui al doctor.
El mes pasado, en junio, mi hermana Cecilia me había hablado de este grupo de oración por Internet. Un día me recordé y me puse en línea. Cuando estaba el Espíritu Santo presente, el padre dijo hay una persona que tiene leucemia y en este momento el Espíritu Santo la está sanando. Antes de él decir esas palabras, yo sentí un calor por dentro y empecé a llorar sin poder parar. Cuando él dijo eso yo sentí frió, calor y no podía parar de llorar. Fue una experiencia que jamás había sentido. Cuando llamé a mi hermana Cecilia y a mi cuñado Serafín para contarle, mi voz se quebraba de la emoción. Ahora mismo que lo estoy escribiendo, no puedo parar de llorar y de darle gracias a Dios. Fui al doctor, mi hemoglobina está en 13. No me siento nada de esa enfermedad. El doctor me preguntó qué estaba haciendo que mi hemoglobina ha subido tanto. Cada día sube más, me hicieron otros exámenes y todos están bien. Todo gracias al Espíritu Santo.
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