Testimonio
Nombre: Ing. Harry Ramírez
Lugar: Comunidad de Oración Nuestra Señora de la Altagracia
Tipo de Testimonio: Testimonio de Manifestación del Espíritu Santo,
Testimonio de Liberación
Llegué a República Dominicana en noviembre de 2003. Desde hacía poco de más de un año sufría de una fuerte depresión. Había estado tan deprimido que muchas veces pensaba en morir, dejé mi trabajo, dejé mi pareja, vendí mi casa, sencillamente me alejé de todo. Luego de muchos meses de tratamiento psiquiátrico y medicamentos, me sentía un poco mejor, pero no sano del todo. En ese momento decidí viajar a Republica Dominicana con la intención de comenzar una nueva vida, dejando atrás todos los malos recuerdos.
Después de establecerme en el país, comencé a buscar de Dios sin encontrar un sitio donde me sintiera satisfecho. Por la invitación de la Sra. Gina Faña de Méndez llegué a la Casa de Oración Nuestra Señora de la Altagracia, donde me sentí a gusto. Fue una experiencia muy diferente. Yo vengo de una familia puertorriqueña donde hay católicos tradicionales, episcopales y protestantes, no conocía del Movimiento Carismático.
Ansiaba llegar a las reuniones de los lunes, me sentía mejor luego de salir de ellas. Eran un momento donde disfrutaba de paz, tranquilidad, grata compañía y la alegría de alabar a Dios. Sabía que estaba en el lugar correcto, aunque verdaderamente todavía no había sentido la mano de Dios y el poder del Espíritu Santo sobre mí. Tenía fe que algún día me tocaría sentirlo.
Seguía con mi tristeza, a veces más, a veces menos, pero no desaparecía. En uno de esos momentos de depresión fui al grupo de oración de los lunes. Esa noche me sentía ansioso y triste. Me senté, junto a mí quedó una silla vacía, una de las pocas sillas vacías esa noche. Unos minutos más tarde se sentó una señora que yo no conocía. Estaba muy afectado ese día, le pedía a Dios en silencio que me diera fuerzas, que me diera una señal que el estaba a mí lado. Pronto llegó el momento de pedir por sanación y liberación, yo no sentí nada especial. No había ninguna señal. Llegó el momento de la unción y tampoco sentía nada.
En mi desesperación pensé “¡Señor! ¿Es todo esto una farsa? ¿Por que no me das una señal de que estas a mi lado?”. Era un momento crucial en mi vida, pensaba que después de ese día no volvería a tener fe. Yo estaba desesperado frente al Dios que supuestamente tanto me amaba. El no me daba señal alguna de su presencia y de su amor por mí.
Terminó el momento de la unción, hubo una pausa antes que el Padre Darío Bencosme pidiera los testimonios. La Señora que se había sentado a mi lado se viró hacia mí, me abrazó y me dijo al oído: “Yo no te conozco, pero el Señor quiere que sepas que él te ama y está a tu lado”. Justo lo que le había pedido a Jesús en mis oraciones, ni más, ni menos. En los testimonios di gracias a Dios por que había oído mis oraciones.
Desde ese día las cosas en mi vida comenzaron a mejorar a pasos gigantes. Luego supe quien era la persona que me había abrazado, su nombre es Clara Fortuna. Ella es servidora del grupo de oración, fundadora y vice-presidenta de la Fundación Cristo Vive. Siempre le guardan un sitio para sentarse en el frente y nunca se sienta donde se sentó esa noche. Hasta el día de hoy, creo que no sabe como Dios la uso para cambiar mi vida, espero que ahora lo sepa.
A partir de esa noche tan especial me interesé por aprender más por el movimiento de Renovación Carismática Católica y los Carismas. He leído varios libros del Padre Tardif, los cuales recomiendo mucho. Sigo visitando el grupo de oración de los lunes, me uní al grupo de jóvenes y soy uno de los propulsores de esta página de Internet.
Este es mi primer testimonio, espero poder dar muchos más para la Gloria del Señor.
Amén.
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