martes, 10 de marzo de 2020

Carta de Jesús




HOY TE QUIERO HABLAR DE LA VOCACIÓN


        Amigo mío, ¿cómo te va la vida? ¿Estás contento? ¿Tienes algún problema serio? Si es así me lo puedes contar con sólo pensar en Mí… Yo te comprendo enseguida. Leo el pensamiento, pero me agrada que pienses en Mí, y pensando en Mí piensas en el Padre y en el Espíritu… En la conversación que quiero tener contigo hoy me gustaría hablarte de algo que llevo muy metido en el corazón. Algo que Nos preocupa, y que preocupa a Mi Iglesia. Hablo de LA VOCACIÓN. Me refiero, como sabes, a esa llamada que hacemos a cada hombre para seguir un camino concreto en su vida, y alcanzar la santidad. Y de un modo especial a la VOCACIÓN DE ENTREGA TOTAL A LA TAREA DE LA EVANGELIZACIÓN.

        No se habla hoy mucho de VOCACIÓN. Más bien se habla de estudios, carreras, empleos, trabajos, negocios, vida… Pero de VOCACIÓN muy poco. Y sin embargo Nosotros: el Padre, el Espíritu Santo y Yo seguimos llamando al corazón del hombre, a la puerta de su alma, a su conciencia. Llamamos constantemente, pero parece que Nuestra voz no cuenta, no se oye, no importa… Los hombres os estáis volviendo sordos para la Voz del Espíritu. No interesa para nada comprometer la vida en algo que materialmente es “poco rentable”. Los hombres, mis amigos los hombres, os estáis encerrando en campanas de silencio absoluto para Dios, donde sólo resuenan los aturdidores ruidos de la loca carrera hacia ningún sitio. Hay muchas palabras hoy en la calle, en casa, en los lugares de diversión, en los centros de trabajo… No se para de hablar de todo. Todo el mundo está enterado de lo último que pasa al instante. Pero a Dios no se le oye, no se le quiere oír. Se huye de Nosotros. Se tapan los oídos para que ni siquiera les llegue el susurro de una insinuación. Muchos ciegos van por el camino sin querer ver. No hay proyecto de vida fuera de la vida misma. En las calles es corriente ver a ciegos que guían a otros ciegos… Y ya sabes: Vino la Luz al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas. Amigo mío, sigue estando la Luz en el mundo, sigo estando Yo entre los hombres, y se sigue prefiriendo la tiniebla. Siento dolor por esa oscuridad voluntaria, y esa sordera, que los hombres de hoy han adoptado como compañeras.

        Recuerdo con alegría aquellas primeras llamadas a Pedro, a Santiago, a Juan…. Dejaron redes y barcas, familias y pueblos, y se fiaron de Mí. Y Mateo, y Zaqueo, y María Magdalena, y Pablo, y miles de almas que a lo largo de la historia supieron decir que sí, muchísimas veces a costa de sus vidas. Esos que dijeron que SÍ han hecho posible la Iglesia, el Reino de Dios entre los hombres. Por ellos Yo estoy presente materialmente en el mundo. ¿Qué haría Yo sin mis sacerdotes, y sin los religiosos, y sin tantas mujeres que han dado la Vida por el Evangelio diciendo SÍ QUIERO SEGUIRTE? Es una maravilla. Les estoy muy agradecido. A pesar de que la vida moderna no facilita para nada escuchar la Voz que os llega de lo alto, no puedo silenciar tantas vidas heroicas, calladas, santas, de hombres y mujeres, jóvenes y mayores, que en todos los rincones de la tierra están dando la cara por Mí, y quien de la cara por mí, yo la daré por él ante mi Padre celestial. Yo les doy las gracias. Tú tienes que darles las gracias. Y ellos deben sentirse contentos y ser fieles, sin desanimarse ante una masa amorfa que no les entiende, porque a Mí tampoco me entendieron.

        Yo dije un día que la mies es mucha y los trabajadores pocos. Y lo tengo que seguir diciendo. El trabajo es abundantísimo, pero son pocos los dispuestos a trabajar junto a Mí.  Te puedo decir que me duele verme muchas veces solo. Es verdad que nunca faltan algunos pocos que se acercan para hablar conmigo y hacerme compañía, pero el trabajo es duro, hay muchas almas que se pierden porque nadie les dice nada. Siento dolor al ver tantos pueblos sin sacerdotes, tantos lugares sin sembradores de la Palabra… Muchos de mis colaboradores son ya mayores. Otros están muy atareados en tantas cosas que no tienen tiempo a penas para hablar de Mí, y ofrecerme a Mí, y trabajar realmente por Mí… Siento que incluso algunos se marchen desilusionados. Pobres amigos míos… Me trae esto malos recuerdos. Pero no quiero que te pongas tan serio. Hay una virtud que quiero que vivas con entusiasmo, y esa virtud se llama ESPERANZA. La respuesta a la llamada es cuestión de fe y amor, y también de esperanza. No perdáis la calma, no tengáis miedo, yo he vencido al mundo.

        Me siento contento al ver muchos seminarios muy nutridos de jóvenes con ilusión por el sacerdocio. Y centros de formación para la vida religiosa. Y grupos y asociaciones, y comunidades y movimientos…Y parroquias que trabajan con ganas. Sois mis amigos, en los que puedo confiar, pero quiero más, necesito a más. Tú, mi amigo, es posible que alguna vez hayas sentido una inquietud que llenaba de ilusión tu corazón. ¿Es demasiado tarde para volver a pensar en tu vida?  ¿No podrías tú ser uno de tantos que con el alma llena de amor me han dicho que SÍ? Piénsalo, por favor. Y reza mucho para que otros lo piensen. Un día, poco antes de morir quise besar los pies de aquellos que habían dicho SÍ a la llamada. Hoy me gustaría volver a besar los pies de tantos que podéis decir SÍ, y que tengo confianza que más de uno me va a seguir.

        ¡Ánimo amigo! ¡Corre la voz! Di por ahí que Dios llama, que Dios necesita a muchos para hacer el bien. Y Estamos esperando ansiosamente la respuesta generosa. Muchos hombres te necesitan para encontrar ellos su camino. Vamos nosotros a echarles una mano y guiarlo por el verdadero Camino. ¿Cuento contigo? ¡No me falles! Tu amigo     

Jesús

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