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viernes, 1 de noviembre de 2024

Fundadora de Sushita: «Emaús es una escuela profesional mejor que Harvard; me enseñó a no juzgar»



 Fundadora de Sushita: «Emaús es una escuela profesional mejor que Harvard; me enseñó a no juzgar»

Segimón

"Intento salir a las 09:30 de casa. Me enchufo a Radio María en el coche y voy escuchando el Rosario y llego con mucha más paz a la oficina", comenta Sandra Segimón, una de las creadoras de Sushita.

Sandra Segimón, Natacha Apolinario y José Manuel Segimón pasaron de enviar las primeras bandejas de sushi a los hogares de Madrid o Barcelona a liderar el mercado a domicilio de sushi y conformar Sushita, un grupo exclusivo que hoy cuenta con 400 empleados y cuenta con ocho restaurantes en Madrid.

La empresaria de éxito Sandra Segimón ha sido entrevistada recientemente por El Debate y cuenta cómo fundó este imperio gastronómico a finales de los 90, y cómo la fe ha sido fundamental desde los orígenes. 

Trabajo y constancia

Sobre cómo le llegó el interés por la gastronomía, Segimón recuerda sus comienzos en el sector. "Yo estudiaba en Londres, vivía sola en un apartamentito y cocinaba fatal. Llamaba todo el tiempo a una empresa, Room Service, que tenía en el catálogo 20 restaurantes buenos. Y cuando llegué a Madrid hice algunas entrevistas de trabajo, pero no me cogieron para ninguna. Empecé con el runrún de por qué no montar con mi hermano José Manuel y otra socia una empresa para hacer delivery de restaurantes".

"Fuimos los primeros en hacer delivery de comida japonesa en España, vendíamos un montón. Un día, uno de los dueños de un restaurante nos puenteó e incluyó un cartel, en el que anunciaban que ellos empezaban a hacer sus propias entregas. Entonces ahí decidimos coger a un cocinero japonés y empezamos nosotros también a gestionar una cocina y fabricar nuestro propio sushi", añade.



Cabana El grupo de Segimón hoy cuenta con ocho restaurantes y más de 400 empleados.

Y, en Nueva York surgiría la idea brillante que desembocaría, más tarde, en Sushita. "José Manuel, Natacha y yo viajábamos mucho y entonces vimos que en Nueva York estaban todos estos delis, supermercados como de barrio, que tenían bandejas de sushi. Decidimos presentárselo al grupo VIPS. Empezamos con ellos y de ahí ya con todos los clientes de la gran distribución, o sea, El Corte Inglés, Carrefour, Alcampo y el resto de las cadenas. Y ahí es cuando constituimos Sushita, en el año 1999".

"En el 2015 uno de nuestros grandes clientes, por un desacuerdo de precios, cambia el director de compras de la cadena y decide que Sushita ya no sigue vendiendo. Nos tenemos que reinventar, porque si no teníamos que echar a casi un 25% de la plantilla. Y abrimos nuestro primer restaurante al público, que fue el de Alberto Aguilera. Y ahí es el comienzo, un poco de toda la cadena de restaurantes. Hasta ocho", comenta Segimón.

Un concepto que se convirtió en rompedor, ya que se alejaba de todo lo que significaba sushi bar. "Nosotros queríamos un sitio mucho más abierto, porque en ese momento, todavía era un poco para frikis la comida japonesa, no a todo el mundo le gustaba. Y entonces hicimos un restaurante que pareciera que te encontrabas en París o en Londres. Buscamos una carta un poquito más suave con noodles o tataki de solomillo. Algo de fusión. Y tuvo mucho éxito".

Sobre una posible expansión fuera de Madrid, Segimón comenta: "Vemos que hay un montón de gente de provincias, incluso de fuera de Madrid, de París, de Londres, de distintos sitios que viene a vernos aquí. Málaga es la ciudad que hemos elegido como primer restaurante fuera de Madrid".

Los valores de Sushita

Sushita, como empresa, cuenta con unos valores muy arraigados. "La innovación es uno de los valores más importantes. Siempre hemos sido los primeros en algo; en hacer delivery de comida japonesa o vender la bandejita de sushi. La familia es otro valor. Nosotros siempre decimos que si hay alguien dentro del equipo que tiene algún problema gordo, ahí estamos el resto para apoyarle. La meritocracia es otro valor importantísimo. Esta historia es posible, porque hay un montón de gente que se deja la piel y esos son los que tienen que crecer dentro de la organización. Y luego el respeto. Tenemos una cantidad de gente que procede de todas partes del mundo". 

Y la fe es uno de los valores más importantes. "Hace seis años, yo hice el retiro de Emaús. Cuando salí, era una persona mucho más capaz de gestionar personas, tenía el foco puesto en las personas de la organización. Siempre me habían importado, pero ahora me importaban a otro nivel. La historia de Sushita es para que esas personas fueran más capaces de desarrollarse, para que tuvieran más apoyo. Antes de Emaús yo era un poco dura y demasiado exigente conmigo misma, porque al final toda esta historia exige mucho esfuerzo y trabajo. Y eso yo creo que fue el cambio. O sea que mejor que Harvard o el IESE. Y no digo que no a Harvard en algún momento, pero creo que Emaús es una gran escuela también de cómo hacer las cosas profesionalmente. En Emaús, te enseñan a no juzgar a las personas".

Segimón revela, también, su vida de fe. "Intento salir a las 09:30 de casa. Me enchufo a Radio María en el coche y voy escuchando el Rosario y llego con mucha más paz a la oficina. Yo medito rezando el rosario. No sé meditar de otra manera. Y me da mucha templanza. Llego a la oficina preparada para afrontar el día".



"No nos tenemos que aguantar ni avergonzarnos los que tenemos claro que con Dios se es feliz y sin Dios no se es feliz. Yo me he dado cuenta ahora, en Lourdes en la peregrinación, cómo esos enfermos que no pueden hablar bien, que no pueden andar, que tienen unas minusvalías brutales, cómo son capaces de ser inmensamente felices, cuando tienen a Dios en su vida. Lo que pasa es que no está de moda hablar de todo esto. Vamos a ver si lo conseguimos poner de moda, porque tenemos que contagiar a las nuevas generaciones. En el entorno de mis hijos me admira muchísimo cómo están de comprometidos con muchas causas. Mi hijo Pablo se fue a Costa Rica a cuidar niños, con el Padre Pablo Escrivá de Romaní", concluye.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 22 de enero de 2024

En la Nueva Era, fue «torturada» por el demonio «hasta ayer»: gracias a Emaús «ya no tengo miedo»

 


En la Nueva Era, fue «torturada» por el demonio «hasta ayer»: gracias a Emaús «ya no tengo miedo»

Raquel Romero. 

Raquel buscó llenar su vacío en lo que consideraba inocentes prácticas de la nueva era: pronto supo que solo en Dios podría hallas la paz.

Si alguien tiene claro que la conversión es algo "de todos los días", es Raquel Romero. En su caso, fueron años los que tardó en conocer la fe,  lo que recuerda como una auténtica "tortura" por  espíritus malignos. "Ayer por la noche volvieron a aparecer, pero ya no tengo miedo", afirma en el canal de Mater Mundi.

Hoy residente en Valencia, Raquel se crio como tantos otros, en una familia católica "de tradición" más que con una sólida vivencia de la fe propiamente dicha.

Desde muy temprano recuerda sufrir multitud de inseguridades, vacíos y carencias, lo que contribuyó a que también con tan solo seis años descubriese "el pecado de la carne". Se convirtió en una precoz adicción, agravada por fuertes depresiones que le llevaban a "desear irse del mundo", convencida de que "no tenía sentido vivir".

Educada en un colegio religioso de salesianas, sus dolencias no le impidieron desarrollar una vida de oración y devoción. Pero cuando una religiosa le invitó a meditar su vocación, la respuesta negativa de su padre le terminó llevando a alejarse todo lo que tuviese que ver con las religiosas.

Lejos de la Iglesia y víctima de la adicción

Conforme crecía empezó a contemplar lo relativo a los sacramentos como "una parafernalia", frecuentándolos cada vez menos. Y mientras, el vacío era cada vez más grande.

Recuerda que "nadie lo podía llenar". Tampoco las drogas, los porros o el alcohol de la adolescencia. "Estaba enamorada del amor, idealizaba todo lo que era esa palabra y creía que una pareja lo podría llenar", explica.



Raquel Romero.

Porros, alcohol, citas, adicciones... Aquejada por un vacío desde la infancia, trató de taparlo con todo sin saber que `solo Dios podía llenarlo´.

Lo intentó en una primera ocasión, luego durante cinco años con el hombre que sería su marido tras casarse "por la Iglesia" pero sin pensar en el sacramento. Después, tener un hijo se convirtió en algo parecido a una obsesión. Al no poder, pidió el divorcio, encadenándolo con otra pareja… y otra separación.

"Lo siguiente que apareció fueron las páginas de citas. Había de todo, mentiras, lujuria, un mundo superficial de gimnasio, citas y quedadas… ¿cómo podía ser que teniendo un buen trabajo, salud, cayendo bien y ningún problema sintiese un vacío tan brutal?", se preguntaba.

Incapaz de hallar respuesta, siguió encadenando parejas, pero esta vez con el consumo de pornografía, erotismo y sus consecuencias, comprendiendo cada vez mejor que "cuando tienes un vacío tan grande, da igual lo que hagas, no lo puede cubrir nadie".



Tocada por Emaús 

A punto  de "tocar fondo" y tras renunciar a la ilusión del amor, un compañero de trabajo le invitó a Emaús.

Recuerda su primera vez como ajena a todo lo que allí tenía lugar, sentada en un banco escuchando bonitas canciones, pero "sin sentir nada" ante la presencia del Santísimo. Sin saber por qué, una canción, Jesús está vivo, hizo que se derrumbase.

"No podía parar de llorar. Llegué a casa con el corazón tan tocado por las palabras de `Jesús está vivo´ que busqué esas canciones y empecé a escucharlas una y otra vez, a hablar a Dios de rodillas cada día, preguntándole por el infierno, por si eran reales los ángeles, el cielo o lo que decía la Biblia", recuerda.

Sin embargo, admite que aquel Dios estaba "hecho a su manera", al mismo nivel que la figura del buda de su terraza. Mientras, Raquel continuó yendo a Emaús, pero sin comulgar, arrodillarse ante el Santísimo o confesarse… ni saber "por qué debía hacerlo, si era buena".

"Una energía me separaba las manos": entregada a la Nueva Era

Pero si había comenzado el "proceso de fe" de Emaús, también había iniciado uno con lo que pensaba que eran ángeles.

"La primera vez que sentí una energía me separó las manos en la oración. Me desplomé", recuerda.

Restándole importancia, Raquel dedicó todos sus esfuerzos a buscar a "ese dios". Fue a hacerlo en un retiro en un monasterio cisterciense, donde coincidió con un matrimonio que le habló de "los siete universos" o de que "el infierno no existía". Pero no encontró nada de lo que ella fue a buscar.

Admite que en otra circunstancia no lo habría hecho. Pero tras escuchar aquel mensaje, empezó a ver vídeos de Nueva Era sobre maestros ascendidos, chacras, budismo y meditación. Pronto se obsesionó.

"Me centré de lleno en conocerlo todo. Me daba respuesta a todo. Introduje los chacras, meditaciones, constelaciones familiares, invocaciones a la luna, me compré El Libro de los Ángeles y un péndulo y hablaba con un espíritu a todas horas", recuerda.

Raquel Romero.

Cuando Raquel dedicaba horas al día a la nueva era y a  "hablar" con los "espíritus", no tenía conciencia de las consecuencias que podría tener.

Al principio, contemplaba los contactos con el espíritu como algo inocente e incluso gracioso. Al desmaquillarse, se quedaban formas de un dragón grabadas en el algodón y se reía con sus amigas new age mientras les decía "Mira, es japonés".

Los espíritus que "jugaban" empezaron a atacar

El demonio era para ella "como un dibujo animado más, algo que se le cuenta a los niños para que no hagan las cosas mal". Lo que entonces no sabía es que aquellos mensajes eran un aviso y que ella "le abría cada vez más las puertas".

Que le ocurriese algo era "impensable". Estaba convencida de que lo único que estaba haciendo era "contactar con ángeles" y desconocía por completo que también hubiese "ángeles caídos". Ella "solo rezaba y hablaba a Dios"… ¿Cómo iba a venir algo malo?, se preguntaba.

Pero un día el contacto fue diferente. "Empoderada" como se recuerda entonces, se fue sola de vacaciones cuando sintió al espíritu "entrar" en su cuerpo.

"Sentí un desgarro, quemazón y ardor, angustia... Empecé a llorar, a implorar a Dios que me perdonase. Estuve días sin salir de la habitación y al tercer día dejé de sentir ese dolor", recuerda. Estaba convencida de que Dios "había respondido" a sus súplicas, pero no pasaron 48 horas cuando Raquel volvió a "invitar" a aquella presencia.


"Experimenté lo mismo pero multiplicado por mil. Los espíritus que hacía tres o cuatro días jugaban conmigo y con quienes yo hablaba con curiosidad pensando que eran ángeles empezaron a atormentarme y atacarme. Estaba de rodillas, desplomada, convencida de que me iba, sintiendo que me moría", relata.

Meses de liberación con un exorcista

Lo peor que recuerda de aquella experiencia es sentir "la ausencia de Dios", que se prolongó  en el tiempo. Incapaz de relatar "dónde estaba", había captado el mensaje de que "esto no era un juego".

Sucedió un jueves y el viernes, devuelta a su hogar y desesperada, contactó con un sacerdote, que le puso en contacto con un exorcista. Los síntomas de lo que ya sabía que eran ataques diabólicos, como terribles pesadillas aún estando despierta, apariciones de espectros, imágenes de putrefacción o pensamientos involuntarios de los que "no podía escapar" se prolongaron durante meses.

"El Señor no me liberó tan pronto como esperaba. Y gracias a Dios, porque lo que hizo fue plantar la semilla que fue germinando. Empecé a leer la Biblia, a confesarme, iba a misa todos los días y el rosario empezó a formar parte de mi vida. Cuando rezaba, sentía que los espíritus que me atormentaban se apartaban", recuerda.

Durante aquellos cinco meses de "torturas espantosas" también hubo consuelos. Dedicó todo su tiempo a la oración, a conocer la vida de los santos, a ir a misa y a adoración al Santísimo y cada vez que se confesaba "sentía una liberación".

Precisamente cuando comenzaron las oraciones de liberación también sentía la cercanía de Dios.

Alabando a Dios en la Renovación Carismática: "Es mi fortaleza, mi baluarte"

Cada vez tomaba mayor conciencia de que si deseaba ser liberada, leer las escrituras y conocer a Dios era "lo que funcionaba".

La Renovación Carismática sería para ella otra "liberación", crucial para "alabar a Dios, su grandeza y cantar que es el rey de reyes".

Aquel tiempo no estuvo exento de recaídas. Dos semanas después de volver del viaje, derrumbada, percibió una voz que le decía: "Durante 46 años has hecho las cosas a tu manera. Déjame hacerlas ahora a mí".

Su acercamiento a la fe fue un proceso, lo que sucedió a continuación fue "inmediato". "El Señor sabía que mi adicción era un problema tan grande para mí que no permitió que volviese a caer. En menos de 24 horas, el Señor lo sanó".

Hoy, Raquel se muestra convencida de que la conversión es algo "de todos los días". En su caso, trata de recorrer  un camino cuyo destino "es el Cielo" y dedica su tiempo entero a Dios. Los ataques continúan, pero los afronta con la esperanza de que está "junto a Dios, conociéndole, intentando agradarle y en gracia",  viendo como sus carencias y vacíos ha ido sanando.

"En mi conversión no se puede decir que ya lo tenga todo hecho por estar liberada. Ayer por la noche [los demonios] volvieron aparecer. Pero ya no tengo miedo. El Señor es mi fortaleza, mi baluarte, mi salvador, mi guía y maestro. Estoy enamorada como jamás lo he estado de nadie", concluye.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 26 de octubre de 2023

El principal exorcista de Colombia habla de su «órdago» a Dios... y de lo que más teme el demonio

 


El principal exorcista de Colombia habla de su «órdago» a Dios... y de lo que más teme el demonio

El exorcista Luis Eduardo Guzmán. 

El sacerdote Luis Eduardo Guzmán, representante de la Asociación Internacional de Exorcistas en Colombia, se sincera sobre su calvario personal, las intervenciones de Dios para hacerle confiar en su providencia o los exorcismos desde dentro.

Con frecuencia, Luis Eduardo Guzmán repite que los sacerdotes, lejos de ser "marcianos" o vivir en el mismo cielo, son personas de carne y hueso y es así como pide que le traten sus fieles en Colombia. 

Así se mostró a sí mismo al relatar  su vocación al canal El Rosario de las 11. Habla como si ser superviviente a una enfermedad mortal antes de nacer, ser prematuro extremo, haber sido sometido a decenas de cirugías o incluso ser el responsable de todo lo que tiene que ver con los exorcismos en su país natal no fuese con él.

Por su experiencia vital, el sacerdote y secretario general de la Asociación Internacional de Exorcistas en Colombia afirma que ha aprendido a "hacerse pequeño" -pese a medir 1,90- y reza por seguir haciéndolo cada día. Incluso cuando habla de las abundantes liberaciones que carga a sus espaldas, se presenta como un mero intermediario de Dios, "quien de verdad actúa".

Pensando en el suicidio

Nacido a finales de los años 70 en Colombia, menciona que su parto fue complejo en extremo. Sufría el infrecuente síndrome fetal que se llevó a su hermana, el Beckwith-Wiedemann, por entonces recién descubierto.

Nació mediante una cesárea de urgencia con siete meses, en un clima en que "nadie daba un peso" por su vida. A la semana de nacer ya había sido operado casi una decena de veces hasta que le dieron por perdido. Fue precisamente el "último intento" de enfrentar el escaso 5% de probabilidades de supervivencia el que le salvó la vida.

A día de hoy, vive con pocas secuelas, si se comparan las que podría tener. Arrastra tres decenas de cirugías, tiene "metal por todos lados" y recuerda "un sinfín de situaciones con dolor", pero "por la bondad de Dios" eludió el retraso mental, la discapacidad total o la misma muerte.

"Me miraba al espejo y no me gustaba lo que veía, lloraba y culpaba a Dios de haber jugado conmigo, preguntándome cómo era posible hacer un ser como yo", recuerda. Era un pensamiento recurrente que venía acompañado del "rechazo absoluto" de sus compañeros y que le llevo a intentar poner fin a su vida en hasta tres ocasiones.

Sacerdote "pese a todo": "El querer de Dios"

Hasta que una reflexión cambió profundamente su vida. Fue a raíz de una pregunta dirigida a Dios: "Si tú me diste una vida no mereciéndola, ¿por qué no voy a dártela yo a ti?".

Fue el germen de una vocación sacerdotal que no estuvo exenta de dificultades. Por su enfermedad, retrasaron en varias ocasiones su acceso al seminario. Pero su historia, dice, "es la del Dios que es fiel", y sabe que una cosa es el querer de Dios y otra el de los hombres.

Así, este "colombiano de corazón mexicano" agradece de haber tenido ese "llamado continuo" a continuar sus estudios y vocación sacerdotal que asegura no merecer.


En un relato plagado de lecciones de humildad desde el ejemplo, el sacerdote admite las múltiples dificultades vitales que sufren los hombres en el día a día, pero su voz es todo un llamado a contemplarlas desde un sentido trascendente.

"Mi historia, tu historia, todo lo que Dios ha hecho en ti, tiene sentido. Deja de herirte, de dañarte, porque lo que Dios ha hecho en ti no lo ha hecho en nadie más. No te canses, lucha, pídele a Dios la gracia de la fortaleza y si hay algo que hoy agudiza tu alma, recuerda que eres lo más hermoso que Dios pudo hacer. Así me lo hizo saber Dios, con el dolor y sufrimiento  a lo largo de los años", explica.

Un órdago a Dios: "O haces algo o me voy a ver canguros"

El 12 de diciembre de 2009 fue ordenado sacerdote y poco después le llegó una invitación del obispo al I Congreso Internacional de Exorcistas, en Australia.

Guzmán no sabía nada de exorcismo y menos de inglés. No entendía qué tenía que ver con él la invitación ni qué otra cosa podría sacar de provecho que "conocer un país y cultura hermosos", pero finalmente se limitó a "simplemente obedecer".

Cuando llegó, no encontró ni traductores ni compatriotas, con 15 días por delante sin entender absolutamente nada. Hasta que al cuarto día, dirigió su primer "órdago" a Dios.

"Señor, haz Tú algo o me voy a ver canguros… o me vuelvo a Colombia".

Al quinto día parecía que todo "seguía igual" salvo una insistente percepción de que tenía que abrir su cuaderno. Y de pronto, recuerda, "Dios empezó a dictarme y yo simplemente copiaba con mi puño y letra. Me estaba dictando a mi corazón, no entendía al que impartía la charla, pero en el fondo de mi corazón estaban las palabras en perfecto castellano", recuerda. Tanto fue así que recuerda con sorpresa como al concluir la ponencia, un sacerdote anglófono llegó a pedirle sus apuntes.

El demonio habla de su terror: la gran señora 

Actualmente, el sacerdote lleva ocho años ejerciendo como exorcista y unos seis formando parte  de la Asociación Internacional de Exorcistas, que en su día fundó  y presidió el mismo Gabrielle Amorth.

Desde entonces, son muchas las liberaciones y exorcismos que ha llevado a cabo, combatiendo el mal cara a cara y en no pocas ocasiones, aprendiendo de ello. Por ejemplo, en lo relativo a la Virgen.

En otra ocasión, recuerda como estando con una víctima de posesión, le preguntó por qué le generaba tanta aversión escuchar el nombre de María.

"Por ser la madre de Dios, pero sobre todo por su humildad. Para nosotros, ella es la gran señora", respondió. Guzmán recuerda que durante el exorcismo, la voz del demonio "trató mal a Jesús Dios lo soportó, pero para él era imposible hablar mal de la Virgen". "Puede resistir la presencia de un ángel, pero no la de la Madre. No por quién es ella, sino por lo que Dios le dio, la humildad y plenitud de la gracia que reside en ella y su papel semiprotagónico en nuestra salvación", explica el sacerdote.


Habla de otro caso, un chico al que llevaba siguiendo algo más de un año y que cada vez que veía al sacerdote "se le ponían las pupilas rojas, saltaba hasta cinco metros sin impulsarse o se pegaba contra las paredes". En pleno exorcismo, recuerda cómo la voz del mal le tentaba ofreciéndole todo con tal de que no le expulsase del cuerpo.

-Pídeme lo que quieras, dinero, poder, que te lo daré

-¿Tú amas?, le preguntó el sacerdote.

-No cura. Yo no amo. Mi trabajo es odiar.

-Pues como tú no amas y yo busco el amor, no tienes nada que ofrecerme. No necesito nada de ti.

El diferencial de ser exorcista

Pero, ¿qué es lo que más valora un exorcista de su ministerio? En su caso, considera "una gracia" el hecho de "comprender que Dios es siempre el que vence" y disfruta su ministerio al ver de una forma especial "la misericordia de Dios".

"Me encanta.  Se ve de manera notoria la misericordia de Dios. Es ver su amor… ¿y a quién no le encanta eso? Que después de esto [una liberación] llegue una persona consciente, te abrace y te de las gracias, no tiene precio. Si alguien pudiese cobrar por esto, ni el oro entero cubriría un trabajo como estos", afirma convencido.

El sacerdote también admite que ver la misericordia de Dios actuando le mueve a "estar cada día agradecido con el Señor". En cierta manera, cuenta que esta misericordia se ve en lo ordinario "en los sacramentos que se administra como sacerdote", pero el ser exorcista es distinto.

"Tiene algo" que lo cambia, y no es solo lo que últimamente muestra Hollywood más o menos acertadamente pero en todo caso, con cada vez mayor frecuencia en estrenos.

"Palpo, veo y noto de manera especial esa misericordia. Tiene algo a través de lo cual Dios se hace más presente, se plasma mejor en muchas facetas. Hablamos de un alma necesitada y me doy cuenta de algo que todos sabemos, que el demonio no ama. Cuando percibe el amor de Dios, tiene que irse y eso es lo que más me emociona de ser exorcista. Es el consuelo de un alma, un alma consolando a otra alma en Dios. Por eso me encanta tantísimo lo que hago", concluye.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 14 de marzo de 2023

Las 7 sensaciones positivas que se lleva un novato en un encuentro de catequistas de LifeTeen

 


Las 7 sensaciones positivas que se lleva un novato en un encuentro de catequistas de LifeTeen

LifeTeen

El pasado fin de semana se celebró en la abadía benedictina de Montserrat (Barcelona) el encuentro europeo de catequistas de LifeTeen. Acudieron cerca de 380 personas de diferentes países del continente (Foto: Alex Pozuelo para LifeTeen).

Juan Cadarso acudió como reportero de ReL al Encuentro Europeo de LifeTeen, con 380 catequistas, sacerdotes y responsables de pastoral juvenil reunidos en la abadía de Montserrat del 3 al 5 de marzo. Es una experiencia especial que le ha llevado a redactar este texto en primera persona.

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Reconozco que la primera vez que escuché la palabra LifeTeen me sonó a esos tratamientos estéticos que se hace la gente para parecer joven. Cuando ya me lo explicaron bien pensé: "¿Querrán rejuvenecer la Iglesia?" Pero, por supuesto, la Iglesia ofrece lo que ningún tratamiento ni clínica: la vida eterna, juventud y belleza siempre.

LifeTeen es un método de evangelización de adolescentes que se está consolidando en toda España y que tiene presencia ya en unas 150 parroquias o más. 

A través de equipos de catequistas, en la parroquia se crea un ambiente adolescente alternativo, alegre, de amistad y fe, con centralidad de la adoración eucarística, la formación, la música de alabanza y adoración y el acompañamiento cercano. Cada viernes, miles de chicos en España van a sus parroquias para acercarse a Jesús de esta manera, que es muy atractiva.

Para un novato en encuentros de este tipo, algunas cosas resultaron muy interesantes, y otras bastantes esperanzadoras.

Durante un fin de semana pareció como si el martilleo constante de cifras de occidentales que pierden la fe se detuviera por momentos. Como si los adolescentes atrapados en el sin sentido, la ideología de género o el suicido, tuvieran una herramienta más a la que aferrarse.

1- Sacerdotes convencidos: han visto que funciona

Cuando se participa por primera vez en este tipo de encuentros, llama bastante la atención la convicción con la que hablan los párrocos sobre este método de evangelización para adolescentes. "De venir veinte chicos desganados, a tener 70 y tener que echarlos", decía alguno. "Hasta un niño musulmán he llegado a tener, y se quedaba, incluso, a la adoración", comentaba otro. 

Parece claro que a estos sacerdotes no se les puede llamar exagerados. Hace un tiempo aplicaban en sus parroquias un método convencional y no llegaba casi nadie, ahora aplican otro y se les llenan los bancos. Siempre se podrá decir que en la Iglesia no se trata de cantidad, es cierto, pero... quizá el mensaje, muchas veces, está dejando de ser anunciado con el inmenso atractivo que se le supone. 

2- Ponencias muy concretas, para aplicar directamente

Resulta apasionante participar en un charla de un grupo de la Iglesia y ver que una madre joven y con mucha gracia te hable de "los otaku", "los fiestas" o "los cayetanos", distintos tipos de adolescentes. Los pueden ver en la parroquia, no son asuntos abstrusos y etéreos (como el sínodo de la sinodalidad).

Estas charlas concretas animan a lo que siempre ha pedido la Iglesia: conocer bien a la gente a la que se tiene que dirigir. Así, los jesuitas aprendieron que para integrarse en la corte china debía vestir como sabios taoístas. También LifeTeen enseña a los catequistas cómo son los chicos de estos tiempos: qué redes sociales usan, que música escuchan, qué les preocupa, qué tipos de dramas familiares están viviendo...

LifeTeenLifeTeen crea un ambiente adolescente alternativo, alegre, de amistad y fe, con centralidad de la adoración eucarística, la formación, la música de alabanza y adoración y el acompañamiento cercano.


3- Alabanza: música y oración que impresiona y que toca

Cuando una joven laica desde el micrófono dice que "el Señor está apunto de pasar", quizá pueda sonar a frase hecha, pero cuando ves aparecer al sacerdote sumergido en incienso llevando el cuerpo de Cristo hasta tu propio banco, el impacto de la cercanía con Dios se dispara a límites insospechados.

Cuando cuatrocientas personas, la inmensa mayoría jóvenes, alaban juntas con un canto muy atractivo, y algunas de ellas mueven sus manos, se arrodillan o lloran, está claro que uno se vuelve más predispuesto que en otras ocasiones a recibir la fuerza que ya prometió el mismo Espíritu Santo. 

4-Laicos entusiastas y responsables, incluso muy jóvenes

Si una persona acude a un acto relacionado con la Iglesia, sabrá que, antes o después, el sacerdote será la persona que dirija una pequeña oración. Pero en el encuentro de LIfeTeen son laicos jóvenes los que rezan y piden con fervor que el Espíritu Santo venga sobre la asamblea reunida. 

Aquí vienen los párrocos dispuestos a encargar la catequesis a jóvenes de veinte años, que recibieron LifeTeen hace 4 o 5 años. Como ya apuntó Randy Raus, presidente internacional de LifeTeen, es fundamental que "los sacerdotes estén apoyando a los laicos, para ensuciarse juntos con el rebaño".

5-Muchas realidades, un solo Espíritu 

En este Encuentro Europeo llama la atención la cantidad de hábitos distintos, cuellos diferentes de sacerdote, edades diversas de los asistentes... Es una gran "macedonia eclesial" que denota que no se trata de algo partidista, sino que es un método interesante para personas de distintas sensibilidades.

Y para resumir esta idea, una imagen: la de un monje benedictino de Montserrat, con su rostro impertérrito, arrodillado durante la adoración del Santísimo, y, a su lado, un ejército de jóvenes moviendo sus manos y cantando en inglés que "Dios era el rey". 

6- Dar fruto y evangelizar ya, con 20 años

Resulta curioso ver en un encuentro llamado "de catequistas" a toda una legión de jóvenes que apenas alcanza los veinte años de edad. Chicos a los que seguramente les toque hablar de Jesucristo a chavales que tienen tres años menos que ellos.

Muchos de estos jóvenes no cuentan con estudios de Teología pero no dudan en ofrecerse para anunciar el Evangelio. Inspirándose en jóvenes como Carlo Acutis, Chiara Corbella o Giorgio Frassati, entienden que el anuncio más importante empieza siempre con la vida de cada uno.


Aquí puedes ver un vídeo de presentación del encuentro europeo de catequistas de LifeTeen.



7- Alegría sincera, interés por los demás

Y, por último, y no menos importante, está la alegría de los participantes y el interés que muestran una y otra vez por el otro. No hubo pasillo, ascensor, sala, acera... en el que uno se cruzara con un joven catequista de LifeTeen, y en el que no le preguntaran que qué tal estaba, de dónde venía y si necesitaba algo.

Sospecho que para un adolescente de hoy en día, que se cría prácticamente solo, -pocos tienen hermanos, los padres trabajan fuera- sin la atención y el afecto de casi nadie, este tipo de muestras de cariño sinceras son un gran paso previo para poder seguir el camino hacia Dios que estos jóvenes les quieran proponer.

Estas y otras razones hacen que el Encuentro Europeo de LifeTeen sea una experiencia  más que memorable. 

Fuente: Religión en libertad

miércoles, 22 de febrero de 2023

Borja e Inés Zavala: «Carlo Acutis nos despierta el alma y nos dice que esta vida es de paso»

 


Borja e Inés Zavala: «Carlo Acutis nos despierta el alma y nos dice que esta vida es de paso»

El equipo de Custodian Movies, al completo. En primer término, Borja Zavala se dirige a los asistentes a la 'première' de 'El cielo no puede esperar', el pasado viernes. A su izquierda (derecha en la foto), Inés Zavala, Paloma Fernández Gasset y José María Zavala.

Todo está a punto para el estreno, el viernes 24 de febrero, de El cielo no puede esperar, la película sobre el Beato Carlo Acutis (1991-2006) con guión y dirección José María Zavala.

Para llegar a este punto, en el equipo de la productora, Custodian Movies, cada cual activó su función con el entusiasmo propio de una iniciativa familiar y la eficacia de un equipo bien sincronizado, con Paloma Fernández Gasset como directora de producción, Borja e Inés Zavala como productores ejecutivos, Miguel Gilaberte como director de fotografía, Luis Mas a cargo de la música, Rod Reego en el montaje y Picnic Studios como responsables del sonido.

Destaca la juventud de Borja e Inés, que han afrontado todo un desafío desde un puesto que es el centro neurálgico de los engranajes de una película.

-A las puertas del estreno, al echar la vista atrás, ¿cómo ven el camino recorrido? ¿Ha sido más o menos complicado de lo previsto?

-(Inés) El camino ha sido duro, muy duro, lleno de obstáculos y de caídas y hasta en ocasiones pensábamos que no podíamos continuar. Llegar al estreno ha sido un auténtico “parto” cinematográfico.

-¿Vendrán ahora las alegrías, como tras todo parto?

-(Inés) Hay una ecuación que no falla: a mayor sufrimiento, mayor fruto. Esto resume con claridad la dinámica de este tipo de proyectos. No los consideramos nuestros, sino instrumentos de Dios que sirven a las almas para dar un sentido a sus vidas, para ser felices en medio del sufrimiento del que nadie se libra.

-Custodian Movies parece haber echado el resto con esta película...

-(Inés) Hemos aprendido mucho de lo importante que es trabajar en equipo. Hemos conocido personas excepcionales que han hecho más que su trabajo y se han dejado la piel en muchas ocasiones para que esta película saliera adelante. Pero, sin duda, una vez más hemos sido testigos de cómo Dios actúa, en este caso a través de Carlo Acutis, para que una película con miles de vicisitudes vea por fin la luz este 24 de febrero en la gran pantalla de los cines españoles. El Señor nos pone personas en el camino que nos dan muchas lecciones y de las que podemos aprender mucho.

-¿Algún momento particularmente complicado?

-(Inés) Me es difícil escoger momento que haya sido especialmente duro porque son muchos, pero si tuviera que quedarme con uno que me haya marcado es sin duda cuando tuvimos que calificar la película en el Ministerio de Cultura. Fue una gran prueba.

-¿Qué pasó?

-(Inés) Estábamos de viaje y en medio del traqueteo del coche, con más de diez horas por delante de carretera, pegada al ordenador y al teléfono, me disponía a completar cada uno de los pasos necesarios para calificar la película, pero todo eran problemas. Estábamos al límite. Nos arriesgábamos a no estrenar por diversas cuestiones. En esos momentos de angustia agarré la estampa de Carlo Acutis con un trozo de reliquia suyo y lo dejé todo en sus manos. Cuando llegamos a nuestro destino, en mitad de la oscuridad más absoluta, recibí una llamada de la persona que nos echaba una mano en este tema diciéndome que ya estaba arreglado, que todo estaba entregado correctamente.



La madre de Carlo Acutis recorrerá ocho ciudades españolas para la promoción de la película. Pincha aquí para conocer su programa.

-¿Qué les mueve a afrontar estos desafíos?

-(Borja) Custodian Movies es una productora que nace de la necesidad que la sociedad tiene del cine con valores. La mayoría de las series y películas que encontramos en grandes plataformas están bien para pasar un buen rato y luego ¿qué?

»Pretendemos así hacer llegar a las personas un tipo de cine que además de entretener y de formar, suscite en ellas el deseo de ser mejores, de no conformarse con lo mínimo, sino de vivir una vida plena. Así es como hemos detectado que podemos ayudar a tantas almas que necesitan un remanso de paz y de esperanza.

-¿Cómo se ha canalizado su camino profesional hasta el ámbito de la creación artística y de la comunicación audiovisual?

-(Borja) Desde pequeños nuestro padre nos ha inculcado el gusto por el cine. Recuerdo aquellas tardes inolvidables viendo películas en blanco y negro, en color, en 3D… el cine es apasionante. Es un arma muy poderosa con la que llegas a mucha gente, lo que se convierte en una gran responsabilidad. Si trabajas en lo que te gusta y encima lo haces con tu familia y además ayudas a terceros con ese esfuerzo, se convierte en un plan perfecto.

-La película les habrá obligado a un estudio a fondo de su protagonista. ¿Qué destacarían de él?

-(Inés) La vida de Carlo es apasionante. Está repleta de mensajes para cada uno de nosotros con independencia de la edad que tengamos. Se trata de un chico que, efectivamente pese a su corta edad, tuvo una vida super intensa. Carlo estaba entregado a los demás, a los más necesitados. Era un apóstol de la caridad. Su vida giraba en torno a la Eucaristía que él decía que es la autopista para ir al cielo. Tenia un profundo amor a la Virgen María. Un chico que murió con 15 años de una leucemia fulminante ofreciendo todo su sufrimiento por el Papa y por la Iglesia.

-(Borja) Pero en medio de esta aureola de santidad, encontramos en Carlo Acutis un ejemplo de sencillez en la manera de actuar. Era espontáneo, alegre y divertido. Un joven cotidiano, que vestía vaqueros, calzaba Nike y le encantaba la Nutella. El mensaje central de Carlo es para nosotros un llamado contundente a todos diciéndonos que podemos ser santos en medio del mundo. Que no hace falta hacer grandes cosas, porque la santidad está precisamente en hacer lo pequeño, lo cotidiano, por amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos ofrece sencillas claves para gozar del amor de Dios, y nos hace ver lo que tiene preparado para los que le aman.


La canción de Luis Mas para 'El cielo no puede esperar' suma casi 700.000 visionados solamente en Youtube. Todo un anticipo del éxito que espera al film.

-¿Qué aporta su personalidad a la Iglesia de hoy?

-(Inés) Carlo Acutis aporta luz, alegría, juventud de espíritu, sencillez… podría seguir. Carlo Acutis es la figura que necesitan muchos jóvenes para darse cuenta de que la santidad no está fuera de su alcance, que todos estamos llamados a ser santos. Carlo nos dice que despertemos, que espabilemos y que nos dejemos amar por aquel que nos espera y que está en la Eucaristía, Nuestro Señor Jesucristo. 

»¿Para qué estamos, si no, en este mundo? Todos tarde o temprano pasamos por esa puerta que es la muerte y que conduce a dos caminos muy distintos. Es decisión nuestra si llenamos nuestras manos aquí en esta vida como nos enseña Carlo y por tanto escogemos el camino de la santidad, o por el contrario nos dejamos llevar por los becerros de oro que ofrece este mundo y nos convertimos así en meros espectros mundanos, sin rumbo ni ilusión.

»Carlo nos despierta el alma y nos dice que esta vida es de paso y que no nos aferremos a este mundo, porque nosotros no somos de este mundo.

-Es importante esto, se habla de la ausencia de modelos para los jóvenes...

-(Borja) Más que importante, yo diría que es esencial para una juventud que parece estar anestesiada. Hay futbolistas, actores, escritores que muchos tienen por referentes idolatrados, pero que poco o casi nada enseñan para vivir una vida en plenitud. Para eso tenemos que acudir a los “superhéroes” de la santidad, aquellas personas de carne y hueso como nosotros que vivieron con una heroicidad que ya a muchos les gustaría.

»Carlo Acutis rompe los esquemas en dos aspectos, el primero, que se trata de un joven que para sorpresa de muchos vivía con la mirada puesta en Dios, y por tanto en el hermano y segundo porque tendemos a imaginar a un santo como un monje, una persona retirada del mundo incluso algo huraña, pero lejos de eso Carlo Acutis que ya está con certeza en el cielo, nos hace ver que la santidad no es para unos pocos, sino que jóvenes y mayores, altos y bajos, guapos y feos, estamos llamados todos a la santidad.

-¿Qué papel juegan en todo esto los sufrimientos que padeció por su enfermedad?

-(Borja) Carlo aporta a la juventud el espíritu, el anhelo de vivir felices haciendo felices a los demás, de vivir felices en medio del sufrimiento, porque nadie se libra de los obstáculos de la vida. Observando con perspectiva la vida de Carlo nos damos cuenta que el sufrimiento tiene un sentido purificador, para nuestra alma y para todas aquellas almas que necesitan de oraciones. El sufrimiento es una gran herramienta que Dios nos da para fortalecernos en la Fe y para nuestra propia salvación.

-¿Sigue vivo su recuerdo entre quienes le conocieron?

-(Inés) Carlo esta más vivo que nunca, y lo digo con conocimiento de causa. Lo hemos podido comprobar con nuestros propios ojos.  A lo largo del proceso de la película El cielo no puede esperar, la intercesión de Carlo ha estado siempre presente. Nos ha acompañado durante los malos momentos y nos ha apoyado siempre. Es impresionante cómo se han formado cientos de grupos de Carlo Acutis y como ha hecho mella en los corazones de aquellos que han conocido su historia.

-¿Eso les incluye a ustedes?

-(Inés) Para mí es un gran amigo y un hermano que me entiende y con el que puedo hablar.

Borja e Inés Zavala, con imágenes de Carlo Acutis.



Borja e Inés Zavala, dos jóvenes en la sala de máquinas de 'El cielo no puede esperar' como productores ejecutivos.

-Antes mencionaron la Eucaristía, porque Carlo Acutis es, sobre todo, un santo "eucarístico"...

-(Borja) El mayor milagro que todos los días tiene lugar en cada rincón de la tierra, en cada iglesia, hasta en la más pequeña de las capillas perdida en el campo, es que Dios se hace hombre una vez más, pero se hace hombre de verdad, hasta el punto de que ese trozo de pan ya no es harina sino el cuerpo de Cristo, con su sangre, alma y divinidad. Es un gran misterio, pero es así lo creas o no.

-¿Y si lo creemos?

-(Borja) Entonces la Eucaristía debe ser el centro de nuestra vida, la fuente a la que acudamos a beber de esa agua que sacia por completo, que da sentido hasta al más doloroso de nuestros sufrimientos. Cristo sana nuestras heridas si nosotros le dejamos. Carlo Acutis le dejó hasta el punto de que aceptó la muerte con una paz que solo se explica de una persona que está totalmente enamorada de Dios.

-¿Cómo esperan que sea recibida "El cielo no puede esperar" por parte de los espectadores? 

-(Inés) Creemos que va a tener un gran impacto en los jóvenes y no tan jóvenes. Es una película que aporta esperanza y ganas de vivir como lo hizo Carlo. Es también una llamada de atención a aquellas personas que aún están dormidas y no se han dado cuenta que están en esta vida por algo y para algo.

-(Borja) Nos muestra la belleza del alma que es fiel a Dios como lo fue Carlo durante su vida. No podemos perdernos el regalo que Dios nos tiene preparado. Debemos dejar que Dios coja las riendas de nuestra vida y cabalgar hacia la santidad, porque el cielo no puede esperar para nadie. Tenemos que vivirlo aquí en la tierra, como lo vivió Carlo, con gran amor y con una felicidad que solo se alcanza cuando uno está con Dios.

Fuente: Religión en libertad

domingo, 19 de junio de 2022

Hace 60 años, dejaron un bebé abandonado en una casa de religiosas... ¡y hoy es la superiora!

 


Hace 60 años, dejaron un bebé abandonado en una casa de religiosas... ¡y hoy es la superiora!

La Hermana Mayim cuenta su testimonio de vocación y servicio con niñas como fue ella - foto de Miguel Ávila

Hace 60 años, un hombre y una mujer llegaron al orfanato de la Divina Providencia e Hijas de María, en la colonia Agrícola Oriental, en México. Traían un niño de dos años y una bebé casi recién nacida, de apenas 15 días. Los dejaron a las religiosas con la promesa de que un día volverían a por ellos.

Esa bebé es hoy la hermana Mayín, la superiora de la comunidad desde hace tres años. Ella fue acogida y ahora ella es la acogedora. Esperó encontrar algún día a sus padres y sabe lo que sienten muchas de las niñas que atiende hoy. Ha contado su historia Vladimir Alcántara Flores en Desde la Fe, el semanario de la arquidiócesis de México.

Una infancia muy feliz aunque austera

La hermana Mayín recuerda que su infancia con su hermanito y las religiosas fue muy feliz.

“Tenía yo unos 8 años cuando empecé a darme cuenta de la manera en que las madres se desvivían por nosotros y por todos los demás niños; y a cobrar conciencia de que también existía un mundo allá afuera. No era que no saliera. Era que empezaba a entender la realidad”, recuerda.

Más adelante su hermano creció y tuvo que ir a otra casa hogar para chicos algo mayores. Ella se quedó. Miraba a las religiosas a su alrededor y le llamaba la atención el reto de ser como ellas.

Aún no tenía 10 años y ya sentía un deseo de ser religiosa de la Divina Providencia e Hija de María. Esta comunidad, fundada por la hermana María de los Ángeles Ybellez, siempre se esfuerza por preparar a las niñas para el futuro, hablándoles del matrimonio y de la vida religiosa.

“El matrimonio me sonaba bien. Yo tenía suerte con los muchachos y me hicieron varias propuestas de noviazgo. Y, además, crecía en mí un deseo imposible de cumplir dentro de la comunidad por la pobreza en la que vivíamos: ir a Disneylandia”, recuerda de su adolescencia.

Vocación clara... y preguntas sobre su origen

A los 15 años dejó a un lado su sueño de ir a Disneylandia, cerró la puerta al matrimonio y decidió pedir formalmente su ingreso en la comunidad religiosa. La norma exigía tener al menos 17 años, pero el entonces Vicario para la Vida Religiosa le otorgó un permiso especial

Así empezó su vida de religiosa, que vivía con alegría y plenitud. Pero en su interior se mantenía la pregunta sobre su origen.

"Siempre me preguntaba por mis papás. ¿Quiénes eran? ¿Cuáles serían mis raíces? ¿De dónde vendría yo? ¿Por qué me habrían dejado?"

Toda su vida la había pasado en la casa de acogida, y sabía bien las razones que llevaban a algunos padres a dejar a sus hijos. A veces, lo sabía, era la pobreza absoluta: que el niño al menos tuviera alimento asegurado. Sospechaba que por eso la dejaron a ella y su hermano y no sentía rencor por ello.

“Y si algo habría que perdonarles, yo desde el principio perdoné a los dos. No les podría guardar rencor. Me dejaron al inicio de un camino en el que siempre está Dios, y en el que encontré la alegría que hay en el servir”, explica.

Un día llegó un matrimonio...

Cuando la hermana Mayín tenía 40 años, llegó a la casa hogar una señora con su marido. Preguntaban por unos niños que habían dejado hace mucho tiempo: un niño de dos años y una más pequeñita, detallaron.

“Sentí una emoción que no puedo describir. Sólo atinaba a pensar: ‘¡Dios bendito!’. ‘¡Me vienen a buscar!’. Yo quería decirles: ‘¡Soy yo! ¡Soy yo!’. Quería levantar la mano, que me vieran. Les preguntaron: ‘Hace cuánto los dejaron’. ‘Pues hace como 38 años’, dijeron los señores’. Y mi corazón se seguía llenando de emoción.

Entonces el matrimonio reveló el nombre de los niños: Margarita y Leonardo. Y la hermana Mayín supo que no se trataba de ella y de su hermano, sino de otros que habían sido recibidos de forma similar. Las religiosas pusieron en contacto a este matrimonio con Margarita y Leonardo, ya adultos en el mundo.

"Fue muy conmovedor verlos nuevamente juntos. Fue algo muy bonito. Esto me sucede cada vez que los niños se reencuentran con sus familias”, explica.

Ella no ha encontrado a sus padres terrenales, pero se alegra viendo familias que se reencuentran y cuidando a gran cantidad de niños que van pasando por su vida.

“Mis papás dijeron que regresarían. Yo a veces digo en broma: ‘A lo mejor no les ha dado tiempo’. Ya no creo que vengan. Eso sí, le pido a Dios me conceda encontrármelos en el cielo, y darles las gracias de todo corazón por haberme dejado aquí, en un lugar en el que pude poner mi vida al servicio de Dios y de los niños.

Servir a Dios... y alguna sorpresa

Hoy la casa hogar de las Religiosas de la Divina Providencia e Hijas de María alberga a 85 niños. Les atienden entre 5 religiosas. “Cinco son los dedos de una mano: cada dedo es diferente al otro, cada dedo cumple una función distinta, pero al cerrarse la mano se hace mucha fuerza y se pueden lograr muchas cosas”, señala la hermana Mayín.

A los niños les anima a no renunciar a sus sueños y confiar en que Dios puede enviar regalos inesperados y sorpresas. Y tiene un ejemplo que anima a muchos.

Cuando tenía 21 años, la mandaron a Tijuana una semana junto con otras hermanas para participar en un congreso de Pastoral Vocacional. Un señor con dinero era el patrocinador y se encargaba de los gastos. Acabado el congreso, el señor las animó a quedarse un día más para llevarlas a un sitio apartado que quería enseñarles, saliendo muy pronto por la mañana.

“Apenas subí al coche, me quedé dormida. Cuando llegamos, el señor nos dijo que despertáramos. Abrí los ojos y vi una cosa maravillosa que me hizo llorar de alegría: ¡Estábamos en Disneylandia! No podía dejar de llorar. El señor nos dio dinero para comprar lo que quisiéramos. Compramos recuerdos para nuestras hermanas. Y a mí que me encanta sacar fotos, me regaló seis rollos para tomar cuantas quisiera”.

Así que su sueño de Disneylandia se cumplió. Y así lo cuenta a los niños de la casa. “Si tenemos un sueño, si lo deseamos con todo el corazón y se lo pedimos a Dios, un día, en el momento más inesperado, Él nos da la oportunidad para alcanzarlo”, propone.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 14 de junio de 2022

Entre drogas y fiestas, negaba a Dios «como si fuese basura» e intentó desafiarle: «Caí de rodillas»

 


Entre drogas y fiestas, negaba a Dios «como si fuese basura» e intentó desafiarle: «Caí de rodillas»

Alondra Molina.

Pese a haber sido educada en la fe, pronto la olvidó por sus deseos de libertad e independencia: le salió caro, pero como al hijo pródigo, el Señor la estaba esperando.

Alondra Molina se crió en Chile, en una familia numerosa, católica y misionera, para la que la Santa Misa y el Rosario eran sagrados. Sin embargo, Alondra admite que lejos de aprovechar esa educación en la fe, nunca profundizó en ella. Desde muy joven se entregó a la fiesta, a las drogas y a rechazar a Dios "tratándole como basura".  ¿Cómo pasó de aquella vida a caer extenuada ante el Santísimo? Lo ha contado en el programa de testimonios de Hogar de la Madre, Cambio de Agujas.

El proceso de autodestrucción de Alondra comenzó muy pronto, a los 12 años, a raíz de un problema hormonal. "Comencé a no aceptarme como persona y físicamente. Conocí modas, tribus urbanas y comencé a perderme y refugiarme del dolor y la frustración en el alcohol", explica.

¿Por qué no llenó su vacío del Dios que conocía desde pequeña? De hecho, explica que en un par de ocasiones rezó por aceptarse: "Según yo, no obtenía respuestas, no fui perseverante y encontré otros métodos del mundo más fáciles que hacían que me sintiese bien, donde pude refugiarme".

Sin embargo, pronto fue consciente de que al cruzar las puertas de ese refugio y "cogerle el gusto al mundo, comenzó un engaño".

El engaño del mundo: muerte, amenazas y drogas

Hoy se arrepiente especialmente del mal ejemplo que dio durante casi diez años: "Iba de fiesta todo el tiempo, engañaba a mis padres para poder estar tres días seguidos de fiesta y mis padres me aconsejaban mucho, pero no les escuchaba. No quise escuchar".

Buscando la independencia, empezó a trabajar nada más salir de la escuela, a los 15 años. "Me hizo mucho mal. Trabajaba en la calle fiscalizando el transporte público de Santiago de Chille. Ahí comencé a ver cosas que me impactaron: prostitución, drogadicción, la muerte frente a mí… incluso me amenazaron de muerte y mientras me involucré en las drogas de LSD y el alcohol", relata.

Tras un cambio de trabajo, la empresa quebró y de pronto se vio sin recursos ni capacidad de poder costearse los estudios ni su ritmo de vida. Después de que sus padre se mudasen al sur del país solo la acogió su hermana mayor, pero la misma Alondra hizo que la convivencia fuese insportable para las hermanas hasta que abandonó su casa.

"Se me cayó el mundo", relata. En ese momento, Alondra caía en picado y no podía plantearse una vida en la que no pudiese estudiar ni costearse sus fiesta.


Alondra de fiesta. Durante diez años, Alondra vivió por y para la fiesta, hasta que el peligro de las drogas llamó a su puerta.

Pensó en el suicidio... y casi lo consigue sin quererlo

La joven "quería desaparecer" y deambulando por las calles acabó en un concierto de música psicodélica donde le invitaron a probar una potente droga similar al LSD. "Estarás bien, te producirá felicidad", le dijeron.

Alondra perdió la noción del tiempo, tuvo visiones y pasadas nueve horas el ácido que consumió le hizo sentirse totalmente abrasada por dentro.

"¿Por qué te estás haciendo daño? ¿Qué estás haciendo?", se preguntó. En alguna ocasión, había pensado "quitarse de en medio", pero aquella experiencia le hizo saber que, sin quererlo, había estado cerca de lograrlo.

Asustada, sin amigos en quien confiar y sola, la idea de Dios se le pasó por la cabeza no sin dificultad, pues recuerda con dolor como solía "negar a ese Dios que supuestamente existía" en muchas ocasiones: "Para mí era basura y me burlaba".

Pero entonces no le quedaba nada, salvo un antiguo rosario que le regalaron sus padres y que conservaba "por cariño". "¿Si existes, donde estás? Porque no creo en ti", pensó.

Desafiando a Dios, vio que le necesitaba

Sin embargo, lo "intentó" para ver si existía y decidió "desafiar a Dios" rezando la Coronilla de la Divina Misericordia.

"Al día siguiente, sentí la necesidad de volver a rezarlo porque me sentí bien, solo lo hacía por eso"; menciona.

Pero su situación era cada día más insostenible. Tras sufrir un reiterado acoso sexual por parte de una compañera lesbiana de su trabajo, Alondra decidió negociar su despido y viajar, sin contárselo a nadie, a Villarica, la localidad al sur del país donde se encontraba su familia. Aquel día era la Navidad del año 2014.

"Cuando llegué, mis padres me recibieron y a mi padre se le cayeron las lágrimas. Estuve dos meses sin salir de casa, no quería conocer nada ni a nadie hasta que en febrero de 2015 me invitaron a una Misa en la catedral", recuerda.

En la homilía, el obispo anunció unos turnos de Adoración al Santísimo e invitó a los presentes a participar.

"Por lo menos puedes ayudar", pensó Alondra, en pleno proceso de búsqueda de "este supuesto Dios".

Ya no era "algo" sino "alguien": "Dios existe"

No estaba preparada para lo que sucedió al ver la custodia frente a ella. "Caí de rodillas. Me sentí amada, pero con el amor de Dios, que no te juzga, como si ya no hubiese `algo´ sino `alguien´ que me decía que no importaba lo que hubiese hecho", recuerda.

La joven pasó cinco horas llorando y rezando, sin ser consciente del tiempo al darse cuenta de que tenía una prueba palpable de lo que llevaba tiempo  pidiendo: "Dios existía".

Desde entonces asistió sin faltar un solo día a la Adoración, hasta que en marzo de 2015 acudió al obispado pidiendo un director espiritual. Como el hijo pródigo, Alondra regresó a la fe.

Enamorada de la Adoración, se sintió llamada a comenzar un apostolado inexistente en su diócesis y pidió permiso al obispo para llevar a Villarica la Adoración Nocturna.

"Mi vida ha cambiado en todo, ha dado una vuelta. El amor existe, también dentro de mi, valoro más a la familia a la que tanto daño le hice y me quiero y me acepto. Soy creación del Señor y si le amo, tengo que aprender a amarme a mí. Con dificultad, pero lo he ido logrando", concluye.


Fuente: Religión en Libertad

domingo, 5 de junio de 2022

Sus tiras de humor escondían un «infierno interior» que estalló al toparse con la Presencia Real

 


Sus tiras de humor escondían un «infierno interior» que estalló al toparse con la Presencia Real

El dibujant Yves Guézou se encontró con Dios en la soledad de una iglesia un 31 de diciembre. Foto: Captura KTO.

Yves Ghézou es un dibujante de tiras cómicas que ha publicado en importantes medios de comunicación franceses: generalistas como Le Point, del motor como L'Auto Journal, de negocios como Entreprise et Carrières o católicos como Famille Chrétienne. Es ilustrador publicitario y diseña también portadas de libros, además de escribir los suyos propios, ya una decena, sobre todo centrados en la fe. 

Portada de 'Todo lo que siempre quiso saber sobre los católicos y nunca se atrevió a preguntar'.


Inspirándose en la célebre película de Woody Allen de 1972, Guézou tituló uno de sus libros 'Todo lo que siempre quiso saber sobre los católicos y nunca se atrevió a preguntar'. En la cubierta, una ilustración en la que un autobús de peregrinos de la parroquia de San Lucas se despeña por un barranco. Mientras los pasajeros cantan 'Cerca de Ti, Señor', el párroco se dirige a ellos con espíritu cristiano: "Queridos hermanos, alegrémonos de esta situación porque Philippe, nuestro conductor, ¡acaba de confesarme que por primera vez tiene ganas de rezar!"

Yves empezó a dibujar siendo muy joven, siempre con el humor como divisa, pero también como pantalla que ocultaba "un sufrimiento extremo": "Nadie podía imaginar lo que yo vivía por dentro, pero era un infierno permanente". 

¿Cuál era el origen de ese infierno?

Aunque nacido en 1960 en Saint-Cloud, a orillas del Sena, se considera bretón de adopción, porque desde que tiene memoria ha veraneado cerca de Brest. Desde muy pequeño empezó a hacer dibujos con los que hacer reír a los demás, pero en la adolescencia "ese humor gratuito y sencillo se convirtió en una escapatoria", explica. Tenía "una gran sed de absoluto", pero erró en el lugar donde saciarla.

Esoterismo y paranoia

Aunque había sido bautizado y confirmado, no vivía la fe. Para él "Dios era una noción intelectual que no afectaba a mi vida cotidiana". Se refugió en la gnosis, la alquimia, la astrología, la numerología... Su esoterismo no era práctico, sino intelectual. No llevaba a cabo prácticas esotéricas, pero en el nivel del conocimiento sí se veía a sí mismo "en una posición de superioridad, poseedor de una sabiduría mayor que la de sus contemporáneos, miembro de una élite".

Esto, unido a su timidez ("disimulada por mi propensión a ir de gracioso por la vida") y a la ansiedad por no encontrar sentido a la existencia, acabó por provocarle un trastorno paranoide: "Tenía la sensación de que los demás me leían el pensamiento y se reían de mí". Cada vez que se cruzaba con alguien que sonreía o reía, pensaba que era objeto de sus burlas: "Ya no podía tener relaciones normales. Caí en la agorafobia. El dibujo era mi única tabla de salvación. Reírme de todo me permitía sobrevivir a mis angustias y mis ideas suicidas".

Viñeta de Guézou.



"Tú siempre me has considerado demasiado pesada y, la verdad, tú me pareces demasiado ligero. ¿Sabes, Isidoro? No creo que todos estos artificios sirvan para acercarnos. Esa necesidad de disfrazarte demuestra que, para ti, en el fondo, somos muy diferentes". Guézou titula esta viñeta 'Solo se ve bien con el corazón'.

Por eso, aunque había comenzado su vida profesional abriendo una pequeña escuela de negocios, se fue orientando cada vez más hacia la vida artística. Pero todo era una impostura: sus historietas divertían a otros, pero su depresión no conocía descanso. Se aisló de familia y amigos. Cada persona era un enemigo e incluso la simple relación establecida al ir a comprar el pan se le hacía insoportable.

Yves sabía que el gran maestro que le había inspirado profesionalmente, Chaval (Yvan Francis Le Louarn, 1915-1968) se había quitado la vida: "Era la confirmación de mi destino", explica, y solo le alejaba de seguir ese camino el dolor que infligiría a sus padres.

El 'destino' no se confirma

¿Qué salvó a Yves? Dios primero y su esposa Ligia después, aunque ambos encuentros van ligados.

Él había llegado a la conclusión de que no podía salir solo del "agujero profundo" en el que estaba: "En el fondo de mi ser, y sin saber muy bien por qué, sentía que solo Dios podía sacarme".

Y un 31 de diciembre 1988 entró en la impresionante iglesia de Saint Gervais, cercana a su trabajo en París, a pedírselo. 



El testimonio de Yves al canal católico KTO.

Era la primera oración real de su vida a ese Dios al que creía emular en su soberbia gnóstica. Estaba solo en el templo y fuera se escuchaba el jaleo de la gente celebrando el Año Nuevo: "Allí, por primera vez, imploré a Dios desde mis entrañas, a ese Dios que creía lejano e inaccesible. Le dije: 'Si puedes intervenir en la vida de una persona, por favor, hazlo en la mía, porque yo me rindo'".

No pasó nada, dice, pero al cabo de unos días volvió al mismo sitio. Esta vez había unos monjes y monjas orando en adoración ante el Santísimo Sacramento. Él imitó su gesto creyendo estar ante algo "simbólico", pero fue justo ese día, al cabo de unos minutos, cuando comprendió "lo que los católicos denominan Presencia Real": "Sentí la presencia de Cristo. Las palabras son demasiado limitadas para expresar lo que experimenté. Caí al suelo llorando, pero eran lágrimas de alegría, porque sentía un Amor inconcebible que me miraba con misericordia, unida a una 'clarividencia' respecto a todas mis estupideces y errores".

Yves estuvo unos veinte minutos tirado en el suelo, llorando, viviendo esa "mirada de amor" que le estaba cambiando por dentro. 

"Yo deseaba que aquello no acabase nunca", recuerda, "pero... ¡se acabó! Entonces le dije a Dios: 'Has escuchado mi oración más allá de cuanto habría podido imaginar. Señor, te entrego mi vida. Si quieres, seré sacerdote, monje, lo que quieras".

Ligia

Pero lo que Dios quería no era eso. Los religiosos que estaban en oración en Saint Gervais pertenecían a las Fraternidades Monásticas de Jerusalén, fundadas en 1975 por el hermano Pierre Marie Delfieux (1934-2013) con los auspicios del cardenal François Marty, arzobispo de París.

Al cabo de unos días, fue a hablar con ellos para explicarles su transformación y su deseo de cambiar de vida. Una vez allí, preso aún de sus tendencias agorafóbicas, le entró pánico y escapó. Ya huía con su moto, cuando un semáforo en rojo le obligó a parar. Una voz interior le dijo: "Yves, si no vas ahora, no irás nunca". Dio media vuelta, entró de nuevo en la sala parroquial y venciendo todas sus inercias se puso a hablar con uno de los fieles.

Fue entonces cuando entró Ligia, y el flechazo fue inmediato. Ella, socióloga brasileña, venía también de una conversión, menos traumática que la de Yves pero no menos intensa. "El Señor tomó la iniciativa", recuerda, "atrayéndome poco a poco con la bella liturgia de Saint Gervais, a donde alguien me invitó a ir por primera vez. Fue el inicio de mi camino. Esa liturgia [que incluye música bizantina e himnos de origen protestante] me tocó profundamente, sentí algo sobrenatural. Yo vivía encerrada en mí misma, sin dejar que Dios entrase en mi corazón".

Portada de 'Breizh, Brasil!'


'Breizh, Brasil!' es la obra en la que Yves y Ligia han contado su conversión y su recorrido juntos por la vida desde hace 32 años.

Se conocieron, y al cabo de pocos meses se casaron. Ante el altar hicieron una promesa a Dios: "Hasta ahora nosotros lo hemos estropeado todo. A partir de ahora Tú vas a llevar las riendas de nuestra vida". Poco tiempo después se fueron como voluntarios a Brasil con la asociación Point Coeur, a ayudar y evangelizar a los niños de la calle y de las favelas.

Dibujar, no 'contra', sino 'al servicio de'

Yves dejó de dibujar: "Ya no necesitaba encontrar un sentido a mi vida en el humor, porque lo había encontrado en Dios". Al cabo de un tiempo adoptaron dos niños y regresaron a Francia. Buscando el sol, se instalaron en el sur, entre los viñedos de la occitana y taurina Nîmes.

A Yves le volvió a tentar el deseo de volver a sus historias y viñetas, pero con un sentido diferente: "Quería dibujar para Dios, evangelizar, dar testimonio, pero sin caer en los clichés. Creía que la Iglesia necesitaba humor y alegría".

Viñeta de Guézou.



"Mi querido Sr. Bergeome, no querría desalentarle, pero en lo que concierne a sus gravísimos problemas pulmonares me permito abrigar ciertas dudas sobre la eficacia de su novena a Santa Alvéola". Guézou.

Volvió  a hacerlo, pero ahora casi todas sus obras tenían, y han seguido teniendo, un sentido diferente al que tenían antes de aquella noche de fin de año: "De dibujar 'contra' mi malestar, pasé  dibujar 'al servicio de'".

¿Al servicio de qué? "Mi objetivo", concreta, "es proclamar las verdades sobre el hombre, sobre su miseria, y mostrar su grandeza cuando es transformado por Cristo. El hombre se convierte en una caricatura cuando se aleja de Él y ya no vive en el amor. Mis dibujos no buscan destruir a nadie, sino denunciar piedras en las que puedo caer yo mismo. No soy más virtuoso que mis personajes".

Han desaparecido los antiguos 'enemigos'. Para Yves el humor ya no es una escapatoria: "Es ahora un medio para acercarme a los demás".


Fuente: Religión en Libertad

lunes, 7 de junio de 2021

Destruida tras una infancia de abusos sexuales, quiso romper con Dios: la clave era el perdón

 



Destruida tras una infancia de abusos sexuales, quiso romper con Dios: la clave era el perdón

Dorothée descubrió en el perdón el amor de Dios y la sanación de sus heridas emocionales.

Dorothée sufrió durante toda su infancia "una gran prueba": "Entre los 5 y los 13 años abusó sexualmente de mí un miembro de mi familia. Fue tan horrible que mi cerebro lo quiso olvidar durante más de veinte años".

Pero que el cerebro lo olvidase no quiere decir que no se manifestasen las consecuencias de esa continua violación incestuosa. "Yo quería morirme", confiesa a Découvrir Dieu, "e intenté destruirme por todos los medios posibles: automutilación, anorexia, bulimia... Mi objetivo era pasar inadvertida, para que los hombres no me mirasen y no me desearan".

Los recuerdos vuelven

Así pasaron los años y fue empeorando incluso entrada en la vida adulta. En 2007 estaba tan "hiper-mal", describe, "que no conseguía ni siquiera ir a trabajar". Descorazonada, le decía a Dios: "Señor, me has abandonado, no estás a mi lado".

Acudió a varios médicos, que acabaron descubriendo la causa subyacente de su malestar: "Con su ayuda pude verbalizar lo que había pasado. Los recuerdos volvieron con una fuerza emocional verdaderamente intensa. Era demasiado para mí, demasiado para mi cabeza, demasiado para mi corazón. Imposible de soportar".

Volvió a reprocharle a Dios: "¿Qué hago ahora con todo esto?" La respuesta pareció venir en forma de lectura, porque llegó a sus manos un libro sobre Santa María Goretti, la niña que fue asesinada en 1902, cuando solo tenía once años, por resistirse a las pretensiones lascivas de Alessandro Serenelli, de diecinueve. Serenelli se arrepintió y se convirtió en prisión mucho tiempo después de los hechos, y tras 25 años en la cárcel pasó el resto de su vida como jardinero y portero de un convento capuchino, con una vida ejemplar. Pidió perdón a la madre de María y asistió junto a ella a su beatificación, en 1947, y canonización, en 1950.


Santa María Goretti.

Pero no solo su madre había perdonado al asesino de su hija. Su propia hija lo había hecho en las horas de su agonía, a petición de su confesor, antes de recibir los sacramentos: "Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado", dijo la pequeña santa.

Un perdón imposible

Y ese perdón Dorothée no podía entenderlo. Leer ese párrafo "fue horrible" para ella: "Lo mandé todo a paseo, porque para mí el perdón era imposible. Decidí cortar con el Señor. Consideré que no me había respondido y que dejaría de escucharle".




Al cabo de un tiempo, una amiga de Dorothée la invitó a hacer una peregrinación. "No tenía nada mejor que hacer", dice, "así que le dije que sí".

Durante uno de los momentos de oración durante la peregrinación, se leyó un pasaje del Nuevo Testamento que la removió por dentro:  "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian" (Lc 6, 27-28).

El perdón posible

"Lo escuché y lo consideré escrito para mí. Y me hizo recordar aquella santita de la que había sabido meses atrás. Durante ese tiempo yo había seguido derrumbándome e intentado muchas cosas que no habían funcionado, así que me dije que perdonar era la última cosa que podía probar. Yo quería hacerlo, pero me sentía totalmente incapaz. Así que le dije a Dios: 'De acuerdo, Señor, pero hazlo Tú en mí'".

En cuanto rindió su alma, Dios, efectivamente, actuó en ella: "Desde ese momento, desde ese pequeño 'sí', descubrí hasta qué punto Dios me amaba, descubrí que Él estaba muy cerca de mí. Y vi que cuando tenía un problema o una contrariedad podía hablarle como a un amigo, podía confiarme a Él y siempre tenía una respuesta... ¡a su manera, que no suele hacer mucho ruido!"

"Él me ha mostrado hasta qué punto estaba lleno de amor por mí y hasta qué punto yo estaba hecha para la vida, estaba hecha para el amor", concluye Dorothée: "Creí haber perdido para siempre mi afectividad, mis emociones, mi alegría de vivir. Pero he reencontrado esas emociones. Allí donde la medicina solo había podido apuntar lo que no estaba bien en mi corazón, Dios me curó. Es lo único que yo quería, lo que había querido desde mi infancia. Finalmente mi corazón tuvo lo que buscaba desde muy pequeña. Esa herida que yo creía imposible de olvidar, imposible de sanar, Dios la utilizó para que yo pudiera acercarme más a Él y vivir verdaderamente de su vida y de su amor".

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 30 de noviembre de 2019

Una niña inmigrante pobre, con su burrita, un secreto y unos monjes: una película para meditar

«Fortuna», premiada en Berlín, de Germinal Roaux, es hermosa y respetuosa con la fe
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Una niña inmigrante pobre, con su burrita, un secreto y unos monjes: una película para meditar

Fortuna es una niña emigrada que ha perdido a sus padres, se apoya en una burrita y reza insistentemente a la Virgen

Fortuna es un película franco-belga que ha ganado en el Festival de Cine de Berlín los dos premios principales: el Oso de Cristal y el Gran Premio del Jurado Internacional. Es una película hermosa, lenta, reflexiva, en blanco y negro, como otras películas de su director, Germinal Roaux. No suceden muchas cosas: una niña etíope de 14 años, refugiada en un monasterio, tiene un secreto. Se siente sola, y sólo se atreve a pedir ayuda a la Virgen. Es imposible desvelar más sobre la película sin entrar en descubrir los pocos elementos de la trama.

Fortuna es una niña emigrada que ha perdido a sus padres, se apoya en una burrita y reza insistentemente a la Virgen

Es un filme favorable a la fe, a la espiritualidad, a la inocencia y a la vida, pero no es adecuada para menores de edad (por ejemplo, para cine-foros o debates escolares) tanto por el ritmo como por algunas escenas poco claras. Explicamos más a continuación.

El mundo gris de los hombres, la blanca pureza del cielo

Película en blanco y negro. Suenan las campanas en un monasterio suizo que parece frágil en la nieve, blanco de nieve arriba en el cielo y blanco de nieve, abajo en la tierra. El gris del monasterio es una franja intermedia, el mundo de los hombres. Sopla el viento, que será un let-motiv de la película. Juan 3,8: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". El Espíritu Santo se hace visible en la película en el viento y el fuego. No en el agua, que aquí es signo de destrucción.

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Una muchacha negra enciende fuego en una estufa de leña, da de comer a las gallinas, besa a un pollito. "Te bautizaré, como a tu madre", le dice. Habla con Campanilla, una burrita: "Eres todo lo que tengo".

En una capilla de montaña enciende velas ante una imagen europea de la Virgen. "Oh, María, escúchame, no tengo a nadie, tengo un secreto, protege a mis padres", reza. Y en una cruz de hierro en la montaña ata unas cintas. Recuerda cómo llegó a Europa en un bote que amenazaba hundirse. "Todos rezaban, tenían miedo, se sentían abandonados", dice. Tiene pesadillas, sueña con la ola gigante que casi les mata.

Los monjes que acogen, el padre asustado

En la hospedería del monasterio se alojan inmigrantes de varios países, africanos y de Europa del Este. Los 5 monjes tratan de ayudarles. Por fin Fortuna, nuestra niño etíope de 14 años, revela su secreto a Karim, compatriota musulmán de unos 30 años: la ha dejado embarazada.

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La película trata bien a los monjes y su generosidad, aunque no parecen tener muy claro lo que su comunidad tiene estipulado sobre compaginar acogida y oración

"¿Por qué añades tus problemas a los míos? Vas a deshacerte de él", le dice Karim en un ataque de rabia. La empuja y asusta. Ella no quiere abortar. Pero luego vemos a Karim rezar con otros 8 o 9 musulmanes, en una sala que tienen destinada a ello. Y él cambia de idea, o eso dice. Piensa que Dios proveerá por la nueva vida. Incluso bailan con otros huéspedes, como novios en una fiesta.

"Lo que quiero es casarme", dice ella. "Si tú me amas y yo te amo... aunque a veces me haces daño, yo te amo", insiste ella. Él la acoge, se bañan juntos, en una escena púdica, en la que no se ve nada, casi sin carga sexual, como un juego... pero muy inquietante, porque ella es una niña y él un adulto que la dobla en edad y no sabemos la sinceridad de él. "Estamos en un país rico, todo irá mejor mañana", dice Karim.

Fortuna es una niña cristiana etíope que le reza con devoción a la Virgen

Las autoridades y el mundo civil

Pero llegarán las autoridades suizas, empezarán a pedir papeles y acaba la tranquilidad. Kabir huye.

Los monjes se asustan con la policía. "Era forastero y me acogisteis", citan. Tienen una hospedería. Pero "tal vez nos excedimos", dudan. "¿Tenemos que renunciar a nuestro silencio y soledad? Dios sólo tiene nuestras manos, la fe sin obras está muerta. Hay que recibir a cada extranjero como a Cristo". No está muy claro a qué congregación pertenecen y cuál es, según su Regla, su carisma y obligación exacta para con los huéspedes.

Llega el momento en que las autoridades civiles descubren el secreto de Fortuna y preparan el camino para ella. Tiene que abortar porque lo pide un protocolo para menores extranjeros no acompañados. El abad hablará con el funcionario: la vida no puede estar tan planificada, la vida tiende a abrirse paso. A más de un espectador católico le puede parecer una resistencia insuficiente.

Y Fortuna sigue rezando a la Virgen, y se siente arropada en una escena hermosa y misteriosa, abrazada por una Madonna que es una reina africana. Ella, que también fue una adolescente embarazada y con burrita.

El final es abierto, pero todo ha crecido. Donde empezábamos con un pequeño fuego, hay ahora una hoguera. Donde soplaba una brisa, hay ahora un vendaval. El pollito que quería bautizar recibe un funeral cristiano. "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". Queremos creer que la vida, impulsada por el viento de Dios, se abre camino. Un filme hermoso, para suscitar la reflexión por la vía estética más que por la ética.



Fuente: Religión en Libertad