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miércoles, 16 de abril de 2025
Santo Evangelio 16 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Mt 26,14-25):
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».
«¿Acaso soy yo?»
Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE
(Cobourg, Ontario, Canadá)
Hoy, el Evangelio nos presenta tres escenas: la traición de Judas, los preparativos para celebrar la Pascua y la Cena con los Doce.
La palabra “entregar” (“paradidōmi” en griego) se repite seis veces y sirve como nexo de unión entre esos tres momentos: (I) cuando Judas entrega a Jesús; (II) la Pascua, que es una figura del sacrificio de la cruz, donde Jesús entrega su vida; y (III) la Última Cena, en la cual se manifiesta la entrega de Jesús, que se cumplirá en la Cruz.
Queremos detenernos aquí en la Cena Pascual, donde Jesucristo manifiesta que su cuerpo será entregado y su sangre derramada. Sus palabras: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará» (Mt 26,20) invita a cada uno de los Doce, y de modo especial a Judas, a un examen de conciencia. Estas palabras son extensivas a todos nosotros, que también hemos sido llamados por Jesús. Son una invitación a reflexionar sobre nuestras acciones, sean buenas o malas; nuestra dignidad; plantearnos qué estamos haciendo en este momento con nuestras vidas; hacia dónde estamos yendo y cómo hemos respondido al llamado de Jesús. Debemos respondernos con sinceridad, humildad y franqueza.
Recordemos que podemos esconder nuestros pecados de otras personas, pero no podemos ocultarlos a Dios, que ve en lo secreto. Jesús, verdadero Dios y hombre, todo lo ve y lo sabe. Él conoce lo que hay en nuestro corazón y de lo que somos capaces. Nada está oculto a sus ojos. Evitemos engañarnos, y recién después de habernos sincerado con nosotros mismos es cuando debemos mirar a Cristo y preguntarle «¿Acaso soy yo?» (Mt 26,22). Tengamos presente lo que dice el Papa Francisco: «Jesús amándonos nos invita a dejarnos reconciliar con Dios y a regresar a Él para reencontrarnos con nosotros mismos».
Miremos a Jesús, escuchemos sus palabras y pidamos la gracia de entregarnos uniéndonos a su sacrificio en la Cruz.
martes, 15 de abril de 2025
Santo Evangelio 15 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 13,21-33.36-38):
En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.
Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».
«Era de noche»
Abbé Jean GOTTIGNY
(Bruxelles, Bélgica)
Hoy, Martes Santo, la liturgia pone el acento sobre el drama que está a punto de desencadenarse y que concluirá con la crucifixión del Viernes Santo. «En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13,30). Siempre es de noche cuando uno se aleja del que es «Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero» (Símbolo de Nicea-Constantinopla).
El pecador es el que vuelve la espalda al Señor para gravitar alrededor de las cosas creadas, sin referirlas a su Creador. San Agustín describe el pecado como «un amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios». Una traición, en suma. Una prevaricación fruto de «la arrogancia con la que queremos emanciparnos de Dios y no ser nada más que nosotros mismos; la arrogancia por la que creemos no tener necesidad del amor eterno, sino que deseamos dominar nuestra vida por nosotros mismos» (Benedicto XVI). Se puede entender que Jesús, aquella noche, se haya sentido «turbado en su interior» (Jn 13,21).
Afortunadamente, el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar así la auténtica libertad. Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros». Seamos más listos. Decidámonos ahora. La Semana Santa es la ocasión propicia. En la Cruz, Cristo tiende sus brazos a todos. Nadie está excluido. Todo ladrón arrepentido tiene su lugar en el paraíso. Eso sí, a condición de cambiar de vida y de reparar, como el del Evangelio: «Nosotros, en verdad, recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno» (Lc 23,41).
lunes, 14 de abril de 2025
Santo Evangelio 14 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.
Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».
Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.
«Ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos»
Rev. D. Jordi POU i Sabater
(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Hoy, en el Evangelio, se nos resumen dos actitudes sobre Dios, Jesucristo y la vida misma. Ante la unción que hace María a su Señor, Judas protesta: «Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’» (Jn 12,4-5). Lo que dice no es ninguna barbaridad, ligaba con la doctrina de Jesús. Pero es muy fácil protestar ante lo que hacen los otros, aunque no se tengan segundas intenciones como en el caso de Judas.
Cualquier protesta ha de ser un acto de responsabilidad: con la protesta nos hemos de plantear cómo lo haríamos nosotros, qué estamos dispuestos a hacer nosotros. Si no, la protesta puede ser sólo —como en este caso— la queja de los que actúan mal ante los que miran de hacer las cosas tan bien como pueden.
María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: lo hizo «tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro» (Jn 12,3). Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados. Pues, ¿de quién, fuera de sus miembros, dijo: ‘Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños... me lo hacéis a mí? Vosotros gastáis aquello que os sobra, pero habéis hecho lo que es de agradecer para mis pies’».
La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.
Vuelve «Metanoia», impactante obra basada en un milagro que toca almas: dará lo obtenido al Cenáculo
Vuelve «Metanoia», impactante obra basada en un milagro que toca almas: dará lo obtenido al Cenáculo
Rafael Barrio interpretando al personaje en su obra "Metanoia. El toro de la conversión".
Conversión al catolicismo
El próximo sábado 12 de abril, el teatro Fernández-Baldor de Torrelodones (Madrid) será un año más el escenario de un pase especial de Metanoia. El toro de la conversión. Escrita y producida por Rafael Barrio, la obra de teatro basada en hechos reales relata el instante milagroso vivido por el actor una noche de 1996 en el que sobrevivió a una implacable sobredosis. Lo que presenció aquel día atraparía a Barrio, sembrando en él la necesidad de contar al mundo un encuentro y experiencia personal que hizo “retumbar los cimientos más profundos” de su existencia.
Si en 2024 se destinó lo recaudado a la Fundación Lázaro, en esta ocasión irá dirigido íntegramente a la Comunidad del Cenáculo.
Barrio, licenciado en Ciencias de la Información y Diplomado en arte dramático por el ACAE (Aula Complutense de Arte Escénico), formó parte de la Compañía Teatral de la Escuela, y simultáneamente participó en diversos montajes teatrales como Marat Sade (de Peter Weiss) y Otro Sueño de una Noche de Verano (adaptación libre de Félix Belencoso de la obra de Shakespeare)
Paralelamente formó junto con otros compañeros una compañía dedicada a la animación nocturna en las discotecas madrileñas y más tarde integró la Compañía de Carmen Segarra, participando en Días Felices (de Samuel Beckett) o El Tótem en la Arena (de Gil Albors). Finalmente participó en la serie El Súper de Tele 5.
Te contamos su historia completa:
Este sábado tendrá lugar una nueva representación de la obra de Rafael Barrio, `Metanoia´, un impactante relato de conversión que donará sus beneficios íntegramente a Fundación Lázaro.
Fue precisamente en ese momento de ascenso a la cima en su carrera artística cuando tuvo lugar el suceso que cambiaría su vida.
Como contó en su día a Religión en Libertad, el periodista de formación y empresario de profesión se preguntó desde entonces cómo alguien que ha estado en lo más oscuro de la vida pueda cambiar su forma de vivir, pensar y actuar por la misericordia de Dios.
De aquel proceso de reflexión surgió Metanoia, un legado artístico y relato de conversión que desde el primer momento se presentó "como una vocación, como una llamada de Dios" e incluso "un deber", el de "poner al servicio de Dios los dones que me dio para el arte dramático y contar mi historia, evangelizar con mi testimonio".
La obra se estructura en tres actos. Génesis. Pecado desvela a un protagonista que agoniza y contempla su propia alma debatiéndose entre la gracia y el pecado, en una pugna en la que vida y muerte luchan por conquistar el alma. La obra, escrita con un guion narrativo y continuas referencias taurinas, continúa con Infierno. Condenación, un segundo acto en el que Dios permite al agonizante contemplar el infierno y experimentar una vida al margen de la gracia. La historia se resolverá con un tercer acto, La lidia de la redención, en el que el alma afligida deberá tomar una última decisión.
Las entradas para el pase único de Metanoia en Madrid pueden adquirirse a través de este enlace. Todo lo recaudado se destinará a la Comunidad del Cenáculo.
Fuente.Religion en libertad
domingo, 13 de abril de 2025
Santo Evangelio 13 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Lc 22,14-23,56):
Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».
Y tomando pan, dio gracias; lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del Hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ése que lo entrega!».
Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?, ¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel».
Y añadió: «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos». Él le contestó: «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a, la cárcel y a la muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme».
Y dijo a todos: «Cuando os envié sin bolsa ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?». Contestaron: «Nada». Él añadió: «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: ‘Fue contado con los malhechores’. Lo que se refiere a mí toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les contestó: «Basta».
Y salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para no caer en la tentación». Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación».
Todavía estaba hablando, cuando aparece gente: y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?». Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron: «Señor, ¿herimos con la espada?». Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo: «Dejadlo, basta». Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra Él: «¿Habéis salido con espadas y palos a la caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas».
Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo: «También éste estaba con Él». Pero él lo negó diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pedro replicó: «Hombre, no lo soy». Pasada cosa de una hora, otro insistía: «Sin duda, también éste estaba con Él, porque es galileo». Pedro contestó: «Hombre, no sé de qué hablas». Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de Él dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?». Y proferían contra Él otros muchos insultos.
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les contestó: «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?». Él les contestó: «Vosotros lo decís, yo lo soy». Ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
El senado del pueblo o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que Él es el Mesías rey». Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le contestó: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de Él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero Él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de Él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo le he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo: «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás». A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Él les dijo por tercera vez: «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en Él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, qué volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: ‘Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado’. Entonces empezarán a decirles a los montes: ‘Desplomaos sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepultadnos’; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?».
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con Él. Y cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera", lo crucificaron allí, a Él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo: «Realmente, este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM
(Barcelona, España)
Hoy leemos el relato de la pasión según san Lucas. En este evangelista, los ramos gozosos de la entrada en Jerusalén y el relato de la pasión están en relación mutua, aunque el primer paso suene a triunfo y el segundo a humillación.
Jesús llega a Jerusalén como rey mesiánico, humilde y pacífico, en actitud de servicio y no como un rey temporal que usa y abusa de su poder. La cruz es el trono desde donde reina (no le falta la corona real), amando y perdonando. En efecto, el Evangelio de Lucas se puede resumir diciendo que revela el amor de Jesús manifestado en la misericordia y el perdón.
Este perdón y esta misericordia se muestran durante toda la vida de Jesús, pero de una manera eminente se hacen sentir cuando Jesús es clavado en la cruz. ¡Qué significativas resultan las tres palabras que, desde la cruz, escuchamos hoy de los labios de Jesús!:
—Él ama y perdona incluso a sus verdugos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
—Al ladrón de su derecha, que le pide un recuerdo en el Reino, también lo perdona y lo salva: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).
—Jesús perdona y ama sobre todo en el momento supremo de su entrega, cuando exclama: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).
Ésta es la última lección del Maestro desde la cruz: la misericordia y el perdón, frutos del amor. ¡A nosotros nos cuesta tanto perdonar! Pero si hacemos la experiencia del amor de Jesús que nos excusa, nos perdona y nos salva, no nos costará tanto mirar a todos con una ternura que perdona con amor, y absuelve sin mezquindad.
San Francisco lo expresa en su Cántico de las Criaturas: «Alabado seas, oh Señor, por aquellos que perdonan por tu amor».
sábado, 12 de abril de 2025
Santo Evangelio 12 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 11,45-56):
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para
Texto del Evangelio (Jn 11,45-56):
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para
«Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos»
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano
(Cervera, Lleida, España)
Hoy, de camino hacia Jerusalén, Jesús se sabe perseguido, vigilado, sentenciado, porque cuanto más grande y novedosa ha sido su revelación —el anuncio del Reino— más amplia y más clara ha sido la división y la oposición que ha encontrado en los oyentes (cf. Jn 11,45-46).
Las palabras negativas de Caifás, «os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación» (Jn 11,50), Jesús las asumirá positivamente en la redención obrada por nosotros. Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, ¡en la Cruz muere por amor a todos! Muere para hacer realidad el plan del Padre, es decir, «reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11,52).
¡Y ésta es la maravilla y la creatividad de nuestro Dios! Caifás, con su sentencia («Os conviene que muera uno solo...») no hace más que, por odio, eliminar a un idealista; en cambio, Dios Padre, enviando a su Hijo por amor hacia nosotros, hace algo maravilloso: convertir aquella sentencia malévola en una obra de amor redentora, porque para Dios Padre, ¡cada hombre vale toda la sangre derramada por Jesucristo!
De aquí a una semana cantaremos —en solemne vigilia— el Pregón pascual. A través de esta maravillosa oración, la Iglesia hace alabanza del pecado original. Y no lo hace porque desconozca su gravedad, sino porque Dios —en su bondad infinita— ha obrado proezas como respuesta al pecado del hombre. Es decir, ante el “disgusto original”, Él ha respondido con la Encarnación, con la inmolación personal y con la institución de la Eucaristía. Por esto, la liturgia cantará el próximo sábado: «¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Oh feliz culpa que mereció tal Redentor!».
Ojalá que nuestras sentencias, palabras y acciones no sean impedimentos para la evangelización, ya que de Cristo recibimos el encargo, también nosotros, de reunir los hijos de Dios dispersos: «Id y enseñad a todas las gentes» (Mt 28,19).
15 consejos para la batalla espiritual: cómo reforzar tu vida de oración
15 consejos para la batalla espiritual: cómo reforzar tu vida de oración
Hombres rezan el Rosario en la calle
Hombres rezan el Rosario en la calle
La vida espiritual es un auténtico combate. Ya dice la Escritura, concretamente el Eclesiástico: “Si quieres servir al Señor, prepárate para la prueba”. Y en esta batalla los enemigos son esencialmente tres: el diablo, la carne y el mundo.
La batalla espiritual es una constante en la vida del cristiano y para poder luchar eficazmente y para ella es necesario tenacidad y resistencia. En el Génesis aparece un bello episodio que muestra de manera muy bella esta lucha. Se trata de la lucha de Jacob que duró toda una noche contra Dios mismo. Jacob luchó valientemente y no soltó a su oponente hasta recibir una bendición. Debido a su paciencia y perseverancia, Dios le otorgó su bendición, pero antes de hacerlo, Jacob sufrió una herida en el nervio ciático. Por esa razón, al día siguiente, se le vio caminar con una marcada cojera.
Parte de la batalla espiritual constante es luchar por un crecimiento auténtico en nuestra vida de oración. Rezar puede parecer sencillo, pues se puede hacer en cualquier momento y circunstancia. Sin embargo, la experiencia de multitud de cristianos es que siempre parece que existen obstáculos que impiden adentrarse en la oración de una manera auténtica.
Para ayudar a lograr esta vida de oración real y profunda el padre Ed Broom ofrece en Catholic Exchange 15 breves consejos para construir y reforzar esta vida de oración que tanto bien hará a quien eleve estas oraciones y a los que le rodean.
1.Reconocer su importancia. Es fundamenta convencerse de la importancia de la oración para la conversión, santificación y salvación eterna. Lo que el aire es para los pulmones, así es la oración para el alma. Por eso sin oración el alma se marchita.
2. Definir qué es oración. El Catecismo utiliza la definición de San Juan Damasceno, que dice: “La oración es la elevación de la mente y del corazón a Dios”. Mientras que Santa Teresa afirmaba que es “hablar de amistad con quien sabemos nos ama”. Esto es la oración, estar con Dios disfrutando de su compañía.
3.Ponte en presencia de Dios. San Ignacio de Loyola, autor de los Ejercicios Espirituales, sugiere empezar la oración imaginando que el Señor mira a cada uno con gran amor.
4. Jesús es un ser personal. Santa Teresa de Ávila anima encarecidamente a contemplar la humanidad de Jesús, imaginar a Jesús en su naturaleza humana: cansado, sediento, triste, feliz, alegre, temeroso. Desde este lugar de comprensión y empatía, es bueno ofrecer nuestros pensamientos, experiencias, emociones y deseos. Él quiere una relación cercana con cada uno.
5. Utiliza imágenes sagradas. Pinturas, imágenes, íconos, estatuas, fotografías, arte... Todas ellas pueden ser muy útiles en la oración. Encuentra la imagen que más cautive tu mente y utilízala para catapultarte a lo más alto en tu vida de oración.
6. La importancia de la confesión. A veces la oración resulta difícil porque la conciencia no está en paz. Para remediar esta inquietud es recomendable acudir a la confesión. Dice una de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
7. Leer. Santa Teresa de Ávila recomienda la lectura espiritual para educarnos en el arte de la oración. Ella misma no permitía que entrara en el convento a ninguna mujer que no supiera leer, porque lo consideraba una necesidad en la vida espiritual. La Sagrada Escritura, la Palabra de Dios, debe ser una fuente primaria de oración.
8. Empezar el día rezando. El evangelista San Marcos presenta un día típico en la vida pública de Jesús resaltando el hecho de que se levantaba a rezar antes del amanecer. Muchos perciben que si la oración se retrasa o se realiza alguna actividad previa a menudo se omite o se hace mal. Para evitar que esto suceda conviene seguir el ejemplo de Cristo y dedicar a Dios los primeros momentos de cada día.
9. Pedir ayuda a Dios. San Agustín afirmaba: “Todos somos mendigos ante Dios”. Esto significa que realmente dependemos de Él para todo. Jesús dijo: “Sin mí no podéis hacer nada”, pero también “todo es posible para Dios”. Por eso es bueno pedir a Dios la gracia de aprender el arte de la oración y ponerlo en práctica.
10. Pedir oración a otros. El cristiano tiene que tener la humildad suficiente para pedir a otros que recen por él. En su epístola, Santiago escribe: “La oración del justo es muy poderosa ante Dios”. Pedir ayuda incluye la intercesión de los santos, especialmente de María, y de los ángeles.
11. Buscar un lugar sagrado. Incluso Jesús tenía un lugar especial para rezar: el Huerto de Getsemaní. Por eso mismo, cada uno debería tener un lugar especial hablar con Dios, un sitio al que se pueda acudir con regularidad y que sea tranquilo.
12. Rezar delante del Santísimo. El Venerable Fulton J. Sheen era famoso por promover la Hora Santa diaria, “La Hora del Poder”, delante del Santísimo Sacramento. Rezaba esta Hora Santa todos los días de su vida y así fue un gran instrumento para llevar el Reino de Dios por todo el mundo.
13. Buscar dirección espiritual. Todos los santos están de acuerdo en la necesidad de una dirección espiritual adecuada. La vida espiritual no está hecha para recorrerla solo. Jesús caminó con sus discípulos; por lo tanto, todos debenbuscar acompañamiento espiritual.
14. Vivir en la presencia de Dios. Un elemento clave para crecer en una relación más profunda con Dios es vivir conscientes de su Presencia en todo tiempo y lugar. San Pablo en Atenas citó a un poeta de su época con estas palabras: “En Él vivimos, nos movemos y existimos”. Que Dios nos conceda la gracia de ser conscientes de Él en las personas, en la naturaleza, así como en todas las circunstancias de la vida.
15. Nunca hay que rendirse. Uno de los dichos clásicos de Santa Teresa de Ávila es que “debemos tener la determinación de no renunciar nunca a la oración”. Jesús lo expresó con estas sencillas pero poderosas palabras: “El que persevere hasta el fin se salvará”. Esto se aplica sin duda a la oración. Incluso cuando se esté desanimado, distraído o atrapado en un período de sequía, nunca hay que abandonar la oración. Estos son los momentos para orar con más intensidad.
Fuente; Religión en Libertad
viernes, 11 de abril de 2025
Santo Evangelio 11 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 10,31-42):
En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.
«¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?»
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao
(Barcelona, España)
Hoy viernes, cuando sólo falta una semana para conmemorar la muerte del Señor, el Evangelio nos presenta los motivos de su condena. Jesús trata de mostrar la verdad, pero los judíos lo tienen por blasfemo y reo de lapidación. Jesús habla de las obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan, de cómo puede darse a sí mismo el título de “Hijo de Dios”... Sin embargo, habla desde unas categorías difíciles de entender para sus adversarios: “estar en la verdad”, “escuchar su voz”...; les habla desde el seguimiento y el compromiso con su persona que hacen que Jesús sea conocido y amado —«Maestro, ¿dónde vives?», le preguntaron los discípulos al inicio de su ministerio (Jn 1,38)—. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos.
Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, un nuevo rostro de Dios y será escupido, una nueva fraternidad y será abandonado.
De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). Jesús ha de huir al otro lado del Jordán y quienes de verdad creen en Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.
Vuelve «Metanoia», impactante obra basada en un milagro que toca almas: dará lo obtenido al Cenáculo
Vuelve «Metanoia», impactante obra basada en un milagro que toca almas: dará lo obtenido al Cenáculo
Rafael Barrio.
Rafael Barrio interpretando al personaje en su obra "Metanoia. El toro de la conversión".
El próximo sábado 12 de abril, el teatro Fernández-Baldor de Torrelodones (Madrid) será un año más el escenario de un pase especial de Metanoia. El toro de la conversión. Escrita y producida por Rafael Barrio, la obra de teatro basada en hechos reales relata el instante milagroso vivido por el actor una noche de 1996 en el que sobrevivió a una implacable sobredosis. Lo que presenció aquel día atraparía a Barrio, sembrando en él la necesidad de contar al mundo un encuentro y experiencia personal que hizo “retumbar los cimientos más profundos” de su existencia.
Si en 2024 se destinó lo recaudado a la Fundación Lázaro, en esta ocasión irá dirigido íntegramente a la Comunidad del Cenáculo.
Barrio, licenciado en Ciencias de la Información y Diplomado en arte dramático por el ACAE (Aula Complutense de Arte Escénico), formó parte de la Compañía Teatral de la Escuela, y simultáneamente participó en diversos montajes teatrales como Marat Sade (de Peter Weiss) y Otro Sueño de una Noche de Verano (adaptación libre de Félix Belencoso de la obra de Shakespeare)
Paralelamente formó junto con otros compañeros una compañía dedicada a la animación nocturna en las discotecas madrileñas y más tarde integró la Compañía de Carmen Segarra, participando en Días Felices (de Samuel Beckett) o El Tótem en la Arena (de Gil Albors). Finalmente participó en la serie El Súper de Tele 5.
Te contamos su historia completa:
Este sábado tendrá lugar una nueva representación de la obra de Rafael Barrio, `Metanoia´, un impactante relato de conversión que donará sus beneficios íntegramente a Fundación Lázaro.
Nueva Evangelización
Joven actor promesa, presenció el infierno tras haber «matado a Dios»: lleva su conversión a escena
Fue precisamente en ese momento de ascenso a la cima en su carrera artística cuando tuvo lugar el suceso que cambiaría su vida.
Como contó en su día a Religión en Libertad, el periodista de formación y empresario de profesión se preguntó desde entonces cómo alguien que ha estado en lo más oscuro de la vida pueda cambiar su forma de vivir, pensar y actuar por la misericordia de Dios.
De aquel proceso de reflexión surgió Metanoia, un legado artístico y relato de conversión que desde el primer momento se presentó "como una vocación, como una llamada de Dios" e incluso "un deber", el de "poner al servicio de Dios los dones que me dio para el arte dramático y contar mi historia, evangelizar con mi testimonio".
La obra se estructura en tres actos. Génesis. Pecado desvela a un protagonista que agoniza y contempla su propia alma debatiéndose entre la gracia y el pecado, en una pugna en la que vida y muerte luchan por conquistar el alma. La obra, escrita con un guion narrativo y continuas referencias taurinas, continúa con Infierno. Condenación, un segundo acto en el que Dios permite al agonizante contemplar el infierno y experimentar una vida al margen de la gracia. La historia se resolverá con un tercer acto, La lidia de la redención, en el que el alma afligida deberá tomar una última decisión.
Las entradas para el pase único de Metanoia en Madrid pueden adquirirse a través de este enlace. Todo lo recaudado se destinará a la Comunidad del Cenáculo.
Fuente: Religión en Lihertad
jueves, 10 de abril de 2025
Santo Evangelio 10 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 13,1-15):
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?». Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros».
«Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros»
Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla
(Sevilla, España)
Hoy recordamos aquel primer Jueves Santo de la historia, en el que Jesucristo se reúne con sus discípulos para celebrar la Pascua. Entonces inauguró la nueva Pascua de la nueva Alianza, en la que se ofrece en sacrificio por la salvación de todos.
En la Santa Cena, al mismo tiempo que la Eucaristía, Cristo instituye el sacerdocio ministerial. Mediante éste, se podrá perpetuar el sacramento de la Eucaristía. El prefacio de la Misa Crismal nos revela el sentido: «Él elige a algunos para hacerlos partícipes de su ministerio santo; para que renueven el sacrificio de la redención, alimenten a tu pueblo con tu Palabra y lo reconforten con tus sacramentos».
Y aquel mismo Jueves, Jesús nos da el mandamiento del amor: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Antes, el amor se fundamentaba en la recompensa esperada a cambio, o en el cumplimiento de una norma impuesta. Ahora, el amor cristiano se fundamenta en Cristo. Él nos ama hasta dar la vida: ésta ha de ser la medida del amor del discípulo y ésta ha de ser la señal, la característica del reconocimiento cristiano.
Pero, el hombre no tiene capacidad para amar así. No es simplemente fruto de un esfuerzo, sino don de Dios. Afortunadamente, Él es Amor y —al mismo tiempo— fuente de amor, que se nos da en el Pan Eucarístico.
Finalmente, hoy contemplamos el lavatorio de los pies. En actitud de siervo, Jesús lava los pies de los Apóstoles, y les recomienda que lo hagan los unos con los otros (cf. Jn 13,14). Hay algo más que una lección de humildad en este gesto del Maestro. Es como una anticipación, como un símbolo de la Pasión, de la humillación total que sufrirá para salvar a todos los hombres.
El teólogo Romano Guardini dice que «la actitud del pequeño que se inclina ante el grande, todavía no es humildad. Es, simplemente, verdad. El grande que se humilla ante el pequeño es el verdaderamente humilde». Por esto, Jesucristo es auténticamente humilde. Ante este Cristo humilde nuestros moldes se rompen. Jesucristo invierte los valores meramente humanos y nos invita a seguirlo para construir un mundo nuevo y diferente desde el servicio.
miércoles, 9 de abril de 2025
Evangelio 9 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 8,31-42):
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre».
Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado».
«Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí»
Pe. Givanildo dos SANTOS Ferreira
(Brasilia, Brasil)
Hoy, el Señor dirige duras palabras a los judíos. No a cualquier judío, sino, precisamente, a aquellos que abrazaron la fe: Jesús dijo «a los judíos que habían creído en Él» (Jn 8,31). Sin duda, este diálogo de Jesús refleja el inicio de aquellas dificultades causadas por los cristianos judaizantes en la primera hora de la Iglesia.
Como eran descendientes de Abraham según la consanguineidad, esos tales discípulos de Jesús se consideraban superiores no solamente de los gentíos que vivían lejos de la fe, sino también superiores a cualquier discípulo no judío partícipe de la misma fe. Ellos decían: «Nosotros somos descendencia de Abraham» (Jn 8,33); «nuestro padre es Abraham» (v. 39); «solo tenemos un padre, Dios» (v. 41). A pesar de ser discípulos de Jesús, tenemos la impresión de que Jesús nada representaba para ellos, nada acrecentaba al que ya poseían. Pero es ahí donde se encuentra el gran error de todos ellos: los verdaderos hijos no son los descendientes según la consanguineidad, sino los herederos de la promesa, o sea, aquellos que creen (cf. Rom 9,6-8). Sin la fe en Jesús no es posible que alguien alcance la promesa de Abraham. Por tanto, entre los discípulos «no hay judío o griego; no hay esclavo o libre; no hay hombre o mujer», porque todos son hermanos por el bautismo (cf. Gal 3,27-28).
No nos dejemos seducir por orgullo espiritual. Los judaizantes se consideraban superiores a los otros cristianos. No es necesario hablar, aquí, de los hermanos separados. Pero pensemos en nosotros mismos. ¡Cuántas veces algunos católicos se consideran mejores que los otros católicos porque siguen este o aquel movimiento, porque observan esta o aquella disciplina, porque obedecen a este o a aquel uso litúrgico! Unos, porque son ricos; otros, porque estudiaron más. Unos, porque ocupan cargos importantes; otros, porque vienen de familias nobles... «Quisiera que cada uno de vosotros sintiera la alegría de ser cristiano… Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles» (Benedicto XVI).
Judío tibio, bebedor en la universidad, se reía de los cristianos hasta que investigó sobre Cristo
Judío tibio, bebedor en la universidad, se reía de los cristianos hasta que investigó sobre Cristo
Phillip Seeberg explica su viaje del judaísmo al catolicismo en CHNetwork
Phillip Seeberg ha contado a CHNetwork su testimonio de conversión desde su origen judío a la plena fe católica, en versión escrita y también en un diálogo en vídeo.
Nació en 1960 y creció en el suroeste de Chicago en una familia de padres judíos y un barrio de mayoría católica, descendientes de polacos e irlandeses. "Yo no sabía la diferencia entre católicos y protestantes. De hecho, no sabía nada del cristianismo, punto. Sabía que los cristianos creían en Jesús, pero no sabía qué significaba eso ni sabía nada del Nuevo Testamento", dice de su infancia.
Aunque su familia iba a veces a una sinagoga más bien conservadora, en casa se consideraban judíos reformados: no cumplían las normas kosher sobre pureza y alimentos, ni la fiesta del sabbat. "Mis padres no sabían hebreo ni asistían a los servicios religiosos, que eran mayoritariamente en hebreo", recuerda. A él sí lo llevaban a la escuela hebrea los martes, jueves y domingos durante 4 años.
"Y mientras estudiaba para mi Bar Mitzvá también asistí a servicios religiosos los viernes por la noche y los sábados por la mañana durante dos de esos años". Celebró la ceremonia con 13 años, "el primero en mi familia en más de 20 años. Dirigí casi todo el servicio del sábado por la mañana".
Poco después, su sinagoga se fusiono con otra, lejana. Ahora los oficios estaban a 5 kilómetros, acudir allí era muy incómodo y dejó de participar en la sinagoga.
Coche, fiesta y alcohol en la universidad
Fue el primero de su círculo de amigos en conseguir un coche (el viejo Chevelle de su padre) y eso le hizo popular en las fiestas nocturnas. Lleva a sus amigos a patinar, al cine, al béisbol... En su último año de educación secundaria ya bebía demasiado, casi cada noche en verano.
Una noche de verano de 1978 se dedicó con un amigo a conducir mientras disparaban piedras con un tirachinas a las ventanas de los vecinos. La policía le detectó y le detuvo una noche. Él mintió a sus padres asegurando no tener nada que ver, y ellos le creyeron. "Eso solo me hizo sentir peor. No merecía su apoyo. Estaba muy feliz de ir a la universidad ese otoño, porque no soportaba mirar a mi madre a los ojos y mentirle".
Tras unos meses en la universidad, viendo que sus padres habían contratado a un abogado para que le defendiera, decidió contarles la verdad. Se llegó a un acuerdo extrajudicial, pero la relación con sus padres quedó dañada un tiempo.
En el campus de la Universidad de Illinois había bastante gente hablando de Dios por los jardines y Phillip entendía que él debía poner orden en su vida. "Al escuchar a los predicadores, me di cuenta de que mi conocimiento de la Biblia era mínimo. Hablaban de profecías cumplidas, pero yo no sabía nada de profecías. Intenté convencerme de su autenticidad y de su inevitabilidad", recuerda.
"De niño, me habían dicho que los judíos no creíamos en Jesús como el Mesías, pero nunca me explicaron por qué. Desarrollé curiosidad por el cristianismo", explica.
Escuchaba a los predicadores de los jardines y patios de la universidad: era gratis y le parecía divertido cuando la gente les abucheaba.
Nuevo Testamento gratis, explorar la figura de Cristo
El Miércoles de Ceniza de 1979, la organización cristiana Los Gedeones, que dejan biblias en las habitaciones de hotel, repartió Nuevos Testamentos en el campus. "Tomé uno. Como judío, nunca había leído el Nuevo Testamento y me habría dado vergüenza comprar uno. Mi lado oscuro pensaba que podría usarlo para burlarme de los predicadores. Pero por un tiempo, ni siquiera lo leí".
Luego, un conocido le recomendó empezar por el Evangelio de Juan. Y lo leyó. Le pareció complejo y profundo y le llamó la atención Juan 5, 45-47: "No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?"
Al curso siguiente, le tocó un compañero de habitación que era un cristiano sincero. Un predicador del campus le dejó una tarjeta con una frase curiosa: "Si tras encontrarnos me olvidas, no has perdido nada. Si tras encontrarte con Jesús lo olvidas, lo has perdido todo".
Por primera vez, Phillip decidió consultar a Dios. "Comencé a orar a Dios todos los días para que me mostrara el verdadero camino. Quería ser un buen judío y comprender lo que decían las Escrituras. Yo le rezaba al Dios del Antiguo Testamento. Me pregunté lo mismo que muchos judíos del primer siglo: '¿Es este Jesús el Mesías profetizado?'".
Alec Hufford con niños católicos inmigrantes pobres en Israel, con los que aprendió mucho
Personajes
Era de origen judío en EEUU, se hizo cristiano y con los pobres de Israel encontró su vocación
Una experiencia del Espíritu Santo
El 28 de agosto de 1979 acudió a un encuentro de oración y estudio de la Biblia con uno de los predicadores del campus. "Durante nuestras oraciones, sentí algo así como una descarga eléctrica y no pude moverme. No sabía qué era entonces, pero ahora creo que era el Espíritu Santo", recuerda. "La noche siguiente me senté en medio del patio y oré unos 40 minutos, pidiendo a Dios perdón y guía. Me invadió tal sensación de satisfacción y paz que considero que esa fue la noche de mi conversión. Jesús había venido a mí y yo lo había aceptado. La noche siguiente, me bauticé en la piscina de un patio trasero".
¿Qué hacer con la tradición judía?
Pero Phillip ahora tenía que decidir qué aspectos de la tradición judía aún quería vivir o aplicar, y cuáles pensaba que ya no se le aplicaban. Por ejemplo, ¿debía acudir a los servicios judíos de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío? ¿Y al Yom Kippur, día de expiación de los pecados? "Después de reflexionar y orar un poco, decidí que creía que mis pecados fueron perdonados por Jesús en la cruz, y que no necesitaba asistir a esos servicios. Concluí que Rosh Hashaná y Yom Kipur habían quedado obsoletos".
Visitando a su familia en San Diego, sus padres encontraron que llevaba una Biblia en el bolsillo. "Les dije que solo la estaba leyendo", detalla. Pero poco después supieron que se había hecho cristiano. "Mis padres, en shock, amenazaron con sacarme de la universidad, pero después de la primera llamada, hablamos de la situación con calma, aunque un poco incómodos".
Phillip les comentó que Jesús estaba profetizado en el Antiguo Testamento. Sus padres pensaban que había un "Antiguo Testamento judío y otro cristiano y le enviaron una Biblia judía, pero cuando Phillip la leyó comprobó que eran prácticamente el mismo texto.
Peleas y divisiones entre los cristianos
Poco después, vio que varios grupos cristianos en los que participaba se habían enemistado. "Empecé a tener serias dudas sobre Cristo y los grupos en los que participaba. Se suponía que los cristianos debían ser amorosos, y la guerra de palabras que presenciaba parecía ir en contra de todo lo que había aprendido sobre la religión cristiana. Mi creencia en el cumplimiento de Cristo de muchas de las profecías del Antiguo Testamento me impidió recaer en mi origen judío, porque creía que las profecías debían cumplirse. Sin embargo, la presión de intentar encontrar mi identidad religiosa, sumada a mi carga de trabajo escolar, me hizo alejarme por un tiempo de toda afiliación religiosa".
Fue entonces, en 1980, cuando conoció en la universidad a Lisa, que era católica, y sería su novia y su esposa.
"Yo no quería unirme a la Iglesia Católica, en parte porque mi futuro suegro, de carácter firme, era un católico muy anticuado, y mi ego masculino no quería que pareciera que me sometía a él", recuerda. Buscaba una iglesia donde poder cantar a Dios, algo que siempre le acercó al Señor. Por otra parte, en algunas iglesias protestantes veía poco fervor y le parecían un mero evento social. Y veía iglesias que cedían ante el mundo en temas que la Biblia claramente condena, como las prácticas homosexuales. Tampoco le gustaban las iglesias que daban consejos sobre inversiones financieras.
Phillip Seeberg ha contado su testimonio de descubrimiento de Cristo y luego del catolicismo en CHNetwork
Phillip Seeberg ha contado su testimonio de descubrimiento de Cristo y luego del catolicismo en CHNetworkchnetwork
El catolicismo empezó a parecerle sensato y bien fundamentado. "Yo estaba de acuerdo con el Papa Juan Pablo II en la mayoría de los temas morales, y sentía que era muy importante que Lisa y yo rindiéramos culto juntos. El padre de Lisa era católico, pero su madre metodista. Por ello, Lisa nunca iba a la iglesia con su madre". Phillip acompañaba a Lisa a una iglesia católica que celebraba algunas misas en el gimnasio del colegio adyacente. "Yo disfrutaba del ambiente sencillo de ese gimnasio. Debido a mi origen judío y a la prohibición de los ídolos en esa fe, siempre me he sentido más cómodo adorando en un ambiente sin adornos", señala hoy.
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Testimonios
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En 1988, en una nueva parroquia, hizo el curso de iniciación cristiana para adultos y se incorporó a la Iglesia Católica el 25 de marzo de 1989.
Los "padres" y la Virgen María
Entre las cosas que le inquietaron al principio estaba el mandato de Mateo 23,9: "No llaméis padre a nadie en la tierra". Los católicos llamaban "padre" a los sacerdotes. Tardó años en descubrir el versículo siguiente: "Ni seáis llamados 'maestro', porque uno solo es vuestro maestro, Cristo". "Nadie parece tener problemas en llamar 'maestro' a otros. ¿No se refiere a 'padre' en la misma línea?"
Hacia 1999 y el año 2000 empezó a ir a más retiros y actividades de fe. En 2011, a través del biblista converso Scott Hahn y sus libros, vio la relación entre la Virgen María y el Arca de la Alianza. "A través de esta lectura, desarrollé un aprecio por ella que antes no tenía. También habló del Apocalipsis de una manera completamente nueva que me abrió los ojos a su esencia. No es futurista, sino eucarístico", descubrió.
P. Joseph Freedy
Personajes
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También fue creciendo su apreciación por la Eucaristía y la Confesión. "Podemos llegar a ser santos como Él es santo (véase Levítico 19:2 y Mateo 5:48). Hay gracia suficiente incluso para ese cambio profundo, siempre que sigamos caminando en amistad con Él", dice hoy Phillip.
Fuente: Religión en Libertad
martes, 8 de abril de 2025
Santo Evangelio 8 de Abril 2025
Texto del Evangelio (Jn 8,21-30):
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:«Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».
Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él
«Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy»
Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca
(Valldoreix, Barcelona, España)
Hoy, martes V de Cuaresma, a una semana de la contemplación de la Pasión del Señor, Él nos invita a mirarle anticipadamente redimiéndonos desde la Cruz: «Jesucristo es nuestro pontífice, su cuerpo precioso es nuestro sacrificio que Él ofreció en el ara de la Cruz para la salvación de todos los hombres» (San Juan Fisher).
«Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre...» (Jn 8,28). En efecto, Cristo Crucificado —¡Cristo “levantado”!— es el gran y definitivo signo del amor del Padre a la Humanidad caída. Sus brazos abiertos, extendidos entre el cielo y la tierra, trazan el signo indeleble de su amistad con nosotros los hombres. Al verle así, alzado ante nuestra mirada pecadora, sabremos que Él es (cf. Jn 8,28), y entonces, como aquellos judíos que le escuchaban, también nosotros creeremos en Él.
Sólo la amistad de quien está familiarizado con la Cruz puede proporcionarnos la connaturalidad para adentrarnos en el Corazón del Redentor. Pretender un Evangelio sin Cruz, despojado del sentido cristiano de la mortificación, o contagiado del ambiente pagano y naturalista que nos impide entender el valor redentor del sufrimiento, nos colocaría en la terrible posibilidad de escuchar de los labios de Cristo: «Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos?».
Que nuestra mirada a la Cruz, mirada sosegada y contemplativa, sea una pregunta al Crucificado, en que sin ruido de palabras le digamos: «¿Quién eres tú?» (Jn 8,25). Él nos contestará que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), la Vid a la que sin estar unidos nosotros, pobres sarmientos, no podemos dar fruto, porque sólo Él tiene palabras de vida eterna. Y así, si no creemos que Él es, moriremos por nuestros pecados. Viviremos, sin embargo, y viviremos ya en esta tierra vida de cielo si aprendemos de Él la gozosa certidumbre de que el Padre está con nosotros, no nos deja solos. Así imitaremos al Hijo en hacer siempre lo que al Padre le agrada.
Los niños sanan a los soldados mutilados en Ucrania: más eficaces que los terapeutas
Los niños sanan a los soldados mutilados en Ucrania: más eficaces que los terapeutas
Niños de Voluntarios de Bondad abrazan a soldados heridos en una parroquia grecocatólica de Ucrania
Hay un poder curativo en los niños, en su mirada, en su acogida, en su cercanía. Lo están experimentando en Ucrania muchos soldados veteranos, heridos y mutilados.
Hace algo más de un año, Ivanna Balko (Ivanka) fundó el Círculo Voluntarios de la Bondad. "Cada domingo logramos visitar tres o cuatro parroquias. Buscamos ante todo el calor humano", explica. Tienen el apoyo del obispo grecocatólico Yaroslav Priryz, de la eparquía de Sambir-Drohobych, y lo ha contado a Natalia Pavlyshyn, que lo publica en la web de la Iglesia Grecocatólica.
Los niños entran en el templo con los soldados. Acuden por invitación del párroco. Van juntos, tomados de la mano. Y entran al principio o al final de la misa. Los niños con camisas bordadas, o camisetas blancas, los soldados con uniforme, prótesis, bastones, cojeando. Los feligreses se miran con extrañeza. Muchos sienten temor o desconfianza hacia estos hombres marcados por heridas, quemaduras, o mutilaciones.
Los niños visitan a los soldados mutilados, sin los Voluntarios de la Bondad en Drohobych, UcraniaUGCC.UA
Los niños y los soldados les hablan. Cuentan algún testimonio. Cantan juntos. Y dan un mensaje a los feligreses: que no tengan miedo de los soldados heridos, de los que vuelven del horror de los combates. Que apoyen a sus familias.
"Dios no tiene otras manos que las nuestras”, dice Ivanna Balko, que siente que su misión es que los soldados heridos vuelvan a encajar con la sociedad. Y los niños son el puente que lo facilitan.
"Tratamos de no molestar a la gente, aunque vemos que muchos reaccionan llorando y expresando arrepentimiento, pero queremos que nuestra sociedad comprenda mejor a nuestros soldados", enfatizó Ivanna.
Visitando a los heridos en el hospital
Ivanna tomó conciencia de esta necesidad visitando soldados heridos en el hospital. Allí veía a los soldados desesperanzados, encerrados en sí mismos, encerrados en su dolor y con soledad.
Ivanna propuso a otras familias acudir al hospital con niños. "Nos propusimos enseñar a los niños que en nuestro país hay muchas personas con discapacidad debido a la guerra. Aunque a los adultos también hay que enseñarles. Es muy desagradable que los padres, al ver a un soldado herido, cubran los ojos de sus hijos o les digan: 'No mires'. Fue nuestro viaje con alumnos al hospital lo que nos hizo comprender que los niños deben estar cerca de los soldados heridos. Desde octubre de 2022, vamos dos veces por semana y organizamos eventos que implican a niños y militares".
Feligreses, soldados y niños de Voluntarios de la Bondad en una parroquia grecocatólica ucraniana
Los niños son más eficaces que los psicólogos
Ivanka hizo venir unos psicólogos de Varsovia para que la asesoraran. ¿Cómo ayudar a esos soldados heridos, en rehabilitación? Los psicólogos le confirmaron que los niños son lo que más ayuda a un soldado.
"A veces, los psicólogos necesitan meses para conseguir que un soldado hable. Un niño lo consigue en un sólo día, en un día logra que los soldados rían", explica Ivanna.
Fueron diseñando actividades conjuntas de niños y soldados, para hacer después de la misa, los domingos. En invierno, esquiar. En verano, a la piscina. "Los soldados con el cuerpo lleno de cicatrices a menudo se avergüenzan de su cuerpo, pero con los niños no les molesta, y nadan con ellos", detalla Ivanna. Para muchos soldados desmovilizados, los niños son el puente que les ha reconectado con la sociedad y la vida.
Participan también en el Centro Pastoral y de Rehabilitación Oranta, en Truskavets. Allí hay terapias para familias donde hay enfado entre padres e hijos.
"Vamos a diferentes escuelas. Nuestros soldados explican a los estudiantes qué vive un militar, por qué sus hijos pueden reaccionar de forma más brusca ante diversas situaciones, estar tristes y también enfatizan que deben ser amigos de ellos. También prestamos especial atención a los padres. Es importante transmitir que todos los prejuicios se basan en estereotipos. Los niños son una hoja de papel en blanco y a menudo son los padres quienes dan instrucciones: "no mires", "cierra los ojos", "da la espalda"... Por eso, el niño crece con la percepción de que un soldado es una amenaza. Por eso, es importante convencer a los padres y llevarlos al menos una vez con ellos para que puedan verlo todo".
Niños y soldados, juntos, participan en todo tipo de eventos. Por ejemplo, llevan flores a los maestros para agradecer su trabajo. Otras veces van de escalada a la montaña... ¡incluso con soldados que han perdido piernas!
"Necesitan abrazos, agradecimientos, no indiferencia"
También hay momentos tristes. A veces el párroco anuncia que unos soldados van a hablar al final de la misa pero muchos feligreses no se quedan. "¿Cómo deben sentirse los militares en ese momento? A veces parece que no se quiera a los soldados heridos, que no se espera que vuelvan", lamenta Ivanna ante estas actitudes. "Necesitan abrazos, palabras de agradecimiento, no indiferencia".
Ivanna señala además que en el frente hay muchas zonas con pocos capellanes, especialmente católicos. Muchos de los soldados que Ivanna acompaña en el Círculo de Bondad entran en un templo por primera vez en su vida.
Ivanna lamenta que hay pocos voluntarios también apoyando en esta tarea de cercanía y acompañamiento.
Uno de los militares que participa en estos encuentros confirma que dan vida a los soldados, y que hace que los niños no tengan miedo. "Nosotros (los militares) deberíamos ser tratados con naturalidad. Como siempre. Tratas con un ser humano. Las lesiones dejan huella en todos. Y a muchas personas no les gusta que les tengan lástima", explica.
Miradas vacías que cobran vida
Olya, una periodista que acude a las actividades del Círculo de Bondad, señala que parte del problema es que mientras la sociedad ucraniana honra con ceremonias a los soldados fallecidos, a los que vuelven heridos muchos les tratan como si fueran invisibles. "Me di cuenta de que yo también era una de esas personas. Desde julio de 2024 estoy constantemente con los Voluntarios y todos los sábados vengo al hospital e invito a los soldados a venir con nosotros. Sé que algunos de ellos no salieron del hospital durante varios meses. Veo cómo las miradas vacías cobran vida después de estos encuentros con los niños. ¡Estos cambios son inspiradores!"
Soldados ucranianos heridos y niños Voluntarios de la Bondad van juntos de excursión a la montaña
El capitán Verba, que ha visitado ya varias parroquias, dice que "cuando los niños se acercan a la gente es sumamente conmovedor y llega hasta lo más profundo del alma". El dolor compartido se lleva mejor, también el de las heridas o el de los seres queridos muertos en el campo de batalla o en bombardeos. "Nuestra fuerza está en la unidad. Y es en estos niños que vemos el futuro", considera.
Fuente: Religión en Libertad