miércoles, 3 de julio de 2024

Santo Evangelio 3 de Julio 2024



 Texto del Evangelio (Jn 20,24-29):


 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».



«Señor mío y Dios mío»


Rev. D. Joan SERRA i Fontanet

(Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de santo Tomás. El evangelista Juan, después de describir la aparición de Jesús, el mismo domingo de resurrección, nos dice que el apóstol Tomás no estaba allí, y cuando los Apóstoles —que habían visto al Señor— daban testimonio de ello, Tomás respondió: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré» (Jn 20,25).

Jesús es bueno y va al encuentro de Tomás. Pasados ocho días, Jesús se aparece otra vez y dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» (Jn 20,27).

—Oh Jesús, ¡qué bueno eres! Si ves que alguna vez yo me aparto de ti, ven a mi encuentro, como fuiste al encuentro de Tomás.

La reacción de Tomás fueron estas palabras: «Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28). ¡Qué bonitas son estas palabras de Tomás! Le dice “Señor” y “Dios”. Hace un acto de fe en la divinidad de Jesús. Al verle resucitado, ya no ve solamente al hombre Jesús, que estaba con los Apóstoles y comía con ellos, sino su Señor y su Dios.

Jesús le riñe y le dice que no sea incrédulo, sino creyente, y añade: «Dichosos los que no han visto y han creído» (Jn 20,28). Nosotros no hemos visto a Cristo crucificado, ni a Cristo resucitado, ni se nos ha aparecido, pero somos felices porque creemos en este Jesucristo que ha muerto y ha resucitado por nosotros.

Por tanto, oremos: «Señor mío y Dios mío, quítame todo aquello que me aparta de ti; Señor mío y Dios mío, dame todo aquello que me acerca a ti; Señor mío y Dios mío, sácame de mí mismo para darme enteramente a ti» (San Nicolás de Flüe).


6 cualidades necesarias para el matrimonio: casarse no es para cenizos ni rencorosos



 6 cualidades necesarias para el matrimonio: casarse no es para cenizos ni rencorosos

Unos novios ríen con una flor - foto de Carly Rae Hobbins en Unsplash

El matrimonio es algo solemne y elevado, pero también alegre, jovial y disfrutable - foto de Carly Rae Hobbins en Unsplash

Matrimonio para inconformistas (Rialp) es un libro de 160 páginas qué insiste en una idea: el matrimonio es para disfrutarlo.

Cada etapa, con los años, tiene sus desafíos y la pareja siempre necesitará ternura, trabajo, perdón, sinceridad y fidelidad, pero sus autores animan a trabajar para hacerlo disfrutable y no un ejercicio de estoicismo.

El libro es especialmente útil para novios (ayuda a elegir bien) y para matrimonios novatos e incluso para los veteranos, que han de aprender a explorar nuevas formas decrecer en su amor. Los autores son el matrimonio de Trini Puente y Alberto Baselga, Máster en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra, profesores en la UIC y padres de cuatro hijos. Ya escribieron anteriormente el libro Sexo para Inconformistas pero en este tomo participa también el comunicador Antonio Tormo. El matrimonio Baselga Puente tiene cuenta en Instagram LoNuestro.info con más de 20.000 seguidores.



Matrimonio para Inconformistas, un libro con ideas de Antonio Tormo y el matrimonio de Trini Puente y Alberto Baselga

"Hay que empezar a decir alto y claro que el matrimonio es para disfrutarlo, sin esconder que es el tipo de relación más complicada, que requiere una capacidad de empatizar que no todos tienen. Esto no quiere decir que sea algo solo para selectos, inalcanzable. Muchas veces se recalca tanto la parte de entrega y de sacrificio que parece que el matrimonio es lo único que cuesta en esta vida, y que otros aspectos como el trabajo, el estudio, el deporte, el control del peso, mantener una amistad y mil otros asuntos no requieren ese sacrificio. No es así: todo lo que vale cuesta".

El libro, en su primera parte, señala 6 tips o cualidades fundamentales para emprender el camino del matrimonio, que recogemos a continuación:

1. Cada uno tiene que conocerse y amarse a sí mismo

¿Por qué es tan importante amarse a uno mismo? "La razón es que al casarse ya no somos dos, sino una sola carne, por tanto, si uno no se ama a sí mismo ¿cómo amará a esa nueva carne? Imposible. Podrá seguir admirando a su cónyuge, pero no su matrimonio, esa nueva carne ya que no ama a la mitad de esa unión. Cuando uno se conoce y se ama resulta más fácil aceptar al otro, también con sus virtudes y debilidades".

2. Hay que tener capacidad de enamorarse

En el matrimonio se necesitan capacidades de inteligencia emocional como: motivarse, perseverar, controlar los impulsos, esperar para alcanzar gratificaciones, evitar que la angustia bloquee la razón, confiar... "Empatizar es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y ser aceptado", explican. En el matrimonio la empatía incluye hablar, expresar los sentimientos, escuchar con atención e interés y usar la mirada para expresar amor, acogida, apoyo...

3. Ha de haber deseo y la compatibilidad sexual

La compatibilidad sexual es, para los autores, básicamente la capacidad de sentirse mutuamente atraídos también en lo sexual. "Las personas sin deseo sexual no están capacitadas para casarse", dicen con rotundidad. La sexualidad forma parte del matrimonio. Hay que tomarse en serio el noviazgo y elegir bien a la persona con la que se quiere hacer una vida común. "¿Hay que acostarse con esa persona antes de casarse? La realidad es que no, hay que saber si esa persona nos atrae sexualmente o simplemente nos gusta su compañía. Nos atrae o no nos atrae". "No puedes obligarte por la voluntad a amar [sexualmente] a una persona. La podrás querer como amigo en el mejor de los casos, pero obligarte a que sea carne de tu carne va en contra de la esencia del matrimonio".



4. Requiere capacidad de perdonar

"Señal del amor hacia el otro es perdonar. Quizás sea la cualidad que más cuesta vivir. ¿Puedes olvidar y pasar página? Saber perdonar y saber disculpar es un ejercicio que hace crecer el amor. Hay que acompañar al otro en ese proceso y no meterle prisa para que nos perdone. Es verdad que el ofendido debe percibir el esfuerzo del otro en pedirle perdón. Es una situación complicada y a veces humillante", admiten los autores.

"Ir dejando cuentas pendientes sin perdonar y seguir adelante enfría el amor. Puede que sean muy buenos compañeros de piso pero ya no son amantes. Es una pena ir acumulando ofensas en la mochila de cada uno. Cuando alguien perdona, se siente libre y disfruta de su matrimonio y de la vida. Cuando es de doble dirección, madura y fortalece el amor, llevándolo al amor verdadero".

5. Hay que dar y también saber recibir

Lo de "dar sin esperar nada" no es parte de la lógica del matrimonio, avisan los autores. "Dar siempre impide al otro dar también. El matrimonio no es una competición de a ver quién es el que más se olvida de uno mismo. Consiste en hacerse felices mutuamente. Si uno está únicamente pendiente de hacer feliz al otro, no se dará cuenta de tantos detalles que el otro tiene y que no se disfrutan. El otro nunca sabrá si de verdad nos apetece una cosa o no. Lo que es peor, nos estará dando cosas que no nos gustan, creyendo que nos hace feliz".

"Negarse a recibir puede ser muy egoísta y hacer infeliz al otro. Cansa mucho una persona que nunca se siente feliz al recibir, por su deseo de negarse a disfrutar de las cosas. Disfrutar de las cosas es la posición más inteligente para ser feliz en el matrimonio", insisten.

6. Hay que saber ser feliz: el matrimonio no es para cenizos

"Hay personas que nunca son felices, siempre les falta algo para serlo. El que nunca está contento no puede tener vocación al matrimonio. En nuestra opinión, más bien sirve para vivir en el desierto sin molestar a nadie. El matrimonio es para gente optimista y no para cenizos. Las cosas buenas pasan, es verdad, pero hay que disfrutar a tope aunque sepamos que se acaban. Si nuestro amante nos ve disfrutar de ese momento a tope le estamos haciendo feliz y disfruta con nosotros".

"Hay que ser unos disfrutones de la vida, de lo bueno que tiene. Desear ser feliz no es voluntarismo ni inmadurez de carácter, es saber que hemos sido creados para ser felices. Saber disfrutar de una puesta de sol, del sonido de un río, de las olas del mar, de un abrazo, de un beso... no implica negar las dificultades de la vida. Saber ser feliz es una cualidad imprescindible en la vida matrimonial. Nadie puede ser feliz si cree que es imposible", advierten los autores.

Fuente: Religión el Libertad

martes, 2 de julio de 2024

Santo Evangelio 2 de Julio 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 8,23-27):

 En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».



«Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza»


Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet

(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).

El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).

Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios» (Nicetas de Remesiana).

Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe.

5 reglas «contraintuitivas» que podrían fortalecer tu matrimonio: «discutir» más y tener amigos

 


5 reglas «contraintuitivas» que podrían fortalecer tu matrimonio: «discutir» más y tener amigos

A veces, se necesita un tiempo para recordarnos que ser "una sola carne" no significa ser los mismos. En el matrimonio siempre se tienen intereses que difieren de los del otro, y así debería ser.

¿Tendrías que discutir más con tu esposa?, pues igual, en algunos casos, es lo mejor que podrías hacer. Como existen muchas formas de fortalecer un matrimonio, algunas de ellas no exactamente intuitivas, el portal All Pro Dad enumera cinco opciones "contradictorias" que pueden hacer que un día el "hasta que la muerte los separe" se haga realidad. 

1. Discutir más

A veces evitamos el conflicto en aras de mantener la paz y, al hacerlo, evitamos abordar cuestiones muy reales. Si tu mujer o marido está haciendo algo que crea una brecha entre los dos, alguien debería tener el valor de abordar el problema. Ya pudiera ser la forma en que te habla, las decisiones que toma sobre el dinero... cualquier tema puede ser objeto de una sana discusión, aunque, ciertamente, haya momentos en los que debas dejar pasar las cosas porque la relación es más importante.   

2. Consigue tu espacio

El tiempo que pasas junto a tu mujer o tu marido es fundamental. Pero también lo es el tiempo de "separación". La visión bíblica del matrimonio tiene como centro la idea de que "el hombre dejará a sus padres y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne". Sí, de alguna manera te vuelves "uno" con él o con ella, pero esa unidad nunca es a expensas de tu "identidad individual".

A veces, se necesita un tiempo para recordarnos que ser "una sola carne" no significa ser los mismos. En el matrimonio siempre se tienen intereses que difieren de los del otro, y así debería ser. Ambos necesitan la libertad de dedicarse a las cosas que les interesan sin sentirse culpables por ello. Por supuesto, siempre hay un sacrificio por los hijos, el trabajo y las obligaciones, pero una forma de servirse mutuamente es asegurarse de que el otro tenga un espacio para dedicarse a las cosas que les interesan.

3. Confía en amigos

Ningún matrimonio puede avanzar si el marido o la mujer son lo único en esta vida. Tu esposa puede ser tu mejor confidente, en el sentido de que te conoce y te apoya de una manera que otros no lo hacen, pero necesitas un sistema de apoyos más amplios. Personas en tu vida que puedan caminar contigo, animarte y apoyarte a ti y a tu matrimonio cuando los tiempos sean difíciles.

Sacar tiempo para charlar con personas sólidos en la fe es esencial si quieres ser el mejor marido o la mejor esposa. Esto no tiene por qué ser semanal. Se pueden tener amigos con los que comunicarse regularmente a través de mensajes de texto, a quienes solo se ven cuatro veces al año. De una forma u otra, fortalecer el matrimonio es fortalecer también las amistades y viceversa.

4. Decir que no

Muchas veces se inician discusiones en la pareja en las que, en realidad, un "no" o un "sí" no es tan relevante, y otras, en cambio, es necesario tomar decisiones trascendentales, aunque ello conlleve el enfado de la otra persona. En determinados casos, hay que saber, como mínimo, manifestar estar en desacuerdo, aunque luego se termine acatando lo que diga la otra persona. 

5. Abraza el silencio

A menudo, tenemos miedo al silencio. Vivimos en una cultura ruidosa en la que somos bombardeados constantemente con sonidos de diversa índole. En los matrimonios, puede resultar tentador pensar que es necesario que haya "ruido" constante. Ya sea cuando se está discutiendo el cómo fue el día, cuando se habla de cuáles serán los planes para la semana o de cómo tratar con los niños. Pareciera que siempre hay algo de lo que hablar, pero, a veces, necesitamos estar presentes sin ninguna agenda marcada.

Digamos: "Hoy no hay ningún problema que resolver". El simple hecho de estar con la pareja, sin ningún propósito más allá de la conexión, es algo que no tiene precio para fortalecer el matrimonio. Como dijo el autor escocés del siglo XIX George MacDonald: "Pocos placeres pueden igualar la mera presencia de alguien en quien confiamos plenamente". Es muy necesario estar presente con tu esposa sin una agenda, y practicar estar en silencio juntos.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 1 de julio de 2024

Santo Evangelio 1 de Julio 2024



 Texto del Evangelio (Mt 8,18-22):

 En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».



«Sígueme»


Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos actualmente.

En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y de confianza del Papa San Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.


Esta monja no era católica y la misa le parecía un «espectáculo»... hasta que alguien la arrodilló



 Esta monja no era católica y la misa le parecía un «espectáculo»... hasta que alguien la arrodilló

María de Betania, dominica de Nashville

La hermana María de Betania ni siquiera era católica y ahora es una feliz religiosa dominica

La hermana Mary Bethany (María de Betania) es una de las numerosísimas jóvenes monjas que llenan el monasterio de las dominicas de Nashville, uno de los mayores fenómenos vocacionales que hay en estos momentos, y que cada vez atrae a más chicas que quieren entregar su vida a Dios.

Ella nunca imaginó que acabaría siendo monja, sobre todo porque ni siquiera era católica. Cuando era una adulta joven se bautizó, confirmó y recibió la Eucaristía durante una Vigilia Pascual. Se había enamorado de casualidad de un Dios al que apenas conocía y en el santuario de la Medalla Milagrosa de París tuvo la certeza de que estaba claramente llamada a ser católica.

“Mi camino hacia el convento está íntimamente ligado a mi camino hacia la Iglesia Católica”, cuenta en la web de las dominicas de Nashville.

Hasta la Educación Secundaria no era consciente de la existencia de Dios. Ella misma relata que “una maestra de teatro en la escuela de artes escénicas a la que asistí fue la primera que compartió conmigo las verdades más básicas de nuestra fe. Muy rápidamente me enamoré perdidamente de Dios y cuando se lo dije a ella, recuerdo claramente que un día me preguntó: ‘¿no te irás a convertir en monja, verdad?’. Me apresuré a responder: "¡Ni siquiera soy católica!".

La conversión en la Medalla Milagrosa de París

Tras acabar Secundaria pudo realizar un programa de intercambio de una escuela de danza y viajó a Inglaterra durante seis semanas. Fue ya casi al final de su estancia allí donde un amigo le invitó a misa por primera vez. Desde su perspectiva artística, pero sin conocimiento alguno de la fe y la liturgia, asegura que quedó impresionada y lo veía como un “espectáculo” fabuloso por las “coreografías, vestuario y canciones fascinantes”. De hecho, quería ir a misa una y otra vez así que antes de volver a su casa fue a todas las Eucaristías que pudo.



Dominicas de Nashville

Pero la verdadera conversión de la Hermana María de Betania se produjo en el santuario parisino de la Medalla Milagrosa. Era 1999, se celebraba la fiesta de los santos Pedro y Pablo, estaba sentada en el último banco y los fieles volvían a sus asientos tras comulgar.

Como hacía cada vez que iba a misa ella se queda sentada disfrutando del “espectáculo”. Pero algo ocurrió ese día. “Un completo desconocido que estaba arrodillado junto a mí, me sonrió, tomó mi brazo con su mano y suavemente me puso de rodillas también”, recuerda.

De este modo, la ahora monja señala que “en el instante en el que mis rodillas tocaron el reclinatorio de repente me di cuenta de toda la verdad, que esto no era sólo un ‘espectáculo’ y que el hombre clavado en la cruz ante mí no sólo había extendido sus brazos para ‘aquellos católicos’ sino también para mí”.

Igualmente, la Hermana María de Betania asegura que en ese instante “también supe que la estatua de la mujer con sus brazos extendidos hacia mí, a quien los católicos llamaban María, fue la que me llevó a su Hijo. Sobre todo, supe que Jesús estaba realmente en la pequeña ‘caja’ de oro y que sólo una cosa me impedía recibir a Dios dentro de mí: el bautismo”.

Así que así fue como el 22 de abril del año 2000 en la Vigilia Pascual, “una noche gloriosa que nunca olvidaré”, entró a formar parte de la Iglesia y recibió a Jesús por primera vez.

Del bautismo a la vocación

“Desde la primera vez que me plantearon la cuestión de la vocación religiosa, el deseo de entregar mi vida a Dios como religiosa fue creciendo. Después de mi bautismo, mi corazón estaba verdaderamente lleno de gratitud y supe que nunca podría devolverle el gozo que me había dado en mi fe. También estaba segura de que solo Él podía satisfacer mi corazón. No podía imaginar un novio más perfecto”, explica.



Jóvenes dominicas de Nashville

Gracias a un amigo sacerdote conoció a las hermanas dominicas de Nashville. Estaba convencida de entregar su vida a Dios, pero quería elegir bien dónde.

“Conduje hasta el convento y decidí ‘entrevistar’ a las Hermanas con preguntas diseñadas para ayudarme a evaluar si su comunidad era una buena opción para mí. Les expliqué que estaba buscando tres cosas en la congregación a la que sentía que Dios me estaba llamando a unirme: un amor profundo por la Eucaristía con el Santo Sacrificio de la Misa como fuente y cumbre del día; una verdadera devoción a María manifestada llevando el rosario y rezando juntos el rosario todos los días como comunidad; y un amor por nuestro Santo Padre y un gran deseo de difundir la gran noticia de nuestra fe católica al mundo entero, particularmente a los jóvenes. Cuando las Hermanas me escucharon decir estas tres cosas, sonrieron y dijeron: ‘Tenemos esas tres’. ¡Solo entonces accedí a sentarme y escuchar más!”, relata María de Betania.

Finalmente en 2003 ingresó en este convento y en 2010 profesó sus votos perpetuos. Por ello, afirma convencida que “la mejor decisión que he tomado en mi vida ha sido convertirme en católica. La segunda fue ingresar en el convento”.

“Todos los días, cuando me pongo el santo hábito de Santo Domingo Dios me sigue asombrando por el amor tan tierno que tiene por cada uno de nosotros. ¡Él verdaderamente ha derramado su bondad sobre mí y estoy llena de gozo sabiendo que soy totalmente suya”, concluye.

Publicado originariamente en ReL el 12 de febrero de 2021