jueves, 2 de mayo de 2024

Santo Evangelio 2 de Mayo 2024

 


Texto del Evangelio (Jn 15,9-11):

 En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».



«Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros»


Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés

(Tarragona, España)

Hoy escuchamos nuevamente la íntima confidencia que Jesús nos hizo el Jueves Santo: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros» (Jn 15,9). El amor del Padre al Hijo es inmenso, tierno, entrañable. Lo leemos en el libro de los Proverbios, cuando afirma que, mucho antes de comenzar las obras, «yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo» (Prov 8,30). Así nos ama a nosotros y, anunciándolo proféticamente en el mismo libro, añade que «jugando por el orbe de su tierra, mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8,31).


El Padre ama al Hijo, y Jesús no deja de decírnoslo: «El que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él» (Jn 8,29). El Padre lo ha proclamado bien alto en el Jordán, cuando escuchamos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido» (Mc 1,11) y, más tarde, en el Tabor: «Éste es mi Hijo amado, escuchadle» (Mc 9,7).


Jesús ha respondido, «Abbá», ¡papá! Ahora nos revela, «como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros». Y, ¿qué haremos nosotros? Pues mantenernos en su amor, observar sus mandamientos, amar la Voluntad del Padre. ¿No es éste el ejemplo que Él nos da?: «Yo hago siempre lo que le agrada a Él».


Pero nosotros, que somos débiles, inconstantes, cobardes y —por qué no decirlo— incluso, malos, ¿perderemos, pues, para siempre su amistad? ¡No, Él no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas! Pero si alguna vez nos apartásemos de sus mandamientos, pidámosle la gracia de volver corriendo como el hijo pródigo a la casa del Padre y de acudir al sacramento de la Penitencia para recibir el perdón de nuestros pecados. «Yo también os he amado —nos dice Jesús—. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado» (Jn 15,9.11).


En muerte clínica, Irmina «conoció» al demonio, el cielo y el infierno: Jesús la «devolvió» curada

 


En muerte clínica, Irmina «conoció» al demonio, el cielo y el infierno: Jesús la «devolvió» curada

Chica en cama de hospital

"Me sentía sola, sentí la presencia de espíritus malignos. Venían en gran número, me golpearon y me atormentaron. Me tiraban y querían llevarme con ellos. Sin embargo, les dije que no me entregaría a ellos" (foto:Pexels/imagen de recurso).

"Antes del accidente era creyente, pero, poco a poco, comencé a distanciarme de Dios. Dejé de ir a la iglesia y de rezar. Caí en malas compañías. Empecé a consumir drogas, beber alcohol y a ir a fiestas. Estuve gravemente enferma durante algún tiempo. Dejé de preocuparme por mí, hice todo lo posible por destruirme", comenta Irmina en el portal Trwajcie w milosci.

La polaca comenzó a interesarse por la magia negra, invocaba espíritus y acudía a adivinos. "Todo esto abrió la puerta al espíritu maligno... Estaba atrapada en graves pecados y tenía pensamientos suicidas. Dos semanas antes del accidente, quería suicidarme", explica. 

 Salí de mi cuerpo y vi cómo me operaban

El 7 de noviembre de 2015 acudió a un concierto que, sin saberlo, estaba organizado por una secta satánica. "En el camino choqué de frente con un coche que venía en dirección contraria. Grité fuerte a Dios: '¡Señor Dios, si puedes oírme, ¡no me dejes morir, hazme vivir!'. Dios me escuchó. Mi ángel de la guarda estaba conmigo y me dijo: 'No te preocupes, todo estará bien'", relata.

"Me llevaron al hospital en estado grave. Estaba en coma, en la unidad de cuidados intensivos. Tuve traumatismo multiorgánico, insuficiencia respiratoria aguda y muchas fracturas muy complicadas. Todas mis funciones vitales se detuvieron. No podía respirar por mi cuenta ni bombear sangre. Aún así, veía todo lo que sucedía a mi alrededor".

"No podía moverme, experimenté algo típico de las personas que han sobrevivido a la muerte clínica: salí de mi cuerpo y observé desde arriba cómo los médicos me operaban. Le dije a Dios: '¿Cómo es posible que me vea a mí y a los médicos?'. De repente me encontré en un lugar gris y frío. Sentí un dolor y un sufrimiento que me acompañaba todo ese tiempo", explica Irmina.


Irmina


"En el camino choqué de frente con un coche que venía en dirección contraria. Grité fuerte a Dios: '¡Señor Dios, si puedes oírme, ¡no me dejes morir, déjame vivir!'".

Pero, todo se iba a complicar un poco más. "Me sentía sola, sentía la presencia de espíritus malignos. Venían en gran número, me golpeaban y me atormentaban. Me tiraban y querían llevarme con ellos. Pero, les dije que no me entregaría y que pertenecía a Dios. Me respondieron: '¡Eres un pecadora, Dios no te quiere!'. Los demonios sabían que estaba indefensa. Entonces experimenté un gran sufrimiento por su culpa. Seguí diciéndoles que mi alma pertenecía a Dios y que nunca, aunque siguieran golpeándome, se la daría", comenta. 

Gracias a la Virgen, aquel tormento cesó. "Los demonios me atacaban y comencé a decir la oración Bajo Tu Protección. Entonces Nuestra Señora acudió a mí. María vestía túnicas blancas y azules. Su rostro era hermoso. Había tanto amor en Ella. Nunca había experimentado tanta abundancia de amor, paz y alegría interior. Con un gesto de su mano, Nuestra Señora ahuyentó a todos los demonios, quienes inmediatamente huyeron con terribles blasfemias. En ese momento experimenté una gran paz", asegura.

Al estar clínicamente muerta, Irmina no tenía sentido del tiempo. "Después de ser atacada por los demonios y protegida por Nuestra Señora me encontré en una completa oscuridad. De repente apareció una luz misteriosa en medio de la oscuridad. No era deslumbrante ni cegadora, pero llevaba amor. Era una enormidad de amor tan grande que nada de lo que había experimentado antes podía compararse con ello".

"En este túnel de luz, vi a una figura acercándose hacia mí. No caminaba, sino que parecía que fluía. Miré incrédula cuando vi a una persona vestida con túnicas y sandalias. Pensé: '¡Es el Señor Jesús!'. Al principio no me lo creía. Pero Él me sonrió. Recuerdo que su bondad y alegría eran tan grandes que me abrumaron. Jesús vino a mí y me dijo: '¡Confía en mí!'. Le respondí: 'Señor Jesús, no soy digno de mirarte'".

"Y, Él me respondió: '¡Mírame! Irmina, eres una buena persona. Todos se han perdido de alguna manera. Siempre decías oraciones, te escuché'. Entonces rompí a llorar y Él me dijo: '¡Dame tu mano! Creeme, ¡todo irá bien!'. Entonces estreché Su mano y me llevó con Él. Juntos flotamos a través de una especie de túnel oscuro. De repente vi la aterradora realidad del infierno. Parecía el cráter redondo de un volcán del que manaban lava, calor y terribles gritos, gemidos y odio. Los demonios intentaban arrastrarme", recuerda Irmina.

Jesús me mostró el cielo

Sin embargo, los demonios cayeron al infierno e Irmina, junto con Jesús, cruzaron sanos y salvos al otro lado. "Entonces vi una tierra de impresionante belleza. ¡Nunca había visto algo así en mi vida! ¡No tengo palabras para expresar lo hermoso y maravilloso que era! El cielo está lleno de felicidad, libertad y amor. Me dije: 'Me quedaré aquí. ¡Es tan maravilloso!'".

"Jesús hizo que me diera cuenta de que hay un cielo y un purgatorio donde las personas sufren las consecuencias de sus pecados y maduran hasta llegar al cielo, y que hay una realidad aterradora que es el infierno eterno. Mientras estaba en coma, los médicos llamaron a mi familia y les informaron de que estaba en estado crítico y de que tenían que despedirse de mí porque me estaba muriendo, que no sobreviviría hasta la mañana".

Irmina estaba en un hospital en Wrocław (Polonia), y cuando su ex novio, a quien había dejado antes de entrar en la mala vida, se enteró de su estado, fue a verle desde Poznań. "Él rezaba por mí, cuidándome todo el día. Sus padres habían muerto de cáncer. Él me pidió  llorando que no muriera yo también. Decidió ir a la iglesia a rezar, pero el templo ya estaba cerrado. Entonces se detuvo junto a la estatua de María y empezó a gritar a Dios y a Nuestra Señora para que me dijeran que debía volver con él, porque me necesitaba".

IrminaIrmina mientras estuvo en muerte clínica tras el accidente.



"También empezó a pedir a sus padres que me dijeran que debía volver con él. Estando clínicamente muerta, escuché su llamado. Me acordaba muy bien de la madre de este chico. Estaba con ella cuando murió. Juré que tras su muerte cuidaría de su hijo y que nunca lo abandonaría. Sin embargo, no cumplí esta promesa. Y de repente, mientras estaba clínicamente muerta, ¡observé a los padres de mi ex novio a lo lejos! Se acercaron a mí y me abrazaron", relata Irmina.

"La madre de este chico me dijo: 'Irmina, ¿recuerdas lo que me prometiste? ¿No quieres volver a la tierra ahora? Dije que no. Sin embargo, insistieron: "¡Por favor, regresa!". Finalmente, entre lágrimas, acepté regresar a la tierra. Al despedirse de mí, los padres de mi ex me dijeron: 'Recuerda, cuando hables con nuestro hijo, dile que aunque ya no vivamos con él, siempre estamos con él y lo queremos mucho'".

"Entonces, llorando, me volví hacia Jesús y le pregunté: '¿Puedo volver a la tierra?'. El Señor me respondió: 'Bien. Pero cuando regreses a la tierra sufrirás mucho. Tendrás muchas cirugías. Verás cómo son las personas que te rodean. Verás con quién puedes contar. ¿Estás lista?'. Respondí: 'Sí, estoy lista'. Entonces Jesús dijo: 'Prométeme que proclamarás que soy real, que el cielo es real, que existe el purgatorio y que también existe el infierno'".

Irmina le prometió que lo haría. "Entonces Jesús me preguntó tres veces más: '¿Estás segura de que quieres volver?'. Tan pronto como respondí que sí, me sentí mal inmediatamente. En el mismo momento en que mi familia empezó a despedirse de mí, yo, estando en cuidados intensivos, comencé a mover los dedos. Los equipos médicos comenzaron a enviar señales sobre el regreso de mis funciones vitales".



Así quedó el coche de Irmina tras el accidente.

"El sacerdote que me dio la Unción de los Enfermos al día siguiente que desperté dijo que nunca olvidaría este momento. Cuando me vio, supo que algo había sucedido. Mi rostro radiante y mi extraordinaria sonrisa cuando hablaba de Jesús le causaron una gran impresión. Cuando desperté del coma, comencé a contarle a mi familia mi encuentro con el Señor y todo lo que había vivido", explica.

Tras despertar, los médicos fueron cautelosos. "No sabía si mi cuerpo realizaría de inmediato las funciones vitales, por lo que primero desconectaron el equipo y luego me extubaron. ¡Podía funcionar por mi cuenta! Los médicos se sorprendieron. ¡Fue un verdadero milagro! Durante las dos primeras semanas no vi nada. Luego recuperé la vista, había sufrido un derrame. Aunque mi ex novio notó que algo andaba mal".

"Los médicos no creyeron mis 'extrañas' historias sobre el encuentro con María, Jesús y las visiones del cielo, el purgatorio y el infierno. Pensaron que había perdido la cabeza. ¡Así que me ataron a la cama! Mi derrame cerebral se había expandido, estaba literalmente a pocos milímetros de que me cortaran las vértebras cervicales. Podría morir en cualquier momento. Entonces todos empezaron a rezar por mí. Yo era optimista. Si Dios me había salvado de la muerte una vez, no me dejaría morir ahora".

Y, milagrosamente, el derrame cerebral se revertió por completo. "Podía volver a hablar y a mover la mano. Todo había vuelto a la normalidad. En los cuatro años y medio transcurridos desde el accidente me sometí a 32 cirugías y a una larga rehabilitación. Sabía que me recuperaría. Era lo que Dios quería. He aprendido a agradecer a Dios por cada actividad, incluso la más pequeña. Aunque, desde el accidente no podía caminar con normalidad y mucho menos arrodillarme", precisa Irmina.

"Sin embargo, queriendo cumplir con la promesa que hice ante Nuestra Señora en el cielo, fui a Jasna Góra para agradecer a María por su intercesión. Cuando estaba caminando con muletas ante la pintura milagrosa de repente sentí que ya no las necesitaba. ¡En el día Pascua, Dios me sanó y ahora puedo caminar y arrodillarme!".

"Durante la muerte clínica, vi desde el cielo todo lo que sucedía a mi alrededor. Cierto médico fue grosero conmigo. Mientras estaba en coma, vi cómo él y las enfermeras hacían una fiesta en su habitación. Vi exactamente lo que estaban bebiendo. Cuando el médico se acercó a mí después de que me despertara, comenzó a atacarme: '¡Estás mintiendo! Deja de hablar de Jesús'".

Sé lo que hiciste el sábado  

"Entonces le pedí que me desatara de la cama. Pero, el médico continuó con sus comentarios. Le dije: 'Doctor, sé lo que hizo el sábado por la noche. ¿Recuerdo cómo se emborrachaba con las enfermeras? Si no me desabrocha y siguen blasfemando contra Jesús, cuando venga el jefe le contaré lo que hicieron'. Entonces el médico palideció".

"Me respondió rápidamente: 'Por favor, no se lo cuentes a nadie. ¡Te creo! ¡Te desabrocharé y nunca más diré nada malo sobre Jesús!'. Pero, llegó el jefe del hospital y preguntó sorprendido: '¿Por qué la desabrochaste?'. Y, el médico, dijo: '¡Ya no era necesario! ¡Ella está bien!". A partir de ese momento, el médico cambió por completo. Creyó en Jesús. Luego habló conmigo con entusiasmo, haciéndome muchas preguntas".

"Desde que 'regresé a la vida en la tierra' he tratado de cumplir la promesa que le hice a Dios. Hablo mucho de Él, aunque la gente me mire mal o se burle. Siempre proclamaré que el Señor está con nosotros presente en los sacramentos, en la penitencia y en la Eucaristía, y que quiere obrar en nuestras vidas. Después de esta experiencia dejé por completo las malas compañías y comencé a predicar la palabra de Dios".


Fuente. Religión en Libertad

 


Puedes ver aquí cómo era el infierno para sor Faustina.


"Cuando miro hacia atrás, veo claramente que Dios planeó todo. Primero me esperó pacientemente, y luego permitió este accidente. Si no fuera por este hecho tan difícil para mí, no sé cómo continuaría mi vida. Seguiría una vida 'mundana'. Este accidente se convirtió en una bendición para mí. Gracias a él experimenté una profunda conversión. Del 'otro lado' encontré a Jesús y María, pero también la aterradora realidad del infierno y de los espíritus malignos. ¡Sé que el cielo, el purgatorio y el infierno realmente existen!", concluye.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Santo Evangelio1 de Mayo 2024



 Texto del Evangelio (Jn 15,1-8):

 En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».



«Permaneced en mí, como yo en vosotros»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy contemplamos de nuevo a Jesús rodeado por los Apóstoles, en un clima de especial intimidad. Él les confía lo que podríamos considerar como las últimas recomendaciones: aquello que se dice en el último momento, justo en la despedida, y que tiene una fuerza especial, como si de un postrer testamento se tratara.

Nos los imaginamos en el cenáculo. Allí, Jesús les ha lavado los pies, les ha vuelto a anunciar que se tiene que marchar, les ha transmitido el mandamiento del amor fraterno y los ha consolado con el don de la Eucaristía y la promesa del Espíritu Santo (cf. Jn 14). Metidos ya en el capítulo decimoquinto de este Evangelio, encontramos ahora la exhortación a la unidad en la caridad.

El Señor no esconde a los discípulos los peligros y dificultades que deberán afrontar en el futuro: «Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15,20). Pero ellos no se han de acobardar ni agobiarse ante el odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del Defensor, les garantiza la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en fin, el Señor ruega al Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración sacerdotal (cf. Jn 17).

Nuestro peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede surgir de nosotros mismos al faltar al amor fraterno entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo y al faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo. La recomendación es clara: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).

Las primeras generaciones de cristianos conservaron una conciencia muy viva de la necesidad de permanecer unidos por la caridad. He aquí el testimonio de un Padre de la Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre». He aquí también la indicación de Santa María, Madre de los cristianos: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).


¿Qué deberían hacer los católicos hoy? «Proteger y formar a sus hijos», alerta Michael O´Brien

 


¿Qué deberían hacer los católicos hoy? «Proteger y formar a sus hijos», alerta Michael O´Brien

Michael O´Brien

Michael O´Brien es el autor de El Padre Elías, novela que han leído decenas de miles de personas en todo el mundo.

El canadiense Michael O´Brien, padre de seis hijos y ahora abuelo, es considerado por muchos como el mejor novelista católico vivo. Cientos de miles de lectores han leído El Padre Elías, la obra con la que se consagró mundialmente, y otras más que se convirtieron en una profecía de lo que se está viviendo ahora, y que con su tinte apocalíptico alertan de los nuevos totalitarismos que se dan en la sociedad actual.

En Francia han publicado Le journal de la peste, novela que sacó en 1999 y que en español se editó bajo el título de La última escapada, y que anticipaba la realidad actual de la imposición escolar de la ideología de género: un padre que lo deja todo y huye con sus hijos, perseguido como un peligroso criminal por no querer que sean adoctrinados en el colegio.

Una revolución que afecta a todas las esferas

En una entrevista en Famille Chretienne, Michael O´Brien habla de la decadencia de Occidente y afirma que “los signos de decadencia son legión. Uno puede ver los síntomas en todas las artes, y especialmente en la glorificación del arte degenerado, la industria del entretenimiento y el poder de los nuevos medios para controlar y reformatear la conciencia. Estamos viviendo una revolución cultural y, de hecho, una revolución que afecta a todas las esferas”.

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá



Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, el país del que es natural el escritor O´Brien es uno de los grandes referentes mundiales de la ingeniería social

Preguntado sobre el papel de los católicos en Occidente en este contexto actual donde son cada vez más arrinconados, el escritor canadiense alerta de que “estamos presenciando una revolución social y política impuesta a todas las naciones”. En primer lugar cita “la redefinición de la moralidad sexual, de la cual la revolución de género es un ejemplo obvio. Así como el surgimiento de una cultura de la muerte llamando bien al mal, y al asesinato de un niño en el vientre de su madre un gesto de compasión”.

"Ser signos de contradicción"

A su juicio, “estamos en un universo totalmente invertido. Por eso es tan vital para los católicos defender la verdad. Debemos aceptar, como Jesús, ser signos de contradicción. Pero una contradicción de amor y verdad al mismo tiempo”.

Michael O´Brien asegura que él no hace predicciones, pero en sus novelas que sí tienen tintes apocalípticos sí genera preguntas. “Si es el tiempo profetizado por Jesús, los apóstoles y los profetas, entonces la pregunta que debe hacerse es: ‘¿estoy en vela?’ Porque Jesús nos dice: ‘¡Estad en vela!’”.



Libro de El Padre Elías en Jerusalén

Puede comprar aquí el libro El Padre Elías en Jerusalén de Michael O´Brien

En general las políticas de los dirigentes de los países occidentales como el caso de Trudeau en Canadá, país del escritor, Macron en Francia o Sánchez en España van contra los ideales cristianos. Ante esto, O´Brien cree que “cada vez que una idea va contra la vida y los Evangelios proviene de un espíritu del Anticristo. Pero hay que tener cuidado. No podemos rechazar esto o a aquel líder diciendo: ‘Este es el Anticristo’. Vivimos en medio de este espíritu que impregna todo el mundo occidental . En su primera epístola, el apóstol San Juan dice que un día vendrá el hombre de pecado, el verdadero Anticristo. Y muchos anticristos primitivos lo prefiguran.

El don de la esperanza

Ante esto es necesaria la “esperanza”.  El escritor canadiense asegura que el optimismo, la desesperación, la rabia o el miedo no son cristianas. “Es natural sentir miedo, disgusto o desánimo. Pero luego tenemos que volvernos profundamente a Cristo y pedirle la gracia. La virtud del valor es natural, la esperanza es un don sobrenatural de Dios. Y así, cuando nos enfrentemos a la oscuridad del mundo debemos pedir el don sobrenatural de la esperanza”.

¿Qué deben hacer los católicos en el mundo de hoy? Ante esta pregunta, el autor de El Padre Elías lo tiene claro: “Hay que formar y proteger, sin duda con prudencia, a nuestros hijos. Pero, al mismo tiempo, nuestros corazones deben estar abiertos para amar a cada persona, incluso a nuestros enemigos. Sin compromiso, pero también sin miedo”.


Michael O´Brien, escritor católico



Sin alejarse de lo que ocurre en su país, el gran laboratorio de la ideología de género, O´Brien afirma que en Canadá por ejemplo se produce “un ataque a la familia”, la eutanasia es completamente legal y ahora cualquiera puede ser “sacrificado” sólo por estar deprimido o ser enfermo mental. “Estoy convencido de que uno de los síntomas del totalitarismo es que algunos seres humanos son desechados”, sentencia.

El papel de los pastores

No son tiempos fáciles para la Iglesia, con la grave crisis de los abusos sexuales que la está sacudiendo. Michael O´Brien espera de los obispos  que sean verdaderos pastores. “Su principal responsabilidad es la salud de su rebaño. Los terribles escándalos en EEUU son extremadamente dolorosos para los obispos. Pero tal vez el Señor permita que estos escándalos se vuelvan visibles para que la decadencia secreta emerja y se purifique. Y para que la Iglesia, esposa de Cristo, se prepare para encontrarse con su Esposo”.

A su juicio, “la purificación del mundo está en progreso. Pero debemos rezar por el rebaño y para que esta purificación se realice tanto en la verdad como en la caridad. Y no se sacrifiquen ovejas, ni hijos, ni jóvenes. Un buen pastor no sacrifica sus corderos, él da su vida por ellos. La tarea que tenemos ante nosotros es rezar como nunca hemos rezado por la limpieza y la fortaleza de la Iglesia. Pero no podemos reparar la Iglesia por nuestra cuenta, sólo la Iglesia puede hacerlo”.

(Publicado originariamente en ReL en enero de 2019)

martes, 30 de abril de 2024

Santo Evangelio 30 de Abril 2024

 


Texto del Evangelio (Jn 14,27-31a):

 En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado».



«Mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo»


Rev. D. Enric CASES i Martín

(Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos habla indirectamente de la cruz: nos dejará la paz, pero al precio de su dolorosa salida de este mundo. Hoy leemos sus palabras dichas antes del sacrificio de la Cruz y que fueron escritas después de su Resurrección. En la Cruz, con su muerte venció a la muerte y al miedo. No nos da la paz «como la da el mundo» (cf. Jn 14,27), sino que lo hace pasando por el dolor y la humillación: así demostró su amor misericordioso al ser humano.


En la vida de los hombres es inevitable el sufrimiento, a partir del día en que el pecado entró en el mundo. Unas veces es dolor físico; otras, moral; en otras ocasiones se trata de un dolor espiritual..., y a todos nos llega la muerte. Pero Dios, en su infinito amor, nos ha dado el remedio para tener paz en medio del dolor: Él ha aceptado “marcharse” de este mundo con una “salida” sufriente y envuelta de serenidad.


¿Por qué lo hizo así? Porque, de este modo, el dolor humano —unido al de Cristo— se convierte en un sacrificio que salva del pecado. «En la Cruz de Cristo (...), el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido» (San Juan Pablo II). Jesucristo sufre con serenidad porque complace al Padre celestial con un acto de costosa obediencia, mediante el cual se ofrece voluntariamente por nuestra salvación.


Un autor desconocido del siglo II pone en boca de Cristo las siguientes palabras: «Mira los salivazos de mi rostro, que recibí por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorado. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido».


«Me voy al Cielo, estaré con el Señor para interceder por los que quiero», dijo Rebeca, con 20 años



 «Me voy al Cielo, estaré con el Señor para interceder por los que quiero», dijo Rebeca, con 20 años

Laura Rocamora junto a un display de la película Un ángel llamado Rebeca

Laura Rocamora habla de su hermana la Sierva de Dios Rebeca en los cines La Vaguada, en Madrid

Laura Rocamora, hermana y primera biógrafa de la Sierva de Dios Rebeca Rocamora Nadal (1975-1996), acudió a los cines de La Vaguada en Madrid para el preestreno de Un ángel llamado Rebeca. Sin haber visto aún la película, habla con ReL de su hermana y de la estela que dejó en su pueblo cerca de Alicante, en la familia y en cada vez en más personas.

- Laura, ¿quién te acompaña al cine?

- Mis dos hijos, mi marido...

- ¿Le intimida a tu marido tener una cuñada en proceso de beatificación, alguien santo en la familia?

- Bueno, es que el tío de mi marido era el sacerdote que llevaba las causas de santos en nuestra diócesis, Ildefonso Cases Ballesta. ¡Pero no nos conocimos hasta 2011, con la JMJ aquí en Madrid! Nos conocimos en un acto previo a la JMJ y en Madrid ya todo el rato buscaba hacerse fotos conmigo, jajaja. No, esto no le intimida.

- ¿A qué te dedicas? ¿Sigues en el pueblo donde vivió tu hermana?

- Soy auxiliar administrativa, y sí, vivimos en Granja de Rocamora.

- Rebeca murió con 20 años por un tumor, en 1996...

- Muchas personas sufren por el cáncer, por enfermedades, pero eso no basta para que te abran un proceso de beatificación. Se abre el proceso para Rebeca porque en su vida vivió las virtudes. Es verdad que vemos en las vidas de los santos que en momentos más duros se amoldan más a la voluntad de Dios, de forma más visible. Pero Rebeca vivió la aceptación de la voluntad de Dios en su día a día, como estudiante, como catequista, en la familia.

- En fotos y estampas se la ve sonriente...

- Nosotros siempre destacamos su sonrisa. La enfermedad no hizo que se encerrara en sí misma, en una introspección, no. Cuanto más enferma, más alegre y generosa.

- La película habla de Rebeca, su fe, su entereza en la enfermedad, pero no detalla mucho sus 3 meses finales, que según tu libro fueron muy especiales...

- En esos tres meses finales vimos la profundidad de su trato con Dios. Nos dijeron que por tumor se moriría en pocos días, pero duró 3 meses, y sin los efectos tan extremadamente fuertes que nos habían dicho. Celebraban la eucaristía en su habitación cada día, y daba gracias a Dios por lo que tenía. En esta etapa final, el cura le animaba: "pide la salud". Y ella decía: "yo le pido que me aumente la fe, Él ya sabe lo que me conviene". Ella era feliz con lo que Dios quisiera. Eso no quita que no sufriera. Pero sus frases en esos meses tenías que tomártelas en serio, porque ella no era de palabrería ni de dar sermones. Si decía algo, era importante.

- ¿Qué cosas impactantes decía en esa época?

- El obispo emérito, don Pablo Barrachina, que nos quería mucho, vino a hacer confirmaciones en la parroquia y nos visitó en casa, porque nos quería mucho. Rebeca le dijo: 'Don Pablo, he de decirle una cosa: me voy al Cielo. Y poco a poco me llevaré a los que quiero. A medida que el Señor vaya llamando a las personas que quiero, estaré con Él, para interceder por ellas". Ella nunca antes había dicho nada parecido, ni lo dijo después. Lo dijo con profundidad, pero de manera muy natural.

»Yo ahí veo que ella ya sabía que Dios la estaba llamando, a un mes prácticamente de su muerte. Y ahora es intercesora de muchos. Se abrió el proceso por clamor popular.

- La película recoge ese clamor, el funeral lleno...

- Cuando Rebeca falleció, vimos con sorpresa que venía mucha gente que no conocíamos, de todas partes. En el velatorio decían: "Parece una santa". Le pasaban rosarios y pañuelos. En ese velatorio, nuestro párroco nos llevó aparte y nos dijo: "Solo soy un párroco, pero creo que el Señor ha hecho una obra muy grande con Rebeca". En ese mismo año, en 1996, ya nos llegaban testimonios de gente que nos contaba lo que Rebeca había hecho en su vida. Ya había gente que pedía su intercesión desde el Cielo: iban al cementerio, le dejaban cirios, notas de agradecimiento, por sus hijos, sus estudios, etc...

- ¿Y que hizo la Iglesia?

- Esto que veíamos lo contábamos en la parroquia. Se enteró el obispado e Ildefonso Cases, el postulador, lo recogió. La diócesis dedujo que Dios nos quería decir algo a través de la vida de Rebeca. Es lo que dice el Papa Francisco: los santos de la puerta de al lado. Don Ildefonso Cases me dijo que él tenía que presentar la vida de Rebeca al nuevo obispo, Rafael Palmero, y me pidió escribir mis recuerdos de ella. Yo era 2 años menor que Rebeca. Escribí lo que recordábamos, lo que habíamos vivido... Y de esos recuerdos, Ildefonso Cases me dijo: "Esto ha de tener formato de libro. Esta vida puede hacer mucho bien al mundo de hoy". Así publicamos el libro, La estela de una sonrisa.

- ¿Rebeca hablaba con vosotras, las otras 3 hermanas, de cosas de Dios?

- Es que ella no era de hablar mucho. Tampoco escribió un diario espiritual. Pero al empezar el proceso de beatificación, revisando su libro de catequesis, vimos algunas frases que escribió allí. Tenía 8 años y sus primeros síntomas de enfermedad. Escribió: "Acepta con agrado la llamada del Señor a lo que te pueda pedir".

Laura Rocamora en los cines La Vaguada junto al display de la película Un Ángel Llamado Rebeca



- ¿Cómo era Rebeca en casa?

- Le gustaba el deporte, cantar, bailar, salir con los amigos de forma sana. Era muy de hacer bromas en casa o con los vecinos, obras de teatro... Era muy divertida cuando imitaba a Lina Morgan. Físicamente, tenía ese aspecto de niña, y tenía inocencia, sin doblez ni maldad. Pero a la vez era recia. Nunca quería ser centro de atención, ni llamar la atención por su enfermedad.

»Era una mezcla explosiva, de dulzura y carácter. Era prudente, pero cuando había que defender algo, contra una injusticia, por ejemplo, te lo decía sin agresividad. Cuando corregía a alguien, lo hacía con gracia. Lo decía de una forma que te hacía pensar y cambiar, tenía un don para eso. Las cuatro hermanas somos muy distintas, y ella atendía a cada una según necesitáramos. Si había un problema en casa, ella no vendría a decirte lo que tenías que hacer, pero te daba su ejemplo.

- Desde los 14 años fue catequista...

- Nuestra familia siempre fue mucho de ayudar en la parroquia. Quería confirmarse para ser catequista, y lo fue con 14 años. Sus niños nos dicen que ella era amena, que tocaba la guitarra y cantaba con ellos, que los llevaba a la capilla del Santísimo y los animaba a rezar allí, y les animaba también a ayudar a sus padres, a los abuelos...

- ¿Habéis descubierto más cosas a raíz de la película?

- El director, Zavala, difundió el tráiler en su web Refugio Zavala, y lo vio una persona que de niño había sido alumno de Rebeca. Ella, como todas las hermanas, dio algunas clases particulares de refuerzo escolar, para sacar un dinerito. Pues a esta persona unos ratos de clase particular ya le dejaron una marca: decía que con su paciencia, amor, sonriendo, con bromas, sin rigidez, Rebeca le hizo más liviano el estudio, y así aprobó. Descubrimos este testimonio por la película.

- La película cuenta que tenéis una reliquia de la Cruz en Granja de Rocamora...

- Sí, Granja tiene un lignum crucis que solo sale en procesión el día de su fiesta. Pero Rebeca nos pidió, mientras estaba en tratamientos en Madrid: "Decidle a don José que me traigan el lignum crucis a Madrid". ¡Pero si la reliquia nunca había salido de Granja! Ella, que nunca pedía nada, insistió: "Díselo a don José, que lo traerá". Y efectivamente: don José, que era el párroco, y mi padre y yo fuimos en coche a Madrid, con la reliquia al hospital. La cara de Rebeca cuando nos vio en Madrid quedó transfigurada. A todas las enfermeras les hablaba de la reliquia.

»Y hay más. De vuelta en Madrid, el párroco dejó el lignum crucis en su habitación, casi dos meses. Ya cuando se acercaron las fiestas del pueblo, vino el párroco con la umbela a recuperarla, y le dio la bendición con la reliquia.

»Rebeca también fue al santuario de Caravaca de la Cruz, a unos 80 minutos en coche. Caravaca tiene su famosa reliquia, la Cruz de Caravaca, que sólo se puede sacar y mostrar con un permiso especial, y solo de manos de un sacerdote. Pero como ella iba con un amigo sacerdote, le permitieron sacar la reliquia y se la dieron a besar. Todo eso fue en los últimos meses de su vida.



Campaña de la película Un ángel llamado Rebeca en quioscos y marquesinas

Campaña de la película Un ángel llamado Rebeca en quioscos y marquesinas; murió con 20 años, vivió una vida normal y sencilla... pero amando a Dios impactó a muchos.

- La película usa muchas imágenes de vídeo real, casero...

- En un vídeo de promoción alguien nos decía: ¿cuántos santos pueden ver la vida de otros santos con palomitas y un refresco? A Zavala le proponían que la película podía usar imágenes de recreación, y él decía: "¡Pero si tenemos las imágenes de la Rebeca real, con su voz!"

- Rebeca fallece en 1996, no llegó a vivir la época del móvil e Internet... ¿tendría redes sociales hoy?

- Yo no tengo Facebook ni Instagram, mis hermanas tienen alguna. Rebeca era discreta, quizá no tendría esas redes. Quizá tendría otras. Su vida sencilla, pese a ser tan normal, ya va a contracorriente. No hizo cosas muy importantes, pero hoy se habla de ella porque dejó un impacto. Así, nos abre un camino: muestra que, sin hacer nada raro, se puede ser santo.

Más sobre la película y cines donde verla en: rebecalapelicula.com

[Lea aquí la reseña que ReL ha hecho de la película]



lunes, 29 de abril de 2024

Santo Evangelio 29 de Abril 2024

 


Texto del Evangelio (Jn 14,21-26):

 En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». Le dice Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho».



«El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho»

Rev. D. Norbert ESTARRIOL i Seseras

(Lleida, España)

Hoy, Jesús nos muestra su inmenso deseo de que participemos de su plenitud. Incorporados a Él, estamos en la fuente de vida divina que es la Santísima Trinidad. «Dios está contigo. En tu alma en gracia habita la Trinidad Beatísima. —Por eso, tú, a pesar de tus miserias, puedes y debes estar en continua conversación con el Señor» (San Josemaría).

Jesús asegura que estará presente en nosotros por la inhabitación divina en el alma en gracia. Así, los cristianos ya no somos huérfanos. Ya que nos ama tanto, a pesar de que no nos necesita, no quiere prescindir de nosotros.

«El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn 14,21). Este pensamiento nos ayuda a tener presencia de Dios. Entonces, no tienen lugar otros deseos o pensamientos que, por lo menos, a veces, nos hacen perder el tiempo y nos impiden cumplir la voluntad divina. He aquí una recomendación de san Gregorio Magno: «Que no nos seduzca el halago de la prosperidad, porque es un caminante necio aquel que ve, durante su camino, prados deliciosos y se olvida de allá donde quería ir».

La presencia de Dios en el corazón nos ayudará a descubrir y realizar en este mundo los planes que la Providencia nos haya asignado. El Espíritu del Señor suscitará en nuestro corazón iniciativas para situarlas en la cúspide de todas las actividades humanas y hacer presente, así, a Cristo en lo alto de la tierra. Si tenemos esta intimidad con Jesús llegaremos a ser buenos hijos de Dios y nos sentiremos amigos suyos en todo lugar y momento: en la calle, en medio del trabajo cotidiano, en la vida familiar.

Toda la luz y el fuego de la vida divina se volcarán sobre cada uno de los fieles que estén dispuestos a recibir el don de la inhabitación. La Madre de Dios intercederá —como madre nuestra que es— para que penetremos en este trato con la Santísima Trinidad.