15 consejos para la batalla espiritual: cómo reforzar tu vida de oración
Hombres rezan el Rosario en la calle
Hombres rezan el Rosario en la calle
La vida espiritual es un auténtico combate. Ya dice la Escritura, concretamente el Eclesiástico: “Si quieres servir al Señor, prepárate para la prueba”. Y en esta batalla los enemigos son esencialmente tres: el diablo, la carne y el mundo.
La batalla espiritual es una constante en la vida del cristiano y para poder luchar eficazmente y para ella es necesario tenacidad y resistencia. En el Génesis aparece un bello episodio que muestra de manera muy bella esta lucha. Se trata de la lucha de Jacob que duró toda una noche contra Dios mismo. Jacob luchó valientemente y no soltó a su oponente hasta recibir una bendición. Debido a su paciencia y perseverancia, Dios le otorgó su bendición, pero antes de hacerlo, Jacob sufrió una herida en el nervio ciático. Por esa razón, al día siguiente, se le vio caminar con una marcada cojera.
Parte de la batalla espiritual constante es luchar por un crecimiento auténtico en nuestra vida de oración. Rezar puede parecer sencillo, pues se puede hacer en cualquier momento y circunstancia. Sin embargo, la experiencia de multitud de cristianos es que siempre parece que existen obstáculos que impiden adentrarse en la oración de una manera auténtica.
Para ayudar a lograr esta vida de oración real y profunda el padre Ed Broom ofrece en Catholic Exchange 15 breves consejos para construir y reforzar esta vida de oración que tanto bien hará a quien eleve estas oraciones y a los que le rodean.
1.Reconocer su importancia. Es fundamenta convencerse de la importancia de la oración para la conversión, santificación y salvación eterna. Lo que el aire es para los pulmones, así es la oración para el alma. Por eso sin oración el alma se marchita.
2. Definir qué es oración. El Catecismo utiliza la definición de San Juan Damasceno, que dice: “La oración es la elevación de la mente y del corazón a Dios”. Mientras que Santa Teresa afirmaba que es “hablar de amistad con quien sabemos nos ama”. Esto es la oración, estar con Dios disfrutando de su compañía.
3.Ponte en presencia de Dios. San Ignacio de Loyola, autor de los Ejercicios Espirituales, sugiere empezar la oración imaginando que el Señor mira a cada uno con gran amor.
4. Jesús es un ser personal. Santa Teresa de Ávila anima encarecidamente a contemplar la humanidad de Jesús, imaginar a Jesús en su naturaleza humana: cansado, sediento, triste, feliz, alegre, temeroso. Desde este lugar de comprensión y empatía, es bueno ofrecer nuestros pensamientos, experiencias, emociones y deseos. Él quiere una relación cercana con cada uno.
5. Utiliza imágenes sagradas. Pinturas, imágenes, íconos, estatuas, fotografías, arte... Todas ellas pueden ser muy útiles en la oración. Encuentra la imagen que más cautive tu mente y utilízala para catapultarte a lo más alto en tu vida de oración.
6. La importancia de la confesión. A veces la oración resulta difícil porque la conciencia no está en paz. Para remediar esta inquietud es recomendable acudir a la confesión. Dice una de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
7. Leer. Santa Teresa de Ávila recomienda la lectura espiritual para educarnos en el arte de la oración. Ella misma no permitía que entrara en el convento a ninguna mujer que no supiera leer, porque lo consideraba una necesidad en la vida espiritual. La Sagrada Escritura, la Palabra de Dios, debe ser una fuente primaria de oración.
8. Empezar el día rezando. El evangelista San Marcos presenta un día típico en la vida pública de Jesús resaltando el hecho de que se levantaba a rezar antes del amanecer. Muchos perciben que si la oración se retrasa o se realiza alguna actividad previa a menudo se omite o se hace mal. Para evitar que esto suceda conviene seguir el ejemplo de Cristo y dedicar a Dios los primeros momentos de cada día.
9. Pedir ayuda a Dios. San Agustín afirmaba: “Todos somos mendigos ante Dios”. Esto significa que realmente dependemos de Él para todo. Jesús dijo: “Sin mí no podéis hacer nada”, pero también “todo es posible para Dios”. Por eso es bueno pedir a Dios la gracia de aprender el arte de la oración y ponerlo en práctica.
10. Pedir oración a otros. El cristiano tiene que tener la humildad suficiente para pedir a otros que recen por él. En su epístola, Santiago escribe: “La oración del justo es muy poderosa ante Dios”. Pedir ayuda incluye la intercesión de los santos, especialmente de María, y de los ángeles.
11. Buscar un lugar sagrado. Incluso Jesús tenía un lugar especial para rezar: el Huerto de Getsemaní. Por eso mismo, cada uno debería tener un lugar especial hablar con Dios, un sitio al que se pueda acudir con regularidad y que sea tranquilo.
12. Rezar delante del Santísimo. El Venerable Fulton J. Sheen era famoso por promover la Hora Santa diaria, “La Hora del Poder”, delante del Santísimo Sacramento. Rezaba esta Hora Santa todos los días de su vida y así fue un gran instrumento para llevar el Reino de Dios por todo el mundo.
13. Buscar dirección espiritual. Todos los santos están de acuerdo en la necesidad de una dirección espiritual adecuada. La vida espiritual no está hecha para recorrerla solo. Jesús caminó con sus discípulos; por lo tanto, todos debenbuscar acompañamiento espiritual.
14. Vivir en la presencia de Dios. Un elemento clave para crecer en una relación más profunda con Dios es vivir conscientes de su Presencia en todo tiempo y lugar. San Pablo en Atenas citó a un poeta de su época con estas palabras: “En Él vivimos, nos movemos y existimos”. Que Dios nos conceda la gracia de ser conscientes de Él en las personas, en la naturaleza, así como en todas las circunstancias de la vida.
15. Nunca hay que rendirse. Uno de los dichos clásicos de Santa Teresa de Ávila es que “debemos tener la determinación de no renunciar nunca a la oración”. Jesús lo expresó con estas sencillas pero poderosas palabras: “El que persevere hasta el fin se salvará”. Esto se aplica sin duda a la oración. Incluso cuando se esté desanimado, distraído o atrapado en un período de sequía, nunca hay que abandonar la oración. Estos son los momentos para orar con más intensidad.
Fuente; Religión en Libertad
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