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jueves, 28 de noviembre de 2024

¿Qué es la Medalla Milagrosa? ¿Qué símbolos contiene? ¿Por qué la pidió la Virgen? ¿Es milagrosa?

 


¿Qué es la Medalla Milagrosa? ¿Qué símbolos contiene? ¿Por qué la pidió la Virgen? ¿Es milagrosa?

Medalla Milagrosa

La Medalla Milagrosa es una de las devociones católicas más extendidas por todo el orbe católico

El 27 de noviembre se celebra la fiesta de la Medalla Milagrosa, que recuerda las apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré en 1830 en la Rue du Bac de París. Es una de las devociones más extendidas en el orbe católico, especialmente por la medalla que María pidió a la vidente que se acuñara. Hoy cientos de millones de medallas están repartidas por todo el mundo y son incontables las gracias que se han producido por la intercesión de Nuestra Señora.

Índice para conocer la Medalla Milagrosa

¿Quién es la Virgen de la Medalla Milagrosa?

¿Quién fue Santa Catalina Labouré?

¿Qué hace única a la aparición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa?

¿Qué símbolos tiene la Medalla Milagrosa?

¿Por qué se llama Medalla Milagrosa?

¿Es milagrosa la Medalla Milagrosa?

¿Se expandió rápido el uso de la Medalla Milagrosa?

¿Qué aprobación ha dado la Iglesia a las apariciones de la Medalla Milagrosa?

Oración a la Virgen Milagrosa

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¿Quién es la Virgen de la Medalla Milagrosa?

La Medalla Milagrosa, también conocida como Nuestra Señora de las Gracias de la Medalla Milagrosa, es una advocación mariana, que se celebra el 27 de noviembre.En 1830 la Virgen se apareció a Santa Catalina Labouré en la Rue du Bac de París y, entre otras cosas, pidió a la humilde religiosa que acuñara una medalla de la manera que Ella le indicaría. Hoy es una de las devociones más extendidas y sus medallas se pueden ver en las casas de millones de católicos de todo el mundo.

La Virgen eligió Francia en un momento convulso de su historia para hacerse presente y llevar la esperanza a un pueblo con hambre de Jesús. Lo que María le dijo en la primera aparición en la Rue du Bac, el 19 de julio de 1830, lo dejó por escrito Santa Catalina Labouré en 1876 poco antes de morir. María le dijo: “Dios quiere confiarte una misión; te costará trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios”. Además, la Virgen habló de que “los tiempos son muy calamitosos” y que “el mundo entero se verá afligido por calamidades de toda clase”. Por ello, pedía: “Venid a los pies de este altar, donde se prodigarán gracias a todos los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres”.

Durante una segunda aparición, el 27 de noviembre de 1830, sábado, víspera del primer domingo de Adviento, Santa Catalina vio a la Virgen y alrededor de Ella un halo, sobre el que aparecía escrito en caracteres de oro: “Oh, María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos”. Y un deseo de Santa María: “haz grabar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven recibirán grandes gracias; las gracias serán muy abundantes para todos aquellos que tengan confianza”.

Virgen Milagrosa



Las primeras medallas fueron difundidas en mayo de 1832 y los frutos no se hicieron esperar. A partir de ese momento, se atribuyen a la Medalla Milagrosa numerosas conversiones y curaciones. La vida de la santa tras las apariciones fue discreta y escondida. Vivió cuarenta y seis años en un asilo-hospital en las afueras de París, encargándose siempre de las labores más humildes. Tan sólo el director espiritual sabía que Catalina era la vidente, así fue durante toda su vida, hasta poco antes de su muerte, cuando se lo reveló a su superiora.

¿Quién fue Santa Catalina Labouré?

Santa Catalina nació el 2 de mayo de 1806 en el seno de una familia campesina. Quedó huérfana de madre a los 9 años. Su hermana mayor se convirtió en religiosa vicentina, por lo que Catalina tuvo que quedarse en casa para realizar los trabajos de la cocina y del lavadero de su padre, lo que le impidió aprender a leer y a escribir.

A los 14 años pidió a su padre que le permitiera ser religiosa, pero éste no se lo permitió. Pero una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: "Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos". La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria. Se trataba de San Vicente de Paúl.  Al fin, a los 24 años logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de San Vicente de Paúl y se dio cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños. Ingresó en las Hijas de la Caridad en enero de 1830 y tras tres meses de postulantado llegó al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140, donde se le aparecería poco después la Virgen.

Mientras rezaba en la capilla, la Virgen se le apareció resplandeciente, de cuyas manos irradiaban rayos de luz hacia la tierra. Ella le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen María "M", y una cruz, con esta frase "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y le prometió que  “todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza”.

Su director espiritual no creyó la aparición al principio, pero sí más adelante al ver su ejemplo de vida virtuosa. En 1832, durante una grave epidemia de cólera en París, es su director, sin hablar con Catalina, quien convence al arzobispo para acuñar las medallas. En 1838 el Papa autorizó a los fieles a llevar estas medallas.

Santa Catalina Labouré



Catalina pasó toda su vida trabajando como ayudante de cocina en un asilo de ancianos de las Hijas de la Caridad. Vio los acontecimientos sin protagonismo alguno de su parte. Las Hijas sabían que la Virgen había transmitido esa devoción a una de ellas, pero no se sabía a quién. Al acercarse su muerte, Catalina dictó sus recuerdos. Murió en 1876, el 31 de diciembre. Cuando en 1932 se procedió a examinar su cadáver con motivo de su beatificación, se descubrió que el cuerpo de Catalina estaba intacto. El cuerpo se trasladó a la capilla de la Rue du Bac, donde hoy se mantiene. El Papa Pío XI la beatificó el 28 de mayo de 1933 y Pío XII el 27 de julio de 1947 la canonizó. Su fiesta se celebra el 27 de noviembre.

¿Qué hace única a la aparición de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa?

Según explica José Manuel Díez Quintanilla en su libro Las apariciones de la Virgen María: Doctrina e historia (LibrosLibres), esta aparición tiene tres características únicas. En primer lugar, asegura que es la primera aparición que afecta a todo el mundo, al presentarse la Virgen con el mundo bajo sus pies sosteniendo en sus manos un globo terráqueo con una cruz. En segundo lugar, se trata de la única aparición en la que la vidente pidió, previamente a la Virgen, que se le apareciera. Y por último, es la única en la que se desconoce quién es la vidente hasta que se hizo público después de la muerte de Santa Catalina Labouré.

¿Qué símbolos tiene la Medalla Milagrosa?

El anverso. María pisa la serpiente pues ella vence a Satanás. Los rayos son la gracia de Dios que llega por la Virgen. Santa Catalina contó: “Sus dedos se llenaban de anillos con piedras preciosas, a cuál más bella. Emitían rayos que salían de las perlas mayores en haces más grandes, y se extendían cada vez más. De las pequeñas salían rayos más finos hacia abajo”. Y la Señora lo explicó así: “Los rayos son símbolo de las gracias abundantes que derramo a quienes me las piden. Estas piedras de las que no salen rayos son las gracias que algunos olvidan pedirme”.

El reverso. El Corazón de Jesús, encendido en el fuego de su amor y coronado de espinas, recuerda su Pasión y Muerte. El corazón traspasado con una espada es el de María, según la profecía de Simeón. Ambos sufren por quienes no reciben su amor. Las doce estrellas, como las de la Mujer del Apocalipsis, representan a las 12 tribus de Israel y a los 12 apóstoles: Antiguo y Nuevo Testamento. La M de María y la Cruz quedan enlazados por un altar: la Eucaristía, en la que Jesús se hace presente, actualiza el sacrificio de Cristo en la cruz, a cuyos pies estuvo, y está siempre, su Madre.

¿Por qué se llama Medalla Milagrosa?

Con el permiso de la Iglesia, las primeras medallas se hicieron y distribuyeron en París en 1832. Aunque originalmente se conocía como la Medalla de la Inmaculada Concepción, se asoció con tantos milagros y bendiciones, que finalmente se popularizó como la Medalla Milagrosa. Los parisinos, que sufrían epidemias y penurias, empezaron a encomendarse a la Virgen llevando la medalla. Hubo tantas conversiones y curaciones que se empezó a correr la voz: “¡Esa medalla es milagrosa!”.


¿Es milagrosa la Medalla Milagrosa?

La Virgen le dijo a Santa Catalina Labouré: “Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza”. La realidad es que el nombre de “Medalla Milagrosa” es el apelativo con el que popularmente la llamaban los parisinos, debido a las enormes gracias y milagros que se producían gracias a la intercesión de la Virgen. De ahí que desde 1832, cuando empezaron a acuñarse, hasta el presente, haya habido numerosas historias de personas que han recibido gracias y milagros de todo tipo. Algunos casos son especialmente sonoros. En este reportaje de ReL puede leer algunos de estos milagros.

Rosalie Ducas, una niña sana de apenas cuatro años, perdió repentinamente la vista el 9 de noviembre de 1835. Perder la vista de esta manera fue traumático para la pequeña, y al darse cuenta de que la necesitaba ayuda celestial, el párroco de Jodoigne-la-Soveraine le dio a la madre de la niña una Medalla Milagrosa. El 11 de junio de 1836, la mujer colocó otra medalla alrededor del cuello de su hija y comenzó a rezar una novena. A las seis horas dejó de quejarse del dolor. En el cuarto o quinto día de la novena, Rosalie abrió los ojos. Los padres se sintieron tan esperanzados que rezaron aún más. Para asombro de Rosalie, sus padres y el sacerdote, la niña recuperó la vista el noveno día de la novena.

Un caso de conversión muy conocido gracias a la Virgen Milagrosa es el de Alphonse Ratisbonne. Se trataba -según explica José Manuel Díez Quintanilla de un “judío francés, abogado y banquero que se convirtió al catolicismo en Roma tras una aparición de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Decidió ingresar en la Compañía de Jesús y posteriormente en 1848 se ordenó sacerdote. Fundó, junto con su hermano Theodore, también converso y sacerdote, la congregación de Nuestra Señora de Sión para la conversión de judíos al catolicismo”.

¿Se expandió rápido el uso de la Medalla Milagrosa?

En febrero de 1832, hubo en París una terrible epidemia de cólera, que dejaría más de 20.000 muertos. Las Hijas de la Caridad empezaron a distribuir, en junio, las 2.000 primeras medallas acuñadas a petición del padre Aladel. Fueron numerosas las curaciones, lo mismo que las protecciones y conversiones. El pueblo de París calificaba la medalla de milagrosa. En el otoño de 1834 ya había más de 500.000 medallas, y en 1835 más de un millón en todo el mundo. En 1839, se había propagado la medalla por el mundo hasta alcanzar más de diez millones de ejemplares. A la muerte de sor Catalina, en 1876, se contaban ya más de mil millones de medallas acuñadas.

¿Qué aprobación ha dado la Iglesia a las apariciones de la Medalla Milagrosa?

Las apariciones en Rue du Bac de la Virgen a Santa Catalina Labouré tienen el grado máximo de aprobación por parte de la Iglesia Católica. Papas han visitado el lugar y tiene liturgia propia aprobada por la Santa Sede.

El 23 de julio de 1894 el Papa León XIII instituyó una fiesta con Oficio Divino y Misa propios para conmemorar esta aparición. Esta celebración fue incluida el 27 de noviembre en el calendario litúrgico particular de la Congregación de la Misión de los Padres Paúles. Más adelante, el 7 septiembre de ese mismo 1894, en un decreto posterior se permitió celebrar la Misa propia de la fiesta a cualquier sacerdote en las capillas vinculadas a una casa de las Hermanas de la Caridad.

Oración a la Virgen Milagrosa

Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, hoy acudimos a ti con la esperanza de que intercedas por nosotros ante tu Hijo. Te pedimos que nos concedas la Gracia de tener una fe inquebrantable, para que podamos enfrentar con valentía todos los desafíos de la vida.

Que tu Medalla Milagrosa sea para nosotros una fuente de esperanza y protección en momentos de necesidad. Que nos sintamos siempre abrazados por tu amor maternal y que nunca perdamos la confianza en tu poderosa intercesión. Que tu ejemplo de amor, humildad y servicio nos inspire para ser cada día mejores personas y para llevar tu mensaje de amor y paz al mundo entero.

Oh Virgen María, que siempre nos escuchas y nos acompañas en nuestro camino, haz que siempre encontremos tu presencia amorosa en nuestras vidas y que, en todo momento, te demos gracias por los innumerables milagros que has obrado en favor de tus hijos e hijas.

Fuente: Religión en Libertad 

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