Pandillero, quedó paralítico en un tiroteo: ahora, con 50 años, se ordena sacerdote
Fr Cesar Galán.
Tras recibir una bala en la columna vertebral, César quedó permanentemente inválido: el ejemplo de un sacerdote le llevaría a una encrucijada donde tendría que decidir a qué dedicar su vida desde entonces.
A pocos días de ordenarse, César Galán aún se sorprende de cómo puede haber acabado entregando su vida por completo a Dios. Especialmente después de una convulsa adolescencia y juventud entre bandas, tiroteos y rodeado de drogas que no transcurrió sin consecuencias: su hermano y muchos de sus amigos murieron, decenas permanecen en prisión sin un horizonte de libertad y él mismo sabe que no podrá volver a caminar jamás. Esto, sin embargo, no le quita la ilusión, pues sabe que como sacerdote, no necesita andar si puede "volar" junto a Dios.
Educado en la fe por su padre como el sexto de ocho hermanos en Artesia (Los Ángeles, California), Galán recuerda que desde pequeño acudía puntualmente a misa cada domingo y rezaba el rosario en familia. Pero en un barrio donde la criminalidad y las bandas estaban a la orden del día, mantener a sus hijos ocupados era una de las pocas formas de evitar problemas.
Así, César comenzó a trabajar con 13 años, con 15 ya tenía coche, llenándose "de orgullo" y "sintiendo que era Superman" y que nada podía ocurrirle.
Pero un día después de clase, él y sus amigos fueron atacados con botellas por pandilleros que asumieron que formaban parte de una banda. Aunque "no había hecho nada malo", César y sus amigos pasaron a estar en el punto de mira de otras bandas que les consideraban rivales y asistieron a una profecía autocumplida.
Pandillas, amigos muertos y prisiones
"Ese día pensé: 'También podría unirme a una pandilla y obtener protección porque la gente ya nos veía como pandilleros'", declaró a Angelus News. Sabiendo que "no había vuelta atrás", pero ignorando que comenzaría "una vida de dolor y sufrimiento", César se integró en una de las bandas del barrio.
La sangre no tardó en llegar. Primero fue un amigo que fue asesinado, comenzando a llenar a César de "ira y odio" y del deseo de que la gente sintiera lo mismo que él, "mucho dolor".
Aunque nunca consumió drogas, era lo habitual en sus nuevos amigos, así como las entradas y salidas de prisión. De los 30 amigos que tenía entre finales de los 90 y comienzos de siglo, 15 seguían cumpliendo condena en 2012, 10 estaban muertos y solo 3 estaban "bien".
Su vida personal tampoco fue boyante. Tuvo dos hijos con una mujer con la que no permaneció mucho tiempo mientras los peligros de las bandas y pandillas estrechaban el cerco sobre su familia.
Trioteado, inválido y sin hermano
Aquella vida tenía una fecha de caducidad y llegó el 3 de abril de 2001. Estaba en casa de un amigo con su hermano Héctor, que no era pandillero, y con otro hombre del barrio que acababa de salir de prisión cuando estos dos comenzaron a discutir.
Lo que comenzó como una simple pelea acabó con su hermano tiroteado y tendido en el suelo luchando por su vida y con el mismo César alcanzado por dos balas, una en el hombro y otra en la columna, incapaz de moverse. Galán miró las estrellas desde el suelo, se preguntó como nunca antes se había dado cuenta de su belleza escuchó una voz en su interior que decía: "No tengas miedo, estaré siempre contigo".
Lo primero que recuerda desde ese momento fue abrir los ojos en el hospital. Richard Hirbe, capellán del hospital, fue el encargado de comunicar a César que su hermano no viviría mucho y le llevó junto a él para darle su último adiós.
"Este no es el final. Un día cerraré los ojos y cuando los abra, sé que estarás allí y serás el primero en saludarme", pensó a modo de despedida.
César Galán.
Galán, en su profesión de votos como Frailes de los Enfermos Pobres en 2012.
Del sufrimiento al perdón: "Enséñame a volar"
Pero las malas noticias no habían acabado para César y tras haberse despedido, el mismo capellán le comunicó que nunca más podría caminar.
"César me cogió la camisa y me dijo: 'Si nunca podré andar, entonces enséñame a volar´", recuerda el sacerdote.
Hirbe se tomó en serio la petición del inválido. Desde entonces y durante todo un año, el capellán visitó cada día a César durante su periodo de rehabilitación, "convirtiendo su sufrimiento en redención y algo feo y en algo hermoso". "En ese momento, el era Jesús para mí", confesó Galán.
Las visitas dieron paso a una sólida amistad durante la que el lisiado pudo pensar en el sentido de la vida y su propia misión de redención. El inválido acabó por recuperar su fe y vida interior, acabó "enamorándose" de ella y en 2015 decidió ingresar a la comunidad fundada por el capellán, los Frailes de los Enfermos Pobres.
Monje y seminarista en el hospital donde volvió a nacer
Pronto sintió que Dios le pedía más, lo habló con su superior y tras dos años luchando contra la sospecha, se decidió por ingresar al seminario, lo que haría cuando su hijo pequeño cumpliese los 18 años.
"Estoy muy orgullosa de él. Nunca espere que uno de mis hijos eligiera este camino. Nos ha dado una gran lección", celebró su madre, Luisa, cuando César profesó sus votos el 11 de diciembre de 2012. "Es maravilloso. Él era conflictivo y fue horrible cuando le pasó eso a él y a Héctor. Ahora estamos mucho más unidos", agregó su hermana pequeña, Gaby.
Galán, en el centro, junto a sus compañeros del seminario el día de su ordenación diaconal.
Tras la mayoría de edad del pequeño de sus hijos y su entrada en el seminario, César se prepara para ser ordenado sacerdote por el arzobispo José Gómez el próximo 3 de junio, a la edad de 50 años. Mantendrá su pertenencia a la orden de los Frailes Enfermos Pobres y espera poder servir como capellán del mismo hospital donde volvió a nacer.
Tras una vida que cientos de películas sobre bandas, drogas y mafias han retratado por lo general con finales dramáticos, César ha encontrado "la paz que queremos todos" pero que pocos saben "qué es" o dónde hallarla.
Antes, Galán se creía un ser omnipotente e inmortal, con una ley que se limitaba al "ojo por ojo".
Hoy, tras una segunda oportunidad de vivir y a pocos días de haber sido ordenado sacerdote, solo desea vivir de la humildad y del amor a Dios transmitiendo un mensaje: "Hay alguien que me creó y que me ama más de lo que pueda imaginar".
Fuente: Religión en Libertad
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