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domingo, 18 de junio de 2023

Atea, se reía de los católicos... hasta que conoció a uno y presenció la «intervención divina»

  


Atea, se reía de los católicos... hasta que conoció a uno y presenció la «intervención divina»

Ally Han-Yu Yang y Andrés Martínez Calderón.

Tras años burlándose de los católicos, Ally Han-Yu Yang es hoy una de ellos, tras largas horas recibiendo catequesis e incapaz de decirle que no a Dios.

Criada como atea en Taiwán, Ally Han-Yu Yang "disfrutaba burlándose" de los católicos cada vez que veía a uno. La Iglesia en Taiwán es minoritaria, la siguen poco más del 1% de sus 23 millones de los habitantes -unas 300.000 personas- por lo que conocer católicos en persona no era algo a lo que estuviese acostumbrada.

Algo que cambió cuando se trasladó a Hong Kong por negocios y conoció a un católico de Colombia, Andrés Germán Martínez Calderón, también residente en la región por motivos laborales.

Yang explica a UCA News que eran "extraordinariamente diferentes" en todo, en edad -el tenía 32 y ella 37-, en sus orígenes, en su cosmovisión o incluso en su fe. "Ni siquiera conocíamos el idioma del otro", menciona.

Las discusiones eran frecuentes entre ambos, especialmente cuando el colombiano le mostraba su fe y afirmaba que "Dios se encargaría de todo" en el día a día.

Sin embargo, Yang no tardó en ver como esto sucedía realmente, llegando a experimentar de forma milagrosa la intervención divina en varias ocasiones.

Pequeños milagros que le llevaron a la fe: el primero, en el Covid 

Una de ellas fue durante la pandemia del Covid, cuando Martínez no pudo vacunarse por motivos de salud y Yang comenzaba a cansarse de Hong Kong, sin posibilidad de regresar a un Taiwán completamente blindado ante el aumento imparable de los infectados de coronavirus.

"Dejémoslo en manos de Dios y si es un camino que debemos recorrer, Él cuidará de nosotros", le dijo su compañero.

Lo cierto es que desde ese comentario, no pasó una semana hasta que Taiwán permitió de nuevo la entrada de extranjeros.

Yang tomó la decisión de recorrer ese camino hasta las últimas consecuencias, renunció a su trabajo y volvió a Taiwán con Andrés para casarse y recibir a Dios en su vida.

La decisión no fue fruto del azar ni poco pensada. Cuenta que comenzó a planteárselo cuando salían en Hong Kong y veía cómo Martínez iba a misa, solo al principio, hasta que ella empezó a acompañarle e incluso a probar la oración.

Ally Han-Yu Yang.


Ally Han-Yu Yang, junto con otros catecúmenos. 

"Pronunciaba oraciones que apenas entendía y discutía mucho con él sobre la doctrina de la Iglesia", comenta.

Algo que resultó especialmente difícil por la barrera del idioma, por lo que no podía entender las complejas explicaciones que le ofrecía Martínez.

Aceptada en catequesis, de forma excepcional 

Yang se dio cuenta de que no bastaba con eso para resolver sus dudas sobre la fe y de que necesitaba la ayuda de alguien que fuese católico pero que al mismo tiempo supiese chino y español.

Así, a finales de 2022, Yang y Martínez fueron juntos a misa en la la parroquia de Nuestra Señora de Songshan, en la archidiócesis de Taipei, entonces finalizando el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos para los interesados en formarse en la fe y prepararse para recibir los sacramentos de iniciación.

Pero una nueva "intervención" providencial se hizo efectiva cuando una de las catequistas, Mary Sze-Ying Chen, la aceptó en el programa de forma excepcional, coincidiendo con otro catequista, Justin Chun-Chien Wu, que sabía español y chino.

"Justin me ayudó a vivir la esencia de la fe, resolvía mis dudas enseñándome su origen y el contexto histórico y Mary me ayudaba a entender como Dios era un ser vivo con ejemplos y situaciones del día a día", explica.

Entusiasmada por lo que empezaba a conocer, Yang asistió dos horas al día durante cuatro días por semana al programa para recuperar las clases a las que no había podido asistir.



Ally Han Yu Yang.

Ally Han-Yu Yang siendo aceptada como catecúmena, en la parroquia de Nuestra Señora de Songshan en la archidiócesis de Taipei.

Al principio estaba preocupada por si las clases podrían ser aburridas o por lo que sucedería si, después de todo el esfuerzo, seguía sin querer ser católica.

Atea de nacimiento, pero incapaz de decirle que no a Dios 

"Una vez lo supe todo, no pude encontrar una sola razón para decir que no. ¿Qué podría ser tan maravilloso en el mundo como seguir los mandamientos de Dios?", expresó, convencida de que las largas jornadas de formación a las que asistía fueron "un regalo cuya profundidad no podría agotar".

Martínez, por su parte, se muestra seguro de que "la mano de Dios" estuvo presente a lo largo de toda la historia de Yang, que ha sido "un gran ejemplo para mostrar que nada es imposible para Dios", aunque no fue un camino fácil ni exento de dificultades.

"Cada prueba manifestó la presencia de Dios", añadió.

Chen, la catequista, destacó el valor de Yang y su "profunda admiración" por ella al haber acudido a la Iglesia con una perfecta rectitud de intención. "No se unió para poder casarse con un católico, sino que trabajó muy duro para comprender el contenido de la fe, hizo muchas preguntas y abrazó sus respuestas de todo corazón con su fe", admitió Chen.

Wu, el otro catequista, coincidió con esta última versión al afirmar que Yang ha sido su alumna con más talento, sin mostrar ningún miedo a la hora de hacer preguntas que mostraban su interés y comprensión de la fe.

Bautizada, y preparando su matrimonio 

"Por todo ello y sus firmes hábitos de piedad, estoy seguro de que su camino cristiano la acercará cada vez más a Jesús, la fuente de toda su alegría", añadió el catequista.

Tras su conversión en la vigilia pascual del pasado 8 de abril, el párroco de Nuestra Señora de Songshan, Jean Lucas, mostró su alegría por la intención de la pareja de unirse en matrimonio este año.

"Ella pensó que era bueno conocer su religión antes del matrimonio. Ayudada por nuestro catequista y por su prometido, avanzó muy rápido en el conocimiento de la fe", expreso. A día de hoy, Yang y Martínez preparan su próximo matrimonio, tras ser recibida formalmente en la Iglesia.

Fuente: Religión en libertad

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