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martes, 17 de marzo de 2020

Un sacerdote hospitalizado, jadeante: «Eso nadie me lo puede robar, ofrecer la vida sacerdotalmente»

Jon García Escobar es desde 2017 párroco de la parroquia de Santiago Apóstol en Valdemoro (Madrid), en cuyo hospital se encuentra ingresado víctima del coronavirus.

Un sacerdote hospitalizado, jadeante: «Eso nadie me lo puede robar, ofrecer la vida sacerdotalmente»

Jon García Escobar es desde 2017 párroco de la parroquia de Santiago Apóstol en Valdemoro (Madrid), en cuyo hospital se encuentra ingresado víctima del coronavirus.


La localidad de Valdemoro, una ciudad de 75.000 habitantes situada 25 km al sur de Madrid, es uno de los principales focos de infección por coronavirus en España. Es una zona que ha vivido un rápido crecimiento demográfico en los últimos años, al acoger a muchas familias jóvenes que buscan una vivienda más económica que en la capital. También son jóvenes buena parte de sus sacerdotes, pertenecientes a la diócesis de Getafe, y varios han caído víctimas de la epidemia.

Recientemente emocionaba y edificaba el testimonio de Gabriel Díaz Azarola, párroco de San Vicente de Paúl, confinado en su domicilio pero en buen estado de salud. Y en las últimas horas se ha difundido el mensaje de audio de otro sacerdote, Jon García Escobar, párroco de Santiago Apóstol, también de hondo significado vocacional.

El padre Jon se encuentra hospitalizado con una severa manifestación del Covid-19, evidente en su respiración jadeante. Con él está su madre, también gravemente enferma. Sus palabras son un llamamiento a sus hermanos sacerdotes a vivir intensamente su sacerdocio precisamente en estos momentos de tanta dificultad.

Ofrecemos el audio con sus palabras, transcrito a continuación:


Palabras de Jon García Escobar, sacerdote

Hola, buenas tardes, hermanos. Aquí estamos. Nos han subido a planta y estamos juntos los dos. Como mi madre duerme, puedo deciros que ella está muy malita: seguramente no salga, en las próximas horas. Veremos a ver. Lo que Dios quiera.

Perdonadme una confianza, porque estoy pensando mucho en todos vosotros, en todos los sacerdotes. Y quería animaros a no abandonar las parroquias, a no abandonar nuestros altares. Celebrad la misa, los que tenéis la suerte de hacerlo, en el altar de la parroquia. Ahora sí que podemos decir: por el pueblo, por nuestro pueblo.

Incluso empecé a pensar que he perdido la cabeza, pero cogeos la liturgia, y sentaos en el confesonario donde confesáis a rezar un rato y mandad absoluciones a tantos que se van a morir sin ella, pero quizá con actos de arrepentimiento. Que les llegue esa absolución de sus sacerdotes.

Es una hora muy importante para nosotros, porque todo esto nos enseña que somos unos imbéciles, que nos encanta hacer, no sé, grandes eventos evangelizadores, tener muchas cosas en nuestras parroquias, sobre todo si va a llegar el obispo a visitarlas. Pero lo más grande que tenemos en nuestras parroquias es nuestro sacerdocio, ser sacerdotes. No hacer cosas, sino ser sacerdotes.

Y ahora todos tenemos la oportunidad de hacerlo, incluso yo que estoy en la cama. Pero eso nadie me lo puede robar: el ofrecer la vida, y el ofrecer la vida sacerdotalmente, por nuestro pueblo.

Mucho ánimo. Ninguno interpretéis mal, por favor, mis palabras. No juzgo a nadie ni corrijo a nadie ni quiero ser causa de ningún tipo de división. Solamente, con mucho cariño, os animo a vivir esta hora con un corazón muy alto, en lo alto de vuestros altares, en las parroquias, dejándoos estremecer al veros solos. Solo Jesucristo en tus manos, y tú y el Padre: y mientras tanto, todo ese torrente de redención que brota de vuestras manos para los fieles que os han sido confiados. Que nos son confiados. Un abrazo grandísimo.

Fuente: Religión en Libertad

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