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lunes, 16 de marzo de 2020

Álvaro Cárdenas, el cura de Asalto al Cielo: «Una Iglesia fiel y creativa que busca a los alejados»

Álvaro Cárdenas, párroco de Colmenar del Arroyo, en la diócesis de Getafe, Madrid

Álvaro Cárdenas, el cura de Asalto al Cielo: «Una Iglesia fiel y creativa que busca a los alejados»

Álvaro Cárdenas, párroco de Colmenar del Arroyo, en la diócesis de Getafe, Madrid

¿Se imagina una parroquia con millones de feligreses? Pues algo así es lo que ha logrado crear este sacerdote de un pequeño pueblo de la diócesis de Getafe, en la provincia de Madrid, con Asalto al Cielo, unos encuentros testimoniales que luego sube a YouTube. Álvaro Cárdenas es un sacerdote grande, en muchos sentidos. De voz suave, pero firme. Su afán, dice, es ser un buen pastor, curar heridas, sanar almas. Relata su historia con una sonrisa, agradecido e impactado por la repercusión de aquella inquietud misionera que le quemaba por dentro, y de la que se hace eco la Revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

Todo comenzó en enero de 2010, cuando se cayó el techo de la iglesia de Pinto, en la diócesis de Getafe, de la que era párroco. El hecho tuvo repercusión en medios, le dio a conocer e hizo que él también conociera a mucha gente. En Pinto –en el llamado cinturón rojo de Madrid– estuvo nueve años, y los seis primeros no fueron fáciles. En algún momento de oscuridad pidió ayuda y se puso en camino. “Fui a Medjurgorje e hice un retiro de Emaús. El Señor fue abriéndome puertas, vi que soy un instrumento para la gente de mi parroquia... y se empezó a transformar la comunidad. Empecé a ver auténticos milagros”, explica para Misión.

Los últimos tres años en Pinto fueron de intensa vida parroquial: acompañamiento a matrimonios, jóvenes, niños… Se sentía como un pastor que está todo el día con sus ovejas.


En 2014, un traslado inesperado a la parroquia de Colmenar del Arroyo, un pueblo pequeño a 40 kilómetros de Madrid, fue el detonante de una crisis de acción misionera que desencadenó la revolución de los Asaltos al Cielo. La vida de pueblo se le quedaba pequeña: sentía “una fuerza interior de evangelizar” y quería llegar, además, a sus amigos de Pinto y de Madrid, para no cortar esas relaciones que tanto le había costado crear. ¿Cómo podría llegar a todos ellos?

El Cielo por asalto

“Le daba vueltas a qué hacer, pues me encontraba en un lugar con pocas posibilidades por su ritmo de vida: gente tranquila, con sus tradiciones, a quienes todo lo de fuera les sonaba raro”. Cierto día, rezando, pensó en “invitar a todos a un encuentro de oración” en su nueva parroquia, un sábado, el día de la Virgen. “Se lo dije a mi amiga María Vallejo-Nájera, para probar, aunque sin idea de continuidad. Era una locura pensar que la gente se movería hasta Colmenar del Arroyo, pero el Señor me impulsaba. Y pensé: si la gente viene, es que el Señor lo quiere, que no me lo he inventado yo”. Convocó a sus amigos… y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Colmenar del Arroyo se llenó, y siguió llenándose un sábado al mes durante cinco años seguidos.

El formato siempre es el mismo: “Empezamos a las 17 h, con el rosario. Vamos meditando los misterios con cantos de alabanza muy bonitos. Luego el testimonio, de una hora. Después, adoración con todas las luces apagadas y, para terminar, la misa parroquial de las 20 h. La intensidad es progresiva: la gente va llegando poco a poco y, al final, veo la iglesia llena. El testimonio abre los corazones y cuando, después, pones al Señor en la adoración, es muy emocionante. Antes de la misa paso por los bancos dando la bendición con el Santísimo. Es un momento muy fuerte, les acerco al Señor y casi lo pueden tocar”.

La parroquia virtual

A los encuentros asistían unas 200 personas, pero pronto los Asaltos al Cielo traspasaron fronteras gracias a las redes sociales. “Se me ocurrió grabar el primer testimonio con la idea, quizá, de hacer copias. Al año, alguien me propuso subirlo a YouTube y, aunque me daba pereza, empezamos a subir los que ya teníamos e incorporamos los nuevos. En 4 años habían sido vistos por un más de un millón de personas”, dice. Hoy Asalto al Cielo tiene su propio canal de YouTube con 11.000 suscriptores.

Casi sin darse cuenta, los Asaltos al Cielo habían plasmado aquello que pide el Papa Francisco en Evangelium Gaudium: una Iglesia fiel y creativa que busca a los alejados para comunicar la alegría del Evangelio. “Alguien me dijo que yo tenía una parroquia de 1.000 habitantes y luego una parroquia virtual de miles de personas en todas partes del mundo. Es una aventura espiritual, misionera y comunicativa que jamás imaginé”, señala Álvaro Cárdenas.

A pesar del éxito, hace poco más de un año hizo un parón: “Los Asaltos al Cielo hacían mucho bien, pero me pasaba el mes pendiente de los detalles. Tenía que ocuparme más de la parroquia y es lo que he hecho. Luego vi que Dios me pedía volver y le dije: Dame un testimonio. Y me llamó José María Zavala para contarme de su película Renacidos” . Y así, en noviembre de 2019, comenzaba una nueva etapa de Asalto al Cielo.

“Lo que impacta es la gracia”

Los testimonios de los Asaltos al Cielo no son charlas de Teología, ni conferencias espirituales. Son relatos, en primera persona, de encuentros y sucesos que han marcado un antes y un después en la vida de esas personas. Tras María Vallejo-Nájera fueron los Asaltos al Cielo de Jesús García, María Luisa Ruiz Jarabo, Marta Oriol, Juan Manuel Cotelo, Alfonso del Corral, Jaume Vives y muchos más… “Cada testimonio es único, y todos son muy fuertes. Son personas que están haciendo una misión importante, algunas más conocidas, otras desconocidas a las que de este modo se les da a conocer... Otros son personajes públicos que habían salido en los medios católicos dando testimonios fuertes y a los que llegaba porque alguien me ponía en contacto. Y luego, cuando se fue asentando el nombre, me llegaban recomendaciones: ¡Esto tiene que ser un Asalto al Cielo! La gente dice que lo más impresionante de los Asaltos al Cielo no es el testimonio, sino la gracia que está ahí

Fuente: Religión en Libertad

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