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sábado, 1 de febrero de 2020

Estaba en un centro para abortar cuando se produjo el «milagro»: dos sucesos que lo cambiaron todo

Alonna posa feliz con sus gemelas Lilly y Eve / The Catholic Spirit

Estaba en un centro para abortar cuando se produjo el «milagro»: dos sucesos que lo cambiaron todo

Alonna posa feliz con sus gemelas Lilly y Eve / The Catholic Spirit

Alonna Mertz es a día de hoy madre de dos niñas gemelas que están a punto de cumplir dos años. Y esta joven estadounidense considera un auténtico milagro el hecho de que estén vivas, pues ella se encontraba ya tumbada en la camilla de una clínica abortista dispuesta a acabar con sus vidas cuando dos hechos extraordinarios sucedieron: el llanto de un bebé al otro lado del centro y el hecho de que una de las máquinas aparentemente dejara de funcionar en aquel instante.

Fue entonces cuando supo que su bebé tenía y debía nacer. Salió del abortorio, lloró y más adelante acudió a pedir ayuda a un centro provida. Hoy es una madre feliz con sus dos pequeñas.

El testimonio de esta joven, que recoge The Catholic Spirit, es llamativo puesto que siendo adolescente Alonna acudía a centros abortista pero como activista provida. Sin embargo, el desarrollo de su vida, su relación con un hombre con valores opuestos a los de ella y la llegada inesperada de un embarazo provocaron en ella ansiedad, soledad y terror.

"Había demasiada distancia entre Dios y yo"

Alonna cuenta que “en ese momento había demasiada distancia entre Dios y yo como para escuchar al Espíritu Santo”. Cuando descubrió que estaba embarazada en junio de 2017 en un principio no se lo dijo a nadie, ni a aquel novio. Simplemente pidió cita para un aborto.


Confiesa que lloró mucho cuando vio el positivo y que le dio mucha pena su bebé. Pero a oscuras por la situación que vivía sólo pensaba que un niño no podía nacer en un ambiente en el que los padres no se querían. “No podía soportar esa realidad”, afirma.

Esta joven reconoce que era muy consciente de la “gran desconexión” que existía entre lo que había crecido creyendo sobre el aborto y lo que se disponía  a hacer con su bebé ya que incluso llegó a ser voluntaria en el pasado en un centro provida.

Una vez en la sala de espera del abortorio escuchó el llanto de un bebé, algo que lo cambió todo. “Fue solo una fracción de segundo, pero fue un llanto diferente que provenía de la parte posterior de la clínica. Miré y pude ver que otras mujeres también lo habían escuchado, porque todas miraron hacía allá”, relata.

"Sabes que es un bebé"

El llanto de este bebé provocó en Alonna un pensamiento muy claro: “Esto es un bebé. Sabes que es un bebé”.

En ese instante la llamaron para someterse a una ecografía para confirmar el estado del embarazo.  Sin embargo, el técnico no lograba encontrar nada con el aparato, ni una imagen ni un latido. Parecía que se hubiera estropeado por lo que le dijeron que pidiera cita para otro día.

En vez de enfadarse o agobiarse por ese contratiempo sintió “alivio”, salió al aparcamiento y lloró durante más de veinte minutos. Supo que no quería matar a su hijo, no sabía todavía que serían dos, y rápidamente buscó un centro provida.

"Un milagro"

Una semana después fue a este lugar y esta vez sí se realizó una ecografía que mostró rápidamente “un latido inmediato, muy fuerte”. Y entonces vio una intervención divina a todo lo que ocurrió en el centro abortista.

“Fue un milagro. Esas niñas eran queridas y protegidas incluso de mí. Entonces supe que esto sería especial”, agregó. Y justamente después conoció que no venía una hija sino dos.


La ayuda provida

Una vez decidida a luchar y salir adelante con este doble embarazo tocaba contárselo a la gente y pedir ayuda, incluida una amiga provida que había conocido años antes, Theresa Evans.

Mertz también se lo dijo a su novio. Volvieron un tiempo, incluso tras el nacimiento del bebé, pero finalmente acabaron dejándolo. Y esta joven pidió ayuda a su amiga provida. Y los padres de ella, católicos y también provida, no dudaron en acogerla a ella y sus dos pequeñas.

"Caí pero el Señor trajo algo bueno de eso"

Ahora ella tiene su propio apartamento en el sótano. Y esta familia, padres de seis hijos ya mayores, están encantados de que haya niños cerca.

"Estoy muy agradecida de compartir esta (historia), de haber sanado y pasado por lo que he pasado con las niñas. Caí, pero el Señor trajo algo bueno de eso. Y no habría sido tan milagroso si no hubiera caído", cuenta Alonna.

Por ello,  afirma haber aprendido sobre la "misericordia y la humildad" a través de esta experiencia, y ahora está preparada para ayudar a otras que pasan por dificultades similares.

Fuente: Religión en Libertad

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