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jueves, 31 de octubre de 2019

Santo Evangelio 31 de Octubre 2019



Día litúrgico: Jueves XXX del tiempo ordinario



Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.

»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».


«¡Jerusalén, Jerusalén! (...) ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos (...) y no habéis querido!»

Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez 
(Barcelona, España)

Hoy podemos admirar la firmeza de Jesús en el cumplimiento de la misión que le ha encomendado el Padre del cielo. Él no se va a detener por nada: «Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana» (Lc 13,32). Con esta actitud, el Señor marcó la pauta de conducta que a lo largo de los siglos seguirían los mensajeros del Evangelio ante las persecuciones: no doblegarse ante el poder temporal. San Agustín dice que, en tiempo de persecuciones, los pastores no deben abandonar a los fieles: ni a los que sufrirán el martirio ni a los que sobrevivirán, como el Buen Pastor, que al ver venir al lobo, no abandona el rebaño, sino que lo defiende. Pero visto el fervor con que todos los pastores de la Iglesia se disponían a derramar su sangre, indica que lo mejor será echar a suertes quiénes de los clérigos se entregarán al martirio y quiénes se pondrán a salvo para luego cuidarse de los supervivientes.

En nuestra época, con desgraciada frecuencia, nos llegan noticias de persecuciones religiosas, violencias tribales o revueltas étnicas en países del Tercer Mundo. Las embajadas occidentales aconsejan a sus conciudadanos que abandonen la región y repatríen su personal. Los únicos que permanecen son los misioneros y las organizaciones de voluntarios, porque les parecería una traición abandonar a los “suyos” en momentos difíciles.

«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa» (Lc 13,34-35). Este lamento del Señor produce en nosotros, los cristianos del siglo XXI, una tristeza especial, debida al sangrante conflicto entre judíos y palestinos. Para nosotros, esa región del Próximo Oriente es la Tierra Santa, la tierra de Jesús y de María. Y el clamor por la paz en todos los países debe ser más intenso y sentido por la paz en Israel y Palestina.

Habla un exorcista: «Hoy Halloween es, directamente, el cumpleaños de Satanás, así se celebra»

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Habla un exorcista: «Hoy Halloween es, directamente, el cumpleaños de Satanás, así se celebra»
Javier Luzón fue exorcista oficial de la diócesis de Madrid durante varios años, y educa contra la cultura esotérica y ocultista ligada a Halloween

"En una sociedad donde no se habla del demonio para nada decir que Halloween tiene relación con el ocultismo o el satanismo puede parecer una exageración. No es así", afirma el sacerdote Javier Luzón.

Javier Luzón fue exorcista oficial de la diócesis de Madrid durante varios años, y educa contra la cultura esotérica y ocultista ligada a Halloween

Luzón fue el exorcista de la vicaría 8 de Madrid, el noroeste de la diócesis, durante varios años. Licenciado en Filosofía y Letras, doctor en Teología y profesor de Antropología Teológica, es autor del libro «Las seis puertas del enemigo. Experiencias de un exorcista». Explicaba en una entrevista en La Contra TV que Halloween, más allá del barniz consumista, lúdico o transgresor, tiene importantes lazos con el ocultismo y el satanismo.

"He sido exorcista durante años y he tenido experiencias. Quiero citar al padre Amorth, un exorcista muy afamado que falleció recientemente, que siempre decía que no se puede jugar con el fuego porque se había encontrado con niños y adolescentes con problemas que les venían por abrir puertas con ocasión de Halloween".

"Es el día del comienzo del año satánico"

"Esta fiesta no es nada inocente. Es el día del comienzo del año satánico. Antiguamente, los druidas, 300 años antes de Cristo, ya en este día invocaban al dios de la muerte, que este día abría las puertas del averno para que los espíritus puedan perturbar a las personas. Los druidas iban por las casas y pedían un sacrificio, una ofrenda. Por ejemplo, de vírgenes, de niños... Si la familia se resistía, marcaban la casa, haciendo como un maleficio para que los espíritus pudieran atacar ese hogar.

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Luzón detalla que los benedictinos, en los inicios de la Edad Media, y en años posteriores, realizaron rituales de exorcismos por muchos países de cultura pagana, "liberándolos de maldiciones, de este mundo oscuro", pero no llegaron a Irlanda. Precisamente los emigrantes irlandeses en Estados Unidos serían los que llevaron allí las costumbres de Halloween.

"Hoy es directamente el cumpleaños de Satanás"

"Hoy ya no es el culto al dios de la muerte sino, directamente, el cumpleaños de Satanás, que es como se celebra ahora. Personas que han sido líderes en sectas satánicas y han salido de ellas han contado en Internet lo que hacían: sacrificios, también de seres humanos... Dejan embarazadas a mujeres, chicas de la calle que nadie reclamará, para sacrificar a sus hijos. Roban formas consagradas para sus ritos de esta noche", advierte el sacerdote.

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"No es una cosa inocua e inocente. La misma simbología de muertos, calaveras, monstruos... representa a esos seres que iban a atacar en el pasado. Se inculca a los niños el tema del terror y la muerte de forma mal enfocada. Puede ser grave y puede tener repercusiones", avisa.

Efectos en los niños

Por desgracia, explica, "nos lo están metiendo por todas partes. Incluso en el hospital donde estoy como capellán tenemos allí las calabacitas. En los colegios no hay fiesta de la que se puedan escapar. Si a un chaval su familia le dice 'tú no te disfrazas de muerto, disfrázate de algo positivo', le toman por una persona extraña".

"¿Significa eso que un niño, por disfrazarse de estas cosas, le pueda pasar algo? No necesariamente, pero puede. Luego hay chavales que empiezan con terrores nocturnos, con visiones extrañas, con alteraciones del sueño... y muchas veces, cuando se ora por ellos, pidiendo sanación, se manifiesta que el origen ha estado en participar en este tipo de celebración", concluye.

(El vídeo de La Contra y el resumen de ReL se publicaron ya previamente en 2018)



Lea más sobre estos temas en nuestra sección Exorcismos 

miércoles, 30 de octubre de 2019

Santo Evangelio 30 de Octubre 2019



Día litúrgico: Miércoles XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30): En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».


«Luchad por entrar por la puerta estrecha»

Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés 
(Tarragona, España)

Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su aire, con una “moral a la carta”?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?

Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades. Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).

Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Lc 13,27-28). 

Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n. 1036).

Dejemos de “pasarnos de listos” y de hacer cálculos. Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves».

Cuando descubrió a Dios en la ELA y comenzó a vivir con alegría, llegó la conversión de su marido


Cuando descubrió a Dios en la ELA y comenzó a vivir con alegría, llegó la conversión de su marido

Águeda, con ELA y peregrina en Lourdes, «la curación más necesaria y valiosa es la del corazón»

Agueda y su marido Alejandro en Lourdes

Águeda tiene Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neuromuscular progresiva que avanza hacia la parálisis total. Ella y su marido Alejandro han acudido con la Hospitalidad de Lourdes de Madrid hasta el santuario mariano francés en la peregrinación diocesana que tuvo lugar hace dos semanas. La aceptación de la enfermedad y la relación de este matrimonio con Dios y con la Iglesia en medio de la prueba impactó a todos los peregrinos, enfermeras y camilleros que les acompañaron. Tras su encuentro con Dios, en gran medida por su enfermedad, Águeda cuenta en esta entrevista que “puede que no merezca la ELA, pero menos aún merezco que Dios se hiciera hombre para rescatarme a mí de mi pecado y mi enfermedad, y no contento con esto, muriera injustamente clavado en una Cruz por amor a mí”. Puedes seguir a Águeda a través de su blog en el que relata su vida con la ELA y comparte sus ganas de vivir.

 - En tu blog cuentas tu experiencia de la peregrinación con la Hospitalidad de Lourdes de Madrid a este santuario mariano, ¿qué fue lo que más te impactó?

- Es difícil responder, porque me impactaron varias cosas, así que voy a contestar dos de ellas; me impactó muchísimo la gravedad de los enfermos que iban, tanto que yo no me sentía enferma, más bien hospitalaria. Quizá porque la enfermedad física no me parece tan grave como la del alma, y vi mucho sufrimiento del alma; lo otro que me impactó al mismo nivel fue el derroche de amor constante de los hospitalarios, en todo momento y ante cualquier circunstancia había ternura, comprensión, alegría, paciencia y ¡por parte de todos! camilleros y damas, veteranos y novatos, adultos y adolescentes. ¡impresionante!

- ¿Cómo se acerca una persona con una enfermedad grave como la tuya a la Virgen María en una peregrinación como esta?

- Yo llevo tiempo sintiendo que Ella me acompaña en mi enfermedad, pero sobretodo en mi camino de encuentro con Cristo, por eso hace años me consagré a su Inmaculado Corazón y desde entonces se hace muy presente en todo lo que acontece en mi vida. Por eso ir a cualquier santuario Mariano es para mí ir a encontrarme con Ella, a rendirle homenaje. Además iba con la esperanza de que hubiera llegado el momento de mi curación e iba a pedírsela. Pero nunca me acerco con exigencias sino con humildad, sabiendo que la curación más necesaria y valiosa es la del corazón. Y creo que ahí estoy recibiendo muchas gracias porque mi corazón de ahora nada tiene que ver con mi corazón de hace 10 años. Poco a poco me está transformando.

Agueda y su marido Alejandro en Lourdes

- Cuentas que no te curaste, pero que recibiste otro tipo de gracias. ¿Puedes compartirnos que recibiste de la Virgen en esta peregrinación, por ejemplo después de bañarte en las famosas piscinas con agua de Lourdes?

- Bueno, en parte lo que he contestado en la pregunta anterior, otro paso adelante en la conversión de mi corazón, pero también muchos guiños o caricias de Ella, que venían de la mano de los hospitalarios que sin conocernos se nos acercaban a decirnos cómo nuestra vida tocaba sus corazones o también el detalle insignificante para el mundo, pero lleno de amor para nosotros de parar la Custodia justo donde nos encontrábamos mi marido y yo. Otra gracia que nos concedió fue sentir mucho amor hacia una persona que fue bastante injusta conmigo y con otra enferma; no sentir rabia en momentos de injusticia es una gran gracia, es vivir el Evangelio y ser consciente de ser bienaventurado.

- En tu blog hablas de una relación muy profunda que tienes con Cristo por medio del dolor. En concreto dices que entendiste que tu “ofrenda en la enfermedad, para que Cristo pudiera seguir crucificado en mí, iba a valerme el premio de la vida eterna, porque Él lo ha dicho, soy Su sierva y estaré con Él”. Esto rompe los esquemas de un mundo que solo predica la comodidad y placer. ¿Cómo has llegado a ver tan claramente la voluntad de Dios? ¿Son horas y horas de oración? ¿Es una gracia?

- Creo que son ambas. El deseo de conocer a Cristo te lleva a buscarle en la oración, en la meditación de la Palabra y en los Sacramentos, que es gracia que se derrama. Pero es esto vivido con perseverancia y sin desfallecer.

» El Señor poco a poco, si estás atento, te va regalando una palabra aquí, otra allá y vas entendiendo lo que te pide, lo que le gustaría recibir de ti. Y tú si quieres se lo das y te das cuenta que al dárselo eres más feliz y las cosas son más sencillas de lo que imaginabas; así vas conociendo la voluntad de Dios.




 - Águeda, leyendo tu blog y conociéndote un poco, vemos que en tu camino hay alguien muy especial y que está a pie de cañón todo el día, tu marido Alejandro. ¿Cómo vivís ahora la enfermedad como matrimonio y como familia con vuestros hijos?Á

- La enfermedad ocupa un lugar importante en la vida familiar debido a la gran invalidez que me produce, pero de ningún modo permitimos que se lleve el protagonismo. Hemos intentado aprovechar todo lo bueno que la enfermedad nos concedía: entre Alejandro y yo una mayor intimidad compartida y descargar de gravedad los problemas del día a día, y con nuestros hijos hemos hecho una piña, nos hemos unido mucho a pesar de las edades complicadas que tienen. Y luego pues es verdad que la mayor carga la lleva Alejandro porque la mayoría de necesidades son en el ámbito de la intimidad y  él quiere ser quien lleve a cabo mi aseo y mi alimentación, y ciertamente yo no podría estar más agradecida y a gusto con que sea así.

» Mis hijos siempre están dispuestos a echar una mano cuando se les pide, pero como digo, la enfermedad no es el centro, tratamos de seguir siendo una familia normal.

- ¿La ELA os ha acercado a Dios en vez de rebotaros contra Él? ¿Puedes contarnos cómo fue este encuentro con Cristo, vuestras conversiones?

- Es muy duro cuando recibes el diagnóstico de la ELA, la sentencia de muerte como suelo decir y no entiendes por qué te ocurre a ti, con la de cosas que tienes por hacer, con los hijos pequeños… Es cierto que mi historia no era un dechado de virtudes, pero aún así, esto era demasiado. Esta forma de pensar al principio era poco menos que suponer que la enfermedad era un castigo por mis pecados. Y no es así. Me negué a atascarme en esta idea y entendí que la enfermedad es parte de esta vida.

» Por otro lado al enfrentarme a la muerte pensé en cómo había sido mi vida, y fui consciente de lo errado que había sido mi camino, no solo por los pecados, sino por la soberbia de haber pretendido vivir mi vida y mi acercamiento a Dios con mis condiciones, o sea, sin Dios. Además entendí que puede que no mereciera la ELA, pero menos aún merecía que Dios se hiciera hombre para rescatarme a mí de mi pecado y mi enfermedad, y no contento con esto, muriera injustamente clavado en una Cruz por amor a mí.

» Esto me conmovió profundamente y aún hoy lo hace. Ante esto, solo podía adorar, agradecer y ofrecerme para lo que me necesitase.

» Y bueno, mi enfermedad empezó a ser vivida con alegría, lo que provocó el asombro de mi marido, y el deseo en su corazón de vivirlo igual y de ser feliz a pesar del drama de la ELA. Un poco de tiempo y mi oración constante obraron su conversión también.

- En vuestro camino también contáis con el acompañamiento de Proyecto de Amor Conyugal, ¿de qué manera os ayuda una comunidad como esta a vivir la fe?

- En Proyecto Amor Conyugal estamos aprendiendo a vivir nuestro matrimonio de forma plena, como Dios lo pensó, lo que ya de por sí es suficiente para estar involucrados en PAC, pero además podemos ayudar a otros matrimonios, lo que, en mis circunstancias, es un privilegio y una manera de permanecer activa, en lugar de encerrarme en mi misma y en mis dificultades. Proyecto Amor Conyugal es un chorro de gracias para la Iglesia, hoy en día que la familia y el matrimonio están tan amenazados

Fuente: Religión en Libertad

martes, 29 de octubre de 2019

Santo Evangelio 29 de Octubre 2019



Día litúrgico: Martes XXX del tiempo Ordinario


Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».


«¿A qué es semejante el Reino de Dios?»

+ Rev. D. Francisco Lucas MATEO Seco 
(Pamplona, Navarra, España)

Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).

El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.

Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.

La hija de Gianna Beretta Molla relata la santidad con la que sus padres vivieron el matrimonio


La hija de Gianna Beretta Molla relata la santidad con la que sus padres vivieron el matrimonio

Gianna Emanuela, junto a un retrato de Santa Gianna Beretta Molla sosteniendo en brazos a una de sus hermanas.


 Ella vive por la decisión consciente de su madre de entregar su vida por ella.

Santa Gianna Beretta Molla fue beatificada (1994) y canonizada (2004) por San Juan Pablo II. Médico y pediatra, entregó su vida por salvar la de la hija que esperaba, renunciando al adecuado abordaje quirúrgico del fibroma que le detectaron en el útero al final del segundo mes de embarazo. Murió una semana después de dar a luz por cesárea a Gianna Emanuela, quien explica que la santidad de su madre floreció en un matrimonio vivido junto a su esposo Pietro Molla como "camino hacia el Paraíso". E incluso antes, en unas vidas entrelazadas y llenas de amor por el Señor, que siempre ocupaba el primer lugar. Si hoy la familia y el matrimonio son cada vez más perseguidos por el espíritu del mundo, la Iglesia con sus santos profetiza un camino lleno de luz y esperanza. Lo cuenta Costanza Signorelli en La Nuova Bussola Quotidiana:


Pietro Molla (1912-2010) pudo asistir a la beatificación (arriba a la derecha) y a la canonización (abajo a la izquierda) de su esposa Gianna Beretta (1922-1962).

Muchos conocen a Santa Gianna Beretta Molla por ese extraordinario gesto de amor que permitió que su hija naciera, al precio de su propia vida. Menos conocido, en cambio, es el hecho de que este sacrificio fue el sello a toda una vida santa y, sobre todo, a un matrimonio realmente santo. Es la propia hija, Gianna Emanuela Molla, la que no duda en definir a sus padres como dos "santos progenitores", pues está íntimamente convencida de que su amado padre era el "dignísimo esposo de una santa esposa".

Al hacerlo no quiere en absoluto anticipar un juicio que la Iglesia no ha expresado, sino que sencillamente pone voz al pensamiento que su madre, cuando vivía, habría manifestado en más de una ocasión. Hoy queremos, por tanto, conocer y amar la vida de esta "santa de la familia" bajo esta luz especial de la santidad matrimonial; santa en cuya proclamación la Iglesia ha demostrado, de nuevo, su naturaleza profética. ¿En qué momento histórico ha sido la familia más acosada y humillada que en el actual? ¿Hay acaso hoy testimonio más providencial que éste, en el que se presenta la cotidianidad del matrimonio como una auténtica vía de santidad?

Familia, cuna de santidad

Nacida en Magenta, provincia de Milán, el 4 de octubre de 1922, festividad de San Francisco de Asís, Gianna, además del don de la vida, recibe del Señor unos padres profundamente cristianos, Maria De Micheli y Alberto Beretta, ambos terciarios franciscanos. Bautizada como Giovanna Francesca, es la décima de trece hijos, cinco de los cuales mueren en tierna edad. Otros tres se consagran a Dios.

Gracias a estos primeros datos se comprende que el contexto de su familia de procedencia es profundamente religioso. En una carta del 22 de abril de 1955 a su prometido Pietro, Gianna habla así de su madre y su padre: "Mis santos padres, tan rectos y sabios, con esa sabiduría que es reflejo de su alma buena, justa y temerosa de Dios". Se comprende que para la santa la primera experiencia auténtica de Iglesia fue su familia, y la catequista más experta fue precisamente su madre: fue ella quien la introdujo en el conocimiento y el amor por el Señor, centro único de toda la vida, dentro y fuera del hogar.

La pequeña Gianna acoge de inmediato el don de la fe, al que se adhiere plenamente: "Con cinco años y medio -cuenta Gianna Emanuela-, recibe por primera vez la Santa Comunión y a partir de ese momento, junto a su madre, va todas las mañanas a misa para recibir el que rápidamente considera 'el alimento indispensable de cada día'". Así, la ferviente amistad con el Señor, que la niña Gianna respira en su familia, crece convirtiéndose en un amor profundo y personal junto a la mujer Gianna y, después, a la médico Gianna. Mientras tanto, nace en ella la urgencia de conocer su llamada personal en el plan de amor de Dios...

Vocación a la felicidad

"De seguir bien nuestra vocación depende nuestra felicidad terrena y eterna". Con esta profundidad de conciencia e igual serenidad de espíritu, Gianna sigue rezando, y hace rezar, por su vocación. "Mi madre -cuenta Gianna Emanuela- deseaba conocer la voluntad de Dios para ella para así poder servirLe mejor. Pero no tuvo prisa, siguió rezando hasta que estuvo segura de la vocación a la que Dios la llamaba".

En esta fase de elección vocacional, como durante toda su vida, la oración fue para Gianna mucho más que fundamental: "Siempre rezó mucho -sigue su hija-, dando ejemplo a sus jóvenes de Acción Católica. Les decía: 'Recordemos que el apostolado se hace, sobre todo y ante todo, de rodillas'. Cada día rezaba el rosario porque, como había aprendido de pequeña en su familia, 'sin la ayuda de la Virgen no se va al Paraíso'". En principio, precisamente por este amor que siente y que la hace poner a Dios siempre en el primer puesto, se consolida en Gianna el deseo de unirse a su hermano, el padre Alberto, médico misionero capuchino en Brasil, para ayudarle como médico y dedicarse plenamente a la vocación misionera. Pero el camino que el Señor ha preparado para esta joven no es este: Gianna no tiene salud para soportar el calor tropical de esas tierras. "Esto significa que el Señor te quiere para otra cosa", le repite su director espiritual, que la anima a formar una familia sana, siguiendo el ejemplo de sus padres.

"Así, sintiéndose llamada por el Señor a la vocación del matrimonio, mi madre la abrazó con toda su alegría y entusiasmo". ¿Y qué hace la joven santa, que aún no tiene prometido? "En junio de 1954, con casi 32 años de edad, mi madre viaja a Lourdes para rezar a la Virgen y pedirle que le haga conocer al hombre que debería ser su esposo, el que el Señor había dispuesto para ella desde la eternidad".

Un encuentro deseado desde Arriba

En este entramado de santidad, que se transmite de familia a familia como un valioso tesoro, se introduce perfectamente la figura del ingeniero Pietro Molla, es decir, del hombre que la Providencia sugerirá a Gianna como marido.

Nacido el 1 de  julio de 1912 en Mesero, un municipio cercano a Magenta, también Pietro Molla,  el cuarto de ocho hijos, recibe el don de dos padres profundamente cristianos. "Cuando conoció a mi madre -continúa Gianna Emanuela-, a la que le llevaba diez años, mi padre era un hombre de gran fe y virtudes extraordinarias. Pero sobre todo, como ella, había puesto al Señor en el centro de su vida desde que era muy joven. Puedo decir que mi padre sentía, por un lado, una gran dedicación por el trabajo y, por el otro, se sentía llamado por el Señor a la vocación del matrimonio y deseaba profundamente tener una familia.



Precisamente por esto iba cada día a 'su' pequeña iglesia de Ponte Nuovo (Magenta) para pedirle a la Virgen del Buen Consejo que le hiciera conocer 'una madre santa para sus hijos'".
"El Señor estaba llamando realmente a mis padres a la vocación del matrimonio como ellos pensaban: de hecho, la Virgen María escuchó sus oraciones y, aunque ya se conocían desde hacía cinco años, fue gracias a la Virgen que, por fin, sus hermosos corazones y almas se encontraron". A partir de ese momento empieza el noviazgo como un "tiempo de gracia", vivido con gran alegría y gratitud hacia el Señor y la Virgen María, y con la incansable oración de encomendar a la nueva familia que estaba naciendo.

El santo matrimonio

Gianna Beretta y el ingeniero Pietro Molla se casan el 24 de septiembre de 1955 en la Basílica de San Martín, en Magenta (Milán). Pero, ¿qué significa para los dos enamorados celebrar el sacramento del matrimonio y formar una familia?


Esto es lo que escribe Gianna en su Pedrin d'or, diez días antes de la boda: "Amadísimo Pietro, gracias por todo. Me gustaría decirte todo lo que siento y tengo en mi corazón, pero no soy capaz de hacerlo. Tú, que ya conoces bien mis sentimientos, sabrás comprenderme. Amadísimo Pietro, estoy segura de que siempre me harás feliz como lo soy ahora, y que el Señor responderá a tus oraciones, porque han sido pedidas por un corazón que siempre le ha amado y servido con santidad. Pietro, ¡cuánto tengo que aprender de ti! Eres realmente un ejemplo para mí y por ello te doy las gracias. Así, con la ayuda y la bendición de Dios, haremos todo para que nuestra nueva familia sea un pequeño cenáculo en el que Jesús reine por encima de todos nuestros afectos, deseos y acciones. Pedro mío, faltan pocos días y me siento tan conmovida por el hecho de acercarme a recibir el Sacramento del Amor: convirtámonos en colaboradores de Dios en la creación, dándoLe hijos que le amen y le sirvan. Pietro, ¿seré capaz de ser la esposa y madre que tú siempre has deseado? Lo deseo precisamente porque te lo mereces y porque te amo tanto. Te beso y te abrazo con todo mi afecto. Tuya, Gianna". 

Y del mismo modo, Pietro le escribe antes del gran día: "Gianna amadísima, ... con la certeza de que Dios nos quería unidos, tú y yo hemos emprendido nuestra nueva vida. Estos meses han sido un crescendo de comprensión y afecto. Ahora nuestra comprensión es perfecta porque el Cielo es nuestra luz y la Ley Divina nuestra guía... Ahora nuestro afecto es pleno porque somos un sólo corazón y una sola alma, un único sentimiento y un único afecto, porque nuestro amor sabe esperar, fuerte y puro, la bendición del Cielo".

La hija Gianna Emanuela cuenta así la santa unión entre sus padres: "Leyendo y transcribiendo durante meses las cartas de mi padre a mi madre para su publicación, he comprendido que su amor podía ser tan grande, tan profundo y tan verdadero porque el Señor y la Madre Celestial estaban verdaderamente presentes y eran parte integrante de este amor, como de toda su vida. Hay aspectos que me iluminan y me conmueven en lo más hondo: su fe profunda y su ilimitada confianza en la Divina Providencia, su profunda humildad, su inmenso amor recíproco -que les daba mayor serenidad y fortaleza-, su amor inconmensurable por nosotros, sus hijos, su gran estima recíproca, su continua comunicación y apoyo mutuo, sus intensas y constantes oraciones de agradecimiento al Señor y la Virgen María, su amor y caridad hacia el prójimo. Vivieron verdaderamente el Sacramento del Matrimonio como vocación y camino a la santidad".


Y será exactamente en este terreno fértil y fecundo de santidad donde, en sólo seis años y medio de matrimonio, Gianna y Pietro acogerán a seis hijos: dos irán al cielo mientras aún estaban en el seno de su madre, Mariolina a la edad de seis años, dos años después de la muerte de Gianna, mientras que la última será la gracia que permitirá a ambos sellar, aunque de forma muy distinta, su vocación común: dar la vida por amor.

Traducido por Elena Faccia Serrano.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 28 de octubre de 2019

Santo Evangelio 28 de Octubre 2019



Día litúrgico: 28 de Octubre: San Simón y san Judas, apóstoles

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.


«Jesús se fue al monte a orar»

+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas 
(Barcelona, España)

Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa, hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que somos más “seculares”, si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio».

¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo consideremos más cercano, su “práctica” de oración será un ejemplo evidente para nosotros.

Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento de hoy, lo vemos “organizando la Iglesia”, es decir, escogiendo a los que serán los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).

Fátima, 1923: la aparición aún no había sido reconocida y ya sumaba 24 sanaciones y cinco bombas

El día del Milagro del Sol, 13 de octubre de 1917, entre los testigos se encontraba un sacerdote llamado a ser decisivo en la difusión del mensaje de Fátima: Manuel Nunes Fortigao.

José María Zavala rescata a un personaje esencial: el sacerdote Manuel Nunes Formigao

Fátima, 1923: la aparición aún no había sido reconocida y ya sumaba 24 sanaciones y cinco bombas

El día del Milagro del Sol, 13 de octubre de 1917, entre los testigos se encontraba un sacerdote llamado a ser decisivo en la difusión del mensaje de Fátima: Manuel Nunes Fortigao.

Una nueva obra sobre Fátima pone el acento en un personaje esencial en los primeros años de las apariciones y hoy en proceso de beatificación, y sin embargo muy ignorado salvo por los muy conocedores de los acontecimientos de 1917 en Cova de Iría. Lo cuenta Cari Filii News:

Dos años después de publicar El secreto mejor guardado de Fátima, el escritor y periodista José María Zavala aborda de nuevo la historia de las apariciones con El cuarto vidente de Fátima, donde el protagonismo recae sobre el sacerdote Manuel Nunes Formigao (1883-1958), canónigo y profesor del seminario de Lisboa. 

Manuel Nunes Formigao, conocido como "el apóstol de Fátima".

Fue el más activo miembro de la comisión de estudio instituida en 1922 por el obispo de Leiria, José Alves, pero realmente él había empezado a investigar desde septiembre de 1917. Interrogó seis veces a Lucia y cinco a Francisco y Jacinta. antes y después del Milagro del Sol del 13 de octubre, al que asistió personalmente. Fue el primer director espiritual de Lucia y confidente especial de Jacinta, quien le confió un secreto que solo debía ser revelado a él y a la madre María da Purificaçao Godinho, religiosa que asistió a la niña en el hospital lisboeta donde murió el 20 de febrero de 2020. En 2018, el Papa Francisco declaró siervo de Dios al padre Formigao, abriendo la vía a su posible beatificación.


Con el ritmo trepidante propio de su oficio como reportero, Zavala hace un relato objetivo e intenso de las apariciones desde la perspectiva de quien las iba investigando, incrédulo al principio pero enseguida convencido de su autenticidad y apóstol del cumplimiento de los deseos de la Virgen y de la difusión de su mensaje. 

Una de las aportaciones de El cuarto vidente de Fátima es precisamente la publicación por primera vez en español, traducido por Elena Faccia Serrano, del opúsculo que el padre Formigao editó a principios de 1923 bajo el título Los acontecimientos de Fátima. El folleto presenta los hechos que sucedían en aquel recóndito paraje de Portugal cuando todavía las apariciones no habían recibido la aprobación oficial de la Iglesia. Lo firmó con el pseudónimo de Vizconde de Montelo, precisamente para no comprometer aún la autoridad jerárquica que habría implicado desvelar su identidad, si bien la obra lleva el imprimatur del obispo de Leiría.

En su escrito, el padre Formigao describe el imparable crecimiento del interés popular: 50 personas el 13 de junio, 5000 en julio, 18.000 en agosto, 30.000 en septiembre, hasta llegar a las 70.000 personas que presenciaron el Milagro del Sol.

Veinticuatro casos sin explicación médica

En los cinco años y medio que habían pasado desde el 13 de mayo de 2017, el sacerdote pudo recoger hasta 24 casos de lo que define como "sanaciones extraordinarias", de ambos sexos y todas las edades y muy variadas dolencias y circunstancias, entre las que se cuentan varias personas con los efectos de la tuberculosis, o al borde de la muerte, deshauciadas por los médicos, que se recuperaron de forma repentina en el mismo lugar de las apariciones cuando podían ir, o por oraciones y promesas hechas por sus familiares a la Virgen de Fátima.




Destacan tres casos.

Manuel Henriques era ciego desde los doce años a consecuencia de un golpe que recibió. Le habían operado varias veces en Lisboa, sin resultado. Tras una promesa de su madre a Nuestra Señora de Fátima, rogándole que se curase al menos de un ojo para que pudiese trabajar, esa curación inexplicable se produjo.

María Francesca Aloisi Fitipaldi, italiana de 57 años que vivía desde hacía 19 años en Leiría, padecía de un complejo de males (disnea, una lesión cardiaca, úlcera de estómago, entre otros) que la mantenían encerrada en casa sin poder tumbarse ni hablar ni salir. El 12 de octubre de 1917 vio por una de las puertas de su casa una multitud que se dirigía a Fátima "y sintió una inmensa pena por no poder ir". "Llena de fe", continúa Formigao, "le pidió a Nuestra Señora de Fátima que por lo menos mejorara algo para poder descansar un poco". Se tumbó -que no podía-, durmió toda la noche -lo que había pedido-... y por la mañana, al despertar, estaba "perfectamente bien".

Noémia da Conceiçao Grego era una joven de 18 años que había perdido el uso de la razón, tras sufrir varias graves enfermedades. Los médicos no conseguían encontrar una causa orgánica, aunque sospechaban de una meningitis cerebro-espinal. Finalmente, tres doctores de Lisboa que la estudiaron a fondo (Julio de Matos, Sobral Cid y Julio Dinis, citados en apoyo por Formigao) le dijeron a sus padres que "no se curaría nunca o que tardaría muchos años en sanar". Su madre había ido a Fátima varias veces, haciendo la peregrinación descalza, para pedir esa curación. Y "con gran sorpresa de los médicos, la enferma recuperó el uso de la razón cuando menos se lo esperaban" y pudo salir del hospital y volver a su casa "perfectamente bien de salud". "Desde entonces hasta hoy, no ha tenido ningún trastorno", concluye el sacerdote.

La bomba que no explotó

"Han sido innumerables las manifestaciones, por cierto ineficaces y hasta contraproducentes, de la ira infernal contra la obra de Fátima", dice más adelante el padre Formigao. Entre ellas destaca el atentado de la madrugada del 6 de mayo de 1922. Individuos que finalmente fueron identificados, provenientes de fuera de Fátima (Lisboa, Santarém y Vila Nova de Ourém: señal de que el odio a la aparición no era local, sino que inquietaba a los enemigos de Dios en todo el país), hicieron un trabajo netamente profesional. Derribaron la puerta de la capilla entonces construida "y, a golpes de piquete, abrieron cuatro agujeros en las paredes a distancias iguales, dos palmos por encima del suelo, introduciendo en cada una de estas aberturas una bomba de gran potencia". Las cuatro explotaron y ardió el techo de madera, que se derrumbó.


La capilla aguantó las bombas, pero no así el techo, que se incendió y derrumbó.

Colocaron una quinta bomba en la cueva donde se encuentra "la raíz de la encina sobre la cual, según los videntes, se posaban los pies de la aparición. Pero esta bomba no explotó". ¿Cómo no evocar el aviso de Dios al demonio en el Génesis: "Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; ésta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón" (Gén 3, 15)?

El escándalo

Pero el padre Formigao no ve solamente la obra del demonio en esos atentados directos, sino también en "personas de sentimientos cristianos que aprovechan la oportunidad para explotar comercialmente las apariciones".

En particular, deplora la construcción en las cercanías de "algunas tabernas que ponen una nota triste y, sobre todo, desagradable en todo ese hermoso escenario", en cuanto "ocasión de poner en práctica uno de los vicios más hediondos y repugnantes. ¡Cuántas transgresiones de la ley de Dios se cometen cada día en esos antros malditos que causan la desgracia y la miseria de tantas familias!". Lamenta asimismo la venta ambulante de "toda especie de comestibles y bebidas, convirtiendo ese lugar santificado por la presencia de la Reina del Cielo en una auténtica feria".

De ahí que haga una petición a los peregrinos: que se abstengan de comprar nada a los vendedores ambulantes y a las tabernas: "Dicha resolución, que para muchos representa un gran sacrificio, sería sin duda uno de los actos más meritorios y gratos a Nuestra Señora que los fieles podrían poner en práctica en su honor".

"Quiera Dios que los peregrinos sean conscientes verdaderamente de la importancia de dicha obligación para que, en breve, semejantes ventas desaparezcan por completo, o se establezcan a varios kilómetros de distancia del lugar de las apariciones", concluye: "Solo así ese lugar conservará intacto su carácter sagrado".

Pincha aquí para adquirir ahora El cuarto vidente de Fátima.

Artículo publicado originalmente en Cari Filii News.

Fuente: Religión en libertad

domingo, 27 de octubre de 2019

Santo Evangelio 27 de Octubre 2019



Día litúrgico: Domingo XXX (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 18,9-14): En aquel tiempo, a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. 

»El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. 

»En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».


«¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí...»

Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu 
(Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy leemos con atención y novedad el Evangelio de san Lucas. Una parábola dirigida a nuestros corazones. Unas palabras de vida para desvelar nuestra autenticidad humana y cristiana, que se fundamenta en la humildad de sabernos pecadores («¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!»: Lc 18,13), y en la misericordia y bondad de nuestro Dios («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»: Lc 18,14).

La autenticidad es, ¡hoy más que nunca!, una necesidad para descubrirnos a nosotros mismos y resaltar la realidad liberadora de Dios en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Es la actitud adecuada para que la Verdad de nuestra fe llegue, con toda su fuerza, al hombre y a la mujer de ahora. Tres ejes vertebran a esta autenticidad evangélica: la firmeza, el amor y la sensatez (cf. 2Tim 1,7). 

La firmeza, para conocer la Palabra de Dios y mantenerla en nuestras vidas, a pesar de las dificultades. Especialmente en nuestros días, hay que poner atención en este punto, porque hay mucho auto-engaño en el ambiente que nos rodea. San Vicente de Lerins nos advertía: «Apenas comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además interpreta con falsedad y fraude».

El amor, para mirar con ojos de ternura —es decir, con la mirada de Dios— a la persona o al acontecimiento que tenemos delante. San Juan Pablo II nos anima a «promover una espiritualidad de la comunión», que —entre otras cosas— significa «una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado».

Y, finalmente, sensatez, para transmitir esta Verdad con el lenguaje de hoy, encarnando realmente la Palabra de Dios en nuestra vida: «Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso» (San Juan Crisóstomo).

En Medjugorje dejó su vida de «adulterio» y sanó de un cáncer: ahora vive para llevar almas allí

Macarena Magirena ha encontrado en Medjugorje, de mano de la Virgen, sanación de cuerpo y alma

Macarena relata su impresionante conversión y su misión actual

En Medjugorje dejó su vida de «adulterio» y sanó de un cáncer: ahora vive para llevar almas allí

Macarena Magirena ha encontrado en Medjugorje, de mano de la Virgen, sanación de cuerpo y alma

Macarena Magirena es una madrileña que en estos momento vive por y para llevar almas a Dios. Y lo hace llevando a gente donde ella misma experimentó el fuego abrasador: en Medjugorje. Allí, dejó una vida de adulterio, se convirtió profundamente y también ha encontrado la sanación a un cáncer. Cuenta su impresionante testimonio Ana Beatriz Becerra en Portaluz:

“Cuanto más tenía, más vacío sentía, vivía muerta. En Medjugorje recibí la gracia”

Nos reunimos con la española Macarena Magirena Varela a escasos metros de la Parroquia Santiago Apóstol de Medjugorje. No podía ser otro sitio para una mujer que suma ya 14 visitas a esta conocida aldea de Bosnia Herzegovina.

Nacida y criada en Madrid fue educada en un prestigioso colegio, disfrutando de bienestar económico y social en una familia católica, de misa dominical, pero donde también se habían creado “muchos muros y máscaras”.

Con el paso de los años ni su historia familiar, la formación recibida, los vínculos sociales, como tampoco su trabajo o el dinero que podía gastarse en lujos, fueron suficientes. "Cuánto más tenía, más vacío sentía, yo vivía muerta”, apostilla. 

Sumando conflictos

Incluso aunque había tenido dos experiencias de voluntariado en Calcuta, dos veranos completos al lado de la Madre Teresa, al regreso del segundo viaje algo hizo crisis y se alejó del todo de la Iglesia. Hoy cree fue por no haber logrado “encajar lo que yo viví en la India con la riqueza material que yo vivía. Me alejé de la Iglesia, de Dios y de los sacramentos”.

Confusa espiritualmente la ansiedad explotó en una anorexia nerviosa y en esta condición se la pasó una década con el psiquiatra y psicólogo: “Me enfermé, fruto del desorden interior que yo tenía. Como me dijo un sacerdote: Dios permite que uno caiga, para reconstruir lo que Él realmente pensó para mí”. 

El novio ateo, practicante de yoga y casado

En aquellos años vivió “en adulterio”, confidencia, vinculada afectivamente con un chico, Javi, ateo, metido al yoga. “En pecado muy grave, porque él estaba casado; separado, pero casado” recuerda. 

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Un día que visitaban a los padres de Macarena, Javi se detuvo ante una imagen de la Virgen de Medjugorje “que estaba en el despacho de mi padre”, recuerda ella. Fue apenas un momento, pero lo suficiente como para que él se fijase en la frase que la imagen tenía impresa: ‘Si supieses cuánto te amo, llorarías toda la vida’…

Fue él quien quiso viajar a Bosnia Herzegovina para conocer la aldea de Medjugorje donde la Virgen continuaba apareciéndose regularmente, al decir de los videntes. “Como mi centro era él y no Jesús, la Virgen sabía que, si invitaba a Javi, yo lo seguiría como un corderito…”.

“Yo fui sanada en Medjugorje”

Viajaron juntos hasta la aldea de la Virgen un total de 14 veces; y entre las muchas gracias recibidas, como la conversión de Javi, también se fue sanando el vínculo que tenían. Tras las primeras visitas se mantuvieron juntos por cinco años, pero en castidad. “Íbamos a misa juntos, yo ya tenía padre espiritual, y recibí la gracia…”.

Se refiere Macarena a ese proceso que le permitió tener la claridad y voluntad para dar por terminada la relación con Javi pues él no obtendría la nulidad del sacramento de matrimonio que había prometido ante Dios. El dolor de la pérdida daría paso a la paz.

Pero aún le quedaba una nueva experiencia del inmenso amor que Dios le manifestaba, por mediación de la Virgen, la Reina de la Paz. “Yo fui sanada en Medjugorje. Tuve cáncer, tuve metástasis, muchas operaciones en el cuerpo. En un momento dado dejé todo y fui a Medjugorje, para decirle un sí”.

Con ese sí de aceptación de su enfermedad, para reparar, para ofrecerse en sus dolores a Dios, Macarena ya no tuvo temor y enfrentó serena un mes de hemorragias, la primera operación, a los dos meses otra operación, a los seis meses una más.

Flores para la Virgen

“Mi cáncer fue mi bendición. El mejor médico es Jesús.  Me daban tres meses, pero puse mi cáncer en los brazos del Padre.  Yo andaba y sentía que estaba en sus brazos.  Luego de eso, encontrarme con Él en la confesión fue disolviendo el orgullo, porque en el confesionario, aparte de tu pecado, está presente Dios”.

El vínculo con Medjugorje, dice Macarena, le ha llevado a gustar el rezo diario del rosario, varias horas de oración contemplativa al día, la comunión frecuente y la adoración al Santísimo Sacramento. Pero también a encontrar un sentido trascendente para su vida: “Un día estando aquí en Medjugorje en la adoración eucarística, yo no oí la voz del Señor como puedo oírte a ti cuando tú me hablas, pero Jesús habla claramente en el silencio.  Y lo que oí, lo que sentí era: tráeme almas. Luego eso lo llevé a dirección espiritual y fruto del discernimiento a los meses empecé con una almita, luego dos, luego tres, luego ha sido como una flor, como un jardín, como el jardín de María. Ahora son grupos hasta de cien”.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 26 de octubre de 2019

Santo Evangelio 26 de Octubre 2019



Día litúrgico: Sábado XXIX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,1-9): En aquel tiempo, llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».

Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».


«Fue a buscar fruto (...) y no lo encontró»

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret 
(Vic, Barcelona, España)

Hoy, las palabras de Jesús nos invitan a meditar sobre el inconveniente de la hipocresía: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró» (Lc 13,6). El hipócrita aparenta ser lo que no es. Esta mentira llega a su cima al fingir virtud (aspecto moral) siendo vicioso, o devoción (aspecto religioso) al buscarse uno mismo y sus propios intereses y no a Dios. La hipocresía moral abunda en el mundo, la religiosa perjudica a la Iglesia.

Las invectivas de Jesús contra los escribas y fariseos —más claras y directas en otros pasajes evangélicos— son terribles. No podemos leer o escuchar lo que acabamos de leer o escuchar sin que estas palabras nos lleguen al fondo del corazón, si realmente las hemos escuchado y entendido. 

Lo diré en plural personal, ya que todos experimentamos la distancia entre lo que aparentamos ser y lo que somos de veras. Lo somos los políticos cuando nos aprovechamos del país proclamando que estamos a su servicio; los cuerpos de seguridad cuando protegemos a grupos corruptos en nombre del orden público; el personal sanitario cuando suprimimos vidas incipientes o terminales en nombre de la medicina; los medios de comunicación social cuando falseamos las noticias y pervertimos al personal diciendo que lo estamos divirtiendo; los administradores de los fondos públicos cuando desviamos una parte de ellos hacia nuestros bolsillos (individuales o de partido) y alardeamos de honestidad pública; los laicistas cuando impedimos la dimensión pública de la religión en nombre de la libertad de conciencia; los religiosos cuando vivimos de nuestras instituciones con infidelidad al espíritu y a las exigencias de los fundadores; los sacerdotes cuando vivimos del altar pero no servimos abnegadamente a nuestros feligreses con espíritu evangélico; etc.

¡Ah!: y tú y yo también, en la medida en que nuestra conciencia nos dice lo que tenemos que hacer y dejamos de hacerlo para dedicarnos únicamente a ver la paja en el ojo ajeno sin querer darnos cuenta siquiera de la viga que ciega el nuestro. ¿O no?

—Jesús, Salvador del mundo, ¡sálvanos de nuestras pequeñas, medianas y grandes hipocresías!

La «evangelización de la tortilla de patata»: así vive este matrimonio misionero entre 300 mezquitas

Domnino Martínez y Mari Cruz, matrimonio asturiano misionero en Túnez, con su hijo David, sacerdote en Costa de Marfil

La «evangelización de la tortilla de patata»: así vive este matrimonio misionero entre 300 mezquitas

Domnino Martínez y Mari Cruz, matrimonio asturiano misionero en Túnez, con su hijo David, sacerdote en Costa de Marfil

Durante este Mes Extraordinario Misionero que se celebra este octubre se han podido conocer las historias de numerosos católicos, ya sean sacerdotes, religiosas o laicos, que han dejado todo para anunciar el Evangelio en cualquier rincón del mundo.

España cuenta con 11.000 misioneros repartidos en 130 países y en la isla de Yerba, en Túnez, es donde se encuentran Domnino Martínez y su esposa Mari Cruz Gutíerrez, un matrimonio asturiano del Camino Neocatecumenal que tras haberse dedicado durante más de 30 años a la enseñanza por todo el Principado decidió responder a la llamada misionera siendo enviados entre una abrumadora mayoría de musulmanes.

Una iglesia entre 300 mezquitas

Domnino, Doni como es conocido, y Mari Cruz no son los únicos misioneros de su familia, pues su hijo David es sacerdote en Costa Marfil, país en el que se ordenó en 2014 y donde está en estos momentos.



Este matrimonio compareció recientemente junto a otros dos misioneros y el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, para hablar de la labor de los misioneros. En su intervención, Domnino explicó que la parroquia a la que sirven en Túnez era una iglesia que el gobierno había convertido en un gimnasio y luego en una biblioteca antes de abandonarla.

Esta pequeña iglesia, único foco católico de la zona, está rodeada por 300 mezquitas. Y es precisamente en este ambiente en el que se encuentran en esta misión ad gentes junto a un sacerdote, dos familias más, una de Chile y otra española, y dos mujeres provenientes del Líbano y de Francia.

"Hemos abierto las puertas de la iglesia"

“¿Qué hacemos allí? Recuerdo cuando don Jesús Sanz nos dijo en el envío no nos preocupáramos, qué lo que teníamos que hacer era estar. Hemos obedecido y estamos, hemos abierto las puertas de la iglesia, físicamente, y esto también sirve pues la gente se cuestiona”, explicaba a los presentes.

Mari Cruz y Doni, Missio Ad Gentes en Túnez

Doni y Mari Cruz, en la celebración de envío a la misión que presidió el arzobispo de Oviedo

Domninio insistió en la importancia de “abrir las puertas” de la iglesia, ya que “no importa el idioma y lo relevante es lo que se hace. Además, explicó la importante labor interreligiosa puesto que además de la mayoría musulmana en esta isla cerca de Libia hay también una considerable comunidad judía. “Intentamos tender puentes con la comunidad judía y musulmana”, afirmaba el misionero.

"Evangelizando allí donde esté"

Poco a poco se empiezan también a ver frutos concretos. En esta iglesia de Yerba bautizaron recientemente a una niña de nueve años de padre musulmán y madre católica. Por ello, cree que hay que “seguir evangelizando allí donde se esté”.

Este matrimonio lleva no más de tres años en Túnez. Sobre partir a la misión ya siendo mayores y con los hijos criados afirman que ha sido “una aventura y un cambio importante, fruto de lo que llevamos viviendo muchos años. Empezamos muy jóvenes con las catequesis del Camino Neocatecumenal y desde entonces se ha ido formando esa vocación. Los años de Camino te van descubriendo el bautismo y que todos somos misioneros. Es más fácil dar testimonio en Túnez que aquí, en el colegio donde trabajaba o con los vecinos. Nuestra misión es evangelizar y posiblemente muchos lo tengan más difícil que yo”.

Evangelizar con la tortilla de patata

En una entrevista publicada en la Archidiócesis de Oviedo, Mari Cruz recuerda que “cuando llegamos nos encontramos con una iglesia que estaba prácticamente cerrada y lo que hemos hecho es abrir la puerta a todo el mundo e invitarles a entrar: sin importar la religión, si son creyentes o no, y eso es lo que ha llamado la atención”. Debido a la revolución que se produjo años atrás  se habían quitado la cruz y la campana de la iglesia y el Estado se había apropiado del templo.

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Domnino, junto al arzobispo de Oviedo y otros misioneros en la reciente presentación del Domund

Esta misionera perteneciente a la parroquia oventese del Corazón de María afirma que “hacemos la evangelización que yo llamo de la ‘tortilla de patata’: invitamos a la gente a casa, le damos nuestra experiencia de Jesucristo, les contamos cómo nos ayuda en nuestra vida, en nuestro matrimonio. Eso hace que la gente también se abra a nosotros, nos cuenten sus heridas. También con los matrimonios mixtos de musulmanes y europeos que son francamente difíciles. Oficialmente quien se casa con una persona musulmana debe renunciar a su religión y cuando han visto la posibilidad de poder volver a entrar en la Iglesia, sin por supuesto juzgarles, lloran de alegría de sentirse acogidos por el Señor”.

La alegría que viene del Señor

Domnino señala también que “la gente se va acercando cada día más. Lo primero que te dicen es ‘¿puedo pasar?’ y la respuesta siempre es: ‘estás en tu casa, adelante’. A muchas de ellas tenemos que explicarles los símbolos y te cuentan que aunque son de Yerba nunca habían entrado porque tenían cierto reparo”.

Además, reconoce que ni son valientes ni es una cuestión de valentía. “Yo soy muy cobarde, pero si es una misión a la que el Señor te llama entonces no tengas miedo como decía San Juan Pablo II”. Y Mari Cruz afirma que Dios les precede y “nos da una alegría que no viene de nosotros sino de saber que estamos haciendo su voluntad para estar, escuchar, acoger. No tenemos grandes pretensiones, sólo hacer presente el amor de Dios que ama a todos los hombres y sana su corazón”.

Fuente; Religión en libertad

viernes, 25 de octubre de 2019

Santo Evangelio 25 de Octubre 2019



Día litúrgico: Viernes XXIX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 12,54-59): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».


«¿Cómo no exploráis (...) este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?»

Rev. D. Frederic RÀFOLS i Vidal 
(Barcelona, España)

Hoy, Jesús quiere que levantemos nuestra mirada hacia el cielo. Esta mañana, después de tres días de lluvia persistente, el cielo ha aparecido luminoso y claro en uno de los días más espléndidos de este otoño. Vamos entendiendo en el tema de cambios de tiempo, ya que ahora los meteorólogos son casi como de la familia. En cambio, nos cuesta más entender en qué tiempo estamos o vivimos: «Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?» (Lc 12,56). Muchos de los que escuchaban a Jesús dejaron perder una ocasión única en la historia de toda la Humanidad. No vieron en Jesús al Hijo de Dios. No captaron el tiempo, la hora de la salvación.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes (n. 4), actualiza el Evangelio de hoy: «Pesa sobre la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio (…). Es necesario, por tanto, conocer y comprender el mundo en que vivimos y sus esperanzas, sus aspiraciones, su modo de ser, frecuentemente dramático».

Cuando observamos la historia, no nos cuesta mucho señalar las ocasiones perdidas por la Iglesia por no haber descubierto el momento entonces vivido. Pero, Señor: ¿cuántas ocasiones no habremos perdido ahora por no descubrir los signos de los tiempos o, lo que es lo mismo, por no vivir e iluminar la problemática actual con la luz del Evangelio? «¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?» (Lc 12,57), nos vuelve a recordar hoy Jesús.

No vivimos en un mundo de maldad, aunque también haya bastante. Dios no ha abandonado su mundo. Como recordaba san Juan de la Cruz, habitamos en una tierra en la que anduvo el mismo Dios y que Él llenó de hermosura. La beata Teresa de Calcuta captó los signos de los tiempos, y el tiempo, nuestro tiempo, ha entendido a la beata Teresa de Calcuta. Que ella nos estimule. No dejemos de mirar hacia lo alto sin perder de vista la tierra.

Era ateo y en breve será bautizado: «Jesús me iba trabajando» tras la conversión de su mujer e hijos

A la izquierda Lyubov conversa con Valery, que en diciembre será bautizado veinte años después de que lo hiciera su esposa

Esta lenta conversión de Valery Khon ha durado 20 años, pero al final sucumbió a lo que veía

Era ateo y en breve será bautizado: «Jesús me iba trabajando» tras la conversión de su mujer e hijos

A la izquierda Lyubov conversa con Valery, que en diciembre será bautizado veinte años después de que lo hiciera su esposa

El próximo 29 de diciembre en la catedral de Karagandá y con una temperatura media que oscilará en torno a los -15 centígrados, Valery Khon será finalmente bautizado tras dos décadas en las que ha visto como su mujer y sus hijos vivían como católicos tras su conversión e iban madurando en la fe mientras él seguía como un “pagano” que creía no necesitar a Dios.

La revista Huellas, editada por Comunión y Liberación, relata la historia de esta familia que vive en la estepa de la república exsoviética de Kazajistán y que ha experimentado como Dios va tocando los corazones y moldeando poco a poco a las personas, incluso aunque los años vayan pasando.

Una conversión que tardó dos décadas en llegar

“Vivía con ellos, y sin darme cuenta, Jesús me iba trabajando. Y yo también trabajaba…”, confiesa Valery, hasta que al fin fue él mismo el que fue a pedir el Bautismo, que se producirá la víspera de la fiesta de la Sagrada Familia.

lyubov

Lyubov, esposa de Valery, es profesora de Literatura rusa

Todo empezó con la conversión de su mujer Lyubov, profesora de un instituto. En 1996 en este centro escolar conoció al sacerdote italiano Edoardo Canneta, que impartió una conferencia. “Jamás había escuchado a nadie hablar así de la religión”, cuenta ella.

Esta charla provocó que Lyubov se acercara a este sacerdote y a su entorno de Comunión y Liberación. Al cabo de año y medio, pidió el Bautismo para ella y Maxim, el mayor de sus hijos. Pero un mes antes de la ceremonia el sacerdote pidió también hablar con Valery.

"No necesitaba la fe"

Valery y Lyubov se conocieron en 1980 por voluntad  de sus respectivas familias. Ella confiesa que fue “una boda combinada en nuestro círculo étnico coreano. Estaba enfadada con mi padre, que había decidido que me casara con ese joven médico. Sin embargo, luego me fue bien”.

El sacerdote quería hablar con Valery para ver si podían casarse por la Iglesia, pues en el enlace producido años antes no había ningún componente religioso. “El padre Edo me lo explicó todo. Yo era ateo, pagano, pero le dije que conocía bien a mi mujer, que la veía cambiar… Y que me fiaba de ella. Por lo tanto, nos casaríamos por la Iglesia, en un matrimonio mixto entre una católica y un ateo”, cuenta él.

El cambio que iba viendo en su familia

Valery era muy consciente del cambio que se había producido en su familia tras su conversión. Recuerda que “todo para mí era nuevo. Yo miraba cómo vivían ella y mis hijos, Maxim y Aliosha, en esa compañía. Veía que era algo bello, bueno y justo. Quería para ellos que siguieran ese camino, pero no lo necesitaba para mí. La fe para mí no era importante. He tardado veinte años en comprender que yo también la necesito”.

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Valery será bautizado en la catedral de Nuestra Señora de Fátima en Karagandá

Poco a poco, la fe de su familia iba haciendo mella en él. “Vivía con ellos y, sin darme cuenta, Jesús me iba trabajando. Y yo también trabajaba… Tenía muchas preguntas y cada vez  crecía más la percepción de que esa compañía y esa historia fueran también para mí”, señala.

Él mismo se fue haciendo muy amigo de los tres sacerdotes italianos que estaban allí destinados y cómo estos religiosos acompañaron a su familia cuando su hijo Maxim sufrió un gravísimo accidente de tráfico. También se percató del bien que hacía la fe en el cambio de su otro hijo, Aliosha, que era un joven que “tuvo muchos problemas” y que ahora es un padre de familia en Italia.

El crucial encuentro con unos ex-compañeros 

El pasado mes de febrero fue un momento crucial, pues este matrimonio fue invitado a Vilna, en Lituania, para participar en la asamblea de responsables de Comunión y Liberación de los países de la antigua Unión Soviética. Aprovechando el viaje, unos días antes visitaron Alemania, donde Maxim vive con su familia.

“En esa ocasión –asegura Valery- pude volver a ver a dos compañeros míos de Medicina que viven allí”. Aquel encuentro fue muy emotivo, pero horas más tarde cenando con su hijo hablaron de la insatisfacción de aquellos amigos a pesar del éxito en su vida y de la tristeza que se veía en ellos.


Ante esta situación, el hijo espetó a Valery: “Papá, ¿qué te dice su vida? No puedes seguir escondiéndote. ¿Por qué no pides el Bautismo?”. El padre se quedó callado y pensativo durante su viaje de regreso a Vilna.

Pero fue precisamente ahí donde Dios entró en su vida. “Delante de esos dos compañeros, se me hizo evidente que sin la fe, sin tener un fundamento, el hombre no puede vivir. Y que sólo Dios puede ser esta raíz. Yo lo he experimentado y sigo comprobándolo”, asegura Valery.

"Sin fe falta un apoyo profundo en la vida"

Y con este pensamiento en su cabeza según llegó a Lituania se fue corriendo a buscar a Don Adelio, uno de los tres sacerdotes italianos que están en Kazajistán, y que también estaba en la asamblea. Valery recuerda que “no lo había comentado ni con Lyubov, pero a él se lo conté todo. Y le pedí recibir el don del Bautismo, porque sin fe falta un apoyo profundo en la vida”. Y en poco más de dos meses, Dios mediante, esta familia ya será catolica al completo

Fuente: Religión en Libertad