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jueves, 12 de abril de 2018

Tenían 8 hijos, pero adoptaron otros 4: los de sus mejores amigos cuando fallecieron en un accidente

Tenían 8 hijos, pero adoptaron otros 4: los de sus mejores amigos cuando fallecieron en un accidente


La libertad y ser buenas personas han sido los valores que inculcaron a sus hijos


Tenían 8 hijos, pero adoptaron otros 4: los de sus mejores amigos cuando fallecieron en un accidente


Carlos Contepomi y su esposa María Elena Ferrante han formado una familia fundada en los valores con un concepto de vida para sus doce hijos: el de ser buenas personas. Entre la más grande y la más pequeña hay una diferencia de 20 años, pero los valores nunca faltaron. Para Carlos la crianza “se hace fácil cuando se mantienen los valores”. Una de sus hijas cree que con esto su padre se refiere a que, al enseñarles esos valores a los primeros, luego los más grandes se los transmitieron a los menores, explica Cecilia Zinicola, Aleteia.
  
Trabajador
Sus hijos lo recuerdan desde siempre como un hombre muy trabajador, un médico excelente que sigue siendo muy requerido y que no dudó en extender sus horas de trabajo cuando la familia se iba agrandando.

Su trabajo estaba lleno de sentido. Una de sus hijas recuerda el consejo que le dio su papá en un momento en el que ella tenía varios trabajos “no trabajes por la plata, la plata va a llegar. Trabaja de algo que te encante, eso te va a mantener vivo”. En ese momento no lo entendía, pero hoy sí.

Otra de sus hijas lo describe como “una persona que vive proyectando, mirando hacia adelante, con un nivel de energía y capacidad difíciles de alcanzar, eso de que siempre se puede hacer más y ser más” y destaca “la paciencia de papá es impresionante”.

 

Carlos con cuatro de sus hijos

Deportista y compañero
El deporte está asociado a valores importantes. Sus hijos fueron a un colegio donde el deporte principal era al rugby y no sólo sabían que su papá había jugado en el seleccionado argentino y entrenaba, sino que los acompañaba mucho.

Carlos decía “pienso que el deporte no es la educación de mis hijos, pero es fundamental para el desarrollo. Si alguien es bueno, el deporte puede ayudarlo a ser mejor”.

Uno de sus hijos cuenta “papá de chico siempre nos acompañó. Hoy yo lo veo con mis hijos. La cantidad de padres que están acompañando a sus hijos es alucinante, pero en nuestra época era muy raro que los padres lo hagan y papá estuvo siempre y no solamente cuando nos fue bien”.

Dador de libertad para elegir
Carlos afirma que es divertido vivir en una familia numerosa, unida y diversa. “Yo siempre les apliqué un concepto: ‘Hagan lo que quieran, lo que les gusta, pero háganlo bien. Se lo tomaron en serio”.

Algo que llama la atención es la diversidad de las profesiones de sus hijos: jugador profesional de rugby, médico, kinesiólogo, periodista de rock, gerente de marketing, economista y sacerdote, entre otras. Esta variedad está asociada a la libertad para elegir el propio camino.

Siguiendo el ejemplo de su papá, todos han hecho un buen uso de sus libertades y supieron desarrollarse al máximo en lo que les gustaba. Sus hijos destacan el fomento de la libertad con límites y el respeto para poder ser lo que deseaban: “Mamá y papá te marcaban la cancha, un marco y ponían las reglas. Lo único que te pedían era que fueras respetuoso y agradecido. Dentro de eso podías manejarte en libertad”.

“Lo más importante en casa era la libertad, por eso pude desarrollarme sin los parámetros establecidos o que pretendían. Fui feliz buscando mi camino con todo el apoyo de ellos”.

“Nos dejaron ser a cada uno como éramos respetándonos. A mí, por ejemplo, siento que nunca me compararon con mis hermanas. Para mi papá yo era la mejor, y esto lo van a decir todos porque creo que a todos nos hacía sentir que uno era lo mejor”.

“No se preocuparon en formarnos o etiquetarnos o tallarnos como ellos quisieran, sino que ellos nos mostraron las cuestiones básicas de valores, de arraigo familiar y después que cada uno elija lo que quiera hacer”.

“La palabra clave de papá y mamá es ‘libertad’. Libertad para ser feliz, por supuesto con conducta”.

En varias cartas también sus hijos le agradecieron el trato personal que Carlos tuvo con cada uno: “Gracias por ser un buen papá predicando con el ejemplo. Pocas palabras, pero muchos hechos. Educando y recorriendo el camino de cada uno de tus hijos… y eso que son tantos… pero siempre te hiciste y te haces el tiempo para cada uno de ellos”.

“Nunca tuviste el típico discurso paternal que usabas en tus doce hijos. Para cada hijo tenías un discurso. El que necesitaba cada uno. No el que vos querías decir. Buscaste siempre aprender sobre el camino de cada hijo para poder guiarnos. Me imagino lo difícil que habrá sido”.

 

Solidario
Carlos tenía ocho hijos cuando un matrimonio amigo con sus mismos valores y sentimientos les contó cómo les gustaría que sus cuatro hijos fueran. Al día siguiente, doce horas más tarde de esa conversación, fallecieron en un accidente aéreo y Carlos con su mujer decidieron adoptarlos.

“Con mi mujer creímos haber recibido un testimonio de alguien que me pedía: me voy pero haz lo que me gustaría hacer. El valor que me pidieron fue de que fueran buenas personas”.

Carlos piensa que si uno es buena persona y entiende que lo que uno hace tiene que ser lo mejor, eso sirve mucho para el día a día. “Eso es lo más importante. Que aprendan lo que está bien y lo que está mal”.

Perdió a un amigo siendo muy joven, pero estuvo presente desde el primer momento para los cuatro chicos sin dudar abrir las puertas de su casa y darles todo lo que tenía. Hoy ellos lo catalogan como un papá muy presente, “como si fuera su papá real”.

Mechi, una de sus hijas, le escribió: “Creo que nunca me va a alcanzar la vida para agradecerles a vos y a Male todo lo que hicieron por nosotros. Sólo un corazón lleno de oro, lleno de amor para dar, con una gran vocación de servicio, hospitalidad, generosidad, apertura y más, puede dar tanto”.

Los chicos cuentan que fue muy natural y cómo esta experiencia los enriqueció a todos. Para ellos son hermanos y la manera en que lo ven es que “¡siempre es una suerte tener un hermano más!”.

Al principio uno de ellos cuenta que lo vivió más como algo que su padre hacía para honrar la amistad de su amigo, pero hoy son parte de su vida, sus hermanos del alma y asegura “nos han dado más de lo que les hemos dado nosotros”.

Esta experiencia les permitió vivir como familia la solidaridad, un valor que “surgió con absoluta naturalidad y un gran espíritu de apoyo hacia una familia que necesitaba ayuda en ese momento y algo que hoy llena de orgullo a todos”.

Legatario de valores
Los hijos de Carlos hablaron de su padre destacando el legado que les deja en el culto a la amistad, a la familia y a la libertad de elegir bajo el marco de ser buenas personas, una fórmula que intentan hoy perpetuar en sus propias familias con sus hijos:

“Nos deja un modelo espectacular de cómo armar una familia bajo libertades, con ideales y conceptos bien claros. El camino de la honestidad es el que funciona. Las cosas pueden costar o tardar, pero no hay que irse de ese camino. Eso lo aprendimos de chicos”.

“Papá y mamá nos dejan un legado enorme: el compromiso a ser personas de bien y me parece que eso es como me gustaría que me recuerden. Como una persona de bien”, dice Felipe quien formó parte del seleccionado argentino de los Pumas y concretó las carreras de deportista profesional y médico.

“Ni el mejor jugador de rugby ni el mejor médico. Esas son cosas que quedan, pero a mí me enorgullece mucho cuando me para alguien y me dice que conoce a mi papá. No escuché a nadie que me hable mal de papá o de mamá”. “Nos deja que es mejor la enseñanza con el ejemplo y que en el lugar que estemos o grupo que formemos, siempre podemos aportar algo”. “Papá fue todo, fue la base de mi confianza en mí misma. Yo me siento valiosa. Ese quererme me lo hizo sentir mi papá”.

“Me dejó el legado del amor incondicional y la generosidad, la entrega total. Ojalá todos podamos heredar eso”.

Uno de sus hijos muy emocionado dice “creo que sería más fácil decir qué no nos deja. No nos deja lo menos importante que es plata, nos deja el resto: amor, enseñanzas, nos deja muchísimo, muchos valores”.


Este legado resume las palabras que el papá de Carlos le había escrito en una oportunidad ante el desafío de la paternidad y que parecen haberse cumplido:

“Espero que recibas el afecto de tus hijos como yo he recibido el tuyo. Pero convengamos que no es fácil ser padre. Un padre es mucho más que un asistente en la crianza de los hijos. Un padre es mucho más que un “partenaire”, ya sea en la alegría o en el mayor de los dolores”.

Al final de la entrevista Carlos pronuncia las últimas palabras desde lo más profundo del corazón y no por eso las menos importantes resumiendo el valor más precioso mientras se despide del entrevistador “acordate de mi mujer” y tras una pausa concretó “mi mujer fue la base de la familia”.

Fuente: Religión en Libertad

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