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domingo, 28 de mayo de 2017

Somos testigos de su presencia entre nosotros


SOMOS TESTIGOS DE SU PRESENCIA ENTRE NOSOTROS

Por José María Martín OSA

1.- Jesús se despide, pero sigue presenta en medio de la comunidad. No nos deja solos. Promete y hace realidad la llegada del Espíritu Santo a su Iglesia. Ahora nos pasa a nosotros el testigo, como acurre en las carreras de relevos. Pero El sigue presente también a través de su Palabra. Un portavoz de Jesucristo es el evangelista Lucas, que se comunica con su comunidad, representada aquí por Teófilo, a través de todo el relato de Hechos de los Apóstoles. También hoy Lucas se comunica con nosotros a través de este relato. Nosotros somos los Teófilos a los cuales Lucas habla hoy, y través de Lucas, el mismo Espíritu Santo se comunica con nosotros. ¿Somos hoy una Iglesia que realmente escucha el anuncio que Dios nos transmite. ¿Somos como Iglesia ese Teófilo a quien Lucas se dirige? El día de su ascensión Jesús vivió un desencuentro de sus discípulos. A pesar de haber abierto sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, ellos siguen pensando que Jesús va a restaurar ahora el Reino de Israel. ¿Existe también hoy un desencuentro entre Jesús resucitado y su Iglesia? ¿Entiende la Iglesia el proyecto del Reino tal como lo predicó Jesús o sigue soñando en proyectos humanos de poder religioso?

2.- El misterio de nuestra salvación nos desborda. Pablo en la Carta a los Efesios nos dice que necesitamos “espíritu de sabiduría” y la sabiduría del Espíritu, para llegar a comprender “la extraordinaria grandeza” de los dones que Dios nos concede por medio de Jesucristo. Lo que nosotros esperamos, “la riqueza de gloria que nos da en herencia”, podemos imaginarlo viendo el despliegue de poder y gloria realizado en Jesucristo. Veamos cómo Dios, “el Padre de la gloria”, resucitó a su Hijo, lo sentó a su derecha y lo puso por encima de todo. La Iglesia, nosotros, somos su complemento y plenitud.

3.- "Yo estoy con vosotros... hasta el fin del mundo". Todos los años nos sucede lo mismo al celebrar la solemne ascensión de Jesús a los cielos. Inevitablemente nos vienen a la memoria los sentidos versos de Fr. Luis de León: "Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro...". No podemos recordar el acontecimiento de fe sin que nos traicione el corazón con sus sentimientos ante la despedida. Sin embargo, tales sentimientos, por más que naturales, están muy lejos del evangelio, que es la buena noticia de la presencia de Jesús que nos promete seguir con nosotros hasta el fin. Vivir la certeza de que Él "está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo". Que la Encarnación es un gesto de Dios irreversible. Está, pero de otro modo. Y los apóstoles necesitaron semanas para comprender y hacerse a la idea. Es el sentido de lo sorprendente de cada "aparición". Reconocerle en tantas mediaciones: Iglesia, comunidad concreta, sacramentos, Eucaristía, los más abandonados, el perdón, etc. Encontrar al Señor en todo y de tantas maneras……

4.- No debemos quedarnos "ahí plantados mirando al cielo". Necesitamos volver a la ciudad, al trabajo..., pero siendo sus testigos aquí y allá, en medios eclesiales y fuera de ellos. Que "la memoria de Jesús" no sea nostalgia ni simple recuerdo, sentimiento intimista inoperante, intrascendente, sino impulso de seguirle hacia los hombres, hacia el Reino, hacia el Padre. El domingo pasado Jesús nos decía que el que le ama cumple sus mandamientos. Su mandato es sólo uno: "Amaos unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos". Es decir, se nos conocerá por nuestras obras. Si no hacemos las obras que Dios espera de nosotros, entonces es que no le conocemos ni le amamos. San Agustín decía que la necesidad de obrar seguirá en la tierra, pero el deseo de la ascensión ha de estar en el cielo: "aquí la esperanza, allí la realidad". Con frecuencia se ha acusado a los cristianos de desentenderse de los asuntos de este mundo, mirando sólo hacia el cielo. No podemos vivir una fe desencarnada de la vida. La Iglesia somos todos los bautizados, luego todos debemos implicarnos en la defensa de cosas tan importantes como la defensa de la vida, de la dignidad del ser humano, de la justicia y de la paz.

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