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miércoles, 3 de febrero de 2016

La Chispa de Dios



1.- LA CHISPA DE DIOS

Por José María Maruri, SJ

1.- Todos tenemos la experiencia de caer en la cuenta por vez primera de cosas que hemos viendo siempre pero nunca han entrado en el campo de nuestra atención. Las líneas magníficas de un edificio, la hermosura de un monumento, la preciosidad de un jardín. Hemos pasado junto a ellos día tras día sin caer en la cuenta.

Como dice el evangelio, trayendo el ejemplo de Noé, la gente comía y bebía y se casaba. Nosotros comemos y bebemos y trabajamos y llevamos vida de familia y amistad y toda nuestra atención se reduce a ese campo estrecho, dejando en la penumbra un sin fin de realidades, tan reales como esa vida de cada día, como si esas cosas no tuvieran que ver conmigo.

La enfermedad, un accidente de coche, un robo... como si no tuvieran que ver conmigo hasta que el enfermo soy yo, el accidentado soy yo, el robado soy yo o al que le ha tocado la lotería soy yo.

Respecto a esas cosas parece que tenemos el alma sin estrenar. Allí jamás ha habido un chispazo de atención. Vivimos adormecidos en el vaivén del viaje del tren y sólo nos despiertan los frenazos. La monotonía sin cambio del día a día nos entorna los párpados y solo los terribles atentados del Líbano, de Siria, de Pakistán, Afganistán, Egipto…

2.- Pues esto es lo que la palabra de Dios viene a decirnos hoy. “Ya es hora de espabilarse”. “Velad, es decir: tened los ojos abiertos y atentos”. “Daos cuenta del momento que vivís”

--Pasad del sueño a una  conciencia lúcida y clara

--Caed en la cuenta de  las cosas que viven en vuestra penumbra

--Sentid que va con  vosotros

--Salid de la nube de  contaminación en que vivimos.

Ahora que comienza a dos pasos el nuevo año 2014 hagamos que los ojos de nuestra Fe, tengamos una mirada penetrante para esas maravillosas realidades espirituales que creemos, pero que tenemos en la penumbra de nuestra atención. No podemos seguir viviendo en la penumbra de nuestra atención. No podemos seguir viviendo amodorrados ante las verdades de nuestra Fe. Tenemos que vivirlas --¡vivirlas!— con garbo y alegría

3.- Hay unas pocas verdades fundamentales de nuestra Fe que deberían mantenernos en ascuas y ser capaces de hacernos caer en la cuenta del momento en que vivimos.

--¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que Dios está tan cercano a mí, que le tengo en todas partes, que le llevo conmigo y le paseo por calles y plazas y que en el trabajo y en casa y en la mesa del bar está conmigo?

--¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que dios, el Señor Jesús, ha dado realmente su vida por mí?

--¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que el Señor Jesús me espera siempre en los sagrarios de nuestras iglesias?

-- ¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que todos nosotros somos de verdad hermanos, hijos todos queridos de un mismo Padre, y que lo que ese Padre quiere es que formemos de verdad una familia?

No dejemos pasar un año más sin que haya saltado en nuestros corazones la chispa de Dios.

No sigamos siendo pasotas de Dios y de los hombres, que la palabra de dios se haga sonido inteligible en nuestros corazones y que entre hombre y hombre salte la chispa del mutuo reconocimiento, de la fraternidad.

¡Velad! Despertemos a las verdades de Dios, que ya creemos, pero que aún no han tocado nuestro corazón.

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