Era el discípulo amado de Cristo, el que reclinó su cabeza junto al pecho de Jesús en la última cena y logró escuchar los latidos de amor. Fue el discípulo fiel que acompañó a María junto a la cruz y escuchó los últimos latidos de amor de Cristo antes de expirar.
PARA LA ORACIÓN
1. ¿Mi cercanía con Cristo es tal que puedo decir que “escucho” en mi oración sus latidos de amor?
2. ¿Este amor tan fiel me lleva a acompañar a Cristo y a María en la cruz?
3. ¿Mi silencio y delicadeza con Jesús son tan detallistas que puedo sentirme “el discípulo amado de Jesús también?
No hay comentarios:
Publicar un comentario