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miércoles, 26 de diciembre de 2012

A veces no tienes ganas de orar aunque en el fondo sí quieres.



A veces no tienes ganas de orar aunque en el fondo sí quieres. ¿También a ti te sucede esto?
Miércoles 19 de Diciembre de 2012 01:11P. Evaristo Sada LC  




Experimentamos a veces la falta de ganas para la oración, sin que ello signifique un desprecio de Dios. Y nos sucede lo mismo en otros campos de la vida.
Una cosa es no querer y otra es no tener ganas.

Si te levantas sin ganas de ir a la universidad, sin ganas de ir al trabajo o sin ganas de preparar la comida para la familia, ¿qué haces? Si quieres prepararte para tu futuro, aunque no tengas ganas vas a la universidad. Si quieres mantener a tu familia y ofrecer a tus hijos una buena educación, aunque no tengas ganas cumples con tus responsabilidades laborales. Si quieres complacer a tu esposo y a tus hijos con una buena comida y hacerles disfrutar su regreso a casa, aunque no tengas ganas te esmeras en preparar lo mejor posible los alimentos.



Una consecuencia de nuestra naturaleza caída...

Siempre estamos estirados por tendencias contrastantes, nuestra naturaleza caída así nos tiene... Y esto da mucha batalla. Si bien deberíamos anhelar la intimidad con Dios, los sentimientos afectan con frecuencia el estado de ánimo y la voluntad y nos traen como hoja seca llevada por el viento. Se requiere un trabajo permanente de purificación y de oración, de conversión continua.

El cultivo del deseo de Dios

El simple sentido del deber es insuficiente, pues tarde o temprano podemos cansarnos. Es necesario reforzarlo con el cultivo del deseo. De una forma u otra todos hemos experimentado que cuando se estimula el deseo de algo, crece el amor y se disfruta más al tener la oportunidad de alcanzarlo. Es un buen recurso sicológico.

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