León XIV: Dios nos devolverá a los seres queridos para gozar «una felicidad eterna y compartida»
El Papa invitó a pedir a la 'Madre Dolorosa' la convicción de que la vida no se define por el mal padecido, sino por el amor de Dios que nunca nos abandona.
El Papa presidió este lunes por la tarde en la basílica de San Pedro una vigilia de oración en el Jubileo de la Consolación. Estuvo precedida en la mañana por la peregrinación a la Puerta Santa de 8500 personas de todo el mundo vinculadas a asociaciones religiosas implicadas en el acompañamiento a personas necesitadas de cuidados, ya sea por duelo por la pérdida de seres queridos, adicciones o familias de pacientes oncológicos, entre otros.
León XIV se dirigió a los presentes tras el testimonio de dos mujeres, Lucia Di Mauro Montanino, de Nápoles, cuyo marido, guardia de seguridad, fue asesinado por una banda de jóvenes ladrones en 2009, y Diane Foley, de Estados Unidos, que perdió a su hijo, un periodista asesinado por Estado Islámico en 2014.
Dios transforma el sufrimiento en alegría
Estamos llamados "a compartir la consolación de Dios con tantos hermanos y hermanas que viven situaciones de debilidad, de tristeza, de dolor" con "el anuncio profético de la voluntad del Señor de poner fin al sufrimiento y transformarlo en alegría", comenzó diciendo el pontífice, porque "todo dolor se puede transformar con la gracia de Jesucristo".
León XIV saluda a algunos de los asistentes al Jubileo de la Consolación.
"En los momentos de oscuridad, aun contra toda evidencia, Dios no nos deja solos; al contrario, precisamente en esas circunstancias estamos llamados más que nunca a esperar en su cercanía de Salvador que nunca abandona", continuó León XIV.
La liberación de perdonar
Es el caso de los testimonios que se habían escuchado, la viuda y la madre víctima de la violencia contra sus seres queridos. "El dolor no debe generar violencia... la violencia no es la última palabra, porque es vencida por el amor que sabe perdonar", enseñó el Papa: "¿Qué mayor liberación podemos esperar alcanzar sino la que proviene del perdón, que por gracia puede abrir el corazón a pesar de haber sufrido toda clase de brutalidades? La violencia padecida no puede ser borrada, pero el perdón concedido a quienes la generaron es una anticipación en la tierra del Reino de Dios, es fruto de su acción que pone fin al mal y establece la justicia".
León XIV tuvo unas palabras para las víctimas de abusos de los que han sido responsables hombres de Iglesia: "La Iglesia, de la cual algunos miembros lamentablemente los han herido, hoy se arrodilla junto a ustedes ante la Madre. Que todos podamos aprender de ella a amparar a los más pequeños y frágiles con ternura. Que aprendamos a atender sus heridas, a caminar juntos. Que podamos recibir de María Dolorosa la fuerza de reconocer que la vida no se define sólo por el mal padecido, sino por el amor de Dios que nunca nos abandona y que guía a toda la Iglesia".
Dejemos que Dios nos consuele
"Cuando se recibe consolación de Dios, entonces se es capaz de ofrecer consolación también a los demás", dijo: "Los secretos de nuestro corazón no están ocultos a Dios. No hemos de impedirle consolarnos, engañándonos con que podemos contar sólo con nuestras fuerzas".
León XIV añadió que "aquellos a los que amamos y que nos han sido arrebatados por la hermana muerte no están perdidos ni desaparecen en la nada. Su vida pertenece al Señor que, como Buen Pastor, los abraza y los estrecha junto a sí, y nos los devolverá un día para que podamos gozar de una felicidad eterna y compartida".
Por último, el Papa extendió estas consideraciones sobre el "dolor personal" al "dolor colectivo de pueblos enteros que, aplastados por el peso de la violencia, del hambre y de la guerra, imploran paz": ese grito "nos compromete a rezar y actuar para que cese toda violencia".
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