El ejemplo de Xavi Argemí: un mensaje de esperanza
Xavi Argemí, un joven diagnosticado desde los tres años con distrofia muscular de Duchenne, murió el martes pasado, 22 de abril, de madrugada, dentro de la octava de Pascua. Tenía veintinueve años y esta enfermedad, desde bien pequeño, le fue limitando progresivamente la movilidad hasta que prácticamente le impidió moverse. Él sabía que moriría joven y afrontó esta realidad no con resignación sino con valentía, alegría y esperanza.
Estamos hablando de una enfermedad degenerativa e incurable, que le llevó a escribir un libro que está moviendo muchas conciencias: Aprender a morir para poder vivir: Pequeñas cosas que hacen la vida maravillosa (Grijalbo, 2021). En este libro, Xavi Argemí, compartía su experiencia de vida marcada por la progresiva pérdida de movilidad y la cercanía constante de la muerte.
A pesar de las limitaciones físicas, Xavi Argemí transmitía un mensaje de esperanza, aceptación y amor por la vida. Con serenidad y sentido del humor, relataba en este libro (traducido a varios idiomas) y también desde numerosas entrevistas, cómo aprendió a vivir plenamente, valorando momentos sencillos como una conversación tranquila, una puesta de sol o la compañía de sus seres queridos. El autor de este libro destacaba la importancia de aceptar las circunstancias que no se pueden cambiar y centrarse en disfrutar de lo que sí estaba a su alcance, promoviendo una actitud resiliente y positiva frente a la adversidad.
Xavi Argemí sufre una enfermedad degenerativa pero ha aceptado su enfermedad y es feliz valorando los pequeños detalles
Y a su alcance estaban, no solo unos padres que lo atendían y amaban 24/7, Josep Argemí y Emília Ballbè, sino un sinfín de amigos a los que veía con mucha frecuencia y que llenaban su casa para acompañarle con alegría, en conversaciones interminables y hasta en barbacoas llenas de risas y buen humor. Xavi Argemí disfrutaba de la vida en cada detalle a partir de una mayúscula libertad interior.
Cada hora, cada día elegía vivir a pesar del dolor y la aparente postración. Y no cedía a la inacción: era emprendedor, activo, promovía actividades como la difusión de su libro autobiográfico en diferentes idiomas, el inglés, el francés, en castellano, en catalán. Ofrecía su testimonio vital aquí y allá y entraba sutilmente en el debate de la Eutanasia con argumentos poderosos, entre otros con su propia vida
Su ejemplo estaba en la actitud, en la mirada y en sus reflexiones: hace pocas semanas decía en La Vanguardia, periódico barcelonés de amplia difusión: “Solo puedo mover la punta de los dedos de las manos, hablar y mirar” y a continuación señalaba que el motor de su vida era este: “Amo y me siento amado”. Amado por sus padres, hermanos, amigos y por un Dios que tan presente estaba en su vida.
En esta dirección hemos de decir que, frente a una cultura de la muerte, ante la ley de la Eutanasia (aprobada en junio del 2021 de la LORE -Ley Orgánica Reguladora de la Eutanasia) él ofrecía con fortaleza la gratitud ante la vida. La vida era para él un don de Dios del que solo Dios disponía. Y ahí estaba su fuerza: la aceptación íntima y gozosa, no resignada, de la voluntad de Dios. A lo largo de los años, Xavi había desarrollado una relación personal con Dios y aceptó libremente su situación, ofreciendo la contradicción, enamorado de lo que el Señor le pedía.
Una intención importante era cómo ofrecer la vida orientada, entre muchos otros planos, a convertir su vida misma en una superación de la cultura de la muerte. El amor no es pasivo, es activo: Xavi defendía que había que aceptar activamente la voluntad de Dios. Un activismo en el mejor sentido de la palabra que nos enseñaba a todos a convertir el dolor en un acto de amor.
Xavi Argemí encuentra ánimo en la fe, la medicina, la familia, los amigos y mil pequeñas cosas
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Tuve el honor de asistir al velatorio que tuvo lugar en su casa rodeado de la familia, allí estaban sus incansables padres, hermanos, familia, y multitud de amigos de todas las edades. Allí no había estrictamente un duelo cabizbajo, abatido ni triste. Allí estábamos todos conscientes de que no había casi que orar por él sino pedirle a Xavi que nos ayudase a seguir, a dar sentido a nuestras vidas en cualquier circunstancia, ante cualquier contradicción. La gente, creo, ya le rezaba y le pedía favores.
La vida de Xavi, testimonio de esperanza, no hacía más que lanzar preguntas, las grandes preguntas. Unas preguntas que siguen en pie. Gracias Xavi, te vamos a tener muy presente.
Fuente: Religión en Libertad
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