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sábado, 29 de junio de 2024

7 reglas «básicas» de los Habsburgo para vivir con fe tiempos duros: conoce quién eres y muere bien

 


7 reglas «básicas» de los Habsburgo para vivir con fe tiempos duros: conoce quién eres y muere bien

Eduardo de Habsburgo

En el libro "The Habsburg Way: Seven Rules for Turbulent Times" enumera siete reglas para mantener la identidad de su familia por más de 800 años y vivir con fe los tiempos difíciles.

El archiduque Eduardo de Habsburgo-Lorena es miembro de la más arraigada aristocracia europea. Sus antepasados reinaron en Alemania, Austria, Hungría o España (con Carlos V y Felipe II). Sin embargo, su principal credencial es su fe católica: "Si cada uno de nosotros se decidiese a ser santo, le abriría una puerta a Dios para que cambie el mundo", comenta en la ultima publicación de Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.

Convertido en custodio del legado familiar, con sus escritos y conferencias, y embajador de Hungría ante la Santa Sede. Este archiduque de 57 años, tataranieto del emperador Francisco José I, está casado con la baronesa María Teresa de Gudenus, descendiente del archiduque Juan de Austria, con quien tiene siete hijos. Como cuenta a Misión, lleva un rosario en el bolsillo, reza Laudes cada mañana y promueve las devociones populares. 

En el libro The Habsburg Way: Seven Rules for Turbulent Times (Sophia Institute Press, 2023), Eduardo enumera siete reglas para mantener la identidad de su familia por más de 800 años y, sobre todo, para vivir con fe en tiempos difíciles: 

1. Cásate y ten muchos hijos

Eduardo explica que el matrimonio fue la institución decisiva para mantener unido el Sacro Imperio Romano Germánico a lo largo de los siglos. Aunque hubo bastantes matrimonios arreglados, muchos fueron felices. Por eso, el archiduque está convencido de que el enamoramiento como base del matrimonio, aunque puede ser maravilloso, está "sobrevalorado". Su propia experiencia le permite asegurar que para vivir matrimonios fuertes, lo esencial es compartir con el cónyuge la fe y una misma visión de familia.

2. Sé católico y practica tu fe

El embajador se siente orgulloso de que la historia y la identidad de los Habsburgo están estrechamente unidas a la fe católica desde los cimientos de esta casa imperial. Fue una fe que aguantó embestidas ideológicas tan duras como las de la Reforma o la de la Ilustración.

3. Cree en el imperio

Aunque la idea de imperio no está bien vista hoy, el archiduque subraya la importancia de la "subsidiariedad" en el Imperio y en la monarquía austrohúngara, un principio básico "de la doctrina social católica durante siglos". Y aconseja que cuando las comunidades políticas le quiten responsabilidad a las familias, estas deben exigir que se respete este principio.


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4. Defiende la ley y la justicia… y a tus subordinados

Eduardo afirma que los Habsburgo anteponían el espíritu de servicio a sus intereses personales. Su poder radicaba en dar ejemplo, como ocurrió con Carlos V, que consideraba a sus súbditos en el Nuevo Mundo no como siervos a los que explotar, sino como parte de su "responsabilidad, por el honor de Dios y en aras de la justicia".

5. Conoce quién eres

Señala la importancia de conocer la propia Historia. Explica cómo las tradiciones familiares dan continuidad y son también una cuestión de honor. "Conocer quién eres y de dónde vienes tiene un papel determinante en tu futuro". Y añade: "Te da soberanía sobre ti mismo y confianza para no dejarte llevar por modas pasajeras, sino para perseguir la verdad sobre ti mismo y sobre Dios".

6. Sé valiente en la batalla y ten un gran general

Aunque históricamente los Habsburgo intentaron no librar batallas innecesarias, dice que la batalla es inevitable en la condición humana caída por el pecado. "Si es posible, busca la paz, pero todos tenemos que tener el coraje y la valentía para dar todas nuestras batallas, sean las que sean, las que la vida (y Dios) nos presenten".

 

7. Muere bien

Todos tenemos la certeza de que moriremos, pero no tenemos el cielo asegurado: "Muchos parecen ignorar que existe la posibilidad de acabar en el infierno por toda la eternidad". Pone el ejemplo del beato emperador Carlos I, quien demostró que, para morir bien, hay que vivir bien: "Su santa muerte no habría ocurrido en un alma que no se hubiese labrado en la Misa diaria, el rosario, la devoción al Sagrado Corazón y la confesión frecuente".

Él explica que este antepasado suyo llegó a los altares precisamente por la forma como aceptó el sacrificio de su muerte. Y a propósito de esta historia recomienda leer Death of an emperor (La muerte de un emperador), de Hans Karl Zeßner-Spitzenberg.

Fuente: Religión en Libertad

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