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sábado, 30 de noviembre de 2019

Una niña inmigrante pobre, con su burrita, un secreto y unos monjes: una película para meditar

«Fortuna», premiada en Berlín, de Germinal Roaux, es hermosa y respetuosa con la fe
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Una niña inmigrante pobre, con su burrita, un secreto y unos monjes: una película para meditar

Fortuna es una niña emigrada que ha perdido a sus padres, se apoya en una burrita y reza insistentemente a la Virgen

Fortuna es un película franco-belga que ha ganado en el Festival de Cine de Berlín los dos premios principales: el Oso de Cristal y el Gran Premio del Jurado Internacional. Es una película hermosa, lenta, reflexiva, en blanco y negro, como otras películas de su director, Germinal Roaux. No suceden muchas cosas: una niña etíope de 14 años, refugiada en un monasterio, tiene un secreto. Se siente sola, y sólo se atreve a pedir ayuda a la Virgen. Es imposible desvelar más sobre la película sin entrar en descubrir los pocos elementos de la trama.

Fortuna es una niña emigrada que ha perdido a sus padres, se apoya en una burrita y reza insistentemente a la Virgen

Es un filme favorable a la fe, a la espiritualidad, a la inocencia y a la vida, pero no es adecuada para menores de edad (por ejemplo, para cine-foros o debates escolares) tanto por el ritmo como por algunas escenas poco claras. Explicamos más a continuación.

El mundo gris de los hombres, la blanca pureza del cielo

Película en blanco y negro. Suenan las campanas en un monasterio suizo que parece frágil en la nieve, blanco de nieve arriba en el cielo y blanco de nieve, abajo en la tierra. El gris del monasterio es una franja intermedia, el mundo de los hombres. Sopla el viento, que será un let-motiv de la película. Juan 3,8: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". El Espíritu Santo se hace visible en la película en el viento y el fuego. No en el agua, que aquí es signo de destrucción.

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Una muchacha negra enciende fuego en una estufa de leña, da de comer a las gallinas, besa a un pollito. "Te bautizaré, como a tu madre", le dice. Habla con Campanilla, una burrita: "Eres todo lo que tengo".

En una capilla de montaña enciende velas ante una imagen europea de la Virgen. "Oh, María, escúchame, no tengo a nadie, tengo un secreto, protege a mis padres", reza. Y en una cruz de hierro en la montaña ata unas cintas. Recuerda cómo llegó a Europa en un bote que amenazaba hundirse. "Todos rezaban, tenían miedo, se sentían abandonados", dice. Tiene pesadillas, sueña con la ola gigante que casi les mata.

Los monjes que acogen, el padre asustado

En la hospedería del monasterio se alojan inmigrantes de varios países, africanos y de Europa del Este. Los 5 monjes tratan de ayudarles. Por fin Fortuna, nuestra niño etíope de 14 años, revela su secreto a Karim, compatriota musulmán de unos 30 años: la ha dejado embarazada.

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La película trata bien a los monjes y su generosidad, aunque no parecen tener muy claro lo que su comunidad tiene estipulado sobre compaginar acogida y oración

"¿Por qué añades tus problemas a los míos? Vas a deshacerte de él", le dice Karim en un ataque de rabia. La empuja y asusta. Ella no quiere abortar. Pero luego vemos a Karim rezar con otros 8 o 9 musulmanes, en una sala que tienen destinada a ello. Y él cambia de idea, o eso dice. Piensa que Dios proveerá por la nueva vida. Incluso bailan con otros huéspedes, como novios en una fiesta.

"Lo que quiero es casarme", dice ella. "Si tú me amas y yo te amo... aunque a veces me haces daño, yo te amo", insiste ella. Él la acoge, se bañan juntos, en una escena púdica, en la que no se ve nada, casi sin carga sexual, como un juego... pero muy inquietante, porque ella es una niña y él un adulto que la dobla en edad y no sabemos la sinceridad de él. "Estamos en un país rico, todo irá mejor mañana", dice Karim.

Fortuna es una niña cristiana etíope que le reza con devoción a la Virgen

Las autoridades y el mundo civil

Pero llegarán las autoridades suizas, empezarán a pedir papeles y acaba la tranquilidad. Kabir huye.

Los monjes se asustan con la policía. "Era forastero y me acogisteis", citan. Tienen una hospedería. Pero "tal vez nos excedimos", dudan. "¿Tenemos que renunciar a nuestro silencio y soledad? Dios sólo tiene nuestras manos, la fe sin obras está muerta. Hay que recibir a cada extranjero como a Cristo". No está muy claro a qué congregación pertenecen y cuál es, según su Regla, su carisma y obligación exacta para con los huéspedes.

Llega el momento en que las autoridades civiles descubren el secreto de Fortuna y preparan el camino para ella. Tiene que abortar porque lo pide un protocolo para menores extranjeros no acompañados. El abad hablará con el funcionario: la vida no puede estar tan planificada, la vida tiende a abrirse paso. A más de un espectador católico le puede parecer una resistencia insuficiente.

Y Fortuna sigue rezando a la Virgen, y se siente arropada en una escena hermosa y misteriosa, abrazada por una Madonna que es una reina africana. Ella, que también fue una adolescente embarazada y con burrita.

El final es abierto, pero todo ha crecido. Donde empezábamos con un pequeño fuego, hay ahora una hoguera. Donde soplaba una brisa, hay ahora un vendaval. El pollito que quería bautizar recibe un funeral cristiano. "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". Queremos creer que la vida, impulsada por el viento de Dios, se abre camino. Un filme hermoso, para suscitar la reflexión por la vía estética más que por la ética.



Fuente: Religión en Libertad


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