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domingo, 9 de diciembre de 2018

Los frutos de la justicia



LOS FRUTOS DE LA JUSTICIA

Por José María Martín OSA

1.- “Paz en la justicia”. En este segundo domingo de adviento aparece la figura del profeta: en el Antiguo Testamento Baruc, en el Evangelio Juan el Bautista y en la lectura apostólica Pablo de Tarso. El autor del libro de Baruc nos es desconocido. Se ha atribuido la redacción del libro a Baruc, secretario, confidente y amigo del profeta Jeremías. Posiblemente fue escrito entre los años 200 y 100 antes de Cristo en alguna de las comunidades judías de la diáspora. Se sirve de la historia de Israel para alentar la esperanza del pueblo y dirigirla hacia el futuro: la Jerusalén prometida por Dios no es la que los judíos han empezado a reconstruir después del destierro, sino la Jerusalén del fin de los tiempos. Dios le dará un nuevo nombre: "paz en la justicia". Tres veces se repite en el capítulo 5, que hoy leemos, la palabra "justicia". Es la justicia de Dios, basada en la misericordia y conducente a la paz.

2.- Recrear el mundo querido por Dios. En nuestro mundo hay violencia y guerra, miles de inocente mueren cada día a consecuencia del hambre. Para que se obtenga la paz, valor tan deseado, es necesario primero que los montes elevados se abajen, que los valles se llenen y se eleven, que lo torcido se enderece y los senderos se allanen. Es decir, que se vuelva al orden natural querido por Dios "que ha destinado los bienes de este mundo para todos". Mientras no seamos capaces de recrear el mundo querido por Dios no será posible la paz. Es necesario que los poderosos se despojen de su orgullo y los opulentos compartan su riqueza para que estalle la paz en el mundo. Es decir, primero la justicia sostenida por el perdón. Antes que la caridad está la justicia, de lo contrario se trata más bien de "caridades".

3.- Millones de personas en el mundo sufren situaciones de injusticia. ¿Dónde están los últimos?, ¿dónde se encuentra hoy la pobreza? ¿Es una realidad cada día más cercana, pero cada día más difusa? Los pobres hoy día son "los excluidos" de nuestra sociedad. Si hay excluidos es porque tú y yo también excluimos. A pesar de la riqueza que brindan las nuevas oportunidades económicas en el mundo, 2.800 millones de personas subsisten con menos de dos dólares al día. El 1% de la población más rica del mundo tiene una renta anual equivalente al total de lo que percibe el 57 % más pobre de la población del mundo. Y en muchas zonas del África subsahariana el nivel de vida de la población más pobre está empeorando. A pesar del crecimiento económico y del desarrollo del estado del Bienestar sigue habiendo pobres y, es más, no sólo sigue aumentando su número sino que surgen nuevos fenómenos de pobreza. En la actualidad se considera que la pobreza tiene un claro componente estructural que acarrea la exclusión social. Entre los grupos más vulnerables a diferentes formas de exclusión se encuentran las minorías étnicas, culturales o religiosas; los minusválidos; los grupos afectados por discriminaciones en materia de sexo o edad; los analfabetos o quienes carecen de suficientes calificaciones laborales; los desempleados, la falta de vivienda o de tierras.... Se suele representar la justicia con una balanza. A la vista está que en el mundo actual está un tanto desequilibrada. La globalización está agrandando las diferencias entre ricos y pobres, en el Norte y en el Sur. Es evidente que el crecimiento no va unido a un reparto justo de bienes.

4.- Tiempo para cambiar el mundo. El adviento no es un tiempo triste, pero tampoco debe servir para justificar unas condiciones inhumanas de vida en las que es imposible cualquier esperanza. Sólo si soy justo y lucho por la justicia dejaré de excluir. ¿Cuáles serán los frutos de la justicia de los que habla el Apóstol san Pablo? Es la hora de la conversión, del cambio de actitudes y de acciones para crear un mundo en el que el perdón y la justicia conduzcan a la creación de la Nueva Jerusalén de Baruc, "la casa del Padre" de Jesús de Nazaret.

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