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domingo, 23 de octubre de 2016

Mártir con 14 años, José Sánchez del Río es modelo de «valentía y fortaleza» para los jóvenes de hoy


Mártir con 14 años, José Sánchez del Río es modelo de «valentía y fortaleza» para los jóvenes de hoy

No deja de sorprender que un chico de 14 años sea declarado santo. Un muchacho que murió martirizado durante la persecución religiosa en el México de 1928. San José Sánchez del Río se mantuvo fiel hasta el final, haciéndose valedor de la adolescencia y de los grandes valores que son capaces de vivir la gente de su edad. Su biógrafo, el sacerdote Luis Laureán, L.C., explica que san Sánchez del Río es modelo para los chicos actuales por su “amor apasionado a Cristo como fundamento de una vida cristiana que anima a los adolescentes a la generosidad para dar testimonio efectivo de su fe. Joselito es un ejemplo para quienes quieren hacer algo grande con sus vidas en bien del prójimo, de la Iglesia, de los pobres”.


- Padre, usted tiene una vinculación casi que personal con san José Sánchez del Río…
Efectivamente, soy de Sahuayo, Michoacán, la ilustre cuna de San José Sánchez del Río. Todos los niños de mi pueblo hemos conocido la historia de nuestro paisano más ilustre, hijo predilecto de Sahuayo; todos queríamos ser como él, es decir valientes y defensores de la fe cristiana, defensores de nuestros sacerdotes y de nuestra templo parroquial dedicado al Apóstol Santiago; le llamábamos Joselito. Conocimos su casa natal; conocimos a familiares. Sabíamos muchos detalles de su vida, sobre todo de su martirio; y nos gustaba mucho el episodio de los gallos finos de pelea que mató cuando fue encarcelado en la iglesia de Sahuayo para que no siguieran manchando su templo muy querido en donde había sido bautizado, confirmado y en donde había hecho su primera comunión.

Mártir con 14 años, José Sánchez del Río es modelo de «valentía y fortaleza» para los jóvenes de hoy

- Qué le motivó a estudiar la figura de José Sánchez del Río, cuando todavía era un desconocido este chico.
En realidad, nunca fue un desconocido. Los jóvenes de la Acción Católica contaban su historia, no solo en Sahuayo sino en toda la República Mexicana, en Argentina y en muchos países; baste recordar que en 1938 Luigi Ziliani incluye su historia en su libro "Messico martire".

Me motivó a estudiar detalladamente su vida porque siendo yo niño mi tía Adela Cervantes me llevaba de peregrinación al Cerro del Cubilete, el centro geográfico de México, al monumento a Cristo Rey; y yo escuchaba con atención las historias que narraban los antiguos cristeros. Mi tía Adela fue de las Brigadas femeninas Santa Juana de Arco.

También me llamó la atención que Jean Meyer no mencionase en ninguno de sus libros la heroica historia de José Sánchez del Río, con la fama que tiene de ser el mejor historiador de la Guerra Cristera. Entonces pensé en escribir una biografía documentada que mostrase la verdadera razón del enfrentamiento, no como guerra civil, sino como una reacción en defensa de los derechos fundamentales de la persona, sobre todo para defender el derecho a la libertad religiosa y de conciencia. Fue un levantamiento en contra de leyes realmente persecutorias contra la Iglesia Católica, en la primera mitad del siglo XX. Y quienes participaron, retomaron el ejemplo de los grandes defensores de los derechos de Dios frente a la tiranía de las leyes.

- Padre, parece inexcusable preguntarse por qué la Iglesia canoniza a un muchacho de apenas 14 años de edad en pleno siglo XXI
La edad no cuenta para la canonización. San Tarsicio era mucho más pequeño y es un gran santo patrono de los monaguillos, así como los tres niños mártires de Tlaxcala patronos de la niñez. Lo que cuenta para ser canonizado es la vivencia de las virtudes cristianas en grado heroico; en el caso de san José Sánchez del Río cuenta su valentía, su gran fe y amor a Cristo, su devoción al sacramento de la Eucaristía, su fortaleza y generosidad al exponer su vida y salvar la vida de su capitán; y finalmente su firmeza en no claudicar de su fe ni cambiarse de bando para salvar su vida.


- En su libro “El niño testigo de Cristo Rey”, usted narra cómo murió Joselito…
Efectivamente, después de los insultos y golpes al ser apresado, fue conducido a la cárcel -que aún se conserva- en la localidad de Cotija para pasar la noche, mal dormir y mal comer; al día siguiente fue trasladado a Sahuayo con un piquete de federales y encerrado en el bautisterio de la parroquia Santiago apóstol. Era el 7 de febrero de 1928.

El 10 de febrero sacan a José de la iglesia y lo llevan al mesón cercano. Ahí vive su última tarde y su última cena. Escribe una última carta a la tía María, en ella pide la comunión eucarística de forma velada; cena y comulga por última vez (fue su viático, el pan de los fuertes). Más tarde lo torturaron: le hicieron unas heridas en las plantas de los pies y lo conducen por las calles empedradas hasta el cementerio. En la zona de la fosa común, lo conminan a renegar de su fe y gritar "viva el supremo gobierno" para salvar su vida; pero José grita: ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”.

Le dan un golpe en la cara con la culata de un máuser, cae al suelo y es acuchillado en el pecho, en las piernas, en los brazos... Se va apagando su vida, le queda poco aliento y logra balbucir: "Viva Cristo Rey"... Uno de los ejecutores desenfunda su pistola y le dispara casi a quemarropa en la cabeza, detrás de la oreja derecha. Y muere mártir de Cristo Rey.

- Usted narra que para convencer a sus padres que le dejaran ir con los cristeros dijo: "Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión". Revela una claridad de ideas y un compromiso fuera de lo normal.
Sí, efectivamente demuestra una convicción muy aquilatada y heroica en un muchacho de su edad. Esa frase (“nunca había sido tan fácil ganarse el cielo”) se repetía mucho entre la gente de Sahuayo; 30 años después yo mismo la escuché más de una vez en mi pueblo.

- ¿Cuáles son las principales virtudes que aporta este santo a los adolescentes actuales?
La valentía y fortaleza de San Joselito -como le dicen en mi pueblo- son un ejemplo para avivar la audacia y arrojo que todo adolescente lleva en su corazón, una postura muy común entre los muchachos de su edad que les hace capaces de grandes hazañas... San José Sánchez del Río es un ejemplo para quienes quieren hacer algo grande con su vida en bien del prójimo, de la Iglesia, de los pobres...

- Aquella época era de persecuciones a la fe y a los cristianos, ¿no sé si usted ve alguna similitud entre aquella época y la actual?
Por lo que se va viviendo o sufriendo en España y en México, hay una persecución muy solapada contra los valores tradicionales, sobre todo contra los valores cristianos. Y nuevamente se presenta este fenómeno desde la "legalidad" de las leyes. El segundo capítulo de mi libro se titula, precisamente, Legislación inicua. Y es que resulta una legislación que no respeta el los derechos fundamentales de todas las personas, más bien favorece pequeños grupos de interés. El resultado va en dirección de denigrar a la mujer, debilitar la institución familiar, desacreditar a la Iglesia y ridiculizar lo religioso…


- Pero, padre, ¿pero no le resulta muy radical que un muchacho de apenas 14 años se lance a una guerra?
San José Sánchez del Río se presentó ante los cristeros, pero fue admitido para llevar el estandarte y la corneta, no para llevar armas. Y si fue canonizado es porque nunca se manchó las manos de sangre. Esto queda demostrado por los detalles de su captura: si hubiera matado o simplemente herido a algún federal, en ese momento hubiera sido acribillado y no llevado prisionero, o fusilado sin juicio previo; era la manera vengativa de la guerra contra los cristeros.

Y como bien dice usted, efectivamente muy radical fue su decisión y radical fue el resultado: martirio. Hoy en día se acepta que sean radicales quienes promueven destruir monumentos, cambiar nombre a las calles, presentar leyes en favor de algunas ideologías y no para el bien común... Pero cuando unas niñas chicas defienden la vida les arrebatan el micrófono y las tachan de radicales. Hoy la defensa de la Iglesia, de la fe católica, no se debe hacer con las armas sino con el diálogo, el testimonio y ejemplo de la propia vida coherente; es decir, no avergonzarse de ser discípulos de Cristo, camino, verdad y vida. Dar testimonio con valentía y con inteligencia, como nos aconsejaba el Papa Benedicto, para las circunstancias de una época de descristianización y laicismo mal interpretado.

- Hay algo fundamental en la vida de san José: su familia. ¿Cómo describiría usted esa relación? De hecho creo que su madre estuvo presente durante el martirio de su hijo.
No, su madre no estuvo presente en su martirio. De hecho, el único testigo fue Luis Gómez, el sepulturero; la orden del diputado Picazo fue que nadie se enterara, que fuera apuñalado, que lo ejecutaran bien entrada la noche, después del toque de queda. Pero su mamá y su familia tuvieron mucho que ver en su formación como cristiano. Su mamá le leía revistas católicas y le pedía ayuda para catequizar a los niños del rancho y prepararlos para la primera comunión.
 

P. Luis Laureán, L.C., biógrafo de san José Sánchez del Río, L.C.

- Padre, hablando del martirio que sufrió este chico de 14 años, ¿qué mensaje podemos recuperar para los que vivimos casi 90 años después?
A nosotros nos deja un mensaje o una invitación para conquistar nuestra fidelidad al amor de Cristo. Su vida y su martirio nos dicen que es posible ser fieles. Su canonización nos garantiza su intercesión. Él es un guía y desde el cielo nos protege y acompaña por el camino de una vida cristiana coherente y valiente 90 años después, en circunstancias análogas. Hoy también hay riesgo de martirio por el hecho de ser cristiano o por llevar una cruz al pecho; hoy se prohíben los crucifijos, se suprime la cruz, se ridiculiza a los sacerdotes o las monjas, se acusa a nuestros obispos y se les amenaza con juicios penales. ¿Quién levanta su voz para defenderlos? Pedimos a San José Sánchez del Río que interceda por los perseguidos a causa de la justicia. Que nos ayude a alcanzar la victoria y dar testimonio de nuestra fe y amor a Cristo.

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