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lunes, 11 de julio de 2016

Se convirtió por una monja contemplativa: «En prisión aprendí que con Jesús vives mucho más libre»

Se convirtió por una monja contemplativa: «En prisión aprendí que con Jesús vives mucho más libre»

Se convirtió por una monja contemplativa: «En prisión aprendí que con Jesús vives mucho más libre»

Desde hace cuatro años, un grupo de internos de diferentes prisiones madrileñas, así como otros en tercer grado o que ya han cumplido su condena, voluntarios y capellanes de pastoral penitenciaria, tienen un fin de semana de retiro anual en el monasterio de las benedictinas de Palacios de Benaver (Burgos), con charlas, oración, formación y momentos para el testimonio. Esta experiencia de encuentro con la fe lo narra Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo en Alfa y Omega.

Todo comenzó cuando Alfonso, un interno de la cárcel de Valdemoro, leyó un libro de José Antonio Pagola y decidió escribir al autor, quien le puso en contacto con la madre Pilar, la abadesa del monasterio. Ella se comprometió a acompañarle durante todo el tiempo que estuviera en prisión, y empezaron a escribirse una vez por semana. “Yo conocí a Jesús en la cárcel. De pequeño tenía fe pero la perdí en mi adolescencia. En los tres años que estuve allí me reencontré con Él. Me di cuenta de que la prisión no es simplemente estar entre cuatro muros. La prisión está en el corazón, y muchas veces hay más cárcel fuera que dentro. Con Jesús vives mucho más libre que estando metido en el dinero, en el móvil… Eso lo aprendí allí”.

Hoy Alfonso tiene a Jesucristo en su corazón y en el horizonte una posibilidad ilusionante: el diaconado permanente. De momento, el curso que viene va a comenzar a estudiar Teología, “y el Espíritu Santo sabrá dónde me lleva”. En todo este proceso le ha acompañado la madre Pilar, que fue quien recibió su primera llamada cuando salió libre de la cárcel. “Se implica tanto que me consta que no solo se ocupa de escribir a los internos y de rezar por ellos, sino que se preocupa también por sus familias, con un compromiso incluso a nivel material. Están haciendo una labor increíble”, dice de las religiosas Alfonso.


Una oportunidad para evangelizar
La abadesa del monasterio recuerda que esta relación comenzó “de manera providencial” y ahora “estamos muy sensibilizadas con el tema de las prisiones”. Se trata de un apostolado “difícil, porque estos chicos tienen detrás historias complicadas, pero es una veta de evangelización muy grande”. Y subraya que para la Iglesia “es muy importante que nos hagamos presentes en la prisión”. Toda la comunidad de hermanas benedictinas participa en este acompañamiento y acogida: “Compartimos nuestras experiencias, rezamos por estos internos y los acompañamos con nuestra oración y nuestra acogida cuando vienen a su retiro”, cuenta la madre Pilar

Las benedictinas de Palacios de Benaver, que durante julio y agosto también organizarán fines de semana vocacionales para aquellas chicas que quieran conocer de cerca su modo de vida, llevan así a término la obra de misericordia que pide visitar a los presos. “Lo hacemos acogiendo a los presos en nuestro convento y rezando por ellos, y acompañando a los que los acompañan en prisión y fuera de prisión, que también es muy importante”, añade la abadesa.


Una libertad que no te quita nadie
Los días que pasan los presos y los voluntarios en compañía de las monjas suponen para todos “una oportunidad para reflexionar sobre nuestros proyectos, nuestra disponibilidad, nuestras fortalezas, nuestra capacidad de acoger y ser acogidos”, señala la delegada de Pastoral Penitenciaria en Madrid, María Yela. Son jornadas que sirven “para reorganizar nuestras prioridades, aligerar el equipaje y valorar nuestra vocación como algo precioso, por lo que supone de escuchar y acompañarnos entre todos. Y nos gusta hacerlo en grupo, porque si hay uno que no ve las cosas claras, entre todos nos ayudamos a ver”.


El resultado es que “cambia nuestra actitud interna para empezar a comprender que Dios nunca se olvida de nosotros, que muchas veces escribe recto aunque los renglones estén torcidos”. Concretamente, aquellos que pasan por la cárcel “están muy receptivos, porque en prisión se replantean su vida y viven experiencias muy intensas. Y poco a poco descubren que pueden disfrutar de una libertad interna que no te quita nadie”.

Una libertad que solo puede dar Aquel que también estuvo cautivo, como ellos. Por eso Alfonso nos recuerda a todos que “no podemos olvidarnos de la gente que está dentro de la cárcel, porque ahí esta Jesús”.

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