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lunes, 14 de diciembre de 2015

Yihad, monje en Siria: «Celebramos la misa pensando que en cualquier momento puede caernos un misil»

Cuando empecé a temer por mi vida y por la comunidad, entendí por qué la gente abandona Siria"
Yihad, monje en Siria: «Celebramos la misa pensando que en cualquier momento puede caernos un misil»
Yihad, monje en Siria: «Celebramos la misa pensando que en cualquier momento puede caernos un misil»


Mar Musa o Deir Mar Musa al-Habashi, significa literalmente monasterio de san Moisés, el Etíope. Se trata de una comunidad monástica católica de rito siriaco, situada cerca de la ciudad de Nebeq, a unos ochenta kilómetros de Damasco, en Siria. Allí vive el padre Yihad Yusif, monje de esta comunidad. “Si las cosas siguen así, si la comunidad internacional no decide cambiar la política, abandonar la lógica del beneficio y de los intereses, creo que pronto la presencia cristiana en Siria será simbólica. Es como la de los cristianos en Tierra Santa, que hoy son una minoría muy reducida, quizá el 1%. Se podrá ir a Siria como quien va al zoo, a admirar una especie en vías de extinción”.


En Roma, durante las jornadas de las asociaciones por Tierra Santa, y ante un público muy atento, el padre Yihad Yusif ha contado la experiencia de su comunidad durante estos años de guerra, compartiendo impresiones, miedos y esperanzas para el futuro de los cristianos árabes.

¿En dónde está vuestro Dios?
“En 2013, la región en la que se encuentra el monasterio, junto a la ciudad de Nebeq, fue escenario de una feroz batalla –explica el P. Yihad-. Ha sido un período de mucho miedo. Celebrábamos la misa y rezábamos pensando que en cualquier momento podía caernos un misil en la cabeza. El pensamiento constante era: ¿qué sentido tiene seguir aquí? Y así, en comunidad, experimentamos concretamente la prueba de la fe. Hemos visto que nuestra fe nos sostiene; es más, hemos visto que tenemos fe. ¿Creemos realmente en Dios? ¿Dios existe? Y, si existe, ¿qué hace mientras nosotros estamos bajo las bombas? Mientras que hombres, mujeres y niños abandonan sus casas... mientras, los hermanos, Caín y Abel, ¿se matan? ¿Dios duerme mientras Caín mata a Abel? Era como si alguno nos dijera al oído: ‘Vosotros sois cristianos... ¿dónde está vuestro Dios?’. Después de esa prueba, ¿seguimos creyendo? Sí, seguimos creyendo. Sin embargo, todas las mañanas, cuando sale el sol, tenemos que volver a decidir creer”.


“Y hemos decidido quedarnos a pesar del peligro. No nos hemos quedado para convertirnos en mártires a toda costa, nos hemos quedado en solidaridad con todos. Después de esta elección, hemos visto en los ojos de nuestros parroquianos de Nebeq, incluso en los de muchos musulmanes de la ciudad, la gratitud. Nuestra presencia para ellos es un signo de esperanza. Tanto los cristianos como los musulmanes de Nebeq, cuando hablan de nosotros, dicen: “Nuestros monjes y nuestro monasterio”.

En Nebeq, un pequeño pueblo de 50.000 habitantes, vive una comunidad de 300 ó 400 cristianos. La comunidad de Mar Musa, para contribuir a remediar las necesidades de los más desesperados, y con la ayuda de tres organizaciones católicas europeas, ha restaurado las casas de 63 familias, cristianas y musulmanas. Las necesidades son muchas. Nebeq se encuentra a 1.300 m de altitud y en invierno hace mucho frío y todas las noches hiela. Se necesita gasóleo para la calefacción, pero el carburante, por la guerra, cuesta mucho y es difícil de encontrar. Ninguno de los cristianos de Nebeq, a pesar de todo, ha abandonado el pueblo durante este tiempo.

¿Quedarse o marcharse?
“¿Qué deben hacer los cristianos de Siria? –se pregunta el padre Yihad-. Antes pensaba que los cristianos debíamos quedarnos, porque Oriente Medio no se debe quedar sin cristianos. Sin embargo, cuando empecé a temer por mi vida y por la comunidad, entendí por qué la gente abandona su casa y dónde encuentra la fuerza para dejarlo todo: memoria, recuerdos, infancia, difuntos familiares y familia. No juzgo ya a nadie y no digo a nadie que se quede si no se quiere quedar. Al contrario, es necesario también ayudar a la gente que se va. Y dignamente, no en una balsa, ni a pie, para ser detenido en la frontera por la alambrada de espinos y las balas. Además hay que ayudar a quien se queda, en primer lugar con la oración, sin duda, pero luego con la ayuda material”.


“El que se queda tiene una vocación, y ¿cuál es esta vocación? Sabed que san Francisco fue a ver al sultán Al Kamel. Y cuando volvió dijo a los frailes: “Id entre los sarracenos, someteos a toda criatura profesando humildemente vuestra fe como cristianos”. No les dijo que hicieran proselitismo sino que hablaran cuando el Espíritu se lo sugiriera”.

“Nosotros, en Mar Musa, nos hemos consagrado al amor de Jesucristo por todos, pero de forma especial por los musulmanes y el islam. El diálogo para nosotros no quiere decir alcanzar un número de conversiones o convencerles de que están equivocados y nosotros tenemos razón. El diálogo es crear puentes, amistad y armonía; anunciar a todos que vivir como alguien distinto es posible y es incluso hermoso. La Carta a los Hebreos dice que Jesús aprendió a obedecer gracias al sufrimiento. Por lo tanto, también nosotros, por nuestro sufrimiento vivido en estos años de guerra, si estamos abiertos de verdad a la gracia de Dios que hemos recibido en el bautismo, podemos decidir quedarnos en Siria y descubrir nuestra vocación: amar y rezar por el mundo musulmán, por los musulmanes que se están matando, que se odian entre ellos. No mucha gente sabe que las víctimas del Estado Islámico (EI) son más numerosas entre los musulmanes que entre los cristianos. Es cierto que si un cristiano acaba en las manos del EI está perdido, pero también un jeque o un imán que no piense como ellos”.


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