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jueves, 29 de febrero de 2024

Santo Evangelio 29 de Febrero 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 16,19-31):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.

»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.

»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».



«Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite»

Rev. D. Xavier SOBREVÍA i Vidal


(Sant Just Desvern, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio es una parábola que nos descubre las realidades del hombre después de la muerte. Jesús nos habla del premio o del castigo que tendremos según cómo nos hayamos comportado.

El contraste entre el rico y el pobre es muy fuerte. El lujo y la indiferencia del rico; la situación patética de Lázaro, con los perros que le lamen las úlceras (cf. Lc 16,19-21). Todo tiene un gran realismo que hace que entremos en escena.

Podemos pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.

Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.

Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16,26).

San Gregorio Magno nos dice que «todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse a causa de su ignorancia». Hay que despojarse del hombre viejo y ser libre para poder amar al prójimo. Hay que responder al sufrimiento de los pobres, de los enfermos, o de los abandonados. Sería bueno que recordáramos esta parábola con frecuencia para que nos haga más responsables de nuestra vida. A todos nos llega el momento de la muerte. Y hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.


Algunos secretos de «Guadalupe, Madre de la Humanidad»: lugar de rodaje, testimonios por sorpresa

 


Algunos secretos de «Guadalupe, Madre de la Humanidad»: lugar de rodaje, testimonios por sorpresa...

La actriz Angélica Chong, y el guionista Josepmaria Anglès posan presentando la película Guadalupe

Josepmaria Anglès, de Barcelona, uno de los guionistas de Guadalupe, Madre de la Humanidad, cuenta a ReligionEnLibertad algunas de las entrañas de esta emotiva película documental, con escenas históricas dramatizadas, que nos presenta con detalle no sólo las apariciones de México de 1531, sino testimonios de vidas transformadas por la Virgen de Guadalupe en nuestros días.

"La parte dramatizada, la de las apariciones, escrita por Javier Ramírez, se basa casi textualmente en el Nican Mopohua", explica Anglès, refiriéndose al libro en lengua náhuatl que describe los hechos milagrosos y se escribió hacia 1556. Aunque la Virgen y el indio San Juan Diego hablaron en náhuatl, los diálogos de las apariciones en la película los vemos en español, pero siguiendo muy de cerca las frases del texto antiguo.

Recoger en imágenes lo que la Virgen hace hoy

"Sobre los testimonios, y las escenas de nuestra época, primero recogimos el material, yendo a los sitios, y luego nos pusimos a hilarlo. A veces surgían nuevas oportunidades. Por ejemplo, supimos que en la catedral de Los Ángeles tenían una reliquia del manto, la única fuera de México, y fuimos allí a grabar. Una vez allí, encontramos un testimonio de una curación, testimonios de fe, una iglesia hispana muy fuerte... Y a Alemania fuimos por el testimonio de ese matrimonio ayudado por el manto de la Virgen", detalla el guionista. Son cosas que no estaban previstas al principio.

Otra sorpresa que se encontraron los cineastas de forma inesperada fue la actriz que representaría a la Virgen María. "Que surgiera Angélica Chong en Madrid nos pareció providencial. Mexicana, con esa dulzura, guadalupana sincera, de verdad...", comenta satisfecho el guionista. (Lea aquí la entrevista de ReL a Angélica Chong).


Lo mismo sucedió con el actor que interpreta a San Juan Diego. "Mario Alberto Hernández es un actor mexicano que vive en Madrid, y también estaba contentísimo de encarnar a San Juan Diego", señala.

Las películas espirituales siempre tienen un reto: ¿cómo mostrar en imágenes visibles lo que Dios hace en las almas, que es algo invisible? Los cineastas apostaron por apoyarse en la parte visible de la fe que se ve en la cultura popular.

"La expresividad de los pueblos hispanos es bonita; nos apoyamos en el folclore, los trajes, colores, plumas... Todo eso es visual y hermoso y la película lo recoge. También la devoción de los fieles, sus ofrendas, la gente de rodillas o acampando junto a la Basílica de Guadalupe, la parte de música y bailes, banderas, estandartes, la multitud en la noche del 11 de diciembre haciendo vivac..."



Josepmaria Anglès y la actriz Angélica Chong en el photocall de un pase de prensa de Guadalupe Madre de la Humanidad

El Tepeyac... ¡está en Salamanca!

El lugar donde se recreó la escena de las apariciones del Tepeyac, con sus peñascos y cielos claros, no está en México, sin embargo, sino en una montaña española con otra advocación mariana, los hermosos montes de la Peña de Francia, cerca de La Alberca, en la provincia de Salamanca.

Un testimonio de evangelización mediante la oración con réplicas del Manto de la Virgen se filmó en Barcelona, "en el Monasterio de la Inmaculada, el barrio cerca de la Universidad Abat Oliba, en Sarriá", detalla.

Las entrevistas son otro punto fuerte de la película. Los testigos de curaciones o conversiones se emocionan y emocionan al espectador. Pero también los expertos e historiadores pueden ser emotivos, como es el caso de Eduardo Chávez, doctor en Historia de la Iglesia, postulador de la canonización de San Juan Diego y director del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos. "Es un hombre apasionado, no hacía falta animarle, se expresaba con fuerza por sí mismo", comenta el cineasta barcelonés.

"En Hollywood nos llamó la atención encontrar a Chris Sariego, un profesional del audiovisual, de Family Theater Production, con su historia. Y Brenda Lorena, un actriz que es doble de acción, muy devota de la Virgen, que nos ayudó mucho".


Una escena del rodaje de la película Guadalupe, con Angélica Chong caracterizada en la Peña de Francia

Una escena del rodaje de la película Guadalupe, con Angélica Chong caracterizada entre peñascos de la Peña de Francia (un lugar que tiene su propio santuario mariano).

Tres tipos de testimonios

Los testimonios cubrían tres grandes temas: sanaciones, cambios de vida y lucha provida.

En el ámbito de los cambios de vida, hay historias edificantes de personas de Los Ángeles que dejaron las drogas y la delincuencia y hoy ayudan a otros a perseverar en la buena vida con la ayuda de la Virgen. Algunos no los buscaron, sino que acudieron al hotel donde estaban los cineastas al oír qué tipo de película hacían, como es el caso de la norteamericana Leah Price.

"Cubrir la conexión provida lo teníamos claro desde el principio, porque la Virgen de Guadalupe es patrona de los no nacidos, es una Virgen embarazada, y se usa su imagen, por ejemplo, en 40 Días por la Vida en todo el mundo", detalla el guionista.

El sacerdote Eduardo Chávez insistió en que la Virgen viene a traer a Jesús al pueblo: está embarazada y anuncia así que Jesús está cerca. "También Karyme Lozano, que es una actriz muy popular en México, introduce a María no sólo por la devoción sentimental, sino como intercesora, y llamándola Santa María", puntualiza Josepmaria Anglès.

El guionista cree que al espectador joven le puede fascinar más la historia de las Apariciones, con su efecto milagroso, mientras que los adultos quedarán impactados con los testimonios, y cómo la Virgen ayuda en nuestros días, con sanaciones o dando esperanza.

La Virgen de Guadalupe, película en 19 países

La película se va a estrenar al menos en 19 países. Distribuida en América por el Festival Internacional del Cine Católico, la película se estrenó ya el 22 de febrero en México, Estados Unidos, Puerto Rico, Honduras, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá.

El 29 de febrero llega a los cines en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Uruguay. En España se estrenará el 1 de marzo y el 14 de marzo en Argentina y Paraguay. En mayo el filme entrará en la cartelera de Brasil. La lista de los cines se puede consultar en la página web: www.peliculaguadalupe.com

Trailer de Guadalupe Madre de la Humanidad, para España:



Fuente: Religión en Libertad


Chakras, péndulo, cartas de ángeles, reconexiones... y Dios la «liberó» en un encuentro de RiseUp

 


Chakras, péndulo, cartas de ángeles, reconexiones... y Dios la «liberó» en un encuentro de RiseUp

Joven triste

"Lo único que escuché fue: 'Venid y veréis'. En ese momento, supe que Él era el único lugar al que quería seguir, que sería mi roca y mi hogar para siempre", dice la mexicana.

Karina Plasencia ha superado ya la treintena y nació en una familia católica muy practicante, de hecho tiene un hermano sacerdote Legionario de Cristo. Pero, no siempre fue así, a medida que crecía, iba dejando a Dios cada vez más fuera de su vida.

"Estaba llena de sufrimiento, de vacíos existenciales y el maligno se aprovechó de mi malestar y quiso hacer un plan con mi vida. Él conoce nuestras debilidades, él también conoce nuestra historia y se aprovecha de esto", comenta Karina.

Una 'identidad' desde el dolor

La mexicana tuvo una infancia con muchas heridas de abandono, de rechazo, de abuso y de humillación. "Siempre sentí que no era amada por mis padres, ni por mis hermanos, sentía que no era suficiente, que había decepcionado las expectativas que todos tenían y habían puesto en mí. Todo esto me llevó a rebelarme, sentía una profunda injusticia", relata.

En ese entonces, Karina "estaba lejos de comprender que el Señor permite todo para un bien mejor, que el Señor es capaz de redimir las heridas". "Me encontraba perdida, no sabía quién era. Había perdido mi identidad. Construí mi 'identidad' desde mi dolor, desde mis heridas y es lo que quiere el maligno, que construyamos nuestra identidad y nuestra historia desde las mentiras y dolor", cuenta.

"Al ver que mi vida se desmoronaba, ya que vivía desde una identidad rota, empecé a buscar en la Nueva Era. Me empezaron a dar la razón en decisiones que ahora veo que no fueron las más correctas. Por ejemplo, pasaba un mal momento con mi ex esposo, y en la Nueva Era me dijeron que el divorcio estaba bien cuando dos personas se encuentran en 'diferentes frecuencias'", asegura.

Karina, sin darse cuenta, terminó alejándose de su familia, y de la fe. "En este mundo de la Nueva Era te debes alejar de la religión y de todo lo que tenga que ver con Jesús y con la Verdad. Hablan de la entrega y el sacrificio como 'falta de amor propio'. Te dicen que eres todopoderoso, que no necesitas a nadie, que en ti está la salvación, que las personas que van a la Iglesia son necesitados y viven en carencia continua".

"Me metí a cursos de meditación con los mejores maestros de la Nueva Era, estas meditaciones tienen como objetivo alcanzar una conexión con 'tu yo superior', es decir, estás tratando de activar la glándula pineal, la cual dicen los maestros, que es la glándula espiritual, que si tienes acceso a eso, tu vida se arregla", explica.



Karina Plasencia

Karina empezó a probar con los chakras, las cartas astrales, el péndulo, las reconexiones de el libro de Eric Pearl, "en donde te dicen que puedes sanarte a ti mismo y sanar a otros", las cartas de ángeles para recibir directamente mensajes para cada día, constelaciones familiares para buscar más orden, cuarzos para protección, meditaciones con mantras, taoísmo y toda una macedonia maléfica. 

"Lo hacía desde la inconsciencia más grande y desde la sed de buscar respuestas para sanar el dolor. No me veías a mí con un turbante en la cabeza como yogui, me veías como muchos jóvenes buscando en lugares equivocados que no tienen ni idea de las consecuencias tan dolorosas y de tantas mentiras que existe detrás de todo esto, como si fuera magia pura".

"Recuerdo muy bien uno de los seminarios que tomé con un experto de la Nueva Era, que nos explicaba que este plano era como una Matrix, que unos despertaban y otros no, que la Iglesia nos escondía tantas cosas para tenernos dormidos y seguirlos como soldados, que el nivel más bajo de esa Matrix era estar en la religión (fanatismo), que todo es vibración en este plano, ley de atracción, que para conseguir lo que necesitas, la meta es vibrar en cierta frecuencia karma de otras vidas".

La mexicana comenzó a creer en la reencarnación, hasta que un día "la identidad que te construiste se rompe en pedacitos y viene un declive tan fuerte que ya no sabes quién eres. Tus súper poderes se desvanecen, tu identidad también, tus traumas se presentan con más fuerza y el dolor es muchísimo más fuerte que antes, y además es una frustración enorme. Todo esto lo viví desde una soledad inmensa", recuerda.

"Me había separado del amor de mi Padre, y aunque Dios quería estar conmigo yo le cerré mi corazón. Aceptar que había tocado fondo era aceptar mi historia, aceptar que mucho había sido mentira (...). Es impresionante cómo el mal quiere que todo quede en secreto, como quiere que suframos en silencio, quiere contarnos historias falsas para no dejar que la verdad entre, el mal es el padre de la mentira".

En ese momento de confusión y dolor, le invitaron a un retiro de Rise Up, un retiro carismático de sanación en México, que lo lleva a cabo el Regnum Christi. "En este retiro el Señor vino a buscarme con mucha fuerza (...). Recuerdo muy bien que en uno de los ejercicios que nos dejaron, yo subrayé una frase: 'sáname de mis entrañas'. Y, así fue. En la primera exposición con el Santísimo le dije a Jesús: si existes muéstramelo, ven a buscarme".



Retiro sanación

"Un poco escéptica, puse a prueba a Dios y el Señor obró en mí. Desde el primer instante que expusieron al Santísimo experimenté una paz y un amor tan fuertes, así como un arrepentimiento profundo por haberlo dejado fuera. Lo único que escuché fue: 'Venid y veréis'. En ese momento, supe que Él era el único lugar al que quería seguir, que sería mi roca y mi hogar para siempre. Lo único que deseaba era estar con Él y hacer su voluntad".

Karina experimentó varias liberaciones, una de ellas fue por haber abierto todas las puertas de la Nueva Era. "Mi liberación comenzó cuando me preguntaron: '¿Hay algo por lo que quieras pedir perdón?'. En mi interior, sentí la necesidad de decir lo siguiente: 'Pido perdón por pensar que yo era Dios'. En ese momento, el Señor volvió a obrar en mí y me regaló una liberación desde lo más profundo de mi ser".

"Me quitó una venda de mis ojos y me permitió ver la realidad de cada una de las puertas que había abierto en mi búsqueda, cada persona que había estado ahí. Fue tan claro que debía dejarlo todo, cerrar cada puerta que había abierto para abrirse a Él. Volvió a obrar en mí al día siguiente, brindándome una liberación de las heridas de mi infancia".

Karina anima a no dejarse llevar por los cantos de sirena. "Hoy en día, todo lo que no es de la Iglesia suena más atractivo, más moderno entre los jóvenes. Decir 'yo medito y práctico mindfulness' suena más atractivo que decir 'yo soy católico practicante' o decir 'yo soy independiente' en comparación con 'yo entrego mi vida a Él y dependo de Él'. Pero si quitamos la mentira y vemos la verdad, lo que Él nos pide es: 'Entreguenme su vida y los llevaré en sus momentos de mayor gozo. En los momentos de sufrimiento, los restauraré'".

"A veces, las voces malignas tejen una narrativa que resalta nuestras faltas y nos hace sentir culpables, como si fuéramos indignos del amor de Dios. Jesús, sin embargo, nos extiende su mano para que lo sigamos a pesar de todo. Él nos perdona y desea que nosotros también nos perdonemos, que comencemos un nuevo capítulo a su lado, con una página en blanco", concluye.

Puedes leer en ReL más información sobre RiseUp.

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 28 de febrero de 2024

Santo Evangelio 28 de Febrero 2024



 Texto del Evangelio (Mt 20,17-28):

 En aquel tiempo, cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de Él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».

Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».



«El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor»


Rev. D. Francesc JORDANA i Soler

(Mirasol, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia —inspirada por el Espíritu Santo— nos propone en este tiempo de Cuaresma un texto en el que Jesús plantea a sus discípulos —y, por lo tanto, también a nosotros— un cambio de mentalidad. Jesús hoy voltea las visiones humanas y terrenales de sus discípulos y les abre un nuevo horizonte de comprensión sobre cuál ha de ser el estilo de vida de sus seguidores.

Nuestras inclinaciones naturales nos mueven al deseo de dominar las cosas y a las personas, mandar y dar órdenes, que se haga lo que a nosotros nos gusta, que la gente nos reconozca un status, una posición. Pues bien, el camino que Jesús nos propone es el opuesto: «El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo» (Mt 20,26-27). “Servidor”, “esclavo”: ¡no podemos quedarnos en el enunciado de las palabras!; las hemos escuchado cientos de veces, hemos de ser capaces de entrar en contacto con la realidad que significan, y confrontar dicha realidad con nuestras actitudes y comportamientos.

El Concilio Vaticano II ha afirmado que «el hombre adquiere su plenitud a través del servicio y la entrega a los demás». En este caso, nos parece que damos la vida, cuando realmente la estamos encontrando. El hombre que no vive para servir no sirve para vivir. Y en esta actitud, nuestro modelo es el mismo Cristo —el hombre plenamente hombre— pues «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28).

Ser servidor, ser esclavo, tal y como nos lo pide Jesús es imposible para nosotros. Queda fuera del alcance de nuestra pobre voluntad: hemos de implorar, esperar y desear intensamente que se nos concedan esos dones. La Cuaresma y sus prácticas cuaresmales —ayuno, limosna y oración— nos recuerdan que para recibir esos dones nos debemos disponer adecuadamente.


martes, 27 de febrero de 2024

Santo Evangelio 27 de Febrero 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 23,1-12):

 En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores", porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».



«Uno solo es vuestro Maestro; (...) uno solo es vuestro Padre; (...) uno solo es vuestro Doctor»


Pbro. Gerardo GÓMEZ

(Merlo, Buenos Aires, Argentina)

Hoy, con mayor razón, debemos trabajar por nuestra salvación personal y comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad, pues «ahora es el día de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una oportunidad sagrada dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y madura.

Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto de humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que soy, una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además hecha a imagen de Dios y destinada a Él».

En la época de Jesús había muchos "modelos" que oraban y actuaban para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de cartón, que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus actitudes y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).

La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de conducta que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el sentido de trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan perder de vista al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).

Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de "desierto" donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el verdadero modelo y maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría Jesús?, ¿cómo actuaría Jesús?


¿Qué es un mártir? ¿Cuántos tipos de martirio hay? ¿Por qué no necesita un milagro para ser beato?

 


¿Qué es un mártir? ¿Cuántos tipos de martirio hay? ¿Por qué no necesita un milagro para ser beato?

Fotograma de "Un Dios prohibido", película sobre los mártires de Barbastro.

En la guerra civil española miles de sacerdotes, religiosos, monjas y laicos recibieron el martirio por odio a la fe. En la imagen, un fotograma de "Un Dios prohibido", película sobre los mártires de Barbastro.

No se puede entender el cristianismo sin los mártires. Desde el nacimiento de la Iglesia hasta el día de hoy, ha habido cristianos que han dado testimonio de Cristo hasta la muerte. Desde san Esteban, a los cristianos nigerianos asesinados en la actualidad a causa de su fe; desde san Pedro y San Pablo a los cristianos que están siendo atacados y perseguidos en países de mayoría musulmana o en estados comunistas. Pero como atestiguó Tertuliano ya en el siglo II, la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Y para los creyentes, los mártires son un ejemplo de confianza total y de entrega a Dios, unos privilegiados para mostrar el camino hacia el Cielo.

Todo lo que debes saber sobre el martirio

¿Qué es un mártir?

¿Qué dice el Catecismo del martirio?

¿Quién fue el primer mártir del cristianismo?

¿Cuáles fueron las primeras persecuciones contra los cristianos?

¿Cuál es el siglo de los mártires?

¿Necesita un mártir un milagro para ser declarado beato?

¿Cuántos tipos de martirio existen?

¿Dé donde nace la fuerza para afrontar el martirio?

***

¿Qué es un mártir?

Un mártir es aquel que testifica la verdad de su fe hasta la propia muerte. El martirio es por tanto el testimonio del amor de Cristo llevado al extremo de derramar la sangre a causa del Evangelio, víctima del odio a esta propia fe por parte de sus verdugos.

De hecho, el término “mártir” significa “testigo”. San Agustín de Hipona lo explicaba de una manera muy fácil de comprender. “Lo que en latín decimos testes (testigo) en griego se dice martyres (mártir). Por tanto, un mártir es testigo de Cristo incluso en la tortura y la muerte. Y este santo también advertía que "no hace al mártir la pena que padece, sino la causa o motivo por qué padece". Y la causa por la que murieron fue por odio a la fe.

Según el Concilio Vaticano II, el martirio es una “gracia”. Aunque se puede desear o pedir conforme a la voluntad de Dios, hay que estar dispuesto a confesar a Jesucristo en cualquier momento o circunstancia concediéndola Dios a quien considera digno de ella. El martirio supone el testimonio de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Precisamente por eso, no es posible alcanzarla sin la gracia de Dios. Y a su vez es también un acto de hacer propias las virtudes cardinales: prudencia, justicia y templanza.

El martirio está unido a la Iglesia desde su fundación. Todos los apóstoles, excepto san Juan, murieron siendo mártires. Antes que ellos, el protomártir san Esteban, fue lapidado por, precisamente, ser testigo de Cristo. A partir de entonces, la persecución nunca ha abandonado a la Iglesia. En el Imperio Romano hubo sangrientas persecuciones que dejaron numerosos mártires. Más tarde, con la llegada del islam muchos cristianos entregaron su vida. En distintas partes del mundo donde los misioneros llevaban el Evangelio, ya fuera por el norte de Europa, en Asia, en África, Oceanía o en la propia América, también hubo mártires, ya fueran los propios misioneros o los conversos de aquellas tierras. Más adelante, con la Revolución francesa llegaría un nuevo mundo y nuevas persecuciones. Por otra parte, el socialismo y el comunismo han dejado tras de sí millones de muertos por todo el mundo: en España, en toda Europa, en Rusia, en China, Vietnam… Porque mártires sigue habiendo hoy y los habrá hasta el fin de los tiempos. Ya lo avisa el Evangelio: “Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio”.


¿Qué dice el Catecismo del martirio?

En el Catecismo de la Iglesia Católica, en el punto 2473, se explica con claridad que “el martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. ‘Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios’ (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos, 4, 1)”.

Y añade en el punto siguiente: “Con el más exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron hasta el extremo para dar testimonio de su fe. Son las actas de los Mártires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre”.

¿Quién fue el primer mártir del cristianismo?

San Esteban, conocido como el protomártir, fue el primero de los seguidores de Jesús que padeció el martirio. Fue asesinado a causa de su fe en Jerusalén, se cree que cerca de la Puerta de Damasco, donde hoy se encuentra la iglesia de San Esteban, y cuya devoción comenzó rápidamente entre los primeros cristianos.

En este sentido, Esteban fue uno de los primeros que siguieron a los apóstoles. Era tan apreciado por la comunidad de Jerusalén que en los Hechos de los Apóstoles es citado como uno de los siete elegidos para ayudar a los apóstoles en su misión, donde se le definía como “un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo”. Este protomártir realizaba prodigios y milagros, lo que generó recelos, por lo que instigaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, al decir que lo habían escuchado pronunciar expresiones blasfemas contra Moisés y contra Dios, y fue ante el Sanedrín. Los Hechos recogen el discurso de Esteban, en el que relató la historia de la Salvación.  “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios”, concluyó Esteban. Palabras que le costaron la vida. Los presentes estallaron en fuertes gritos, fue arrastrado fuera y lapidado. Entre los que aprobaron su asesinato estaba Saulo (san Pablo), quien pasaría de ser perseguidor de los cristianos a ser el apóstol de los gentiles.



En el Imperio Romano, muchos cristianos recibieron la gracia del martirio

¿Cuáles fueron las primeras persecuciones contra los cristianos?

Los primeros cristianos vivieron bajo el Imperio Romano, donde el cristianismo no estaba permitido y donde llegó a ser incluso percibido como un peligro. Durante varios siglos se produjeron numerosos mártires cristianos durante las diez grandes persecuciones que se produjeron entre el siglo I y principios del siglo IV y que llevan los nombres de los emperadores que gobernaban en cada una de ellas: las de Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano.

Muchos de los grandes santos de los primeros siglos fueron mártires de estas persecuciones. De hecho, San Pedro y San Pablo murieron mártires en Roma en esta primera persecución.  Otros tantos santos como Justino, Perpetua y Felicidad, Sabina, Inés, Sebastián, Lorenzo, Ignacio de Antioquía, Policarpo, Eulogio, Fructuoso, Cosme y Damián, Justo y Pastor… y un largo etcétera. Miles de cristianos murieron mártires por todo el imperio romano, en muchos casos con condenas terribles: fueron arrojados a las fieras, quemados vivos, crucificados, decapitados… Sin embargo, pese a las persecuciones, que variaron en duración e intensidad, el número de cristianos no sólo no disminuyó, sino que fue constantemente en aumento. Tertuliano, en el siglo II, escribía: “Persigan y asesinen; ignorando que la sangre [de los mártires] es semilla de nuevos cristianos”. Y también en este siglo en la llamada Carta a Diogneto, de autor anónimo, se puede ver: “¿No ves que [los cristianos], arrojados a las fieras con el fin de que renieguen del Señor, no se dejan vencer? ¿No ves que, cuanto más se los castiga, en mayor cantidad aparecen otros?”.

¿Cuál es el siglo de los mártires?

Las persecuciones a los cristianos en los primeros siglos fueron muy grandes y servirían para forjar una Iglesia y un cristianismo incipiente, por lo que son fundamentales en la historia de la Iglesia. Pero lo cierto es que el siglo con más mártires en números absolutos es el siglo XX. Nunca tantos cristianos fueron asesinados debido a su fe en la historia como en este pasado siglo, a pesar de que no hay una conciencia general sobre estos hechos. Y aunque es imposible tener una cifra exacta o incluso aproximada, esta cifra puede superar los tres millones de cristianos asesinados por el mero hecho de serlo.

En su libro, El siglo de los mártires (Ediciones Encuentro), el reputado historiador Andrea Riccardi afirma: “El siglo XX, el siglo de la democracia, del progreso, de la libertad, ha sido también el tiempo en el que la vida de muchos cristianos ha sido pisoteada, porque representaba algo profunda y pacíficamente alternativo. Su presencia no era objetivamente amenazadora o políticamente subversiva; sin embargo, fue convertida en blanco de una gran agresividad: debía ser suprimida porque casi parecía un desafío, aunque no lo representaba concretamente. Este era el designio frío y el ímpetu de los hombres y de los sistemas que han encarnado los grandes totalitarismos del siglo XX: los comunismos a partir de la Revolución de 1917, el nazismo. Pero es también la experiencia de la lucha anticristiana en España y en México. Herir de muerte a los cristianos y eliminarlos de la sociedad representaba casi una ‘consagración’ pública de estas ideologías y políticas”. Pero incide en que los mártires van más allá de estos ejemplos. “Los cristianos han caído también en la misión, en las guerras, en la incertidumbre de la situación política, como pasó en el África poscolonial. No faltan los cristianos perseguidos y asesinados por pertenecer a comunidades minoritarias, oprimidas por una mayoría religiosa”, especialmente el islam, añade. Destacan aquí las masacres perpetradas en el Imperio otomano contra los cristianos armenios y otros cristianos que vivían bajo este mandato, considerado como el primer holocausto del siglo.

Los cristianos asesinados por la Unión Soviética, por China y por otros regímenes comunistas por todo el mundo, la persecución nazi, el holocausto armenio, la persecución en España y México, las numerosas persecuciones en África y muchos más por motivos diversos… hacen viable el cálculo de al menos tres millones de cristianos asesinados en el pasado siglo XX por odio a la fe.

¿Necesita un mártir un milagro para ser declarado beato?

Para que un mártir sea declarado beato por parte de la Iglesia no hace falta un milagro, puesto que la vía para la beatificación es diferente a la de otras causas de santidad. Tradicionalmente, han existido dos vías para la beatificación: se podía introducir un proceso de beatificación por virtudes heroicas, o bien por un proceso de martirio. En 2017 se añadió una tercera vía: la de quien hubiese ofrecido libre y voluntariamente su vida a causa de la caridad.

De este modo, en la causa del martirio el proceso se centrará en el momento de la muerte del siervo de Dios y en demostrar que murió por odio a la fe. Por tanto, no se evalúa el modo de vivir las virtudes, sino que las pruebas que se deberán aportar se centrarán en el momento de su muerte. Benedicto XVI lo explicó así: "Es necesario recoger pruebas irrefutables sobre la disponibilidad al martirio, como derramamiento de la sangre, y sobre su aceptación por parte de la víctima, pero también es necesario que aflore directa o indirectamente, aunque siempre de modo moralmente cierto, el odio a la fe del perseguidor".

En definitiva, en los casos de martirio no se produce la declaración de Venerable, pues no es necesario el proceso del milagro. Por lo tanto, una vez aprobada la ponencia por las dos grupos -Comisión de Teólogos y Congregación de Cardenales y Obispos- se presenta al Papa, que si lo considera adecuado procederá a promulgar el decreto por el que se aprueba el martirio del siervo de Dios, y ordenará su beatificación.

Martirio de San Valentín de san Berriochoa en Vietnam en 1861. Cuadro expuesto en el convento de los dominicos de Ocaña (Toledo)



Martirio de San Valentín de san Berriochoa en Vietnam en 1861. Cuadro expuesto en el convento de los dominicos de Ocaña (Toledo)

¿Cuántos tipos de martirio existen?

Existen hoy tres tipos de martirio, aunque sólo en uno el cristiano entrega completamente su vida. Se trataría entonces del martirio rojo, el martirio blanco y el martirio verde.

De este modo, el martirio rojo o de sangre es en el que el cristiano derrama su sangre por Jesucristo o es asesinado por causa de su fe. El martirio blanco es que el se da en lugares donde hay hostilidad hacia la fe católica, donde uno puede ser perseguido en distintos grados, pero donde no derrama su sangre ni es asesinado por odio a esta fe. Y por último, y el menos conocido, sería el martirio verde, término que proviene de una antigua homilía del siglo VII en Irlanda y que se centra en la penitencia y el ayuno extremos por amor a Dios. Este tipo de martirio se asocia normalmente con los eremitas de Egipto, que influyeron enormemente en el monacato irlandés. Esto explica por qué tantos monjes irlandeses se retiraron a lugares de extrema solitud y clima severo.

¿Dé donde nace la fuerza para afrontar el martirio?

El propio Papa Benedicto XVI respondía a esta pregunta en la Audiencia General del 11 de agosto de 2010: “De la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia, que nos hace capaces de dar la propia vida por amor a Cristo y a la Iglesia, y así al mundo. Si leemos la vida de los mártires quedamos sorprendidos por la serenidad y la valentía a la hora de afrontar el sufrimiento y la muerte: el poder de Dios se manifiesta plenamente en la debilidad, en la pobreza de quien se encomienda a él y sólo en él pone su esperanza (cf. 2 Co 12, 9). Pero es importante subrayar que la gracia de Dios no suprime o sofoca la libertad de quien afronta el martirio, sino, al contrario, la enriquece y la exalta: el mártir es una persona sumamente libre, libre respecto del poder, del mundo: una persona libre, que en un único acto definitivo entrega toda su vida a Dios, y en un acto supremo de fe, de esperanza y de caridad se abandona en las manos de su Creador y Redentor; sacrifica su vida para ser asociado de modo total al sacrificio de Cristo en la cruz. En una palabra, el martirio es un gran acto de amor en respuesta al inmenso amor de Dios”.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 26 de febrero de 2024

Santo Evangelio 26 de Febrero 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 6,36-38):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».



«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo»


Fr. Zacharias MATTAM SDB

(Bangalore, India)

Hoy, ¿cómo debe actuar un cristiano ante sus hermanos y hermanas? Pues mostrando hacia ellos la misma misericordia y amabilidad del Padre celestial: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo» (Lc 6,36). Jesús dijo, «Yo no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo» (Jn 12,47). Jesucristo ni siquiera juzgó a sus propios verdugos. Al contrario, Él pensó bien de ellos excusándolos y rezando por ellos: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Como discípulos suyos, estamos invitados a ser como el Maestro.

Jesús dice en el Evangelio de Mateo: «No juzguéis para no ser juzgados. ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en el tuyo?» (Mt 7,1.3). La viga es el “no-amor”, el “orgullo” y el “resentimiento” en nuestro corazón. Estos vicios son como una viga que nos impide considerar la falta de nuestro hermano desde su propia perspectiva, lo cual es más serio que la misma falta (a fin de cuentas, ¡una mota!), y por tanto aquellas actitudes son lo que debiera ser removido en primer lugar. Sólo con el amor podemos realmente corregir al otro, teniendo en cuenta que «el amor todo lo excusa» (1Cor 13,7).

Cuando Cristo dice «no juzguéis» no está prohibiendo el ejercicio de nuestra capacidad de discernimiento, ni tampoco se dice que tengamos que aprobar todo lo que hace nuestro hermano. Lo que Él prohíbe es atribuir una intención mala a la persona que actúa de esa manera. Solamente Dios conoce qué hay en el corazón de la persona. «El hombre mira las apariencias pero el Señor mira el corazón» (1Sam 16,7). Por tanto, juzgar es una prerrogativa de Dios, prerrogativa que nosotros le usurpamos cuando juzgamos a nuestro hermano.

Lo importante en el Cristianismo es el amor: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros» (Jn 13,34). Este amor es derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo (cf. Rom 5,5). En la Eucaristía, Cristo nos entrega Su Corazón como un don y así nosotros podemos amar a cada uno con Su Corazón y ser misericordiosos tal como el Padre del Cielo es misericordioso.

Una historia tergiversada sepulta en el olvido la deuda de Leonardo da Vinci con el catolicismo

 


Una historia tergiversada sepulta en el olvido la deuda de Leonardo da Vinci con el catolicismo

Leonardo durante sus trabajos en «La Última Cena», en la interpretación de Mark Rylance de la serie que realizó en 2003 la BBC.

En 2019 se cumplieron quinientos años de la muerte de Leonardo da Vinci (1452-1519) y Elisabeth Lev escribió un artículo en Catholic Herald reivindicando la faceta religiosa de aquel gran sabio a quien hoy se pretende encajar en los moldes ideológicos al uso.

Lev es una historiadora del arte que mantuvo hace años un célebre debate con su colega Sara Magister sobre quién es San Mateo en el cuadro de Caravaggio La vocación de San Mateo, que se conserva en la iglesia de San Luis de los Franceses en Roma.



Cuadro de Leonardo

Magister defiende la tesis (que analiza con detalle en su libro Caravaggio. Il vero Matteo) de que San Mateo es el joven que cuenta las monedas. Lev sostiene que es el anciano que señala con el dedo. (Pincha aquí para leer las argumentaciones respectivas.)

Al aproximarse ahora, en su artículo en el Catholic Herald, a la figura de Leonardo, Lev hace especial hincapié en la significación de la pintura religiosa en el conjunto de su vida y obra:

El catolicismo fue el auténtico "Código Da Vinci"

A poco más de 500 años de su muerte en Amboise (Francia). Según la leyenda, Leonardo expiró a la edad de 67 años en los brazos del rey francés Francisco I. Siguieron unos siglos de relativa oscuridad, pero la era moderna redescubrió el genio de Leonardo y lo catapultó a una nueva gloria.

Seguramente, Leonardo se sorprendería por el retrato que se hace de él hoy en día. Ensalzado como científico, ateo, activista de los derechos de los gays e incluso como profeta verde, raramente es recordado como pintor, y se olvida totalmente su faceta como hombre que produjo algunas de las obras de arte religioso más importantes de todos los tiempos. Su brillante pincelada, cortejada por Papas, reyes y órdenes religiosas por su extraordinaria percepción de lo sagrado, ha quedado reducida por los críticos modernos a una pincelada opaca para, así, ensalzar lo profano.



Autorretrato atribuido a Leonardo, en la Galeria degli Uffizi de Florencia.

Leonardo, sin embargo, se presta a esta percepción. Nacido como hijo ilegítimo de Piero da Vinci en 1452, creció en el ambiente familiar pero nunca fue legitimado y cargó con este (suave) estigma toda su vida. Demostró una temprana aversión al habitual cursus honorum de los pintores: del aprendizaje a la ayudantía hasta llegar a tener su propio taller. Pasó unos cuantos años en el famoso estudio de Verrocchio, y tuvo su primer encargo privado varios años más tarde.

La desconfianza de Leonardo hacia el negocio del arte, compartida por Miguel Ángel, le llevó a buscar cortes poderosas, en las que se le garantizara el trabajo y también tiempo para sus intereses. En 1482, entró en la corte de los duques Sforza de Milán. En su carta de presentación, con la que buscaba trabajo, primero se promocionaba como ingeniero militar y mencionaba, de pasada, su faceta como artista.



Algunas páginas el Códice Leicester de Leonardo.

En los veinte años que pasó en Milán, Leonardo tuvo tiempo para empezar a recopilar sus famosos cuadernos de notas, llenos de bocetos, pensamientos y observaciones, así como innumerables dibujos anatómicos, botánicos y mecánicos. Estos cuadernos de notas, amorosamente conservados por sus compañeros artistas, luego atesorados por reyes, están ahora glorificados por la era de la tecnología: Bill Gates compró el Códice Leicester en 1994. Los amigos artistas de Leonardo atesoraron sus pensamientos sobre la pintura; hoy se destaca su mente científica.

Su amor por el empirismo se manifiesta en sus escritos, y esto permite el relato según el cual la única verdad que él reconocía era la ciencia. Tanto el libro de 624 páginas de Walter Isaacson, como la absurda novela El Código Da Vinci, retratan a un Leonardo ateo, afirmando que su inspiración estaba basada en lo material y no era un reflejo de la imaginación católica de su época.

Biografía de Leonardo



Giorgio Vasari (1511-1574) fue uno de los primeros biógrafos de Leonardo y de otros genios de la pintura de su época: Juan Cimabue, Angel Giotto, Donatello, Fray Juan de Fiesole, Rafael de Urbino, Julio Romano, Miguel Ángel Buonarrotti.

Sus contemporáneos hablan de la belleza física de Leonardo y su talento musical, de su amor por los animales y su maestría con los caballos. El biógrafo Giorgio Vasari narra que compraba pájaros enjaulados sólo para dejarlos libres. A los 24 años fue llevado ante los jueces florentinos acusado de delitos sexuales con un grupo de artistas varones locales, y en Milán contrató como criado a un joven, Giacomo Salai, cuyos "cabellos rubios eran abundantes y rizados, para delicia de Leonardo", lo que le ha venido de perlas a la imagen del "Leonardo gay".

Las mayores obras maestras de Leonardo están celosamente conservadas en museos, para evitar cualquier indicio de su origen religioso. Sus retablos se alternan con escenas mitológicas; sus obras devocionales son utilizadas sólo para que los visitantes se hagan selfies. Es difícil reconocer el convento donde pintó el gran mural de La Última Cena como la laboriosa colmena donde los dominicos rezaban, estudiaban y comían ante ese magnífico telón de fondo.



La Mona Lisa.

Es abrumador para los católicos aceptar a este hombre que nuestra era, artísticamente estéril, ensalza como un icono de la belleza sin Dios. Sin embargo, este icono bidimensional da poco crédito al artista conocido hoy en día sobre todo por su retrato, lleno de matices, de la Mona Lisa. Las mayores obras de Leonardo, encargadas por algunos de los más exigentes mecenas del arte sacro del Renacimiento, fueron el fruto de su compromiso con los temas religiosos.



Leonardo

Su primer encargo milanés fue La Virgen de las Rocas, obra pintada en 1483 para la Confraternidad de la Inmaculada Concepción. Inicialmente concebido como un retablo dedicado a la misma festividad, la obra celebraba el Oficio de la Inmaculada Concepción, compuesto por uno de los miembros de la Confraternidad, fray Bernardino de’Busti, y aprobado no mucho antes por el papa Sixto IV. El encargo fue complicado porque no había un dogma formal de la Inmaculada Concepción y por la condición de que fray Bernardino inspeccionaría personalmente la obra acabada.

Los intentos iconográficos anteriores habían querido ilustrar la doctrina pintando la coronación de la Virgen, o las historias de los santos Ana y Joaquín. Leonardo abordó el tema yendo a su raíz franciscana: la noción del plan de salvación de Dios existía antes del tiempo.

Al pintar el primero de los que se convertirían en misteriosos paisajes, Leonardo enmarcó la escena con una caverna enigmática, casi platónica. Luego situó una composición triangular y ordenada en el primer plano, que culminaba con la sobresaliente figura de la Virgen.

Una banda de seda dorada alrededor de su cintura hace alusión al regazo inmaculado que tuvo a Cristo. Jesús, sentado a los pies, rompe la línea regular del triángulo al indicar el espacio del altar.

El observador católico puede ver en esta obra que el misterio estimulaba la creatividad de Leonardo.



Leonardo

Después de los franciscanos, fueron los dominicos los que contrataron al artista en 1495 para que realizara La Última Cena en su refectorio de Santa María de las Gracias. De nuevo, evitando las interpretaciones anteriores de este tema con sus retratos rígidos de apóstoles serios, Leonardo añadió drama humano a la trascendental escena. Captados un instante después de que Jesús anunciara "Uno de vosotros me traicionará", los discípulos están agrupados de un modo que evoca las ondas de choque después de su declaración explosiva. Cristo aparece aislado en el centro de la composición, resaltando la soledad de su inminente Pasión y, si bien los apóstoles reaccionan en una miríada de formas, el ojo recorre los hombres que protestan para volver, siempre, a Jesús. El orden espacial contrasta con la espontaneidad de los hombres, la mejor plasmación en el arte de la cena más significativa de la historia.

Ávido lector, Leonardo poseía, en su colección de 150 libros, varias Biblias en italiano, además de escritos de San Agustín, San Alberto Magno y un volumen de Salmos. Curiosamente, aunque se habla mucho de sus obras sobre ingeniería y mitología, la literatura religiosa que poblaba sus estanterías raramente es mencionada.



Leonardo


La conquista francesa de Milán hizo que Leonardo se trasladara a Roma, donde pintó la última tabla suya que se ha conservado de San Juan Bautista, desafiando nuevamente a la iconografía habitual. En lugar del adusto zelota, Leonardo pintó un Juan joven, dulce, casi sensual, envuelto en oscuridad mientras sonríe y señala hacia arriba. Los artistas del Renacimiento exploraron la imagen de Juan como un joven delicado que se aventuró unos años en el desierto. Pero Leonardo enfatiza con audacia la carne vulnerable y la vibrante juventud de este hijo privilegiado de una casta sacerdotal, que renuncia con alegría a los placeres mundanos para preparar el camino al Salvador. La oscuridad le envuelve, recordando sus palabras: "Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar" (Juan 3, 30). El último profeta, que había conocido a Cristo cuando aún estaba en el vientre de su madre, sonríe con la sabiduría de la persona que conoce la Verdad. El Juan de Leonardo influirá a generaciones de artistas, desde Rafael a Caravaggio.

El arte de Leonardo nos habla de un hombre comprometido con las cuestiones de la fe, aunque luchando por comprender. Si bien su San Juan ha sido presentado como prueba de su homosexualidad, las personas en el Renacimiento no eran definidas por su identidad sexual, tal como sucede a menudo hoy día. Leonardo luchó contra el pecado y la tentación como todo el mundo, pero utilizó su arte para glorificar la creación en lo más alto, no en lo más bajo.

Invitado por el rey Francisco I, Leonardo se trasladó a Francia en 1516, donde residió los tres últimos años de su vida, según Vasari "firmemente resuelto a aprender la doctrina de la fe católica". La biografía de 1804 de Carlo Amoretti, la primera que investigó los archivos, describe a un Leonardo anciano que ha "abdicado de las cosas del mundo con gran determinación para centrarse solamente en los grandes temas de la muerte y la vida después de la muerte". Murió una muerte cristiana el 2 de mayo de 1519, después de haberse confesado y haber comulgado, dejando un legado para misas de réquiem.



Leonardo

El nombre Leonardo da Vinci implica tanto poder que el Salvator Mundi, del que simplemente se afirma que es suyo, se vendió por 450 millones de dólares en 2017. Gracias a Leonardo, la imagen con el valor económico más alto de este mundo secularizado es el rostro de Cristo Salvador.

Los católicos no tienen que ser tímidos y deben reclamar a su genial hermano y celebrar el 2019 como el año de un hombre que estudió de manera incansable la creación hasta que encontró al Creador.

Artículo de hemeroteca, publicado el 20 de mayo de 2019 y traducido por Elena Faccia Serrano.

domingo, 25 de febrero de 2024

Santo Evangelio 25 de Febrero 2024



 Texto del Evangelio (Mc 9,2-10):

 En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.



«Se transfiguró delante de ellos»


Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós

(Barcelona, España)

Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (San Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.

Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.

El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.

«La espiritualidad cristiana -escribió san Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera "trans-figuración" en su Hijo Jesucristo.

La hija de Gianna Beretta Molla relata la santidad con la que sus padres vivieron el matrimonio

 


La hija de Gianna Beretta Molla relata la santidad con la que sus padres vivieron el matrimonio

Gianna Emanuela

Gianna Emanuela, junto a un retrato de Santa Gianna Beretta Molla sosteniendo en brazos a una de sus hermanas. Ella vive por la decisión consciente de su madre de entregar su vida por ella.

Santa Gianna Beretta Molla fue beatificada (1994) y canonizada (2004) por San Juan Pablo II. Médico y pediatra, entregó su vida por salvar la de la hija que esperaba, renunciando al adecuado abordaje quirúrgico del fibroma que le detectaron en el útero al final del segundo mes de embarazo. Murió una semana después de dar a luz por cesárea a Gianna Emanuela, quien explica que la santidad de su madre floreció en un matrimonio vivido junto a su esposo Pietro Molla como "camino hacia el Paraíso". E incluso antes, en unas vidas entrelazadas y llenas de amor por el Señor, que siempre ocupaba el primer lugar. Si hoy la familia y el matrimonio son cada vez más perseguidos por el espíritu del mundo, la Iglesia con sus santos profetiza un camino lleno de luz y esperanza. Lo cuenta Costanza Signorelli en La Nuova Bussola Quotidiana:

Matrimonio de Gianna



Pietro Molla (1912-2010) pudo asistir a la beatificación (arriba a la derecha) y a la canonización (abajo a la izquierda) de su esposa Gianna Beretta (1922-1962).

Muchos conocen a Santa Gianna Beretta Molla por ese extraordinario gesto de amor que permitió que su hija naciera, al precio de su propia vida. Menos conocido, en cambio, es el hecho de que este sacrificio fue el sello a toda una vida santa y, sobre todo, a un matrimonio realmente santo. Es la propia hija, Gianna Emanuela Molla, la que no duda en definir a sus padres como dos "santos progenitores", pues está íntimamente convencida de que su amado padre era el "dignísimo esposo de una santa esposa".

Al hacerlo no quiere en absoluto anticipar un juicio que la Iglesia no ha expresado, sino que sencillamente pone voz al pensamiento que su madre, cuando vivía, habría manifestado en más de una ocasión. Hoy queremos, por tanto, conocer y amar la vida de esta "santa de la familia" bajo esta luz especial de la santidad matrimonial; santa en cuya proclamación la Iglesia ha demostrado, de nuevo, su naturaleza profética. ¿En qué momento histórico ha sido la familia más acosada y humillada que en el actual? ¿Hay acaso hoy testimonio más providencial que éste, en el que se presenta la cotidianidad del matrimonio como una auténtica vía de santidad?

Familia, cuna de santidad

Nacida en Magenta, provincia de Milán, el 4 de octubre de 1922, festividad de San Francisco de Asís, Gianna, además del don de la vida, recibe del Señor unos padres profundamente cristianos, Maria De Micheli y Alberto Beretta, ambos terciarios franciscanos. Bautizada como Giovanna Francesca, es la décima de trece hijos, cinco de los cuales mueren en tierna edad. Otros tres se consagran a Dios.

Gracias a estos primeros datos se comprende que el contexto de su familia de procedencia es profundamente religioso. En una carta del 22 de abril de 1955 a su prometido Pietro, Gianna habla así de su madre y su padre: "Mis santos padres, tan rectos y sabios, con esa sabiduría que es reflejo de su alma buena, justa y temerosa de Dios". Se comprende que para la santa la primera experiencia auténtica de Iglesia fue su familia, y la catequista más experta fue precisamente su madre: fue ella quien la introdujo en el conocimiento y el amor por el Señor, centro único de toda la vida, dentro y fuera del hogar.

La pequeña Gianna acoge de inmediato el don de la fe, al que se adhiere plenamente: "Con cinco años y medio -cuenta Gianna Emanuela-, recibe por primera vez la Santa Comunión y a partir de ese momento, junto a su madre, va todas las mañanas a misa para recibir el que rápidamente considera 'el alimento indispensable de cada día'". Así, la ferviente amistad con el Señor, que la niña Gianna respira en su familia, crece convirtiéndose en un amor profundo y personal junto a la mujer Gianna y, después, a la médico Gianna. Mientras tanto, nace en ella la urgencia de conocer su llamada personal en el plan de amor de Dios...

Vocación a la felicidad

"De seguir bien nuestra vocación depende nuestra felicidad terrena y eterna". Con esta profundidad de conciencia e igual serenidad de espíritu, Gianna sigue rezando, y hace rezar, por su vocación. "Mi madre -cuenta Gianna Emanuela- deseaba conocer la voluntad de Dios para ella para así poder servirLe mejor. Pero no tuvo prisa, siguió rezando hasta que estuvo segura de la vocación a la que Dios la llamaba".

En esta fase de elección vocacional, como durante toda su vida, la oración fue para Gianna mucho más que fundamental: "Siempre rezó mucho -sigue su hija-, dando ejemplo a sus jóvenes de Acción Católica. Les decía: 'Recordemos que el apostolado se hace, sobre todo y ante todo, de rodillas'. Cada día rezaba el rosario porque, como había aprendido de pequeña en su familia, 'sin la ayuda de la Virgen no se va al Paraíso'". En principio, precisamente por este amor que siente y que la hace poner a Dios siempre en el primer puesto, se consolida en Gianna el deseo de unirse a su hermano, el padre Alberto, médico misionero capuchino en Brasil, para ayudarle como médico y dedicarse plenamente a la vocación misionera. Pero el camino que el Señor ha preparado para esta joven no es este: Gianna no tiene salud para soportar el calor tropical de esas tierras. "Esto significa que el Señor te quiere para otra cosa", le repite su director espiritual, que la anima a formar una familia sana, siguiendo el ejemplo de sus padres.

"Así, sintiéndose llamada por el Señor a la vocación del matrimonio, mi madre la abrazó con toda su alegría y entusiasmo". ¿Y qué hace la joven santa, que aún no tiene prometido? "En junio de 1954, con casi 32 años de edad, mi madre viaja a Lourdes para rezar a la Virgen y pedirle que le haga conocer al hombre que debería ser su esposo, el que el Señor había dispuesto para ella desde la eternidad".

Un encuentro deseado desde Arriba

En este entramado de santidad, que se transmite de familia a familia como un valioso tesoro, se introduce perfectamente la figura del ingeniero Pietro Molla, es decir, del hombre que la Providencia sugerirá a Gianna como marido.

Nacido el 1 de  julio de 1912 en Mesero, un municipio cercano a Magenta, también Pietro Molla,  el cuarto de ocho hijos, recibe el don de dos padres profundamente cristianos. "Cuando conoció a mi madre -continúa Gianna Emanuela-, a la que le llevaba diez años, mi padre era un hombre de gran fe y virtudes extraordinarias. Pero sobre todo, como ella, había puesto al Señor en el centro de su vida desde que era muy joven. Puedo decir que mi padre sentía, por un lado, una gran dedicación por el trabajo y, por el otro, se sentía llamado por el Señor a la vocación del matrimonio y deseaba profundamente tener una familia.



Pequeña iglesia de Ponte Nuovo (Magenta).

Precisamente por esto iba cada día a 'su' pequeña iglesia de Ponte Nuovo (Magenta) para pedirle a la Virgen del Buen Consejo que le hiciera conocer 'una madre santa para sus hijos'".

"El Señor estaba llamando realmente a mis padres a la vocación del matrimonio como ellos pensaban: de hecho, la Virgen María escuchó sus oraciones y, aunque ya se conocían desde hacía cinco años, fue gracias a la Virgen que, por fin, sus hermosos corazones y almas se encontraron". A partir de ese momento empieza el noviazgo como un "tiempo de gracia", vivido con gran alegría y gratitud hacia el Señor y la Virgen María, y con la incansable oración de encomendar a la nueva familia que estaba naciendo.

El santo matrimonio

Gianna Beretta y el ingeniero Pietro Molla se casan el 24 de septiembre de 1955 en la Basílica de San Martín, en Magenta (Milán). Pero, ¿qué significa para los dos enamorados celebrar el sacramento del matrimonio y formar una familia?

Matrimonio de Gianna



Esto es lo que escribe Gianna en su Pedrin d'or, diez días antes de la boda: "Amadísimo Pietro, gracias por todo. Me gustaría decirte todo lo que siento y tengo en mi corazón, pero no soy capaz de hacerlo. Tú, que ya conoces bien mis sentimientos, sabrás comprenderme. Amadísimo Pietro, estoy segura de que siempre me harás feliz como lo soy ahora, y que el Señor responderá a tus oraciones, porque han sido pedidas por un corazón que siempre le ha amado y servido con santidad. Pietro, ¡cuánto tengo que aprender de ti! Eres realmente un ejemplo para mí y por ello te doy las gracias. Así, con la ayuda y la bendición de Dios, haremos todo para que nuestra nueva familia sea un pequeño cenáculo en el que Jesús reine por encima de todos nuestros afectos, deseos y acciones. Pedro mío, faltan pocos días y me siento tan conmovida por el hecho de acercarme a recibir el Sacramento del Amor: convirtámonos en colaboradores de Dios en la creación, dándole hijos que le amen y le sirvan. Pietro, ¿seré capaz de ser la esposa y madre que tú siempre has deseado? Lo deseo precisamente porque te lo mereces y porque te amo tanto. Te beso y te abrazo con todo mi afecto. Tuya, Gianna". 

Y del mismo modo, Pietro le escribe antes del gran día: "Gianna amadísima, ... con la certeza de que Dios nos quería unidos, tú y yo hemos emprendido nuestra nueva vida. Estos meses han sido un crescendo de comprensión y afecto. Ahora nuestra comprensión es perfecta porque el Cielo es nuestra luz y la Ley Divina nuestra guía... Ahora nuestro afecto es pleno porque somos un sólo corazón y una sola alma, un único sentimiento y un único afecto, porque nuestro amor sabe esperar, fuerte y puro, la bendición del Cielo".

La hija Gianna Emanuela cuenta así la santa unión entre sus padres: "Leyendo y transcribiendo durante meses las cartas de mi padre a mi madre para su publicación, he comprendido que su amor podía ser tan grande, tan profundo y tan verdadero porque el Señor y la Madre Celestial estaban verdaderamente presentes y eran parte integrante de este amor, como de toda su vida. Hay aspectos que me iluminan y me conmueven en lo más hondo: su fe profunda y su ilimitada confianza en la Divina Providencia, su profunda humildad, su inmenso amor recíproco -que les daba mayor serenidad y fortaleza-, su amor inconmensurable por nosotros, sus hijos, su gran estima recíproca, su continua comunicación y apoyo mutuo, sus intensas y constantes oraciones de agradecimiento al Señor y la Virgen María, su amor y caridad hacia el prójimo. Vivieron verdaderamente el Sacramento del Matrimonio como vocación y camino a la santidad".



Gianna y su familia

Y será exactamente en este terreno fértil y fecundo de santidad donde, en sólo seis años y medio de matrimonio, Gianna y Pietro acogerán a seis hijos: dos irán al cielo mientras aún estaban en el seno de su madre, Mariolina a la edad de seis años, dos años después de la muerte de Gianna, mientras que la última será la gracia que permitirá a ambos sellar, aunque de forma muy distinta, su vocación común: dar la vida por amor.

Artículo de hemeroteca, publicado el 28 de octubre de 2019.

Traducido por Elena Faccia Serrano.