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lunes, 31 de julio de 2023

Santo Evangelio 31 de Julio 2023



 Texto del Evangelio (Mt 13,31-35):

 En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.



«Nada les hablaba sin parábolas»


Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca

(Valldoreix, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace, tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada hasta la que tenía menos luces.

«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí, la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.

Esta gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos, por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere hacer llegar a los humildes y sencillos.

Ojalá que cuando nos busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy agradecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San Agustín).


¿Qué es el distributismo? ¿Es una alternativa al capitalismo y al socialismo? ¿Es aplicable hoy?

 


¿Qué es el distributismo? ¿Es una alternativa al capitalismo y al socialismo? ¿Es aplicable hoy?

El distributismo es una especie de "tercera vía" económica entre el socialismo y el capitalismo, que fomenta la economía de lo pequeño y cercano.

El distributismo aparece como una "tercera vía" económica y social entre el socialismo y el capitalismo, que fomenta la economía de lo pequeño y cercano, la subsidiariedad, que haya muchos pequeños propietarios, lo que da libertad a los hombres. Fueron los escritores católicos Hilaire Belloc y G.K. Chesterton sus grandes difusores, inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia Católica.

Índice de lo que debes saber sobre el distributismo

¿Qué es el distributismo?

¿Cuáles son los principios del distributismo?

¿Cuál es el origen del distributismo?       

¿Quiénes son los ideólogos del distributismo?

¿Cuál es la influencia de la Rerum Novarum de León XIII en el distributismo?

¿Es aplicable el distributismo hoy?

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¿Qué es el distributismo?

El distributismo nació a principios del XX a raíz de la encíclica Rerum Novarum, en la cual el Papa León XIII hizo en 1891 un repaso a la situación social de aquel momento, donde llamaba la atención de las condiciones inhumanas en que se encontraban los trabajadores. Esta propuesta se basa en la creencia de que el sistema capitalista y el socialismo son defectuosos y conducen a la concentración del poder y la propiedad en manos de unos pocos, lo que genera desigualdad y problemas sociales.

Juan Manuel de Prada, defensor del distributismo, explicaba que “Hilaire Belloc y G. K. Chesterton consideraron siempre que el capitalismo era la gran plaga que impedía la floración de una sociedad auténticamente cristiana, por haber introducido la competencia en las relaciones conyugales, desarraigado al hombre de su tierra y nublado las virtudes de nuestros mayores, convirtiendo a los seres humanos en máquinas al servicio de la producción”.

Belloc señalaba que “el capitalismo constituye una calamidad no porque defienda el derecho legal a la propiedad, sino porque representa, por su propia naturaleza, el empleo de ese derecho legal para beneficio de unos pocos privilegiados contra un número mucho mayor de hombres que, aunque libres y ciudadanos en igualdad de condiciones, carecen de toda base económica propia”.

Y para aclarar en qué consiste, De Prada afirma que “el distributismo se funda en las instituciones de la familia y la propiedad, pilares básicos de un recto orden de la sociedad humana; no cualquier familia, desde luego, sino la familia católica comprometida en la procreación y fortalecida por vínculos solidarios indestructibles. Tampoco cualquier propiedad, y mucho menos la propiedad concentrada del capitalismo, sino una propiedad equitativamente distribuida que permita a cada familia ser dueña de su hogar y de sus medios de producción. El trabajo, de este modo, deja de ser alienante y se convierte en un fin en sí mismo; y el trabajador, al ser también propietario, recupera el amor por la obra bien hecha, y vuelve a mirar a Dios, al principio de cada jornada, con gratitud y sentido de lo sagrado, santificando de veras sus quehaceres cotidianos”.

¿Cuáles son los principios del distributismo?

Inspirado por la doctrina social de la Iglesia y especialmente de la encíclica Rerum Novarum, el distributismo tiene como base las instituciones de la familia y la propiedad, pilares básicos de la sociedad. Son tres los grandes principios en los que se basa esta vía alternativa al capitalismo y al socialismo: propiedad privada, subsidiariedad y solidaridad.

-Propiedad privada: a diferencia del capitalismo, donde la propiedad puede y en muchos casos está en manos de un pequeño grupo de personas, en el distributismo se aboga porque muchos tenga una pequeña propiedad productiva, que sea equitativa y esté justamente distribuida. El objetivo es que cada familia sea dueña de su hogar y de su medio de producción, pudiendo así ser autosuficientes y tener una vida digna. El escritor Juan Manuel de Prada, distributista confeso, explica que “el trabajo, de este modo, deja de ser alienante y se convierte en un fin en sí mismo; y el trabajador, al ser también propietario, recupera el amor por la obra bien hecha, y vuelve a mirar a Dios, al principio de cada jornada, con gratitud y sentido de lo sagrado, santificando de veras sus quehaceres cotidianos”.

Al haber un gran número de productores de mismos bienes y servicios el mercado sería más competitivo, no existirían empresas con grandes cotas de poder o influencias políticas o sociales, y el mercado se autorregularía evitando los monopolios y situaciones económicas injustas.

-Subsidiariedad: El distributismo tiene como gran pilar también el principio de subsidiariedad. Frente a un socialismo que encumbra al Estado, el distributismo afirma que una autoridad debe limitarse a ejercer tan sólo aquellas funciones que no pueden ser desempeñadas a un nivel más bajo. Es decir, aquellas cosas que pueda hacer el individuo no deberían hacerlas el Estado o las grandes empresas. Esta idea sintetiza magistralmente la tradición escolástica y el sentido cristiano de la propiedad privada, y en él y su reflejo en la encíclica Rerum Novarum se basó el pensamiento económico de Chesterton y Belloc. Este principio se podría resumir, en términos del economista E.F. Schumacher, con la expresión “lo pequeño es hermoso”.

-Solidaridad: Igual de importante que los aspectos anteriormente citados, la solidaridad se convierte en un aspecto fundamental del distributismo. Pero hay que entenderlo como una solidaridad basada en la virtud teologal de la caridad. En Distributism Review, Pedro Jiménez de León señala que en esta corriente “el trabajo no debe buscar nuestro lucro personal, sino el bien común. Así, el Estado debe trabajar de manera subsidiaria para el bien común de cada comunidad. No importa si se pierde eficiencia en muchas cosas, lo importante es trabajar para y hacia el bien común, lo que es, tomar aquellas medidas que promuevan la virtud entre las personas y de esa manera su felicidad. El Estado debe asegurar la propiedad del sistema de producción de cada individuo o establecer empresas copropieatarias. El distributismo no rechaza que ciertos servicios como podría ser la seguridad social, la policía o el ejército se releguen al Estado y que éste asegure su correcto funcionamiento. Hay servicios que por sus características no son viables de llevar a cabo por la pequeña propiedad, por lo que deben relegarse al Estado, respetando siempre el principio de subsidiariedad”.


¿Cuál es el origen del distributismo?     

El origen del distributismo se sitúa en los inicios del siglo XX de mano de los intelectuales ingleses Hilaire Belloc y G.K. Chesterton. En su tesis doctoral Gilbert Keith Chesterton y el distributismo inglés en el primer tercio del siglo XX, Daniel Sada explica que fue el propio Chesterton quien atribuyó a Belloc el haber sido el primero en formular las tesis distributistas, aunque quizás pudo decirlo porque fue el primero en utilizar el término distributismo en su obra El Estado servil.

De este modo, los primeros escritos que hablan de las tesis distributistas, aunque todavía no eran citadas con tal nombre, provienen de una disputa que entre 1907 y 1908 mantuvieron Belloc y Chesterton en la revista New Age del socialista A.R. Orage en la que los dos autores discutieron con G.B Shaw y H.G. Wells sobre capitalismo, socialismo y distribución de la propiedad. Fue aquí donde se sentarían las bases del distributismo.

En los años siguientes se fue desarrollando primero de manera más sencilla en la revista The Eye Witness y después con mucha mayor intensidad en el semanario G.K.`s Weekly.

Según explica Daniel Sada en su tesis, la primera obra propiamente distributista fue escrita por Chesterton, Lo que está mal en el mundo, que fue publicada en 1910. Sin embargo, suele citarse como primera obra de referencia distributista otra de Belloc tres años posterior: El Estado Servil. En Lo que está mal en el mundo, Chesterton ya deja planteada su postura sobre los temas esenciales del distributismo: familia, propiedad, capitalismo y socialismo, plutocracia, parlamentarismo, Edad Media y cristiandad como referentes distributivos, etc. Hasta ahora nos hemos referido a los orígenes de la formulación de las ideas distributistas.

Aunque Sada habla del origen el distributismo a inicios del siglo XX, lo hace desde un punto de vista filosófico. Las ideas distributistas venían siendo expuestas desde entonces, habiendo surgido como respuesta aplicada al llamamiento que hiciera León XIII a los católicos en la Carta Encíclica Rerum novarum de 1891, para desarrollar alternativas válidas que sirvieran de corrección a los errores del capitalismo y del socialismo denunciados por la encíclica. En cuanto a cuanto movimiento social no toma cuerpo hasta que en 1925 Chesterton comienza a editar el semanario G.K.'s Weekly, en torno al cual se erige la Liga Distributista el 17 de septiembre de 1926. 



Belloc y Chesterton, padres del distributismo.

¿Quiénes son los ideólogos del distributismo?

El distributismo no se podría entender sin la encíclica Rerum novarum de León XIII, punto de partida del que surgirá esta corriente cuyas bases pusieron dos grandes intelectuales en Reino Unido, Chesterton (1874-1936) y Belloc (1870-1953), que además de grandes amigos tuvieron muchas cosas en común, como su fe y su amor por la literatura.

Ambos se influyeron mutuamente intelectualmente, lo que facilitó las bases del distributismo. Se cree que se conocieron personalmente en el año 1900, aunque es probable que ambos tuvieran conocimiento del otro desde antes.

Los dos eran cristianos devotos, también poetas, ensayistas, novelistas, críticos sociales, y apologistas religiosos. Según explica Daniel Sada en su tesis doctoral, curiosamente cada uno escribió, aproximadamente, unos cien libros. La principal diferencia entre sus carreras era que Belloc tenía más de historiador y Chesterton más de crítico literario.

“Las ideas históricas y políticas de Belloc influyeron a Chesterton, mientras que Belloc se tenía a sí mismo por un ignorante de la literatura inglesa, y decía que había aprendido de Chesterton lo que sabía de ella. Por otro lado, la obra de ficción de Chesterton fue mejor y más conocida que la de Belloc. Los dos eran tan elocuentes hablando como escribiendo, y eran también excelentes en los debates; pero Belloc era bastante mordaz y falto de humor, mientras que Chesterton era indefectiblemente jovial. El pensamiento de Belloc era claro, lógico y sistemático; el de Chesterton romántico y paradójico”, explica.

¿Cuál es la influencia de Rerum Novarum de León XIII en el distributismo?

Como ya se ha dicho anteriormente esta encíclica publicada por León XIII en 1891 y que pone las bases de la doctrina social moderna impresionó sobremanera a Chesterton y Belloc, padres del distributismo, para el que aplicaron elementos importantes de los planteamientos sugeridos por el Papa en este texto magisterial.

La encíclica Rerum Novarum de León XIII establece los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia, resaltando la dignidad humana, la justicia social, el papel del Estado, los derechos de los trabajadores, la subsidiariedad y el bienestar de la familia como elementos centrales en la búsqueda de una sociedad más justa. Puntos, la mayoría de ellos, que de una manera más clara y otras más implícita, influirían enormemente en el distributismo.

El Papa resaltó la dignidad humana inherente de cada persona en un momento en el que muchos eran explotados al límite, de ahí que destacara la importancia de reconocer los derechos fundamentales de los trabajadores, con salarios y condiciones laborales justas. También promovía en la encíclica la justicia social y la importancia de garantizar el bien común para todos.

En cuanto al papel del Estado, León XIII abogaba por una intervención limitada del Estado en la economía, reconociendo y defendiendo la propiedad privada, pero no la acumulación desmedida de las riquezas. Además, introduce el principio de subsidiariedad, uno de los pilares en los que después se sustentaría el distributismo, sosteniendo que los asuntos deben ser manejados por la autoridad más cercana al nivel en el que pueden ser resueltos efectivamente. Igualmente, el texto enfatiza la importancia de la familia como base de la sociedad, y por ello promueve el derecho a que los trabajadores tengan tiempo libre para descansar y pasar tiempo con sus familias.

¿Es aplicable el distributismo hoy?

Una de las grandes preguntas que se hacen hoy acerca del distributismo, pero que también se hicieron en el origen de esta “tercera vía”, es si es realmente aplicable hoy, dada la coyuntura actual, el avance de la tecnología, o la influencia de ésta en los medios de producción. Sin embargo, el intelectual Juan Manuel de Prada, admirador de Belloc y Chesterton, considera que sí es aplicable hoy. Pero se centra a la hora de afirmarlo no tanto en la tecnología sino en las personas que estén dispuestas a llevarlo adelante.

De Prada explicaba que “el distributismo no postula una sociedad de individuos iguales, empachados de una libertad que acaba destruyendo los vínculos comunitarios, sino una sociedad verdaderamente fraterna, regida por los principios de dignidad y jerarquía, en la que mucho más que el bienestar importa el bien-ser. Algunos la juzgarán una sociedad utópica; yo la juzgo perfectamente realizable, en un tiempo como el presente, en que el capitalismo financiero y el llamado cínicamente Estado social de Derecho se tambalean, heridos de muerte. Sólo hacen falta católicos radicales e intrépidos, con poco que perder (el soborno del mundo) y mucho que ganar (la vida eterna)”.

Por su parte, Daniel Sada, rector de la Universidad Francisco de Vitoria, y experto en el distributismo señalaba igualmente que la propuesta distributista podría inspirar nuevos esfuerzos para superar tanto el actual sistema como “la filosofía que en él subyace”.

Según considera, en el capitalismo, “junto a un fin muy loable y necesario, como es la generación de riqueza, viene indisolublemente pegada una filosofía de fondo en la que el consumo es la lógica que parece invadirlo todo, y la persona no es fin en sí misma, sino un instrumento”. Frente a esto, el distributismo ofrece, “más que una propuesta económica concreta, una reflexión desde la centralidad de la persona”. Esta centralidad “sólo puede producirse desde la libertad», y para ello es necesario, “en el orden social y económico, una correcta distribución de la propiedad”. Así, cada hombre tendrá algo suyo sobre lo que poder actuar de forma creativa.

Fuente: Religión en libertad

domingo, 30 de julio de 2023

Santo Evangelio 30 de Julio 2023

 


Texto del Evangelio (Mt 13,44-52):

 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.

»También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

»¿Habéis entendido todo esto?». Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo».



«Un tesoro escondido en un campo (...); un mercader que anda buscando perlas finas»


Rev. D. Enric PRAT i Jordana

(Sort, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio nos quiere ayudar a mirar hacia dentro, a encontrar algo escondido: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo» (Mt 13,44). Cuando hablamos de tesoro nos referimos a algo de valor excepcional, de la máxima apreciación, no a cosas o situaciones que, aunque amadas, no dejan de ser fugaces y chatarra barata, como son las satisfacciones y placeres temporales: aquello con lo que tanta gente se extenúa buscando en el exterior, y con lo que se desencanta una vez encontrado y experimentado.

El tesoro que propone Jesús está enterrado en lo más profundo de nuestra alma, en el núcleo mismo de nuestro ser. Es el Reino de Dios. Consiste en encontrarnos amorosamente, de manera misteriosa, con la Fuente de la vida, de la belleza, de la verdad y del bien, y en permanecer unidos a la misma Fuente hasta que, cumplido el tiempo de nuestra peregrinación, y libres de toda bisutería inútil, el Reino del cielo que hemos buscado en nuestro corazón y que hemos cultivado en la fe y en el amor, se abra como una flor y aparezca el brillo del tesoro escondido.

Algunos, como san Pablo o el mismo buen ladrón, se han topado súbitamente con el Reino de Dios o de manera impensada, porque los caminos del Señor son infinitos, pero normalmente, para llegar a descubrir el tesoro, hay que buscarlo intencionadamente: «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas» (Mt 13,45). Quizá este tesoro sólo es encontrado por aquellos que no se dan por satisfechos fácilmente, por los que no se contentan con poca cosa, por los idealistas, por los aventureros.

En el orden temporal, de los inquietos e inconformistas decimos que son personas ambiciosas, y en el mundo del espíritu, son los santos. Ellos están dispuestos a venderlo todo con tal de comprar el campo, como lo dice san Juan de la Cruz: «Para llegar a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada».


Fray Pablo esperaba una «noche oscura» y llegó días antes de morir: pero «el Señor hizo su obra»

 


Fray Pablo esperaba una «noche oscura» y llegó días antes de morir: pero «el Señor hizo su obra»

La imposición de hábito de fray Pablo, en el día de su profesión solemne, tres semanas antes de morir.

Han pasado casi dos semanas desde el fallecimiento, el pasado 15 de julio, víspera de la Virgen del Carmen, de Pablo Alonso Hidalgo. El joven de 21 años, perteneciente a una comunidad del Camino Neocatecumenal en Salamanca, había dejado a su novia porque quería ser carmelita y se le autorizó a hacer su profesión solemne in articulo mortis. Fue así como el 25 de junio se convirtió en fray Pablo María de la Cruz. Su funeral fue una celebración de la alegría de acudir al encuentro del Amado.

El impacto de su vocación y muerte no acabó ahí, porque tanto quienes ya le conocían como quienes han conocido su testimonio a través de los medios y las redes han llegado al punto que él quería: hacerse preguntas.

Tocar el corazón de los jóvenes

"Cuando Pablo dejó todo preparado, tenía dos ideas", recuerda su hermana Miriam: "La primera, que el funeral fuera una fiesta porque estábamos celebrando su vida y que se iba con su Amado. Y la segunda era tocar el corazón de los jóvenes; y el velatorio y el funeral le han hecho cuestionarse a mucha gente: 'Si nosotros podemos estar así ante la muerte, quizá exista algo más'..."

Miriam Alonso y su esposo Daniel (que en 2019 se fueron como misioneros a Argentina) fueron entrevistados el pasado domingo en Radio María por un hermano de Daniel, el sacerdote Jesús Colado, quien les interrogó sobre algunos detalles de los últimos meses de vida de Pablo y de su forma de afrontar la muerte.

La obra del Señor

Miriam sintetiza los últimos seis años de vida de su hermano pequeño: "El Señor lo eligió para confiarle la cruz de tener un cáncer y esta cruz le ha ido evolucionando como persona hasta que ha fallecido de una manera excepcional, en el sentido de que ha abrazado este sufrimiento que el Señor le ha mandado y ha llegado a dar gracias por él".

Miriam, hermana de Pablo, y su esposo Daniel.


Miriam, hermana de Pablo, y su esposo Daniel, junto con uno de sus hijos, en la época en la que se fueron como misioneros.

Pero no fue un camino de rosas, no solamente desde el punto de vista físico, sino tampoco espiritual. Al cabo de un mes de terminar con la quimioterapia, tuvo una recaída y eso le provocó "una crisis de fe muy profunda y se enfadó mucho con Dios". Lo superó porque "durante todo este tiempo, la obra que el Señor ha estado haciendo en él ha sido la de la aceptación de esta cruz".

Es aceptación, que fue también gratitud, tenía un motivo: "Gracias a esta enfermedad se ha encontrado con Cristo y gracias a ella se va al cielo con Él, y esto le hace inmensamente feliz", explica su hermana.

Felicidad que quedó colmada cuando supo que le concedían la excepción, inédita en dos siglos en Salamanca, de hacer los votos solemnes in articulo mortis: "La alegría le llenaba la cara, no podía parar de sonreír".

A consecuencia de los dolores estuvo ingresado varias veces en paliativos, y su consuelo fue que el capellán le permitió tener el Santísimo expuesto en la habitación. "Eso le ayudó mucho", dice su hermana, que es enfermera: "A mí me impresionaba que, cuando tenía dolores fuertes, siempre lo quería ofrecer todo. En una ocasión le pregunté si esos dolores le estaban mermando la fe, y él me decía que estaba tranquilo porque si Jesús y su madre María, que son las personas que más le quieren, permitían esto, es que tenía que ser muy necesario, y él vivía aceptándolo".

La noche oscura

Aconsejado por su director espiritual, Pablo rezaba mucho -y pedía que se rezase- "por la noche oscura que vendrá". Y se le puede poner fecha concreta: "La noche oscura llegó la tarde-noche del 11 de julio. Nos lo dijo el pobre en la habitación del hospital. Estaba bastante afectado, bastante triste".

Pidió a sus familiares que le sostuvieran con la oración, y "el Señor no le falló": "Fue en el transcurso de esa noche y en la siguiente mañana cuando el Señor hizo su obra, y fue pasar de verle llorando y angustiado y con miedo (su director espiritual le decía: '¡No vas a ser tú menos que Nuestro Señor, que las pasó canutas en el huerto de Getsemaní!') a estar animado y deseando estar con su Dios".

La Cruz florecida

Este sentido de aceptación, de decirle a Dios "Señor, tú sabes más, vamos con ellos", ha sido la característica fundamental de los últimos meses de Pablo. Los asistentes al velatorio y al funeral lo vieron reflejado en un símbolo que estuvo presente: la Cruz florecida. "Es el secreto que nos ha querido explicar él: que la Cruz, que es un trozo de madera ensangrentado y que te mata, si la abrazas, si abrazas ese sufrimiento y lo aceptas, el Señor lo hará florecer", explica Miriam.

El día antes de la sedación previa a su muerte, hubo una misa familiar que Daniel recuerda como "preciosa, muy emotiva y una acción de gracias completa". Con su buen humor característico, cuando el sacerdote le preguntó durante la celebración si amaba a Jesús, Pablo respondió sonriendo: "¡Bueno, me he casado con Él, así que imagínatelo!"

Pudo despedirse brevemente de todos sus seres queridos y su cuñado percibió algo que le impresionó: "Estaba en paz. En esa lucha del cuerpo que esta sufriendo y por eso necesitaba la sedación, pero no expresaba ningún tipo de desesperación ni de miedo, al revés, decía que estaba preparado y listo. Quería dejar un mensaje claro a los jóvenes y a la gente de su alrededor: que la vida no acaba aquí y que la muerte no tiene que darnos miedo".





El impresionante mensaje de aceptación del dolor y de la muerte que dejó Pablo. 


La huella de Pablo


La huella que ha dejado Pablo se está dejando ya sentir. Daniel cuenta que una compañera de trabajo suya, que no es creyente, le dijo, emocionada: "No sé qué hay más allá, lo que sí sentí es muchísima paz y muchísimo amor".


Para el propio Daniel, la muerte de su cuñado es toda una lección, y le comentaba a su madre: "He visto que la muerte no da miedo siempre y cuando se lleve así, agarrado a Jesucristo, agarrado a todos los dones que el Señor te da en ese momento. Me gustaría morirme así".


Y el influjo es también en la propia vida de su hermana. Así lo desvela Miriam: "Todo este tiempo ha sido una carta de amor del Señor para mí, un toque de atención, porque ha llegado en un momento de mi vida en el que estaba siendo muy mezquina, me estaba guardando muchas cosas para mí en todos los ámbitos de mi vida. A mí el Señor me estaba diciendo con esto: 'Bueno, le he dado este regalo a tu hermano, ¿cuál es tu excusa para no convertirte hoy? ¿Cuál es tu excusa? Si te quiero dar esta paz, esta alegría... abraza la cruz conmigo, no tengas miedo'".

sábado, 29 de julio de 2023

Santo Evangelio 29 de Julio 2023



 Texto del Evangelio (Lc 10,38-42):

 En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».



«Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.

Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es “altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.

Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de san Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes” de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.

He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.

Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”. Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)» (San Juan Pablo II).

No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).


«Superabuelo» de 39 nietos: «Le hablo a Dios de cada uno de ellos... y me sirve de ejercicio mental»

 


«Superabuelo» de 39 nietos: «Le hablo a Dios de cada uno de ellos... y me sirve de ejercicio mental»

En la festividad de San Joaquín y Santa Ana, patronos de los abuelos, Ricardo Benito recibe a Religión en Libertad para hablar del secreto para ser tantos en la familia y de querer estar siempre juntos.

Ricardo Benito nació en Madrid —aunque su familia era de Salamanca—, ha dedicado su vida a la docencia, fue misionero en Ecuador durante tres años junto a su mujer y a sus hijos y, a los 78 años, confiesa que nunca soñó con tener una familia tan grande.

Sus nueve hijos —entre los que hay trillizos, mellizos, un sacerdote...— y sus 39 nietos —está en camino el número 40— son la fuerza que le levantan cada día de la cama, además, por supuesto, de una fuerte cercanía a Dios.

Hace un año perdió a su gran compañera de vida, su mujer, "la abuela Milagros", y desde entonces se ha convertido, sin quererlo, en el gran referente de esta numerosísima familia. En la festividad de San Joaquín y Santa Ana, patronos de los abuelos, Ricardo recibe a Religión en Libertad para hablar del secreto de ser tantos y de querer estar siempre juntos.

Su técnica para recordarlos

"Jamás soñé con tener tantos nietos, incluso, ya los hijos, fueron una sorpresa para mí. Cuando tenía como 15 o 20 nietos yo ya decía 'dayenú': 'esto nos habría bastado'. Acabo de tener el nieto número 39, y en unos meses alcanzaré los 40", comenta con alegría.

Miembro del Camino Neocatecumenal desde joven, Ricardo no cree que tener tanta familia sea una heroicidad sino la respuesta a un llamado. "Mi mujer y yo recibimos una predicación sobre la apertura a la vida en la que se nos decía que lo más importante es poder dar vida para el cielo. Tengo que reconocer que es fruto de la fe y no de nuestras obras, de una gracia especial que el Señor nos concedió", señala el padre de familia. 

A la hora de hablar de sus nietos, Ricardo solo desea que puedan recibir la misma palabra que él recibió antes de casarse. "Esto mismo es lo que pido para mis nietos, que se encuentren con Dios y que puedan ser cristianos. Así como ocurrió con mis hijos, que se transmita la fe a la siguiente generación. Los nietos mayores, que son ya veinteañeros, están empezando el Camino y debemos dar gloria a Dios", afirma. 


Ricardo y su mujer en la comunión de sus nietos.

Aunque son 39 nietos, casi 40, Ricardo se acuerda del nombre de todos ellos. De los cumpleaños, es cierto, reconoce que ya no, por ahora solo se sabe los de sus hijos. "Los nombres me los sé, claro, los he escrito hace poco, además, a mis 78 años, recordar a cada uno me sirve como ejercicio mental. Mi técnica es localizar a la familia y después centrarme en los hijos uno por uno, y me salen todos", asegura. 

Este "superabuelo" reconoce que lo que más le gusta hacer con sus nietos es simplemente estar con ellos. "Me gusta acompañarles en los juegos, hablar con los más pequeñitos, les cuento cuentos. No me gusta consentirles, pero si están delante sus padres dejo que sean ellos los que les reprendan. También me gusta rezar juntos, los nietos se dan cuenta de detalles que a ti se te escapan, se acuerdan antes que tú de los ancianos y de los enfermos en sus oraciones", comenta. 

Ricardo está muy orgulloso de sus nietos y siempre que puede habla de ellos, aunque sea interiormente. "Le hablo mucho a Dios de mis nietos, sobre todo cuando alguno pasa por alguna situación problemática o si veo que están en crisis. Los tengo siempre muy presentes. Le hablo más a Dios de mis nietos que a los nietos de Dios", afirma.

"Los que ya tenemos una edad siempre comentamos que si para los hijos fueron tiempos difíciles, para los nietos será mucho peor. Si ellos se afianzan en encontrar el sentido de la vida, el Señor les protegerá como lo hizo con nosotros. Tener hoy una postura cristiana es ir en contra de un ambiente de mundo muy fuerte. Debemos caminar en la esperanza, aunque tengo cierto reparo del mundo que se está desencadenando", añade.

En la festividad de los abuelos, Ricardo ve muy importante redescubrir esta figura dentro de la propia familia. "El abuelo debe ayudar a los padres a transmitir la fe, es cierto que ahora les toca principalmente a ellos, pero es importante acompañarlos. La figura del abuelo en la familia es todo un símbolo. Los nietos observan que vas a la Iglesia y se enteran en seguida de que Dios ha hecho una historia con sus padres y con sus abuelos. Todo eso lo reconocen y lo guardan como un sello muy fuerte", asegura. 

Un corazón agradecido

Para Ricardo la clave de querer estar juntos, a pesar de ser tantos, es la reconciliación. "Lo importante es la unidad del matrimonio, que los hijos y los nietos vean que te reconcilias con tu mujer, que os pedís perdón. Y, por supuesto, la fe en el Señor. Cuando se experimenta la diferencia con el otro aparece ese vínculo sobrehumano que es el Señor. Él es el que supera todas las fronteras, el que nos da vida por medio de su muerte y resurrección. Toda muerte es destruida y es posible amar al otro porque existe la redención. Esto se descubre cuando superas una crisis... y los nietos se dan cuenta de ello", explica.

"La familia es muy importante, porque es un sostén que te mantiene de pie. Es donde puedes expresarte como eres y donde no se escandalizan de ti. En el mundo tratamos de aparentar cosas que no somos, pero en la familia te muestras como eres: riñes, te reconcilias… El apoyo de la familia es fundamental, la iglesia la llama 'la Iglesia doméstica'. Cuando, además de ser familia, se da la unidad en el Espíritu esto te reconforta de forma doble", asegura Ricardo.

A un año de su pérdida, el padre y abuelo de los Benito Pascual echa mucho en falta a su mujer y la valiosa figura que esta suponía para todos sus hijos y nietos, Milagros se desvivía por ellos.

"La compañía de la mujer en el matrimonio es muy fuerte. Han sido 46 años de casados y es tremenda la repercusión que tiene la abuela. Ellas suelen estar más ligadas a los hijos, a los yernos y a los nietos. En este sentido, aunque ahora me veo un poco más solo, también creo que mis nietos están muy cercanos a mí y que me aprecian, y yo también les quiero. Procuro tener un corazón agradecido, porque cuando los veo a todos juntos no me lo acabo de creer", reconoce Ricardo.

BenitosRicardo Benito junto a su mujer, Milagros, en la boda de su última hija.


Con una familia tan grande, reunirse todos se hace cada vez más complicado, aún así, procuran hacerlo al menos una vez al año. "Los encuentros ya son imposibles en las casas, podemos llegar a ser 60 personas. Llevamos varios años reuniéndonos en una casa de convivencias al final del verano. Encontrarnos todos es un milagro y una bendición. A los nietos además les encanta verse. Durante el curso lo que hacemos es celebrar varios cumpleaños a la vez en el salón de una parroquia", explica.

La charla va llegando a su fin y a la pregunta de cuántos nietos más tendrá la próxima vez que ReL llame a su puerta, Ricardo responde entusiasta: "No sé, esos son los misterios del Señor, pero todavía falta alguno, seguro que sí, aunque ya mis hijos van siendo mayorcitos".  

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 28 de julio de 2023

Santo Evangelio 28 de Julio 2023

 


Texto del Evangelio (Mt 13,18-23):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».



«Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador»


P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat

(Montserrat, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Dios como un agricultor bueno y magnánimo, que siembra a manos llenas. No ha sido avaro en la redención del hombre, sino que lo ha gastado todo en su propio Hijo Jesucristo, que como grano enterrado (muerte y sepultura) se ha convertido en vida y resurrección nuestra gracias a su santa Resurrección.

Dios es un agricultor paciente. Los tiempos pertenecen al Padre, porque sólo Él conoce el día y la hora (cf. Mc 13,32) de la siega y la trilla. Dios espera. Y también nosotros debemos esperar sincronizando el reloj de nuestra esperanza con el designio salvador de Dios. Dice Santiago: «Ved como el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia las lluvias tempranas y tardías» (St 5,7). Dios espera la cosecha haciéndola crecer con su gracia. Nosotros tampoco podemos dormirnos, sino que debemos colaborar con la gracia de Dios prestando nuestra cooperación, sin poner obstáculos a esta acción transformadora de Dios.

El cultivo de Dios que nace y crece aquí en la tierra es un hecho visible en sus efectos; podemos verlos en los milagros auténticos y en los ejemplos clamorosos de santidad de vida. Son muchos los que, después de haber oído todas las palabras y el ruido de este mundo, sienten hambre y sed de escuchar la Palabra de Dios, auténtica, allí donde está viva y encarnada. Hay miles de personas que viven su pertenencia a Jesucristo y a la Iglesia con el mismo entusiasmo que al principio del Evangelio, ya que la palabra divina «halla la tierra donde germinar y dar fruto» (San Agustín); debemos, pues, levantar nuestra moral y encarar el futuro con una mirada de fe.

El éxito de la cosecha no radica en nuestras estrategias humanas ni en marketing, sino en la iniciativa salvadora de Dios “rico en misericordia” y en la eficacia del Espíritu Santo, que puede transformar nuestras vidas para que demos sabrosos frutos de caridad y de alegría contagiosa.


Carta abierta a los directivos de colegios que usan tabletas

 


Carta abierta a los directivos de colegios que usan tabletas

Niña leyendo en una tablet.

La sustitución de los libros por los dispositivos móviles en la escuela está degradando el nivel educativo y causa daños a los niños, en ocasiones graves. 

Muchos padres están preocupados por las implicaciones de la sustitución de los libros por las tabletas. A lo largo de los últimos 10 años, he recibido cientos de correos y mensajes de padres desesperados y desolados porque el colegio de sus hijos ha decidido introducir las tabletas sin darles opción a una línea no digital. Algunos de sus hijos van a la escuela pública y no tienen recursos económicos para permitirse otra opción; otros van a la concertada o a la privada y lamentan que no se les haya dado alternativa. En general, deploran la ausencia de pluralidad educativa en ese aspecto.


En vista de las recomendaciones médicas y de la bajada del nivel académico, el gobierno sueco acaba de anunciar su intención de reducir el tiempo que sus alumnos pasan ante la pantalla y aboga por una vuelta a los libros en papel.


¿Por qué llamar a la precaución? Hoy por hoy, no hay conjunto de evidencias suficientes que avalen el uso de las tabletas en las aulas. Hace una década, cuando las grandes empresas tecnológicas empezaron a hacerse con el mercado educativo, Larry Cuban, profesor emérito de Educación de la Universidad de Stanford, afirmaba: “Hay insuficiencia de pruebas que justifiquen emplear dinero en eso. Punto. Punto. Punto”. Desde entonces, la situación es parecida, si descartamos los estudios financiados por empresas tecnológicas, o de poco rigor (ausencia de grupo de control, muestra no representativa, indicadores subjetivos como “gusta más”, etc.).


Como “gusta más” a los alumnos, asumimos que tendrán mejores resultados. Pero el hecho de que algo guste no quiere decir que sea educativo, ni siquiera que sea bueno para ellos. Los bollos industriales también les gustan. En cualquier caso, esos mejores resultados nunca llegan porque la motivación que miden esos estudios no es el interés por aprender, sino una fascinación pasiva ante los estímulos frecuentes e intermitentes. La mente aún inmadura del niño se vuelve pasiva y dependiente ante la pantalla cuyos algoritmos llevan las riendas.


¿Perderán el tren profesionalmente nuestros hijos por no usar una tableta con 4, 8 o 12 años? ¿Cuesta tiempo aprender a manejar esos dispositivos? A las dos preguntas, la respuesta es “no”. ¿Qué sentido tiene, entonces, que inviertan años claves de su escolarización aprendiendo a usar una tecnología programada para la obsolescencia? Steve Jobs no dejaba a sus hijos usar el iPad y muchos ejecutivos de empresas tecnológicas mandan a sus hijos a un colegio que hace bandera de no usarlas. Consideran que la tecnología no es neutra y saben que varios estudios relacionan uso de la pantalla y multitarea tecnológica con la dificultad de filtrar lo relevante de lo que no lo es, el aumento de la hiperactividad, la impulsividad, el deterioro de la atención. Saben que puede deshumanizar el aprendizaje, empeorar la lectura comprensiva online con respecto a la lectura en papel, interferir con el aprendizaje de la lectoescritura, generar adicción, superficialidad del pensamiento, mal funcionamiento de la memoria de trabajo, acceso a contenidos inapropiados, etc. La élite cognitiva y económica ha optado por permitirse el lujo de las relaciones interpersonales.


Mientras no se demuestren los beneficios pedagógicos y la ausencia de efectos perjudiciales del uso de las tabletas en las aulas la carga de la prueba recae en el que defiende su uso (y es doble), prudencia y transparencia son necesarias. Igual que los médicos reportan las donaciones que reciben de las farmacéuticas, los colegios deberían reportar los obsequios que reciben de las tecnológicas. No olvidemos que ese sector patrocina gran parte de la investigación y de los congresos educativos, compra publicidad en los medios de comunicación y en las revistas educativas, creando un estado de opinión favorable a sus intereses económico y difundiendo eslóganes tecnológicos que pueden distorsionar la efectividad de la educación y de la mediación parental. Están en pleno conflicto de interés. 


Las aulas son un lugar sagrado y los directivos de colegios tienen la inmensa responsabilidad de marcar la línea roja de lo que debe o no entrar en ellas. Pedir a las tecnológicas que proporcionen una herramienta educativa es como pedir a Pizza Hut que haga el menú de los comedores escolares.


En 1996, Steve Jobs decía: “Había llegado a pensar que la tecnología podría ayudar a la educación. Pero llegué a la conclusión inevitable de que el problema no es uno que la tecnología pueda esperar solucionar. Lo que no funciona con la educación no se arregla con la tecnología. La cantidad de tecnología no tendrá el más mínimo impacto.” ¿Qué hubiera ocurrido con Mozart, Picasso, Aristóteles o Dante, de haber caído uno de estos dispositivos en sus manos con 8 años?


Las ventajas de la tecnología en la edad adulta son innegables. Nuestros hijos y alumnos acabarán usando las tecnologías cuando las necesiten y tienen la suficiente madurez para poder hacer uso de ellas de forma responsable y con sentido. Pero ante el entorno de cambios continuos, lo que a menudo falta en el joven usuario es el criterio, el sentido de relevancia y las certezas que le permiten entender el valor y la originalidad de la información. La verdadera preparación para un buen uso de las tecnologías reside en la comprensión del contexto, que no se desarrolla en un entorno descontextualizado como es Internet. Es la sólida formación humanística la que permitirá al joven hacer frente con sentido a la abundante información que se le ofrece en el mundo digital. Por tanto, mientras nuestros niños no hayan recibido esa formación humanística, la mejor preparación al mundo online que podamos ofrecerles se encuentra en el mundo offline. En el mundo real.


El uso continuo de la pantalla en los niños empieza ahora a crear alarma social. Se multiplican las demandas a empresas tecnológicas por el aumento del daño a la salud mental de los menores. Hay que decirlo claro y alto, la educación online no ha revolucionado la educación. Es más, muchos lamentan la bajada en los resultados académicos a raíz de la pandemia. La digitalización de las aulas es un experimento a gran escala y los padres no han estado informados de los riesgos que conllevaba esa situación. Ahora, muchos de ellos se sienten defraudados. Los que participaron en la toma de decisión de firmar contratos con grandes empresas tecnológicas para introducir las tabletas en sus aulas tienen la responsabilidad de informar acerca de los riesgos que implican sus decisiones. Difícilmente se podrá compartir la responsabilidad de esos riesgos con quienes hayan vendido los trastos.


Alegarán que vosotros, no ellos, sois los expertos en educación y se lavarán las manos. Hay que reconocer que es temerario aventurarse a convertir la tableta en un vehículo pedagógico sin evidencias contundentes a favor. Somos unos cuantos que llevamos 10 años advirtiendo de los riesgos implicados y me temo que no somos los únicos en contemplarlos: mirad las cláusulas de exclusión de responsabilidad que están en los contratos que habéis firmado con esos gigantes tecnológicos.


Publicado en La Razón.

jueves, 27 de julio de 2023

Santo Evangelio 27 de Julio 2023



 Texto del Evangelio (Mt 13,10-17):

 En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».



«¡... dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!»


Rev. D. Manel MALLOL Pratginestós

(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, recordamos la "alabanza" dirigida por Jesús a quienes se agrupaban junto a Él: «¡dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!» (Mt 13,16). Y nos preguntamos: ¿Van dirigidas también a nosotros estas palabras de Jesús, o son únicamente para quienes lo vieron y escucharon directamente? Parece que los dichosos son ellos, pues tuvieron la suerte de convivir con Jesús, de permanecer física y sensiblemente a su lado. Mientras que nosotros nos contaríamos más bien entre los justos y profetas -¡sin ser justos ni profetas!- que habríamos querido ver y oír.

No olvidemos, sin embargo, que el Señor se refiere a los justos y profetas anteriores a su venida, a su revelación: «Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron» (Mt 13,17). Con Él llega la plenitud de los tiempos, y nosotros estamos en esta plenitud, estamos ya en el tiempo de Cristo, en el tiempo de la salvación. Es verdad que no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, pero sí le hemos conocido y le conocemos. Y no hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí que hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da, aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con la verdad y, por eso, nos da la felicidad y la alegría.

Agradezcamos nuestra fe cristiana, estemos contentos de ella. Intentemos que nuestro trato con Jesús sea cercano y no lejano, tal como le trataban aquellos discípulos que estaban junto a Él, que le vieron y oyeron. No miremos a Jesús yendo del presente al pasado, sino del presente al presente, estemos realmente en su tiempo, un tiempo que no acaba. La oración -hablar con Dios- y la Eucaristía -recibirle- nos aseguran esta proximidad con Él y nos hacen realmente dichosos al mirarlo con ojos y oídos de fe. «Recibe, pues, la imagen de Dios que perdiste por tus malas obras» (San Agustín).


Tres golpes le robaron la felicidad y borró a Dios de su vida... hasta que entendió la Resurrección



 Tres golpes le robaron la felicidad y borró a Dios de su vida... hasta que entendió la Resurrección

Marie, joven con gafas, sonríe.

Marie no comprendió el amor de Dios hasta que no comprendió la victoria de la Resurrección.

Marie recibió tres golpes muy duros, dos de ellos en la infancia, que marcaron equivocadamente su visión sobre Dios. Ella misma lo cuenta en L'1visible:

Soy la cuarta hija de una familia de cinco. Al nacer, graves complicaciones me dejaron una discapacidad física. Hoy casi no se nota, gracias a años de rehabilitación, pero me ganó las burlas de mis compañeros de clase, desde la guardería al instituto.

Tenía diez años cuando mis padres se divorciaron. Es violento, traumatizante. Lo que yo sentía como una fragilidad psíquica, para mis padres no arreglaba nada. Creía no tener derecho a la felicidad, ni a ser feliz un día.

Es difícil tener así la visión de un Dios que te ama, protector, consolador. Lo que me ayudaba a creer eran los amigos, los encuentros con jóvenes cristianos y los retiros espirituales.

El 11 de noviembre de 2017 recibí una llamada de teléfono cuando estaba en el trabajo. No reconocí la voz del hombre que estaba al otro lado. Pero era mi padre, que me pidió que me sentase y me anunció: “Gwénolé ha muerto”. Mi hermano había muerto en Santiago de Compostela mientras dormía, al finalizar su peregrinación.

El rechazo

Borré a Dios de mi vida. Durante un año, tenía miedo de rezar, miedo de atraer más desgracias. Antes, ya fuese presa de la tristeza, de la duda o de la cólera, o cuando estaba alegre, me dirigía con frecuencia a Dios. Así que cuando le abandoné me sentí terriblemente sola.

En enero de 2018 fui a Lourdes sola para buscar respuesta y un poco de consuelo junto a la Virgen María. Subí el Via Crucis en estado de ebullición interior. Me decía: “Señor, de acuerdo, tú llevas una cruz, pero ¡quédatela! Yo no quiero tu cruz ni tus sufrimientos. ¡Déjame tranquila!”

Mi vida me había mostrado una falsa imagen de Dios y de su Hijo Jesús: un Dios sádico, que me pedía que le ayudase a llevar su cruz. Pero había vivido 23 años con fe, y todo eso no desaparece de un día para otro. En lo más profundo, estaba convencida de que Dios era la respuesta.

Agapeterapia

Quise hacer una agapeterapia o “sanación por el amor de Dios”. Era la última oportunidad. Si no volvía convertida, sin señales del amor de Dios, abandonaría definitivamente toda práctica religiosa y el ambiente católico.



El Cenáculo, en Cacouna.

El Cenáculo, en Cacouna (Quebec, Canadá) es una mansión construida en 1900 y vendida en 1941 a los capuchinos como noviciado. En 1980 fue fundada como Casa de Oración a un grupo de la Renovación Carismática Católica, que ofrece allí lo que denominan agapeterapia o "sanación por el amor de Dios".

En ese lugar, llamado el Cenáculo, escuché una frase que abrió mi corazón a Jesús: “Cristo ha muerto y ha resucitado, he ahí el fundamento de nuestra fe” ¡Qué amigo! ¡Qué consolación en Jesús! ¡Qué Rey victorioso! Vivió nuestra condición humana, lloró la muerte de su amigo Lázaro, tuvo el sentimiento de ser abandonado por su Padre, vivió la soledad y el destierro, trabajó, murió. ¡Pero resucitó! Venció toda tristeza. ¡Su resurrección es una victoria! Dios me mostró la imagen de un Gwen feliz, detrás de Cristo, saludándome con la mano como hacía habitualmente.

Estoy segura de que es feliz allá donde esté, de que vela por mi familia. Dios vino a llenarme de esperanza al darme como regalo, como amigo, como hermano, a su Hijo Jesús. El Señor es un Dios liberador, me iluminó para tomar buenas decisiones sobre mis difíciles relaciones familiares.

Alegría y paz

He vuelto a ir a misa, para contemplar la muerte y la resurrección de Cristo, la entrega total de su vida para salvarnos y ofrecernos una alegría eterna. Todos los días dedico un tiempo a rezar, a leer la Biblia, a dejarme enseñar por los profetas, por los apóstoles, por Jesús mismo.

Llegué a aquel retiro en estado depresivo, encolerizada, triste, perdida y sin esperanza. Salí de él convertida y feliz. El Señor no ha dejado de mantener vivas esa alegría y esa paz que habitan en mí.

Publicado en ReL el 7 de septiembre de 2019.



miércoles, 26 de julio de 2023

Santo Evangelio 26 de Julio 2023

 


Texto del Evangelio (Mt 13,1-9):

 En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».



«Una vez salió un sembrador a sembrar»


P. Julio César RAMOS González SDB

(Mendoza, Argentina)

Hoy, Jesús —en la pluma de Mateo— comienza a introducirnos en los misterios del Reino, a través de esta forma tan característica de presentarnos su dinámica por medio de parábolas.

La semilla es la palabra proclamada, y el sembrador es Él mismo. Éste no busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tenga en abundancia» (Jn 10,10). Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, sea «a lo largo del camino» (Mt 13,4), como en «el pedregal» (v. 5), o «entre abrojos» (v. 7), y finalmente «en tierra buena» (v. 8).

Así, las semillas arrojadas por generosos puños producen el porcentaje de rendimiento que las posibilidades “toponímicas” les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: «La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (Lumen gentium, n. 5).

«Los que escuchan con fe», nos dice el Concilio. Tú estás habituado a escucharla, tal vez a leerla, y quizá a meditarla. Según la profundidad de tu audición en la fe, será la posibilidad de rendimiento en los frutos. Aunque éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la potencia vital de la Palabra-semilla, no es menor la responsabilidad que te cabe en la atenta audición de la misma. Por eso, «el que tenga oídos, que oiga» (Mt 13,9).

Pide hoy al Señor el ansia del profeta: «Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos» (Jr 15,16).


Fulgurante conversión de una madre de familia atea al tocar el anillo de Santa Juana de Arco



 Fulgurante conversión de una madre de familia atea al tocar el anillo de Santa Juana de Arco

Sonia Drapeau era una atea convencida cuando se acercó a contemplar el anillo de Santa Juana de Arco. No solo iba a cambiar su vida, también la de toda su familia.

El 26 de febrero de 2016, el parque temático histórico Puy du Fou adquirió en Londres, en una prestigiosa casa de subastas, el anillo de Santa Juana de Arco, que había estado en manos inglesas desde que la joven fuese quemada en la hoguera en 1431. Se lo habían regalado sus padres, y la Doncella de Orleáns lo describió durante el proceso que un año después la condenó a la hoguera: "Tenía tres cruces y ningún otro signo que yo sepa, salvo los nombres de Jesús y María".

Hecho en aleación de cobre y plata con remaches de oro, y autentificada su antigüedad por los especialistas, ya había sido expuesto en Francia en 1956, prestado por su propietario entonces, el doctor James Hasson. Pero ahora Philippe de Villiers, fundador de Puy du Fou, y su hijo Nicolas, actual gerente, podían mostrarlo con todos los honores debidos a la heroína nacional y ya definitivamente como propiedad francesa. Así lo hicieron el 20 de marzo de ese año. 

Días antes...

Lo que no podían saber ese día ni Nicolas ni Philippe (el hombre que puso de moda a Charette, el héroe vandeano sobre el que se ha hecho la película Vencer o morir) es que, solo unas pocas fechas antes, ese mismo anillo había obrado un milagro. O, si se prefiere, una conversión milagrosa. Que llevó a otras. Con lo cual el triunfo de su compra no era solo nacional y colectivo, sino, para toda una familia, muy personal.



La historia la ha contado su protagonista, Sonia Drapeau, en un libro autobiográfico publicado hace algunas semanas: Convertida por el anillo de Juana de Arco (Salvator).

'Convertida por el anillo de Juana de Arco' de Sonia Drapeau.

Fue el 4 de marzo de 2016. Sonia llevaba cinco años trabajando como en los equipos sanitarios de emergencia de Puy du Fou. Aquel día se había congregado el numeroso equipo para preparar la siguiente temporada. Contrariamente a lo habitual, el encuentro no lo presidía Nicolas, sino el secretario general, pero nada presagiaba una reunión distinta de otras muchas. Hasta que, hacia el final, Nicolas apareció con la gran sorpresa y el gran anuncio: el anillo, que llevaba consigo en un cofre.

Durante el ágape posterior, los trabajadores del parque se iban a convertir así en los privilegiados que lo verían de cerca por primera vez.

Sonia se puso en la cola, consciente de lo afortunada que era, lo vio durante unos instantes cuando llegó su turno "con la impresión de vivir un momento histórico", y regresó con su grupo. Pero luego, viendo que otros amigos se habían hecho una foto con él, sintió que había dejado pasar una oportunidad y regresó a la cola para tener el recuerdo de tan especial evento.

Mientras capturaba la instantánea, vio cómo la mano de otro compañero se acercaba y lo tocaba. "En un primer momento", recuerda, "ese gesto me pareció un sacrilegio. Luego tuve que resistir la fuerte tentación de tocarlo yo también. Pero finalmente, viendo que Nicolas no se oponía, me atreví a rozarlo..."

La historia de Sonia

Aquí conviene echar la vista atrás para saber algo más sobre Sonia. Nacida en 1967, tenía 49 años y era atea. Fue bautizada a los dos días de nacer en el propio hospital, pero por un motivo en el que su madre, no practicante, fue sincera: "Si no la bautizo en el hospital, cuando salga no lo haré".

Pero no recibió formación cristiana. Cuando tenía diez años, entró en una iglesia con una prima suya sin saber qué era la misa ni la eucaristía. Comulgó por curiosidad y sin ser consciente de lo que estaba haciendo. Fue su único contacto con la Iglesia, porque recibió una educación "estricta y justa, pero sin dimensión religiosa".

A los 20 años conoció a quien hoy es su marido, Philippe, creyente aunque tampoco muy devoto. Cuando llegó la hora de casarse, él quiso hacerlo en el templo: "Yo cedí a su deseo por amor, pero con una simple bendición nupcial", porque "una misa completa con la comunión era más de lo que podía soportar".

Tuvieron cuatro hijos. Él quería bautizarlos y ella no, y no encontraron una fórmula viable de entendimiento, porque la parroquia pedía un plan de formación para los padres que Sonia no estaba dispuesta a seguir. Los niños se quedaron sin el sacramento.

Así pues, aquel día en que rozó con la yema de sus dedos el anillo de Santa Juana de Arco, quien lo hacía era una mujer muy recalcitrante a la fe y muy firme en esa convicción.

"Irrumpe lo sobrenatural"

¿Qué pasó?

"En el instante en el que mis dedos tocaron el anillo, irrumpe lo sobrenatural", evoca: "Me invade un calor abrasador, tan intenso que es humanamente imposible describirlo con palabras. Me siento poseída por un sentimiento de amor infinito, maravilloso, indescriptible. Mi corazón se funde, mi inteligencia vacila, mi espíritu cede ante lo Eterno. ¿Qué está pasando? A la velocidad del rayo, la evidencia se me impone: creo. Creo en una entidad o un ser invisible. Atea desde mi nacimiento, tengo inmediatamente la impresión de haber estado ciega y sorda durante cuarenta y nueve largos años vacíos de sentido. Comprendo, con una luminosa certeza, que soy amada por ese ser inmenso oculto en el más allá".

Cuando Sonia se apartó del anillo, quedó anonadada por lo sucedido y a duras penas pudo sostener la conversación con sus compañeros antes de irse. Su "espíritu cartesiano" seguía resistiéndose a ese "torrente de amor" que, confiesa, la recorría "de la cabeza a los pies".

Además, ansiaba llegar a casa para contárselo a su marido. Cuando acabó el relato, le preguntó: "Tú, que eres creyente... ¿eso es tener fe?". Philippe no salía de su asombro, aunque nada más verla supo que algo le pasaba. Le preguntó qué sentía: "¡Todo se mezcla en mi cabeza! Incluso me planteo si no lo habré imaginado todo. Voy a acostarme y mañana se habrá acabado. Seguramente es el cansancio".

Pero no fue así. Todo seguía igual al día siguiente. Se sintió decepcionada, porque "prefería que hubiese sido un mal sueño": "No comprendía qué me pasaba y tenía miedo".

Buscando ayuda

Lo primero que hizo fue hablar con Agathe, una amiga de la infancia, católica y muy devota, para compartir con ella sus sentimientos: "Ahora tengo la certeza de que existe un mundo invisible", le confesó. 

La respuesta la dejó estupefacta: "Hace diez años que rezo todas las noches por tu conversión, y he rezado en Lourdes por la conversión de toda tu familia. ¿No te das cuenta, Sonia? ¡Has recibido una gracia enorme! El Señor te ha tocado". Le recomendó empezar a ir a misa los domingos con su marido.

Philippe era creyente, más por tradición que por convicción, y no iba habitualmente a la iglesia. Pero estaba contento con el cambio de su mujer, y aceptó encantado ir junto a ella.

La experiencia no fue grata para Sonia, porque no entendía nada. Pero cuando más desconcertada estaba, se volvió a su marido y se lo encontró llorando a lágrima viva: "Parecía muy feliz. Su rostro resplandecía. Tras varios minutos, dijo con una voz tenue: 'Cuando era niño, nunca me planteé si el Señor estaba presente en la hostia. ¡Ahora sé que es verdad!'".

Era la segunda conversión del anillo de la Doncella de Orleáns: el reavivamiento en la fe dormida de Philippe.

Eso empezó a crear en Sonia una nueva inquietud: "La tortura de no poder recibir el cuerpo de Cristo", en quien ya creía. Habló con un sacerdote, de quien empezó a recibir una primera formación cristiana.

El éxtasis de Pauline

Entretanto, habían pasado dos semanas y llegaba el momento de la exposición pública del anillo. Sonia forzó a Pauline, su hija adolescente (quien, víctima de los modernos sistemas educativos, pensaba que Juana de Arco era un personaje de ficción), a acudir al evento. Le explicó su importancia histórica, y la ventaja que tenía, por ser hija de una trabajadora de Puy du Fou, de contemplar el objeto antes de que se abriesen las interminables colas. No consiguió vencer del todo sus reticencias, pero consiguió llevarla. 


Exhibición del anillo de Juana de Arco en Puy du Fou, el parque temático de historia francesa (pincha aquí) que tiene también un trasunto español (pincha aquí).

Con lo que no contaba es con que su hija, puesta ante la reliquia a regañadientes, entrase en una especie de éxtasis del que no salía, hasta que un vigilante de seguridad les dijo que tenía que apartarse para que los demás pudieran verla también. Sonia intentó tirar de ella, en vano. No pudo ni con la ayuda de Agathe. Algo pasaba. Finalmente, la niña despegó los pies del suelo y las acompañó.

"En el camino de vuelta, estuvo muda, tocada en lo más profundo de sí misma", cuenta Sonia. Luego su hija le contaría que no recordaba lo que pasó. Pero al llegar el domingo siguiente, pidió acompañar a sus padres a misa.

Un hijo tras otro

En los meses siguientes, Sonia preparó su confesión. La penitencia que le impuso un fraile franciscano, que escuchó sus pecados de casi medio siglo, fue una peregrinación a Fátima y un retiro espiritual en silencio. 

En julio de 2016 cumplió lo prometido y en septiembre llegó el esperado momento de la primera comunión. Sus cuatro hijos estaban allí: François (quien algunas veces iba con sus padres a misa), Pauline e incluso Clothilde y Thibault, a quienes no gustaba la evolución de su madre y no pensaban aunque, pero al final lo hicieron por darle a ella esa alegría.

Cuando regresó del comulgatorio tras recibir al Señor por primera vez, Clothilde lloraba: "No me atreví a preguntarle nada, pero conservé esa imagen en mi corazón". Luego sabría que las lágrimas no eran de emoción momentánea, sino que la joven llevaba un tiempo interrogándose sobre la fe.

La relación de Sonia con sus hijos en la cuestión de la fe se había complicado, porque al principio no entendían qué le había sucedido a su madre: "Al no haber educado religiosamente a nuestros hijos, me resultaba imposible transmitirles adecuadamente la fe. ¡Dios lo sabía! Así que tendría que actuar Él solo si quería convertirles, como yo le pedía. ¡Y lo hizo admirablemente bien...!"

En el mismo año de 2018, en el que Sonia recibió del obispo de Angers, Emmanuel Delmas, el sacramento de la confirmación, se bautizaron François y Pauline. Y en 2021, tras un recorrido de incertidumbres primero y formación después, lo hicieron Clothilde y Thibault. Conversiones en las que apenas pudo tener ella un papel activo, pues ambos estudiaban fuera de casa.

"Es increíble", celebra Sonia: "En el espacio de cinco años, todos los miembros de nuestra familia entraron en el redil de la Iglesia católica". A día de hoy, concluye, "no todos avanzan en la fe al mismo ritmo. Cada uno tiene su forma de seguir al Señor" y ella no les fuerza. Y aunque algunos amigos han dejado de frecuentarles, porque ella vive y practica  ahora la religión intensamente y está comprometida en diversos apostolados, se siente "feliz" en su nueva vida cristiana.

Fuente: Religión en Libertad